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martes, 23 de agosto de 2011

LA MUERTE Y EL DEMONIO


Asomado a veinticinco metros de altura en la azotea del edificio, se debatía entre saltar al vacío o, por el contrario, darse la vuelta y entrar de nuevo en el interior para regresar al banquete.

Era la boda de su ex mujer, la buena relación que tenían, había hecho que ella no dudase en invitarle.

Pero él, sufría lo indecible, todavía la quería. Si su matrimonio había fracasado, era por el poco tiempo que le dedicó a su esposa mientras estuvieron casados. Era camionero entonces de una ruta internacional. Puede que si hubiesen tenido hijos, se hubiese buscado la forma de estar más tiempo en casa, pero éstos no llegaron.

Cuando se divorciaron, ella ya estaba con el hombre que hoy la desposaba. Para colmo, no podía odiar a su sustituto, porque era tan buena persona que se hacía imposible albergar malos sentimientos hacia él.

Llevaba tres años solo, más solo que la una, no había nadie en su vida. Había cambiado de trabajo, y ahora estaba siempre aquí, había abierto una pequeña pastelería donde también ponía café. El hombre que hoy se casaba con la que fue su mujer, era quien le había prestado el dinero, y no solo eso, cada día se pasaba a ayudarle o a sustituirle si él necesitaba hacer algún recado.

No podía por menos que alegrarse por la felicidad de su esposa y de aquel hombre, pero tampoco podía evitar quererlos a ambos y le resultaba muy difícil superar la ceremonia y el banquete.

Y allí estaba, sentado en el borde de la azotea con los pies colgando en el vacío. Solo… solo no…

Aunque no podía verlo, por su derecha, venía caminando hacia él la Muerte.

Por su izquierda se acercaba el Demonio.

MUERTE: ¿Qué haces aquí? Demonio.

DEMONIO: Vengo por el alma de este infeliz.

MUERTE: Eres como un buitre. Me dan ganas de que se resbale  y así sea un accidente y no un suicidio.

DEMONIO: ¿Qué más te da a ti lo que pase con su alma?

MUERTE: Me da igual, es solo por fastidiarte, lo mismo que me fastidia a mí que me sigas a todos lados.

DEMONIO: Es solo para comprobar que no haces trampas.

MUERTE: ¡Yo trampas!

DEMONIO: ¡Claro! Lo acabas de decir, quieres quitarme a un suicida que es el mejor candidato para acompañarme al infierno.

MUERTE: Y sin embargo, eso es de lo único que te informaste, no sabes nada de la vida de este hombre…

DEMONIO: Ahora me dirás que es un hombre bueno que se puede redimir.

MUERTE: Sí, eso es más o menos lo que es.

DEMONIO: Entonces, ¿dónde ves tú un ángel, o a Dios, o a un arcángel por aquí que reclame su alma?

MUERTE: Tú eres el único buitre que me sigue.

DEMONIO: Pero… sin embargo, tú vienes a llevártelo.

MUERTE: Pues hoy, lo mismo cambio de opinión.

DEMONIO: No creo, este ya es mío.



Estando la Muerte y el Demonio enfrascados en la conversación, no se percataron de que una mujer había hecho su aparición en la azotea.

MUJER: ¿No estarás pensando en tirarte al vacío en la boda de mí hermana, el amor de tu vida, tu exmujer?

SUICIDA: ¡Ya ves!, mi vida no tiene sentido, si no me he tirado es por no amargarles el día.

MUJER: Hay más mujeres en el mundo.

SUICIDA: Pero no les conviene una persona como yo…

MUJER: ¡Pero si tu eres muy bueno!

SUICIDA: Eso lo dices tú, porque siempre te he caído bien.

MUJER: Eso lo digo yo porque es verdad.

SUICIDA: Tú qué me quieres bien.

MUJER: No lo sabes tú bien lo que yo te quiero.



El suicida miró a la mujer desde una nueva perspectiva y muy sorprendido.

SUICIDA: No se si he interpretado bien lo que me estás diciendo.



La mujer le cogió la mano, le separó del abismo, se puso frente a él, la otra mano, la apoyó sobre el pecho agarrando con fuerza la corbata, tiró un poquito hacia sí misma y le dio un corto y efímero beso en los labios.

MUJER: Si no te tiras, me quedo a tu lado para siempre.

EXSUICIDA: ¿Y tu novio?

MUJER: Yo no tengo novio porque llevo años obsesionada contigo.

EXSUICIDA: Seguro que es por pena.

MUJER: Pena me das mucha, pero no puedo dejar que te tires ¡menudo desperdicio!



Y los dos regresaron de la mano hacia el comedor… hacia el futuro… hacia una nueva oportunidad.

DEMONIO: ¡Eh! ¿Qué ha pasado?

MUERTE: Que de momento te has quedado sin nada.

DEMONIO: Me has hecho trampa ¿de dónde has sacado a esa mujer? Perooo… ¿quién es?

MUERTE: Yo no lo sé, pero a juzgar por el aura de felicidad y amor que desprende, lo mismo hasta es un ángel o un arcángel reclamando a un hombre bueno.

viernes, 12 de agosto de 2011

A KANELITA... (no me olvido de nadie)

KANELITA

Abril 5th, 2011 by rdelavega
En el muelle de San blas… Maná… sola se quedó, esperando.

A él también le encanta esa canción, pero sus senderos transitan por la otra parte de la ciudad.

Ella anhela encontrar ese príncipe, da igual si no es perfecto… da igual… con solo que me quiera, piensa, da igual… pero… ¡qué aparezca pronto!
El que espera… desespera.

Tan solo está, que sus ideas son sus únicas compañeras, que su soledad le oprime el pecho, que sus decepciones le atormentan, que sus errores le aplastan. ¡Qué triste estás, Mario! se dice a sí mismo.

Tan sola está, que entre la multitud, camina sin ver a nadie, que sus hijos le reclaman atención, y su mente viaja a un mundo fantástico donde comparte su maternidad y su amor con un hombre compatible con la gradeza de su amor… Se desborda ese amor, se sale de su cauce… Kanelita, no lo des más vueltas, se dice a si misma.

Mario, camina por la playa cada amanecer, ensimismado en el sol naciente, en la brisa embriagadora y perfumada del nuevo día. ¿Qué me deparará este día? piensa. Ya no me espero nada, ya he agotado todas mis oportunidades de amar, cada vez se me hace más difícil comenzar de nuevo.
Y Mario no sabe por qué, pero no se ve capaz de comenzar de nuevo, no insiste, no busca contacto con ninguna mujer. A pesar de su vida vacía, no se ve con ánimo de buscar compañía femenina, rehuye los bailes, se esconde de la vida, abrumado por los continuos fracasos amorosos.

Kanelita, no descansa, sus hijos, todavía son pequeños, requieren dedicación, tiempo, cariño, atención… pero en sus días sin descanso donde las horas no son suficientes… Ella posee un tremendo vacío. No ocupa espacio en su casa, no quita tiempo a sus quehaceres… pero… ¡es tan grande!
Y la noche… la noche… es eterna. Falta algo, pero lo que se encuentra en su vida cotidiana, no es lo que busca. Haciendo un esfuerzo, intenta algo con ese chico guapo, o con ese hombre tan afable, pero no es lo mismo, no hay flechazo, ¡pasión! ¡amor desenfrenado! eso es lo que busca, ese hombre que solo con ver su rostro, y oir su risa, haga que el corazón de Kanelita salte como un sapo…

Un sapo… así se siente Mario, torpes saltos, amores fallidos, tristeza constante, ánimo destruido indefinidamente.

Kanelita, pasea por la playa al atardecer, a veces con sus hijos, a veces sola, a veces con un posible amor… pero hasta ahora, siempre se siente sola, esté quien esté a su lado… su corazón no salta.

Mario trabaja maquinalmente, y luego vuelve a su casa, lee sin entender lo que lee, porque su mente está eternamente enfrascada en por qués que no tienen respuesta.
¿Por qué no me quieren?
¿Por qué me equivoco con cada mujer?
¿Por qué la última me puso los cuernos?
¿Por qué siempre fracaso?
Pero si no soy tan feo.

Kanelita, trabaja fuera, luego en casa, luego no duerme. Porque la soledad no viene sola, viene con angustia, con insomnio, con tristeza, con amargura.
Sueña con su príncipe azul, o verde, ahora ya no importa el color, ¡qué más dá! solo quiere querer.
Piensa:
El padre de mis hijos… nada, el corazón no salta… ese tren ya pasó.
El último amor… me engañó, sigue con ella… el corazón no salta.
Ese chico estupendo que me han presentado, podría… se lleva la mano al pecho… el corazón, sigue a su ritmo. No salta.
El hombre misterioso que me saca siempre a bailar, me rio mucho, me lo paso bien, pero… en cuanto se detiene la música, el corazón… vuelve a su letargo.

Hoy es sábado, Mario ha salido a pasear como siempre al amanecer por la playa.

Hoy es sábado, los niños duermen, Kanelita no puede, les deja al cuidado de alguien y se va a espantar su insomnio y su anhelo por las calles de la ciudad.
Kanelita va sin rumbo, sin darse cuenta, llega a la playa. No se ve nada más que una persona a lo lejos… se aleja…
Se descalza y va caminando por la arena húmeda, siente una paz inmensa, pero la belleza del sol sobre las olas en esa hora temprana, hace aflorar las lágrimas a sus ojos, y se enfada consigo misma. Es fuerte, aparta de su mente ese momento de debilidad. Para olvidarlo, saca el libro de bolsillo que siempre lleva a mano, y sigue paseando enfrascada en la lectura.

Mario, ha llegado al final de la playa, da la vuelta en un acto reflejo sin apartar la mirada de las lineas del libro que va leyendo. Le encanta ese libro, esos poemas de amor, siente nostalgia de los tiempos en que amó, pero ya nada le conmueve, cuando ve una mujer solo ve una máquina de hacerle sufrir, y su cuerpo reacciona evitando el contacto, como los perros de Pavlov, su inconsciente toma el mando.

¡Qué bien escribe este autor! Kanelita tiene los sentimientos a flor de piel, está emocionada por los versos plasmados en el papel. ¡Mil veces ha leido cada verso! y aun así, no puede dejar de conmoverse.

Los dos van enfrascados en su lectura. ¡Tan ensimismados! que el choque es inevitable, los libros caen a la arena, los marcapáginas, quedan a su lado.
Las disculpas de ambos se atropellan, parecen dos tartamudos intentando recitar.
Lo siento…lo siento… lo siento… losientolosientolosiento…
Cuando van a recoger sus libros, no saben cual coger, son el mismo libro, la misma edición de bolsillo, las mismas páginas marcadas, los marcapáginas, se quedan olvidados en la arena, testigos de un accidente.

Mario se siente más sapo que nunca, no reacciona a tiempo de escapar de la mirada de Kanelita… Una vez los ojos de uno contactan con los ojos del otro, no pueden apartar la mirada.

En las púpilas del otro, cada uno, no solo ve su propio reflejo, sino el estado de ánimo del que está enfrente.
Ven el uno en el otro la soledad y la tristeza.
La situación hubiese sido cómica, pero la lectura que les condenó al choque, mantiene los sentimientos durante unos segundos mágicos.
Los dos siguen su camino alejándose uno del otro… a los dos pasos… los dos vuelven la mirada.
Kanelita da la vuelta “se valiente” “se valiente” , se dice.
Y acompaña a Mario comentando su lectura y la casualidad que ha sido que entre millones de libros, estuvieran leyendo el mismo, y que entre millares de habitantes, fueran ellos los que estaban en esa playa, y que entre centenares de metros, siguiesen el mismo camino…
El mismo camino…
Se despidieron sin decirse su nombre. Cada uno por su lado.
Cada uno pensando en el otro.

Mario entró en casa. Al pasar por delante del espejo del recibidor, al verse, se llevó una grata sorpresa, ¡sonreía!
Luego, al darse cuenta de su torpeza, sintió como se hundía su alegría en el pozo de la angustia. Se había olvidado de preguntar el nombre de la mujer, no sabía nada de ella, ¿cómo la encontraría?

Kanelita llegó a casa, sus hijos estaban despertando, se puso a preparar el desayuno, pero… ¡cómo me tiemblan las manos! ¡no puedo pararlas! La taza cayó al suelo, su hijo mayor, viendo a su madre afligida, tendió sus brazos y se abrazó a ella.
-¡Mamá! ¡cómo te late el corazón! parece que se te va a salir… ¡Mira!. Hermanito, el corazón de mamá está saltando…

Otra vez sábado, la semana se ha hecho eterna, para Mario… y para Kanelita.
Ninguno ha dormido, vueltas y vueltas, nervios y más nervios. No corren las horas.
Impacientes, se levantan antes de tiempo. Caminan hacia la playa en medio de la oscuridad, no hay tiempo de esperar por el sol.
Antes de llegar a la playa, ya se ven por el paseo a la luz de las farolas. Se reconocen a lo lejos. Corren uno hacia otro. Cuando se encuentran, casi chocan de nuevo. Esta vez, si se rien, se rien sin parar, vienen sofocados por la carrera, casi no pueden hablar. Se cogen de las manos y se miran.
-Mario, me llamo Mario.
-Kanelita.
Solo se soltaron una mano, siguieron caminando hacia la playa cogidos de la otra.
Todavía sangraba el flechazo de Cúpido del sábado anterior…
POM POM POM POM POM POM.
Dos corazones desbocados, hacía ya un buen rato de la carrera y seguían agitados.
No hizo falta mucho para besarse, para conocerse, para la ternura, para la compasión del uno por el otro, de ponerse al día, de decirse todo…
El primer beso, coincidió con el primer rayo de sol, que al aparecer iluminó la cara de Mario… ¿Qué ven mis ojos? he encontrado un príncipe.
Mario veía a Kanelita con nuevos ojos, con una sensación inédita de cariño. AMOR…
…AMOR y AMOR.
Mario miró hacia la playa al irse. Allí, donde se habían besado… allí estaba, se veía todavía un poco, ya las olas se llevaban… lo que quedaba de su piel de sapo…
AQUÍ LO TIENES.

domingo, 7 de agosto de 2011

MIROS Y SEBES

Había dejado de publicar entradas en Miros, porque pensaba que no lo estaba leyendo nadie, pero me encuentro con que quedan dos personas que lo siguen leyendo, gracias por vuestra paciencia, lo mismo a Eduardo que a Mercedes, ya van la mitad de los capítulos, y los que quedan no son tan largos. Seguiré hasta el final siempre y cuando quede al menos una persona leyéndolo.

Respecto al comentario de Mercedes de hace unas entradas preguntando ¿qué son las sebes?.

Las sebes, no son un árbol, sino una de las formas de cerrar o separar unos prados de otros, al igual que en las montañas usaban muros de piedras amontonadas, en las vegas de los ríos (por eso mi pueblo es Vega de los Árboles), se aprovechaba la vegetación de las lindes de unos prados con otros, ramas, pequeños arbustos o zarzas, juntando todo ello con más ramas.
En la primera foto se puede apreciar de qué manera se entrelazan unas ramas con otras.
En la segunda foto, el resultado final.

Hoy al final no he realizado el viaje a Madrigal de las Altas Torres, después de 34 días seguidos sin descanso, hoy he podido disfrutar de mis hijos. Lo cual no lo cambio por las fotos que pudiese sacar en esa población.
SILVIA 5 años

DANIEL 2 años




martes, 2 de agosto de 2011

COVADONGA

Este domingo me ha tocado ir a Covadonga, que, parece mentira, pero no había ido nunca. (bueno, sin contar que me llevaron mis padres con un año de edad)
El entorno es espectacular, las vistas son atractivas mires donde mires. Lástima de verano, en Asturias, le cuesta un poquito tener un día soleado, y cerca de los lagos más difícil.


Pero de todas formas, la gente acude el domingo, y rebosa la gruta, las plazas de aparcamiento, el museo, y las tiendas de recuerdos.
Hablando de aparcamiento, en cuanto he aparcado el autobús en el aparcamiento de autobuses, los de tráfico se han metido detrás y no han dejado títere con cabeza. Este aparcamiento, no tiene salida, tienes que volver por dónde has entrado. Me he sentido atrapado, como los lobos en el "chorco de Caín". Por suerte, no me han multado, a la mayoría le ha caido alguna sanción.
Me ha salvado Don Pelayo. Algún viajero ha comentado que la batalla que cuentan los historiadores, pudo darse en otro lugar, por lo escabroso que es, y por las dimensiones... o fue en otro sitio cercano, o no eran tantos los combatientes. Buscando por ahí, (naufragando por la red), parece ser que hay quien lo piensa, pero dejemos eso para los expertos.



Este es el chorco de los lobos, se les orientaba hacia ese pasillo, que conducía hasta este círculo en el que caían unos metros y era imposible escapar, como en el aparcamiento de Covadonga.
También me he inspirado en el chorco para mi relato de "Arriba en el monte", que ya publicaré algún día en este blog, y que tanto empeño tiene Mito para que lo haga.


Abandonamos el lugar por esas curvas, y realizamos una parada en Cangas de Onís para disfrutar del domingo, día de mercado en dicha localidad.
Más tarde, nos adentramos por la carretera que sube al puerto del Pontón para comer en Coriago, al lado del río Sella. En todo caso, es un placer comer en un lugar así. ("Restaurante Alto Sella", Corigos,) Buena comida, buena gente, y buen precio. (y los postres... me los hubiese pedido todos... soy un golosooooo... )
No pongo fotos de la subida al Pontón, porque como siempre voy conduciendo... pero hace unos días lo subí con el bus, lloviendo, y os aseguro que a las seis de la tarde se oscurece como si hubiese llegado la noche.

Espero que disfruteis de las fotos.
Próxima parada: MADRIGAL DE LAS ALTAS TORRES,  AVILA. (Eso ya, para el próximo domingo)
Un abrazo para todos y espero que perdonéis mis visitas tan distanciadas y silenciosas, pero estoy saturado de trabajo.