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lunes, 27 de febrero de 2012

MÁS QUE COCHES

Está claro que somos materialistas, y que le cogemos cariño a las cosas. En este caso, hablo de los coches, porque son parte de nuestra vida, en cada etapa, tienen un significado, y un montón de recuerdos están unidos a tal o cual coche.
Yo, saqué el carnet en agosto del ´90, con 18 años, y mi padre me dejaba usar este coche:

foto de internet
Hasta yo creo que tenía ese golpe y todo. Con este coche, empecé a ser independiente, la verdad es que lo conduje desde los 17, por caminos en el monte, no tenía radio (como defensa contra la SGAE no está mal) pero nunca nos hizo falta.
Ese fue mi primer coche, y también mi segundo coche, pues después del primero tuve otro igual.
Íbamos a todas partes, no servía para ligar (ni el coche ni el dueño), pero nos llevaba y nos traía, justo lo que queríamos, cambiar la bici y la vespino por algo que se pudiese usar con lluvia y frío.

Mi tercer coche fue este:


Siiií, en ese color. Puede que no tan estropeado como el de la foto.
Citroen visa II, con una especie de bola a la izquierda del volante donde se activaba todo, luces, intemitencias, claxon, etc.
Era único, tan único, que la gente en León, sabía que yo estaba en "El Húmedo" (Zona de vinos), porque habían visto mi coche, siempre quedaba abierto, nunca me lo robaron, en el viajó toda la corte de amigos de mis hermanos y míos, fue a todas las fiestas de los pueblos.
Como la ciudad no es muy grande, yo creo que la gente me conocía por mi coche color "cagalera", (yo prefiero decir color "garbanzo")
Con este coche, tengo muchos recuerdos, no todos se pueden contar, y a buen seguro, alguna se acordará del coche y no se acordará de mí.

Todavía tengo, aunque ya solo la usa mi padre:

Una C-15. Sin comentarios, todavía voy a regar en ella...

Después del visa tuve este renault 21, que me duró hasta después de casarme, menos mal que los coches no hablan sino...


Si este coche hablara, madre mía, muchos secretos se llevó.

Al final, con la llegada de los niños, y por eso de la seguridad y el espacio, adquirí, (como no, de segunda mano), este renault Laguna, que es el que actualmente tiene mi mujer:


Con este estoy encantado, mira que es grande, y tiene maletero y anchos asientos, ¡si le llego a tener cuando el cuatro latas!

Y al final, aunque sea para trabajar, he terminado con una furgoneta, que me gusta más que ninguno, aunque como es nueva, no tengo recuerdos, ya vendrán...

renault traffic
A lo largo de los años, cada etapa de mi vida, ha quedado vinculada a uno u otro coche, durante estos años, he trabajado con los autobuses, con cosechadoras, vehículos que me marcaron de otra manera.
Ahora, cada imagen me  trae un recuerdo, y entiendo perfectamente a esas personas que le ponen nombre a su coche, recuerdo que cuando tenía el cuatro latas, por aquella época echaban en la tele, la telenovela "la dama de rosa", y que la protagonista, tenía un cuatro latas al que llamaba "quevedo"...
Yo nunca puse nombre a los coches, aunque a los primeros les ´puse en determinadas ocasiones adjetivos que no puedo repetir aquí.
Como véis no hablo de potencia, ni de cilindrada, da igual, porque solo es un tema sentimental, y de cómo se le coge cariño a un objeto.

jueves, 23 de febrero de 2012

UNA PROPOSICIÓN INDECENTE.




Vamos a cambiar un millón de dólares y poner un millón de euros.
Hagamos la misma proposición, y no con Robert Redford, ni con ninguna mujer explosiva.
Por un millón de euros, la pregunta sería cuántos no lo harían, vamos a empezar por todos los matrimonios que están en el paro, y que tengan hijos, y que en la casa de la que pagan la hipoteca vivan otras personas, y que pidan comida en centros de ayuda que hace tres años no sabían ni que existían.
No, no haría falta un millón de euros, solo un puesto de trabajo mileurista, nada más.
No, a los ricos no se les podría comprar, aunque les hay que no llenan nunca la barriga.
Sí, la mujer o el marido en paro tienen que estar muy buenos, porque sino nadie ofrecería un millón.
Sí, si la pareja de la película hubiese tenido hijos, una vez el dinero en la mano... "ande yo caliente, riase la gente", habría que cambiar muchas cosas en la película.
No, no tengo un millón de euros.
Si pagase un millón de euros por acostarme con una mujer...
¿No podrían denunciar las prostitutas por competencia desleal?

Ejemplo 1:
"Dos niños lloran en el parque, uno sentado al lado del otro, uno pregunta.
-Tu, ¿por qué lloras?
-Lloro porque me han castigado sin la consola, no me la dejan hasta el sábado, y tampoco me quieren comprar el video juego que quería. Y tú.
-¿Yo?... ¡TENGO HAMBRE!

Ejemplo 2:
Un matrimonio, el marido explica.
- Cariño, no se si seguiré en el trabajo, el dueño ha muerto, y la hija, quiere echar a la mitad de la plantilla, y como hace años quiso algo conmigo, seguro que está rencorosa y me voy el primero.
- ¡Pues acuéstate con ella si hace falta!, ¡pero que no te eche por Dios! ¡qué van a comer los niños!

Y por último, decir respecto a esta nueva noticia de la Dación, que se puede dar la casa y dejar de pagar la hipoteca, recordaros que el banco tiene la última palabra, y que solo se puede hacer si el banco acepta, con lo cual no nos hagamos ilusiones, siguen teniendo la sarten por el mango.


 





lunes, 13 de febrero de 2012

A VER SI SALE UNA DE AMOR

Como mañana es San Valentín, y no voy a tener tiempo de publicar pues dejo esta historia hoy. Es lo que sale, sin más.

 

 

 

A VER SI SALE UNA DE AMOR…


 


 

Cada día la veía en la parada del bus, Manuel salía del horno de pan que tenía con su mujer en dirección al otro lado de la ciudad, lugar en el que dejaba pan a varios restaurantes, eran las siete de la mañana, y no había mucha gente, desde luego, en la parada del bus, ella estaba siempre sola. Eso no tenía nada de excepcional, lo curioso era, que viviendo en esa misma zona, los dos iban a parar al mismo sitio al otro lado de la ciudad.
Mónica, salía de casa pronto, casi las siete de la mañana, a la misma hora que el panadero salía del horno… Tenía que esperar en la parada del bus, a esas horas era un poco pronto, y llegaba veinte minutos antes de que abrieran la puerta de su trabajo en unas oficinas al otro lado de la ciudad, pero no podía coger el siguiente bus porque llegaba un poco tarde, así que a Mónica le quedaban esos veinte minutos para tomar un café en el bar de al lado de las oficinas.
El mismo bar en el que ya estaba Manuel, que llevaba cinco minutos allí, cuando Mónica llegaba.
Los primeros días, los dos estaban uno a cada extremo de la barra del bar, vacío a esas horas, salvo Merche, la dueña del bar.
Cada día era lo mismo, Mónica esperaba el bus… Manuel salía del horno… para encontrarse al otro lado de la ciudad, en el mismo sitio, solos los dos… en la barra del bar. Merche de testigo.
Era inevitable que cada día la conversación les acercase un poquito en esa barra, que, como si  fuese un embudo, les fue empujando hacia el medio de la barra hasta tomar el café uno al lado del otro.
Más inevitable fue la atracción mutua, porque Manuel era un hombre guapo, agradable, de conversación afable y aspecto de buena persona, un hombre simpático y encantador. Mónica era una mujer de bandera, deslumbrante, atractiva, de sonrisa radiante, contagiosa, y ¡vaya por Dios! también era un cacho de pan.
Y… ¡VAYA POR DIOS! los dos estaban casados, y muy felizmente, por cierto.
La conversación del café, había conseguido que, al cabo de dos meses, Merche la del bar, les tuviese un cariño especial, veía una pareja perfecta, pero sabía que no podría ser. De todas formas les adoraba.
Poco a poco, un día surgió el tema de que vivían en la misma zona, y como no, de que era absurdo que Mónica cogiese el bus, viniendo Manuel en la furgoneta del pan al mismo sitio.
En un segundo quedaron para empezar a venir juntos. Los dos encantados, nerviosos… El primer día, Manuel se temía cometer algún error en la conducción, porque estaba entusiasmado por llevar a Mónica a su lado. El primer día, Mónica se puso más guapa todavía, más nerviosa que una quinceañera en su primera cita.
Y ninguno de los dos, por primera vez en su vida, le contó esto a sus respectivas parejas…
Y a ese día siguieron muchos. Y Merche les veía llegar juntos, y no pensaba mal, porque sabía que eran incapaces de traicionar sus respectivos matrimonios.
En común tenían su carácter, sus gustos por la lectura y la música, tenían mil temas de conversación, estaban hechos el uno para el otro, lo cual habría sido así de haberse conocido antes. Tenían en común una edad similar, rondando los treinta años.
Manuel tenía una niña de cuatro años, Mónica tenía un niño de seis. Hablaban de sus respectivos hijos con adoración… Era imposible una historia de amor. Manuel estaba loco por su mujer, una mujer encantadora, para la que su marido era más héroe que los de los comics. Mónica tenía un marido genial, atento, comprensivo, que la sabía escuchar, que la ayudaba en todo, y un padre por los cuatro costados.
Era imposible una historia de amor… pero en esta vida…
Merche, desde dentro de la barra, no veía como se daban la mano. La primera vez, que Mónica llegó muy triste por la muerte de uno de sus abuelos, Manuel, la escuchaba sin decir nada, solo, la cogía de la mano.
Mónica se quedó con la calidez de esa mano, con la honestidad de esa mirada, del silencio agradable.
Cuando las cosas fueron al revés, Mónica devolvió el detalle con un abrazo al subir a la furgoneta.
Pasaban los meses, y no habían dicho nada de que iban juntos en casa. Los dos conscientes de que sentían algo prohibido, tabú para sus mentes fieles.
Comenzaron a coincidir por las tardes en el parque con los niños, que jugaban juntos con toda la naturalidad del mundo, que habían congeniado tanto o más que ellos mismos.
Una manera de mirar que delataba enamoramiento, un contacto de manos, que decía más que mil palabras, una sonrisa al verse, que evidenciaba esa pasión.
La cosa no iba a mayores, porque Manuel era demasiado cobarde para ser un adúltero, porque Mónica tenía miedo de perder todo lo que tenía, esa vida perfecta en lo que se refiere a nivel afectivo y familiar.
Pero la pasión les pudo, ese latir acelerado que amenazaba con romper el pecho, esa respiración agitada, que hacía subir los colores, esa bilirubina desbocada…
Lo habían hecho, un adulterio en toda regla, un miedo atroz a perder a los seres queridos, un remordimiento solo equiparable al recuerdo maravilloso e imborrable de la noche pasada juntos.
Esa noche, nunca volvió a repetirse… No podían con su propia conciencia. Siguieron haciendo juntos el trayecto por las mañanas, viéndose en el parque con los niños, que se habían hecho inseparables y no dejaban de hablar uno de otro, no quedando más remedio que quedar juntos muchas veces los dos matrimonios.
¿Cómo pudo suceder eso? Manuel se hizo íntimo del marido de Mónica. Mónica estaba encantada con la mujer de Manuel.
Todo siguió igual durante años, los hijos, amigos inseparables, vacaciones todos juntos, ellas juntas de compras, ellos juntos al fútbol…
Pero nunca más volvieron a acostarse, daba igual ese detalle, la pasión de uno por otro no se había evaporado, tenían esa relación especial, nunca se les notó nada, ni Merche se dio cuenta, se tenían un amor especial, estaba intacto. Superaron los remordimientos a base de muy buenos ratos junto a sus respectivas familias, que cada vez se iban uniendo más y más.
———————
Muchos  años después...

Ya solo estaba la familia, el entierro había sido multitudinario, no obstante, la mujer de Manuel siempre fue muy querida en el barrio. Manuel era incapaz de separarse de allí, veía su nombre en la placa del nicho, y no terminaba de hacerse a la idea de estar sin ella, de no volver a verla, de no encontrarla a su lado al despertar cada mañana. A pesar de la larga enfermedad de su esposa, y de que la muerte estaba presente desde hacía meses, no era capaz de asimilarlo.
Estaba solo allí, Mónica se acercó sin decir nada, le cogió del brazo, y se quedó allí derramando por su amiga las lágrimas que a Manuel no le salían. Mónica entendía mejor que nadie el dolor de Manuel porque solo hacía dos años que ella misma se había quedado viuda.
La viudedad les había sorprendido a los dos antes de tiempo. Se veían los dos allí, libres de prejuicios, de conciencia, de todo… Y sin embargo, tenían encima una amargura gigantesca, una tristeza inmensa, que les hubiese aplastado de no haberse tenido el uno al otro.
Estaban solos, y nadie les interrumpía. Sus hijos sabían que estaban compartiendo el mismo dolor, no sabían que compartían toda una vida, y hasta una noche de pasión, que ni Manuel ni Mónica habían olvidado nunca.
De pronto esa niña inquieta, que no paraba de dar vueltas por allí, que no veía desde sus seis años el alcance del dolor de la pérdida de un ser querido…
-¡Abuelo Manuel! ¡Abuelo Manuel!
-Dime cariño, que para eso eres mi nieta favorita.
-Ahora que tu te quedas solo, y la abuela Mónica también está sola, podíais vivir juntos para no estar tan tristes, así os tendríais el uno al otro, y yo con solo ir a una casa ya vería a los dos abuelos que me quedan.
-Es verdad hija, no lo había yo pensado.
Sonreía Mónica, después de mucho tiempo llorando, sonreía Manuel. La amistad que surgió en el bar de Merche, el amor frustrado de los dos, no había sido desperdiciado del todo. De esa amistad, surgió la de sus hijos que un día les sorprendieron con la noticia de que se casaban, matrimonio que dio lugar a esa nieta en común, que empezó a gestarse en un montón de arena en un parque ya inexistente.
Siempre, siempre se habían tenido el uno al otro, y ahora, se necesitaban más que nunca, y ahora… la pasión seguía intacta, y sus hijos tuvieron que ver atónitos como sus respectivos padres y suegros, se iban juntos en la furgoneta del pan en vez del turismo que tenía Manuel desde la jubilación.
-¡yupi! ¡yupi! ¡mamá! ¡papá!, los abuelos se van vivir juntos…
-Mónica.
-Dime, cariño… es la primera vez en la vida que te llamo cariño.
-¿Dónde cenamos el martes? que es San Valentín…
———————

* No se si esta es una historia de amor, pero quisiera que viéseis la cantidad de combinaciones que pueden tener los sentimientos… Que la historia de amor, no queda muy clara, que no se si es una historia de amor entre Manuel y Mónica, o de ellos hacia sus respectivas parejas, o de ellos hacia sus hijos, pero una historia de amor al fin y al cabo, porque hay amor romántico, amor fraternal, amor filial, amor por la vida, por la amistad… y que nunca se sabe dónde llegará esa nueva oportunidad de amar…
Espero que os guste.
Para Noemí, que me grita queriéndome.


jueves, 9 de febrero de 2012

Taxi en Aletas de la Frontera




Esto nunca le pasará a usted en mi taxi. A no ser que sea usted uno de los del guiñol de canal + francia.


Y pongo francia en minusculas, porque se han pasado cuatro pueblos, si la envidia fuera tiña...


También pongo esto, porque no se me ocurre nada hoy, estoy totalmente fuera de juego, para la semana que viene que es San Calentín, ya pondré una entrada de amor, si me sale claro...

Mañana lo mismo me llega la inspiración y pongo algo que no sea tan cutre.

Con esta entrada queda claro por qué todos los blog van acumulando seguidores y el mio los pierde, creo que es de los pocos que pierde seguidores, lo mismo hasta es el único, así no se puede, no se puede.

A lo mejor tenía que haber puesto aquí los premios que alguna vez me han dado (sería por equivocación), pero es que no me gustan (ya se que soy muy raro, no me lo digáis)

A propósito de este sketch, he recordado una anécdota del bus.
Estaba haciendo una linea que trasladaba a la gente desde unos pueblos a la consulta del médico en un pueblo un poco mayor.
En este caso, los miércoles iba a tres pueblos, empezaba en Quintana del Monte, luego Villaverde de la Chiquita, Valdepolo, y les dejaba en Quintana de Rueda.
Un día, un señor que viajaba con su esposa, vino todo el camino calladito, se le veía que no estaba muy bien, pero como la mujer iba muy lúcida, pues yo tranquilo, no tenía miedo de que se me perdiese para la vuelta.
Les dejo en la puerta de la consulta, y a la hora y media o dos horas les recojo y les llevo de vuelta.
En cuanto sube el señor, que tendría unos 85 años, me dice:
-"¿Este autobús va para Quintana del Monte?"
-Sí hombre sí, no se preocupe usted- le contesté-, dónde va ir´.
-A ver si nos lleva pa´otro lao´. - me dice-.
-No hombre, si aquí solo paro yo, si no hay más autobuses, no tiene pérdida.
-Entonces... ¿nos lleva usted para Quintana del Monte?
-Pues claro, usted no se preocupe.
-Y luego,- me pregunta- ¿qué va, pa´ Villamartín?
-No. No. - contesto- en Quintana del Monte, les dejo a ustedes y doy la vuelta, no voy más arriba.

Total, que nos vamos y paro en la primera parada, Valdepolo, bajan unos pocos, y cuando cierro, me pregunta.

- ¡Conductor!, ¿hasta dónde va? ¿hasta Villamartín?
- Noo, en cuanto bajen ustedes los de Quintana del Monte, me doy la vuelta, que los de Villamartín pertenecen a otro centro médico.
- ¡Ah, bueno! -contesta-.

Llegamos a la segunda parada, Villaverde de la Chiquita, aquí a la gente le va más el pitorreo, y ya..., menos mal que cerré la puerta antes de que el señor me preguntase:
- Entonces, ¿qué va usted hasta Villamartín? ¿no?
- Hoy no -contesto- pero si quiere que le lleve hasta allí, le llevo. - con lo dado que soy yo al cachondeo, ya me estaba mordiendo la lengua demasiado, más que nada por la vergüenza que le estaba dando a su mujer.

Seguimos viaje, tercera parada, la suya, Quintana del Monte, última parada, quedaban pocos, el señor baja el último, y baja diciendo a su mujer.
- ¡Oye! qué bien hemos hecho el viaje, ni me enterao´, qué bien conduce este chico, y nos trajo bien para Quintana del Monte.
- Bueno señor -le digo- venga, hasta otro día.
-¡Hasta luego, mozo! - y le dice a su mujer- Quita María, que este chico tiene que ir todavía hasta Villamartín...

Di la vuelta al autobús con una sonrisa que mantenía a duras penas a raya a la carcajada que estaba empezando a brotar de mis entrañas. Y mientras, pensaba, que estos señores viven en Barcelona, y que habían venido en bus. No podía ni imaginarme a los dos en la estación de Barcelona, si en mi caso que solo estaba mi autobús, ya dijo que a ver si les llevaba para otro lado, me imagino lo que pensaría en Barcelona... seguro que le preguntó al conductor unas cuantas veces.

viernes, 3 de febrero de 2012

Como hacer arroz según la enciclopedia del ´38


Todos los martes iba al mismo pueblo con el autobús, y desde allí, pues con la gente por el valle abajo. Uno de los usuarios, pasaba de los 90 años, y era muy hablador, al principio muy ameno y simpático, su mujer, más agradable aun. El caso, es que era muy locuaz, subía siempre el primero para sentarse en el asiento más cercano a mí, y a partir de ahí, todo era conversación, que no me importa mucho, pero claro, el tío se había comprado una enciclopedia en 1938, y se la sabía de memoria, me tenía loco... " a que no sabes esto, a que no sabes lo otro..."


Oye, el tío sabía de todo, y yo aguantaba el chaparrón como podía, siempre con buen humor, que es lo mio, y gastando bromas sobre el tema, a veces, no era ni capaz de contestar.


Un día cometí un error. Me preguntó si sabía yo qué pais era el que limitaba con más paises, y yo ni idea, pero es que ni idea, y el, creo que me dijo Brasil, y yo como sabía que eran cosas que el leía en la enciclopedia del ´38, le dije que ahora con la nueva distribución de los balcanes y la antigua URSS, que no lo tenía yo tan claro, (yo hablando al tun tún, porque ¿qué me importa a mí eso?).
Se quedó... callado, pensativo, no abrió más la boca en todo el camino... Yo pensaba, ya verás cuando explote Rubén, ya verás, va a ser como llevar la FM.

Nunca me imaginé que reaccionaría así. ¡Se compró una enciclopedia nueva! eso era una locura, me volvía loco, con la nueva información, era un bombardeo constante, tuve que poner un gran cartel que decía "PROHIBIDO HABLAR CON EL CONDUCTOR" al que no hizo ni puto caso, yo ya no podía más, no sabía como cambiar de tema, así que, como yo sabía que su mujer estaba ingresada por enfermedad, y que el muy terco estaba solo porque no quería ayuda de hijos ni de nadie, le pregunté por su mujer, "está mejor, cualquier día me la mandan pa casa" me contestó, y seguí, "y que tal te defiendes con la casa, ¿Cómo lo llevas?"....

"No lo llevo mal, lo malo es lo de la cocina, que nunca se me dio bien. Ayer mismo, fui a hacer arroz, cogí el paquete, y claro, como no sabía cuanto echar, lo miré y me dije, ¡bah! esto lo como yo solo, y eché el paquete entero, pero ¡ay amigo! aquello empezó a crecer, y a crecer, a salirse por to los laos... armé una que pa qué"

"Pero mira que no poner nada en las enciclopedias de cúanto arroz hay que echar para una persona." dije yo todo serio, aguantando la risa como pude, y el "no te rías no, bribón", "que no me rio", "¡qué no te ries! ¡qué no te ries!, pues menos mal que no te he dicho de cuantos huvos me hice anoche la tortilla...


P.D.: Brasil limita con diez paises, con todos los de América del Sur, excepto Chile y Ecuador.

Rusia limita con 14 paises, Noruega, Finlandia, Estonia, Letonia, Bielorrusia, Lituania, Polonia, Ucrania, Georgia, Azerbayán, Kazajistán, China, Mongolia, y Corea del Norte.

China limita también con 14 paises, Rusia, Mongolia, Kazajistán, Kirguistán, Tayiquistán, Afganistán, Pakistán, India, Nepal, Bután, Birmania, Laos, Viet Nam y Corea del Norte.

Con los cual, puede que en su día Brasil fuese la que más con 10, pero es que la URSS, era solo una.

Por último, decir que no se si aun vive, porque han pasado cuatro años, y a esas edades...

Del mismo pueblo tengo un usuario, que es igual que una estación metereológica, para otro día.