Durante la ausencia de Asun en su viaje para acompañar a Maria Luisa, los acontecimientos en el pueblo coincidieron de forma trágica.
A la vez que Asun había estado ausente sin motivo aparente, una cuadrilla especial del ejército, había buscado a los maquis del monte, a los rojos alojados entre los riscos, en las cuevas, entre los arbustos.
Ya no había más tregua, o todo o nada, los republicanos, lo vieron a tiempo, y a pesar del importante despliegue militar adentrándose en las montañas, tuvieron tiempo de abandonar su refugio, y escapar por las altas cumbres.
Los militares, con el coronel Abella al frente, se quedaron con la ganas, llegaron tarde, y no supieron cómo se les pudieron escapar de entre las manos. Volvieron al pueblo cabizbajos, convencidos de que alguien les había avisado, de que no podrían haberse escapado de no haber recibido aviso desde el pueblo.
La realidad es que había sido Angel por mediación del perro de Maximiliano, el mismo camino, el collar, y un escrito en latín, que había sido destruido. Angel actuó por evitar una masacre, no por simpatía ni empatía.
Pero cada persona del pueblo estaba marcada, y la Asun era hija de rojo, hermana de rojo, sospechosa de numerosas intrigas con los maquis, y encima había estado ausente sin motivo, las sospechas del coronel Abella cayeron sobre ella.
Apenas llegó, quedó detenida. De nuevo el aceite de ricino, de nuevo los golpes, los tormentos con el trapo de agua sobre la cara… esta vez no se libró del rape de pelo, de torturas peores, porque esta vez no trataba con el teniente amigo de Angel.
El teniente, no sabía qué hacer, en cuanto supo de la detención de Asun, y conocedor de la verdadera razón por la que la mujer había estado ausente, intentó defenderla, lo que le costó ser echado de su propio cuartel, y amenazado de ser llevado a un tribunal militar. Se fue corriendo a avisar a Angel, que no sabía qué hacer.
Esta vez, no había amenazas que hacer, ni cartas debajo de la manga. Como sacerdote, Angel se inventó mil excusas para justificar a su criada, hasta dijo la verdad sobre Maria Luisa, hasta confesó el medio por el que había avisado, contó hasta lo del escrito en latín, pero el coronel Abella estaba enrabietado por el fracaso de su acción en el monte contra los maquis. También Angel acabó fuera del cuartel con serias amenazas sobre su propia vida.
El teniente, le había cogido cariño a Asun, y su relación con Angel, le había hecho cambiar de actitud respecto a muchas cosas en la vida, y sobre todo con respecto a Asun, que sabía su secreto, y nunca lo había utilizado, ni siquiera cuando había sido detenida. El teniente admiraba su valor, y además había compartido muchas noches de cena y tertulia en la misma mesa con Angel y Asun.
Los alaridos se oían desde la calle, la luz parpadeante evidenciaba descargas eléctricas. Angel lloraba, gritaba, la llamaba desesperado. El teniente, se llevó a Angel lejos de allí. Se pasaron la noche en el bar, el tabernero, estaba pálido, porque el final se presentaba muy oscuro. Una vez que los militares empezaban a maltratar a una persona republicana, y más aun después de un fracaso, la muerte, caminaba por la mente de todos…
Al amanecer no quedaban más palabras que decir, ni más lamentaciones, ni más reproches a sí mismos… los ojos hinchados, la moral por los suelos.
De pronto, el silencio se rompió por unas ráfagas de metralleta.
-¡ASUN! ¡ASUN! ¡NO! ¡NO! ¡NOOOOOO!
Salieron corriendo en dirección a los disparos, el teniente se detuvo a tiempo, ya estaba hecho, y no quería ser llevado a un tribunal militar. Se dió la vuelta, y detuvo a Angel para que no viera el cuerpo inerte de Asun… Las lágrimas corrían por el rostro del teniente que no podía sujetar a Angel.
-¡ASESINOS! ¡BESTIAS! -Angel se quedaba sin voz, sin resuello, se dejó caer al suelo, ya no se tenía en pie, la tensión podía con el.
El teniente lo retenía en el suelo, le abrazaba, mientras miraba con desprecio a su superior, que pasó a su lado sonriendo, y amenazándole con una inspección. El teniente se tuvo que callar, porque se enfrentaba a la misma muerte que Asun.
Angel reaccionó, y se acercó a gatas hasta el cuerpo de Asun, lo cogió entre sus brazos, y se quedó allí, besándola en la frente, en los labios, abrazándola, llorando sin consuelo. Durante horas estuvo allí abrazado al cadáver, ignorando la suciedad provocada por el aceite de ricino, ignorando la cara desfigurada a golpes, ignorando el cuerpo prácticamente desarticulado, los huesos rotos. Mesaba su cabello… no podía con la pena que le embargaba.
Cuando los militares abandonaron el pueblo, la familia de Asun se hizo cargo del cuerpo.
Angel regresaba lleno de odio hacia la casa parroquial, iba arrancando los botones de la sotana, tirando de ella y finalmente lanzándola al barro, renunciando a toda su vida, renunciando a hacer el bien a aquella gente, renunciando a esa sociedad, a esa ideología, al miedo del pueblo entero…
De nuevo buscó el escondite del dinero, lo cogió todo, le dejó una parte a algunos necesitados, y emprendió camino en busca de Maria Luisa, a quien dejó la cantidad suficiente para ir tirando unos años, aunque la chica estaba en buenas manos con los padres del teniente.
La visión del hijo bastardo de Maria Luisa, le devolvió un poco de aliento, siempre le enternecían los bebés.
Se fue de allí, en busca de otra vida, daba igual el destino. Tenía dinero, iría a África, a América, daba igual, dónde le necesitasen, donde pudiese olvidarse de la raza humana.
Se hizo la promesa de ayudar a toda la gente posible antes de morir.
El teniente, fue juzgado por su oposición al coronel Abella, fue degradado a sargento, y trasladado a un lugar remoto.
*NO,NO, no comenten todavía, no me maten, ¡que Kanelita me cocotea!
xoxoxoxo
FINAL ALTERNATIVO
La Asun fue detenida nada más llegar, a duras penas, se contenía el teniente cuando la golpeaba en la cara. El coronel Abella, estaba convencido de que había sido Asun quien había avisado a los maquis.
El teniente aprovechando la fama que tenía de odiar a los rojos, se ofreció voluntario para hacer hablar a Asun. Se ponía como loco en cuanto oía hablar de republicanos, le reconcomía la sangre solo de pensar que se les habían escapado de entre las manos.
El coronel Abella, confiaba en cortar la huida por el otro lado de la montaña, y se fue rápidamente en busca de los fugitivos con todas sus tropas. Hacia media noche, y tras oir los alaridos de Asun, y de sacar como regalo su cabello recién cortado al rape, El teniente, comunicó al coronel Abella que la detenida, después de varias horas a solas con el, había declarado que había subido al monte nada más verles llegar para avisar a los rojos. Ocultando el detalle de que él sabía que esa entrometida no había tenido nada que ver, y de que estaba en casa de sus propios padres mientras se la acusaba injustamente.
-Pues ya sabe, teniente, la da usted el paseillo, un tiro y la tira por el barranco, para que aprendan los demás, que vaya a parar al barranco ese que aprovechan ustedes siempre, ese tan inaccesible. -dijo el coronel Abella-.
-Yo me encargo personalmente mi coronel -respondió el teniente mientras una sonrisa de satisfacción cruzaba su cara-.
El teniente esperó a que las tropas se fueran tras los fugitivos, y salió con la Asun, la cogía del brazo, y la llevaba casi a rastras. Angel que estaba a la espera, no podía menos que insultar a su amigo, intentando agredir a los guardias e incluso a su amigo el teniente.
El teniente llegó hasta el coche, dejó a la Asun con los guardias y se dió la vuelta viniendo hacia el cura. Venía gritándole.
-Ya no hay nada que hacer, Angel, la han pillado in fraganti esta vez. Vete de aquí.- vociferaba el teniente mientras se acercaba a Angel amenazador.
-Eres un canalla y un hipócrita, tu sabes que es inocente. Y ¡la vas a matar! ¡Y sabes que es inocente! ¡cínico!
El teniente llegó a su altura, le cogió por las solapas y le levantó en vilo, diciéndole quien sabe qué cosas, tan cerca de la cara de Angel, que casi mordía su nariz. Luego le soltó, y Angel quedó destrozado en el suelo, viendo como el teniente iba al coche, y cogía de nuevo a la Asun de forma que la llevaba a rastras hasta el muro más cercano.
-¡Dejadme solo! De esta puta me encargo yo solo, quietos ahí, y vigilad que no se acerque ese cura.
La hizo ponerse de rodillas, apuntó con su pistola a la cabeza rapada de Asun, las luces del coche de la guardia civil alumbraban la escena. El teniente disparó dos veces, y Asun cayó inerte. En ese momento, Angel, montó en cólera, el teniente ordenó a sus subordinados que se llevasen al cura al calabozo, que ya se ocuparía de él. Luego cogió el cuerpo de Asun, y se dirigió el solo con el cuerpo camino del barranco, donde el cuerpo desaparecería para siempre, como otros muchos.
Al día siguiente, Angel era liberado por el teniente, sin decir una palabra, se fue a casa, se quitó la sotana, la dobló cuidadosamente, y renunció a su sacerdocio, buscó el dinero del robo, esta vez lo cogió todo.
Llevaba varios días en la casa de los padres del teniente, no tenía otro objetivo en el mundo que visitar a Maria Luisa, ya que no había otro motivo que dar a su existencia. Se había alejado unos centenares de metros, y estaba podando las viñas de la finca…
Notó unos pasos acercándose, no podía ver nada por la altura de las viñas.
Una figura apareció por entre las hileras de las vides, tenía la boca partida, cuerpo flacucho…
-Has tardado mucho -dijo Angel-.
-En cuanto he podido… al final… ya ves, me han cortado el pelo… -dijo Asun-.
xoxoxo
En cuanto el teniente vio lo que iba a suceder, se hizo cargo. Encarceló a Asun, y se ofreció para hacerla confesar, desde el principio le dijo a Asun que salvar su vida iba a costar algunos golpes. El rape de pelo, el aceite de ricino y los golpes, tendrían que ser suficientes para convencer al coronel Abella.
Asun no tuvo que disimular mucho para gritar, el rape de pelo no la importó, el aceite de ricino, ya lo conocía, y aunque se lo volvió a hacer encima, tampoco la importó. El teniente, pedía perdón a cada golpe, haciendo cortes en los labios, sin golpear muy fuerte, también dio un pequeño golpe de experto, un poco doloroso que partió una de las cejas de Asun, no era muy grave, y la sangre siempre es muy escandalosa.
Todo esto sirvió para convencer al coronel Abella. Luego, cuando salieron del cuartel, Angel estaba allí, y podía estropearlo todo. El teniente, tuvo que volver sobre sus pasos y coger por la solapa disimuladamente a Angel mientras le decía nariz con nariz.
-¡Cállate Angel! ¡cállate! la voy a salvar, ¡disimula por Dios!
Luego volvió a por Asun, la cogió del brazo y a la tenue luz de los focos de los coches de la época, aparentó disparar a la cabeza y al cuerpo, mientras hacía mantener la distancia a sus subordinados. En realidad, disparó al suelo, justo por detrás del campo de visión de los guardias, para que no se viera el truco. Asun lo hizo muy bien, y fingió su muerte de manera convincente.
Luego el teniente ordenó encarcelar a Angel, y se llevó a Asun en dirección al barranco, aunque en realidad, se fueron en busca de la amante del teniente, la Encarna, ella se hizo cargo de la Asun, y se la llevó a un lugar seguro. Desde el que, con una peluca, iría al encuentro de Angel.
El teniente volvió al cuartel, y allí, en el calabozo, a solas, le explicó a Angel lo sucedido. Quedaron de que se encontrarían a salvo en casa de sus padres, pues nadie sospecharía de ellos.
Luego Angel, tras la renuncia, y con el dinero robado al presunto marqués, se dirigió hacia allí para esperar a Asun al lado de Maria Luisa. Con aquel dinero superarían muchas barreras en la vida.
El teniente, fue ascendido a capitán por los servicios prestados.
Con tanto dinero, Angel y Asun se compraron nuevos nombres, se asentaron al lado de la finca de los padres del teniente, que había sido destinado cerca de su casa. Y allí, siguieron sacando de apuros a todo el que se ponía en su camino.
Entre las sombras de los racimos de uvas, y las hojas de parra, Angel y Asun se besaban apasionadamente, Angel estaba feliz, Asun, dolorida, pero también feliz.
El pañuelo que cubría su cabeza desnuda, se desprendió y el viento lo elevó y se lo llevó en volandas hasta depositarlo en el tejado de una iglesia cercana de forma premonitoria.
-Incluso sin pelo no hay nadie tan guapa como tu.
-Incluso sin sotana sigues siendo una tentación.
FIN DE VERDAD.
De nuevo, dibujo creado por mitodos.soy.es. También me gustaría que LÍBELULA hiciese dibujos sobre los relatos que hago. En su momento le propuse a Mito que hiciese dibujos sobre mi entrada "Gorrión", pero no ha tenido tiempo. Los niños de 4 años de la clase de mi hija si que los han hecho, pero todavía no he podido verlos.