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sábado, 29 de octubre de 2011

OTOÑEANDO POR AHÍ

Dos niños de 2 y 5 años, agotan al que pillan, así que, esta tarde, me les he llevado a dar un paseo otoñal aprovechando este sol tan agradable, para ver si se cansaban un poquito. Como no estábamos en el pueblo, no quedó más remedio que salir hacia las afueras de la ciudad.

Las cálidas temperaturas, han mantenido las hojas verdes hasta  ahora, y los anaranjados y amarillos, se están haciendo esperar. Pero la imagen ya es totalmente otoñal.
Y los amarillos ya contrastan con los verdes, los patos son invitados de lujo en este paraje.
Con un poco de paciencia, conseguimos acercarnos y verlos más de cerca. Lo difícil es mantener a los niños en silencio.

Antes de salir en busca de un lugar alto (y de paso cansarles a tope para que lleguen a la hora de ir a la cama cansados al máximo), se han entretenido con las hojas del suelo, y con los mirlos que revolotean por entre las ramas.


Tener a los dos pendientes de la foto es una tarea más ardua que hacer el puzzle de 3000 piezas del cuadro del "Guernica".

Así que me he puesto la botella de agua en la cabeza, y he intentado llamar su atención, eso sí con la colaboración de Silvia, porque Dani, se me escapaba constantemente.


Prometí subir hasta una nube para ver la ciudad desde allí, esta tarea, ha sido mucho más difícil de documentar, era imposible sacar fotos, mientras ascendíamos, (por un sendero empinado, en vez de tomar el largo camino de gravilla), yo llevaba a Dani en mi brazo izquierdo, mientras me asía al pasamanos con la derecha, eso mientras había pasamanos, que solo están en los primeros metros, hasta una fuente, con peldaños de piedra, cubiertos de barro tras la erosión de las últimas lluvias de los días pasados. En todo momento, Silvia caminaba delante, igual que una cabra, decía que se le daba muy bien trepar. Por fín llegamos a la nube, nos sentamos un ratito, con Dani temeroso de la altura, y con Silvia hablando sin parar, es una metralleta, un loro, no puede callar, es imposible.

Desde allí, sacamos una foto de la ciudad, con la catedral dominando, y con las vacas a pie de foto, intentando contrastar, a ver con que parte nos quedamos.

También desde nuestra atalaya improvisada, les indiqué el puente por el que habíamos comenzado el ascenso.

Las fotos han sido tomadas con mi móvil, de ahí su pésima calidad, pero es que todo el paseo ha sido improvisado, salí de casa con la idea de tomar un café tranquilo en la cafetería de al lado de casa, pero una vez allí, ha sido imposible mantener la tranquilidad, tomé el café atragantado, mientras uno se subía en una silla, y el otro hacía que limpiaba los cristales con una servilleta, (una de las muchas que rompieron en cinco minutos que duró el café). Por supuesto durante todo el episodio, sin parar de hablar.
 Así que una vez me propuse cansarles, ya no había tiempo de buscar cámara de fotos ni nada.

La pena es que las fotos que prometí a Eddie, siguen sin llegar, porque tendría que ir por mi pueblo. Ese día iré con cámara. (y sin niños)

Esta es la tarde de sábado que me he pasado, no voy a engañaros, lo he pasado muy bien con estos dos. Ha sido díficil convencerles de que las castañas pilongas no se comen, aún así, viajan algunas en sus bolsos. Busqué alguna seta para enseñársela, pero solo encontré algun "rabo" mal cortado y arrancado lo que me cabrea bastante.

La zona está plagada de conejos, pero claro, llevar a Silvia es como llevar la radio encendida, y así anticipamos nuestra llegada  varios minutos. (No vi ni uno).

Conclusión, estoy cansado, mientras ellos, siguen peleando en el salón, pasando como un huracán por el efímero orden que su madre había conseguido en su ausencia.

miércoles, 26 de octubre de 2011

ARRIBA EN EL MONTE 6 Y ÚLTIMO

Se fundieron en un abrazo y enseguida se armó un alboroto que llegó a su apogeo con el reencuentro de Carlos Javier y María que lloraban a la par, emocionándose como si el simple hecho de volver a verse fuese un milagro.

Más tarde, después de toda una mañana de contar cosas, de dejar solos a los tortolitos durante horas, se juntaron a la hora de comer, y ya en la sobremesa, Manolo preguntó:

-Oye María, y si no es mala pregunta, ¿cómo hiciste para escapar de un convento?

-Es una larga historia, y no quiero aburriros.

-Venga por favor, María, yo no me aguanto, ahora que ha salido el tema no me puedo concentrar en nada hasta que nos lo cuentres -dijo Miguelín alborotado-.

-Vaaale. Cuando me llevaron al convento me pasé días enteros llorando, luego, solo las noches, y al final después de varios meses, simplemente me invadió una tristeza que no me dejaba ni llorar, poco a poco me fui haciendo a la idea de que no volvería a salir de allí, así que decidí amoldarme a esa vida.

-¿Qué es amoldarse? -preguntó Miguelín-.

-Me acostumbré a todas esas cosas, a esa vida, pero era muy aburrida. Una mañana, después de un año, se armó un alboroto de la hos… de la leche. Perdón.

-¡Joder! y tu estabas para monja, mucha vocación no tienes.

-A veces se me escapan palabrotas porque me crié entre hermanos muy brutos. El caso es que el alboroto era porque se había escapado una novicia que estaba allí forzada, igual que yo. No hubo manera de saber por dónde, ni cómo se escapó, pero se escapó. Desde ese día, yo no podía pensar en otra cosa, sin decir nada a nadie, estudié el convento por todas partes, pero era igual que estar en una cárcel, no había un puto sitio por el que salir, incluso intuí que la otra se había escapado oculta en la basura, pero después de su fuga, de allí no salía nada sin revisarlo cien veces. estuve así hasta hace un mes, sin encontrar la manera de salir, incluso le dije al cura que estaba enferma, que si me podía traer a alguien de mi familia, pero era una mala pécora ese cura, así que, ya no podía contar con la ayuda de nadie de fuera tampoco. Estaba tan obsesionada que no me había dado cuenta de que las monjas se habían percatado de que algo estaba preparando, así que como estaba todo el día vigilada, decidí salir por la noche. Si me pillaban me podía olvidar de todo, así que tenía que hacer algo rápido, antes de que se enteraran.


Todas las noches que salí, vino el cabrón del cura, todas las noches iba ladinamente a la cocina, y entraba por la puerta como Pedro por su casa, así que pensé que lo mismo le dejaban la puerta abierta, pero no, el muy hijoputa entraba por la puerta de servicio con su propia llave.

Si será el tío, que se metía en la cocina, y una vez allí, colgaba la sotana y la cocinera le bañaba en un balde grande, y luego le secaba toda amorosa, y luego… ya sabéis…

-¡La cucaba! -gritó Miguelín-.

-¡Miguelín! -reprochó Lucía-.

-Tiene razón -continuó María-, se la zumbaba un día sí y otro también, y se iba tan tranquilo dos o tres horas después, y eso si no se dormía, y le tenía que despertar la furcia de la cocinera poco antes de que se despertaran las monjas. Así que me armé de valor, y en cuanto se quitó la sotana y la ropa, le cogí la llave y la sotana, y me fui por la puerta que el mismo había usado, con la sotana puesta, me alejé de allí, y después todo fue correr y correr, hasta la casa del hermano de Carlos. Por lo visto, el cura esa noche se lo tomó con calma, porque nadie dio la voz de alarma, y no empezaron a buscarme hasta el amanecer, aunque, lo mismo el cura también tuvo que salir a hurtadillas, para que no le pillasen a él, y por eso a lo mejor tampoco esta vez saben por dónde se escapó esta menda.

-¡Vaya historia!, Carlos y tu sois un caso, cualquiera os pregunta nada más -dijo Manolo-, lo mismo que una novela es lo vuestro.

-Y eso es todo -terminó María-.

-¿Qué es una fur…

-¡Miguelín! ¡Mierda! que todo lo quieres saber -dijo Lucía-.

-Ya le hemos hablado de ellas, no te alarmes -dijo Luisón-, solo que nosotros le dijimos que se llaman putas y no furcias.

-Ya, claro, y seguro que se lo contaste tu, y como eres tan delicado… -dijo Lucía-.

-No, me lo contó Doro, y me dijo que ¡ojito! con volver a preguntarle por ese tema.

xxxxxxxx

Florencio y Carmen estaban encantados con la idea de que Javier y María trabajasen con ellos en el molino, el trabajo se amontonaba, y y después del episodio de los lobos, los dos le habían cogido mucho cariño a Javier. Era muy arriesgado estar viviendo en el pueblo, pero no tenían más remedio.

Un día los guardias estuvieron por el pueblo por el asunto de un robo que resultó ser una falsa alarma, pero el susto de Javier y María fue morrocotudo, así que decidieron subir al monte con la idea de irse a algún lugar más seguro, subieron solo para despedirse.

-No puedo permitir que nos abandones, Javier -dijo Doro-, estoy viudo desde hace años, no tengo a nadie… quedaos conmigo como si fueseis mis hijos, en algo podemos emplear el tiempo para poder salir adelante, como sea.

-Mira Javier -dijo Lucía-, mira como llora Miguelín, lleva allí el solo dos horas, porque dice que no quiere veros marchar, eres lo más parecido que ha tenido a un amigo.

-Además -dijo Manolo-, te considera como si el te hubiese encontrado para nosotros, está orgulloso de aquel día en que subió contigo al monte.

-Te admira mucho, y te quiere como solo él sabe querer a la gente. Quiere sin más, sin condiciones, quiere con todo el alma -dijo Lucía-. Además, María, no pensarás dejarme aquí sola en el monte con todos estos, ¿quién me va a ayudar cuando nazca este niño?

-Niña -puntualizó Luisón-.

-Pero… -protestó Javier- no podemos quedarnos, no hay recursos para todos, cada vez somos más aquí arriba, y no tenemos casa en el pueblo, ni siquiera deberíamos bajar nunca más por allí.

-Yo no voy a bajar más inviernos al pueblo, me aburro, y no soporto todas las horas que tengo que estar allí encerrado, me voy a quedar aquí, en la cabaña -dijo Doro-.

-Y ¿qué vas a hacer todo el invierno?

-Voy a ir construyendo una casa poco a poco, necesitamos empezar a pensar en quedarnos aquí todo el año.

-María ¿nos quedamos?

-Sí, vale la pena disfrutar de esta gente, aunque nos pillen dentro de un mes, en ningún sitio estaremos mejor.

-¡Voy a decírselo a Miguelín!….

viernes, 21 de octubre de 2011

ARRIBA EN EL MONTE 5


Y esa primavera todo era diferente, para empezar, los animales salvajes estaban un poco más proporcionados, porque se volvía a establecer poco a poco la normalidad entre herbívoros y depredadores, aunque todavía, los jabalíes destrozaban los prados cercanos a los bosques de encinas, y los corzos asfixiaban algunos tramos de prado. Mientras tanto algún lobo solitario había vuelto, aunque con la cantidad de herbívoros que habían sobrevivido en el año anterior sin los lobos, los solitarios se abastecían de la cantidad de animales que morían por causas naturales, propiciadas a su vez por la inexistencia de selección a la hora de sobrevivir.

-Hoy vi un lobo -dijo Lucía-.

-Da igual, déjalo y no digas nada en el pueblo -contestó Luisón-.

-Parece que después de lo de hace dos años os dan pena los lobos y no queréis otra cosa que ver uno.

-No, Lucía, no es eso -dijo Javier-, necesitamos a los lobos para que controlen un poco la población de corzos y otros animales que no dejan suficiente pasto para los rebaños.

-Y eso no es nada -intervino Miguelín-, no has visto que surcos hace el jabalí buscando ratones y raíces, parece que pasó un huracán por el monte de abajo.

-Además -dijo Doro-, no queremos que vuelvan los de la capital a buscar piezas de trofeo y a tocarnos los cojones… Perdona Lucía.

-Pues qué queréis que os diga, yo, cuando le ví, me cagué de miedo.

-Estate tranquila, que no te harán nada, tienen la panza más llena que nosotros.

Ese año, algunos hombres que llegaron a pasar penurias por no tener con qué mantener a sus hijos, terminaron por ser alimañeros, ya que el Estado pagaba buenas sumas por lobos, zorros y otros. Y, como no, en el monte sobraban alimañas, así que no tardó en aparecer uno en el monte de nuestros amigos.

tres zorros abatidos
Tardó algún tiempo en darse por vencido, al principio creyó que todo se debía a que no conocía bien el monte y no sabía los mejores sitios para poner los cepos y las trampas. Mientras tanto, los pastores se dedicaban a mofarse de él, y darle falsas pistas, aparte de que le desaparecían los cepos, los cuales tenían Javier y Manolo escondidos en la majada de Miguelín. Pero en vez de darse por vencido, el condenado energúmeno, que no conseguía pieza alguna, se compró una escopeta, que hacía más ruído que una tormenta de verano.

-Ahora si que la va a liar ese desgraciado -dijo Lucía que le tenía manía porque solo hacía que espiarla-.

-A ese todavía le unto yo el morro como le vuelva a ver mirándote -dijo Luisón-.

-¿Hace eso? -preguntó Doro, que le molestaba esa acción en concreto, viniese de quien viniese.

-Ya lo creo que lo hace -dijo Javier- a mi me saca de quicio.

-Entonces habrá que echarlo -dijo Manolo-.

Buscaron la manera de echar a ese bicho asqueroso y ruin de allí, pero no se les ocurría nada.

En esas estaban cuando un día apareció con un lobo viejo colgando a su espalda, lo traía como si fuera un trofeo, y Javier huyó del espectáculo llevándose a Miguelín temiendo que éste diese rienda suelta a su animadversión hacia el individuo y luego éste se diese cuenta de quién le hacía las putadas, y más aun cuando se les ocurriese la más gorda, que sería aquella que por fín le hiciese abandonar el lugar.

Mientras se fue a cobrar por su pieza, le quemaron la cabaña, pero no se vino abajo, porque con la reciente captura del lobo viejo, tenía la moral por las nubes. Con lo cual no solo no se fue, sino que incluso sospechó de ellos.

Hacía tiempo que no se metían con él, pero la providencia le trajo una mala pasada. Un día que estaba en el bar del pueblo, a alguien se le ocurrió la insólita idea de que un oso se lo estaba pasando en grande con unas colmenas que había en un alto en el monte, y que todas las noches iba el muy truhán a romper las colmenas, que, ya, para pocas que quedaban…

Ni corto ni perezoso, el alimañero cargó su escopeta y esa misma noche fue a intentar cazar el oso. El oso no se presentó, pero si un adinerado que iba a lo mismo que el alimañero. Cuando el alimañero vio en la oscuridad una figura erguida pensó que era el oso y disparó, el disparo no mató al otro de milagro, pero la bala hizo un buen estrago. Ese adinerado casi muere. Si se hubiese tratado de una persona pobre habría sido un accidente, pero tratándose de una persona influyente, la cosa cambiaba y entonces… alimañero a la cárcel y asunto concluido.

un oso goloso y mielero

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Lucía no tardaba mucho en bajar al pueblo, como mucho dos o tres días. Un día se le hizo tarde, y al volver era noche cerrada, ya quedaba poco camino hasta la cabaña que ocupaba con Luisón, incluso se olía el puchero que estaba calentando Javier en la cabaña de Miguelín. De pronto, notó como algo rozaba sus piernas, a una altura superior a la rodilla, no supo qué era, pero se le erizaron los cabellos, tuvo un miedo atroz, se quedó muda, cuando a un resplandor distinguió la figura de un lobo, comenzó a gritar, y corrió como nunca, se cruzó con los mastines casi sin darse cuenta, entró en la cabaña de Doro y Manolo porque era la que primero pillaba.

-¡Casi me come! ¡Casi me come!

-¿Quién? mujer. ¿Qué te pasa? Parece que has visto al lobo -dijo Manolo-.

-Le he visto y me ha tocado, y no me he muerto del susto de milagro, que me late el corazón que se me va a salir.

-¿Pero ahora?

-Ahora mismo, no me atreví ni a llegar donde el Luis.

-¡¿que pasó?! -preguntó Luisón que llegaba muy preocupado porque Lucía no había llegado- ¡Buf! ¡menos mal que estás aquí! -dijo abrazándose a su mujer-.

Miguelín y Javier estaban la mar de contentos, porque por fín algún lobo se atrevía a pasar por allí, pero con la actitud altanera con que volvían los mastines, casi seguro que el lobo estaba a mucha distancia.

-No me comió porque no quiso, todavía me tiemblan las piernas.

-Dice en este libro, que a las mujeres embarazadas no las atacan -dijo Javier-.

-Yo no estoy embarazada.

-¿Seguro?

-Bueeeno… si que lo estoy, pero no creo que fuese por eso, sería que no tenía hambre.

-¿Estás embarazada? -preguntó Luisón- Voy a ser padre…

-Estoy de diez semanas, pero no quería decírtelo, porque si no te preocuparías demasiado.

Qué raro era ver como dos jóvenes que se habían pasado la juventud discutiendo se tratasen con semejante ternura.

La aparición de los lobos fue gradual, lenta, pero incesante, otra vez las escaramuzas con los perros, otra vez los aullidos por las noches, otra vez algunas ovejas menos, otra vez los sustos, pero esta vez, las ovejas tuvieron algo más de pasto al final del verano, aunque los animales herbívoros seguían siendo demasiados, y no habían dejado de ser un problema, al asunto estaba solucionándose.

Durante el otoño no sucedió nada raro, pero al finalizar el invierno, un individuo apareció preguntando por Javier. Enseguida le enviaron a casa de Rafa, donde Javier compartía familia con Miguelín durante el invierno. Allí, le enviaron a casa de Lucía y Luisón, donde todos los pastores se habían juntado para cenar.

-Hola, buenas tardes, me han dicho que Javier está aquí -preguntó el joven-.

-Buenas tardes -contestó Lucía-, no se, voy a ver si mi marido sabe donde está -entró un momento para decírselo a Javier, porque conocía la historia de Javier, y tenía miedo de que fuesen a buscarlo para fusilarlo-. Javier. Ahí hay un tipo que pregunta por tí.

-¿Por mí?

-Sí, será mejor que te asomes por la ventana, no vaya a ser que te hayan encontrado.

-A ver… A ver -dijo Javier asomándose por la ventana-. ¡JUAN! ¡JUAN! -Salió gritando y abrazándose al joven.

-¡CARLOS!

-¿Carlos? -dijo Miguelín- ¿cómo que Carlos?

-Me llamo Carlos Javier, pero mi hermano siempre me llama Carlos.

-¡Tu hermano! ¿cómo que tu hermano?

-Sí, este es mi hermano Juan. Juan, este es Miguelín, ese Luisón, esta es su mujer, Lucía, y esos dos muermos de ahí, son Doro y Manolo.

-Llevo cinco días de camino, en tus cartas no me contaste que esto estaba tan lejos.

-¿Qué te trae por aquí?

-Bueno, pues… María, se ha fugado del convento, está escondida en el mismo lugar que tu te escondiste de la Guardia Civil, quiere encontrarte, y yo he venido a decírtelo para saber si tu también querías encontrarte con ella.

-Yo no puedo aparecer por allí, si me pillan será su ruina y la mia.

-Yo iré a buscarla -dijo Lucía-, la disfrazaremos un poco y diré que es mi prima durante el viaje, nadie va a buscar a dos mujeres.

-A dos mujeres y un hombre, no pensarás que voy a dejar que vayas tu sola -dijo Luisón-.

-Y ¿qué haremos luego, de qué vamos a vivir? No tengo nada que ofrecer a una esposa, voy a destrozar su vida -dijo Javier-.

-No te preocupes por eso, javier, ya buscaremos una solución, Florencio y Carmen necesitan gente ahora que sus parientes se han ido, y no tienes más que decírselo.

Luis y Lucía salieron a los pocos días con Juan, cuando llegaron al lugar donde se encontraba María, la pobre mujer se quedó atónita con la historia de los sucesos por los que había pasado Carlos Javier, pero sobre todo, daba gracias a Dios de que no le hubiesen encontrado.

-Debemos irnos cuanto antes -dijo Luisón-, no podemos estar aquí mucho tiempo, Juan dice que están buscándole.

-Sí, ya lo se, pero había pensado que si me encontraban sin saber nada de Javier (que raro sonaba llamarle Javier en vez de Carlos) no podrían hacerme nada, salvo enviarme de nuevo al convento, y eso no importa porque me escaparía de nuevo, ellos no saben como escapé, y la salida valdría de nuevo.

-Está bien, si estás preparada nos vamos ahora mismo -dijo Lucía-.

-Llevo preparada algunos años.

-Vámonos entonces, no podemos estar aquí más tiempo.

Salieron en cuanto oscureció, pero eso daba igual porque la Guardia Civil tenía localizada a María desde el primer momento, desde el mismo día en que se escondió, si no habían intervenido era porque esperaban que ella les llevase hasta Carlos Javier.

-Nos están siguiendo -dijo Luisón-.

-¿Quién?

-No lo se, pero alguien, desde hace rato oigo ruido allá atrás.

-Tu siempre estás oyendo fantasmas -dijo Lucía-, como siempre estás solo en el monte, al menor ruido ya te alarmas.

-Te digo que nos siguen, Lucía, coño, y en cuanto se haga de día te lo voy a demostrar.

En efecto, en cuanto amaneció, pudieron ver a dos tipos que venían detrás de ellos, venían de paisano, pero según Lucía, les delataba el olor, y según Luisón, lo que les delataba era la marca del tricornio, que aunque no le llevasen, parecía que se les había marcado a fuego en la cabeza de por vida.
alguien preguntó qué era un tricornio, pues esa gorra que llevan estos... estos



-Y ahora qué hacemos -preguntó Maria-.

-Despistarles -dijo Luisón-.

-¿Cómo? -dijo Lucía-.

-Como sea, habrá que tomar una decisión rápida, nos separamos, yo me voy para un lado y así os seguirá a vosotras, luego tendré que ingeniármelas para deshacerme de ellos, algo se me ocurrirá.

Pero el plan no salió como pensaba y la pareja se dividió siguiendo uno a ellas y otro a Luisón, éste tardó casi dos horas en deshacerse del individuo y encontrar a Lucía y a María, que todavía eran perseguidos por el otro, y ahora también Luisón perseguía a su vez al otro guardia. Luisón se preguntaba dónde habían decidido las mujeres conducir la fuga, conociendo a Lucía, seguro que ésta había tramado un plan enrevesado y difícil, como siempre, nunca tomaba el camino corto, todo lo maquinaba de forma compleja.

En una hora llegaron a la estación de autobuses, se sentaron e hicieron como que esperaban. Pronto el guardia se acercó y se sentó a su lado.

-Hola, que hay -dijo el guardia- qué, esperando el autobús.

-Sí, -dijo Lucía- pero no tenemos dinero, estamos esperando a mi cuñado, que venía con nosotras y se ha ido a un pueblo para cobrar un dinero que le debían, y hasta que no regrese, no podemos ni comprar el billete. ¿Y suted? -preguntó descaradamente-.

-Yo, también a esperar, ¿y, van ustedes muy lejos?, porque yo les podría pagar el billete.

-Muchas gracias señor, muy amable, hoy en día ya nadie se ofrece a nada, pero es que vamos camino de Barcelona, y antes tenemos que esperar a mi cuñado, no vaya a ser que no haya cobrado y no nos podamos mover de aquí.

-Pues… para ir a Barcelona, tendrán que ir a Burgos, porque desde esta estación no sale ningún autobús directo para Barcelona, así que, como Burgos está a un paso, les puedo yo pagar el billete, además, yo también me dirijo a Burgos. Si me disculpan un momento, voy a sacar los billetes -dijo el guardia-.

-Bueno, pues si usted se empeña, pero luego tendrá que esperar usted a mi cuñado para que le devolvamos el dinero, o bueno, si confia en nosotras, nos da una dirección y ya le enviaremos el dinero.

-No, no se preocupe, ya veremos sobre la marcha. Si me disculpan, voy a sacar los billetes. Espérenme ustedes aquí, ahora mismo vuelvo. -Y se levantó hacia la ventanilla sin quitarles el ojo de encima-.

Tan absorto estaba el guardia, que no se percató de que Luisón se le había acercado por detrás, ni siquiera se dio cuenta de que Luisón le robaba la cartera en sus narices, cuando llegó a la ventanilla, se encontró con que no tenía la cartera, enseguida empezó a alborotar con que le habían robado, y en el alboroto perdió de vista a las mujeres, que habían aprovechado para subirse junto con Luisón a un autobús que salía para Palencia en ese momento.

-¡Joder! Lucía, ¿qué plan habías urdido? poco más y llega el otro.

-Ninguno, estaba improvisando, ¿qué hiciste con el otro?

-Le perdí.

-¿Cómo?

-Corriendo, el pobre no me aguantó ni quinientos metros.

Estación de autobuses

María no pudo evitar reír a la vez que se imaginaba al pobre guardia perdiendo el aliento detrás de Luisón.

Cuando llegaron a Palencia, decidieron ir con cuidado y fueron caminando poco a poco hasta Grijota. Mientras tanto, la estación de Burgos, era un hervidero de guardias esperándoles.

Llegaron a casa caminando por el bosque entre los robles, ya anochecía. La casa estaba a oscuras, no se veía un alma por la calle, estaban muy cansados, pero de todas formas, para evitar las habladurías típicas de un pueblo, prepararon el carro y subieron al monte. Cuando llegaron a la cabaña de Lucía y Luísón, pensaron que sería mejor descansar y esperar a la mañana para anunciar su llegada a los otros. María no podía esperar ni un minuto más, pero en cuanto se sentó en la fría estacia de la cabaña se durmió en el acto.

A la mañana siguiente, cuando llegaron a la cabaña común de los otros pastores, éstos todavía no se habían despertado, así que la sorpresa fue mayúscula cuando Doro, que fue el primero en salir, vio el desayuno recién hecho.

-No sabes, Lucía, cuanto hemos echado de menos estos desayunos, guapa.



CONTINUARÁ…

miércoles, 19 de octubre de 2011

SOY ASÍ ¿QUÉ QUIERES?

Soy pesimista, y negativo. Pero también soy incongruente e incoherente, por eso, aunque parezca contradictorio, soy muy alegre, y bromista.
Hoy me han dicho que no están acostumbrados a verme triste y apagado, pero así es, tengo días, que soy así, me apago, me derrumbo, soy muy sentido, y me afecta cualquier cosa, por eso ahogarme en un vaso de agua es uno de mis defectos.
Para rematar, me he agarrado a los blog como válvula de escape, y en mi otro blog, el primero, donde guardaba mis primeras entradas (buenas o malas) me lo han borrado todo...
Un día más... broncas... errores... cansancio... se acumula todo, y sin embargo, cuando entre a las cinco de la mañana a trabajar, primero renegaré, estaré de mal humor, pero enseguida me pondré con mi trabajo, y terminaré contando chistes y gastando bromas.
Pero que conste... que les voy a contar con mala leche.
Que no me voy emborrachar, que no tengo dinero para la cerveza que sería necesaria (1/5)
Que no me voy a tirar al río, que ya baja el agua fría.
Que no me voy a ir del trabajo, que me aburro si me voy.
A seguir viviendo, que tengo que ir a ver al cine "La voz dormida" libro que me impactó ¿qué hará la película?
Soy así ¿qué quieres?

       ¡...es máaas raro...!

sábado, 8 de octubre de 2011

ME PLURIEMPEO

Ante la crisis, me voy a dedicar a todo lo que pueda:
- Pinto casas a domicilio. (Como si se pudiesen pintar de otra manera)
- Corto pelo por internet. (¡Ah! ¡si hay sexo por internet!)
- Gigoló de fines de semana. (Desde sábado 16:00 hora de la siesta, hasta domingo 20:00 hora de levantarse de la siesta dominical). Dos por uno, sábados. Hora feliz domingo a las 00:00.
- Friego platos. (Siempre que como fuera, algunos se enfadan porque prefieren que les pague)
- Atletismo. (Después de cenar, que tengo las manos machacadas y no voy a fregar lo de la cena también)
- Desisnstalador de aparato de imagenio, incluye reciclaje.
- Clavo estacas en los prados. (solo por internet)
Y por último...
Busco.G.com (esto lo hago gratis)

miércoles, 5 de octubre de 2011

RINCONES VACIOS

Hace dos años, murió mi abuelo, tenía 95 años, y al mes, un amigo decidió quitarse la vida, tenía 44, con ambos compartía demasiado tiempo como para superar el golpe fácilmente.
Ricardo, mi abuelo, ha sido siempre para mí un referente de honestidad. Mes y medio antes de morir quedó postrado en la cama, con sus facultades mentales confundidas por momentos, y digo confundidas, porque a veces no sabía con quién hablaba y otras si, y a veces creía estar en otro momento de su vida.
Me tocó estar a su lado alguna que otra noche en el hospital en esos últimos días. En su confusión me reveló cosas que yo ignoraba, (una noche sin dormir da lugar a mucha conversación), parecía como si por primera vez, no tuviera reparos en contarme detalles de la guerra, de como comenzó su noviazgo con mi abuela, y de un sinfin de detalles sobre como luchó por hacer cosas como alcalde del pueblo. Cargo al que fue obligado, la dictadura, ya se sabe.
En esos días se enfadó conmigo, luego me quiso, y así nos pasamos unas cuantas horas. Lo que más me dolió es como por no poder valerse por si mismo para ir al baño, el creía perdida toda su dignidad, me puse en su lugar, y solo quise que se le terminara esa angustia de una vez por todas, ¡y ojalá haya cielo! o algo parecido, para que una vez allí, no tenga que pasar por eso.
No voy a revelar detalles de lo que me contó, solo quiero dar a conocer un poco la complicidad que nos unió en la vida.
Lo de mi amigo, ha sido más duro. Algo que no entiendo, ni busco ya entenderlo. Un amigo que fue el que empezó a llevarme de fiesta, con el que compartí infinidad de conversaciones, mi compañero de tute. Y un amigo con el que pasé interminables horas de trabajo.
Y durante todo este tiempo, he dejado de pasear por mi pueblo. Cada rincón me recuerda a ellos. Yo, los llamo rincones vacíos. Siempre sabía donde encontrame con ellos, y ahora, llego, y no están, al principio, inconscientemente, les buscaba con la mirada.
La falta de un ser querido siempre es dolorosa. Es en esos rincones vacios es donde más les recuerdo, y sin embargo ando evitándolos para que no me duela. Y hoy, me parece el mejor momento para pasar página, y volver por allí, y recordarles. Porque se lo merecen, se merecen que yo les recuerde con cariño, porque el 95% de los recuerdos que tengo de ellos, son recuerdos entrañables, y porque ya es hora de superar ese dolor. Aunque sigo sin acostumbrarme a ciertas ausencias.
Los ingeniosos comentarios de mi abuelo.
La risa escandalosa de mi amigo.
Mi pueblo es demasiado pequeño, y cada rincón me recuerda ellos.
Algún día contaré a mis primos más cosas, porque me quedó la sensación de que no conociamos bien a mi abuelo.
Mi otro abuelo murió en el 98, para el tengo algo que escribí aquel día, otro día lo pondré.
Esos rincones vacios, hacen que mi pueblo, ya no me parezca mi pueblo.
Para mi abuelo Ricardo
Para mi amigo Toño

Mi abuelo con mi primo que comparte su nombre.