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lunes, 26 de marzo de 2012

FRAN Y PACO

FRAN Y PACO

Eran un grupo de adolescentes como cualquier otro, a veces había disputas, discusiones, y desavenencias que pronto caían en el olvido.

Excepto dos de sus integrantes, que se odiaron desde que nacieron, los dos se llamaban Francisco, por culpa de sus madres, vecinas de toda la vida, que no dieron su brazo a torcer y esa fue su manera de desafiarse.

Por tanto uno era Paco y otro Fran, la enemistad de sus madres, se fue incrustando en sus hijos que se odiaban cada día más, rivalizaban por todo, en el deporte, en los juegos, en el instituto, y al llegar a sus casi 18 años, habían llegado a un punto en el que no podían ni verse.

Pero compartían los mismos amigos. Al principio sus amigos, se veían afectados por sus peleas diarias, y el grupo se rompía en mil pedazos. Finalmente, pasaron de ellos y sus peleas no les afectaban. De ese modo, muchos días, con la nariz sangrando uno y el ojo hinchado otro, no les quedaba más remedio que estar juntos en la misma mesa tomando una cerveza, ignorados por sus propios amigos que reían a su lado.

Su rivalidad, les había hecho ser los mejores en varios deportes, sobre todo en fútbol y natación.

También se les tenía por unos “peleas”, y la gente les tenía cierto miedo y respeto, aunque a decir verdad, nunca se habían peleado con nadie, solo entre ellos, pero claro, eso sucedía todos los días. Varias veces habían terminado en urgencias.

Y eso que nunca se habían encaprichado de la misma chica, porque… capaz de matarse.

Fran tenía una novia preciosa, no era del grupo, pero ese era su mayor triunfo sobre Paco, lo que más le hacía sentirse por encima, Paco no duraba mucho con las chicas, a lo sumo tres o cuatro meses, y en ese momento, estaba sin chica.

Paco no tocaba el tema de las novias porque sabía de su inferioridad, estaba perdido, nunca había tenido nada tan serio como Fran. Por eso, cuando descubrió un día por casualidad a la novia de Fran con otro, sintió como una especie de victoria. La vio con el otro lejos de su barrio, el estaba esperando a su madre a la salida de un centro comercial cuando les vio, y se pasó toda la noche pensando en cómo espetarle a Fran la noticia.

Pero no encontraba el momento, Fran idolatraba a esa chica, ni Paco se atrevía a tocar ese tema, porque seguro que Fran se iba a poner como un loco y seguro que volvían a urgencias.

El destino obró por su cuenta. Un día en que salían de un campo de fútbol tras un partido que habían ganado, cuando jugaban se entendían a la perfección, eran una pareja formidable, lo cual no les acercaba como amigos, cosa que no entendía nadie. Fran recibió una llamada, el móvil apenas sonó y ya contestó. Paco le miraba. El semblante de Fran cambió de la ternura que le producía la voz de su novia a la palidez más absoluta, a la desesperación, a la impotencia, reprimió el llanto solo porque Paco estaba delante. Su novia, su leiv motiv, le había dejado.

Paco no sintió la victoria esperada, se puso en el lugar de Fran, pero no podía entenderlo, porque nunca había amado a ninguna chica de la manera que Fran veneraba a su novia. Le veía tan abatido, tan derrotado y tan humillado como ninguna de las peleas que le había ganado.

La tristeza no pasó desapercibida por el grupo, que, como Paco no decía nada ni discutían por nada, pensaron que ya se habían peleado en el partido, y de nuevo pasaron de sus cosas.

Cuando se iban, Fran tomó otra dirección, y se encaminó a la cancha de baloncesto, allí se sentó en los grandes escalones de cemento que hacían las veces de gradas. Hacía frío, el viento soplaba fuerte, y el hundió la cabeza entre sus rodillas, para protegerse. Recordaba cómo consiguió a aquella chica, siendo el mismo, con gracia, alejándola de Paco, y sin pelear con él nunca delante de ella, lo cual, ahora caía en la cuenta, había sido posible, porque Paco nunca provocaba peleas cuando estaba con ella.

Recordaba su olor, su voz, las palabras susurradas en aquel mismo trozo de cemento donde se encontraba, sus caricias, sus primeras maniobras amorosas, descubriéndose a ellos mismos, siendo autodidactas como todos en la primera vez. Por eso no acababa de imaginársela con otro, no podía evitar que las lágrimas rodasen por sus mejillas ¡si Paco me viera así! Sería mi perdición… pensaba.

Y Paco le veía, venía de frente a él. Fran ocultó su cara entre las rodillas de nuevo para  que no le viese llorar.

Paco sabía lo que estaba pasando Fran, se sentó a su lado sin decir nada, sacó un pack de seis latas de cerveza y abrió dos, ofreció una a Fran y se quedó la otra.

No se dijeron nada, bebieron a pesar de que no bebían a menudo, se fueron a por más cerveza y se emborracharon del todo, sin decirse ni una palabra.

Se fueron a casa abrazados y cayéndose varias veces, se vomitaron encima,  se mojaron cuando comenzó a llover, y solo hablaron para despedirse.

-¡Vaya borrachera que llevas, Fran!

-Mira quién fue a hablar.

-¿nos pegamos mañana?

-¡Vale!

Pero no se pegaron más. Pasaron los días, y las peleas se terminaron, se fueron acercando el uno al otro, y descubriendo que con su animadversión habían creado un vínculo extraño, que se había convertido en una complicidad más extraña aún que les hacía amigos por fin.

Dentro del grupo no se lo creían, no sabían qué había pasado.

Un día, el grupo tropezó con la exnovia de Fran, iba con un grupo de chicos con aspecto de matones, y el nuevo novio estaba cuadrado de gimnasio diario, de los que disfrutan en las peleas.

Ella susurró algo al tipo aquél, y este se dirigió hacia ellos, se encaró a Fran, y le dijo.

-         Así que tú eres el mierda llorón que salía con mi novia.

-         A ver si vas a cobrar… -contestó Fran- que yo no te tengo miedo.

-         ¡Vaya mentira! –susurró Paco a su lado.

El otro grupo se dispuso a pelear, pero el grupo de Fran y Paco era muy pacífico, iban a cobrar todos.

-         Ya os estáis largando todos de aquí. –dijo Paco- Que se va liar una gorda.

-         Pero cómo os vamos a dejar solos –protestaban-.

-         Luego venís cuando se hayan ido y nos lleváis al hospital, y si nos dan mucho llamad a una ambulancia.



Y así fue, cuando Fran se quiso dar cuenta, el único que había a su lado era Paco, se habían peleado mil veces, pero solo entre ellos. Cuando empezó la pelea, se dedicaron a noquear a los máximos rivales posibles. Pero la pelea se decantaba contra ellos sin remedio.

            - Hoy si que vamos a cobrar Paco.

            - ¡Ya te digo!

Quedaron hechos polvo, pero no tanto como se esperaban, cuando el otro grupo se fue, estaban mucho mejor que cuando se peleaban entre ellos. Parecían dos bobos mirándose en un gran escaparate y riéndose a pesar de los labios partidos y de las muecas que provocaban sus sonrisas.

            - Fran, se va a pensar mi madre que ahora pegas como un niño pequeño.

-Pues anda que la mía, se creerá que me caí de la bici.

Cuando llegaron sus compañeros diciendo que habían llamado a la policía, no les quedó más remedio que marchar todos corriendo, ¡pero si no tenían casi nada! Fran y Paco no paraban de reírse en la cancha de baloncesto, mientras dos chicas del grupo les curaban las heridas. Quien dice curar dice “el sana culito de rana sino sana hoy sanará mañana”, porque heridas, heridas no tenían muchas, eso sí, amigas las tenían y de las mejores, de esas que están ahí de toda la vida, y nunca te habías parado a pensar que te quieren a pesar de ser tan bestia de meterte en una pelea que sabes que vas a perder.

El final de la guerra entre los dos, ofreció un buen ambiente en el grupo que se reafirmó justo en ese momento en que los grupos de amigos empiezan a disgregarse y a tomar caminos diferentes.

Porque olvidarás de con quién te has reído, pero nunca olvidarás de con quién has llorado.


martes, 20 de marzo de 2012

La Tropa de Trapo en el País Donde Siempre Brilla el Sol - Trailer



A raiz de mi entrada anterior, Sue ( a quien no contesté el comentario porque ya lo hago aquí), comentó que su hermano había colaborado en esta película, especialmente orientada a los más pequeños. Sí, esos que dejamos en casa porque son "demasiado" pequeños, esos de dos añitos o tres, pues parece que esta peli es para ellos. Tiene buena pinta, no estoy muy seguro de si fue estrenada en el otoño del 2010, todavía no me he puesto a buscarla, pero lo intentaré.
Sue, desde su blog CARTOGRAFÍA HUMANA, (aunque para mis adentros lo llamo "Verdad Verdadera") siempre nos pone al día. No pongo el enlace, en la columna de la derecha entre los blog actualizados aparecerá, es fácil, se pincha y ya está. (lo digo por si hay alguno tan torpe como yo, que no creo).

Me han ganado Mili y Mumu. ¡tengo que encontrarles!

domingo, 11 de marzo de 2012

HOMBRE LOBO & VAMPIRO

Cada día me volvía a casa de noche en la moto, la vespino era mi medio de transporte, la aceleraba a tope  y ya no aflojaba hasta llegar al destino, no importaba el olor a quemado que emanaba de la parte de mis pies, la mano derecha llevaba el acelerador hasta el tope.

Últimamente, se rumoreaba que el responsable de los ataques a personas, podría ser un hombre lobo, ya que las heridas de algunas víctimas eran inexplicables, y además, el destrozo en los cuerpos no era para menos.

No se sabía quién de los vecinos podría ser un hombre lobo, pero yo tenía algún sospechoso.



Algunas víctimas habían desaparecido, y otras tan solo mostraban un par de heridas pequeñas en el cuello, como el mordisco de un vampiro. ¿Podría ser un vampiro en vez de un hombre lobo? porque a lo mejor un vampiro, lo mismo que se convierte en murciélago, se puede convertir en lobo.


Con todas estas habladurías por el pueblo, yo empecé a tener miedo, y el día que se me estropeó la moto a medio camino, iba cagado de miedo, me dio por pensar en un hombre lobo, luego, me dio por pensar en vampiros, y creo que prefería ser atacado por un vampiro. Aunque mi imagen de vampiro no era muy objetiva.



Aunque también tenía una sospechosa.


De pronto empecé a imaginarme como sería yo si me convirtiese en vampiro, y empecé a tener verdadero miedo.


En estas estaba, cuando empezó el alboroto, un ruido de mil demonios se apoderó de la noche, estaba oscuro, y los rugidos y los movimientos bruscos, aparte del miedo que tenía, me paralizaron totalmente. Delante de mí, una mujer chillaba, mientras dos sombras tiraban una de cada brazo de la pobre, no se distinguían bien las sombras, pero yo deduje que se trataba de una pelea entre el hombre lobo y el vampiro por la misma víctima, ignorándome a mí por completo. Molesto porque no se fijaban en mí, me moví hacia ellos dando voces, y a la primera patada que solté, repararon en mí. mientras la mujer corría hacia el pueblo, las sombras se dirigieron hacia mí rugiendo, yo solo veía que colmillos por todos lados, me temblaban las piernas, y acto seguido perdí el poco conocimiento que tenía.

Me desperté malherido en el hospital, me negué a contar lo que me había pasado porque nadie me creería, mis heridas eran unos mordiscos enormes en mi hombro, y unos cardenales en forma de círculo en mi pecho.

Me encontraba fatal, tenía miedo de convertirme en cualquiera de mis atacantes, mi sospecha de ser atacado por los dos a la vez, se acentuaba cada día, estaba seguro de que en mi interior ambos demonios luchaban entre sí.
Algunas noches, mi olfato se acentuaba, pero no tan exageradamente como a un lobo, mi imagen en el espejo se veía borrosa, pero no desaparecía. Mi oido era cada vez ´más fino, y mis orejas crecían a pasos agigantados, como tengo la nariz ya grande de por sí, no era de extrañar de que me saliese un hocico enorme de un momento a otro.
Estaba apesadumbrado, se acercaba la noche de luna llena, y tenía miedo de convertirme en un hombre lobo, aparte de la picazón que sentía en la rabadilla, seguro que me estaba saliendo un rabo.

Esa incertidumbre me estaba volviendo loco, así que la noche de luna llena, me adentré en el monte para no herir a nadie.
Al salir la luna, mi hocico empezó a crecer, me salió pelo por todo el cuerpo, mis orejas se hicieron enormes, mucho más de lo que me esperaba, mi cuerpo se alargó y creció sin parar, por supuesto, el rabo salió, de la rabadilla como una flecha.
Estaba preocupado, al final me estaba convirtiendo en un hombre lobo, y eso era mucho más difícil de controlar que un vampiro.

Pero... cuando intenté ver las garras que me habían salido, no las encontraba. Tampoco podía ver el rabo, estaba muy atrás.

El aullido que salió de mi gran boca, no sonó a tal, sino  a otra cosa, que no me gustaba nada.

Cuando más intrigado estaba, por fin lo descubrí, me atacó un perro, y le dí tal coz, que lo dejé medio muerto, luego me atacó otro perro, y le mordí de tal manera que le arranqué una oreja.

Ya estaba claro, ya no había duda, no me había mordido ni un hombre lobo ni un vampiro, ¡me había convertido en un hombre-burro! lo que siempre había dicho mi padre, ¡qué razón tenía!

Tenía unas orejas enormes los últimos días.
Me salían unos rebuznos atronadores que impedían dormir a la gente del pueblo.

¡Pobres!, como iban a matarme, si no se sabía cómo, era uno de los primeros casos de hombre-burro de la Historia.

Me preguntaba si lo mismo que mis orejas se habían agrandado los últimos días, habría pasado lo mismo con otras partes del cuerpo-


Sin embargo, la pregunta más importante era... ¿Quién era el hombre-burro que me había transmitido la enfermedad al morderme? Y sí, también tenía un sospechoso.

En fín chicos, que cuando me desperté, decidí dejar por un tiempo las entradas hablando de los burros, no vaya a ser...


lunes, 5 de marzo de 2012

DE atracador



Me acaban de ofrecer trabajo de atracador de bancos, se trabaja a comisión, los útiles de trabajo los pone la empresa, de momento les dije que lo haría gratis, pero se han puesto pesados con que podían tener problemas con la mafia por competencia desleal, así que nada, nada, a comisión.
El plan para mi primer día de trabajo es montar un espectáculo como este y colarme dentro como el del disfraz de vaca, y luego dentro, ponerme de parto y traer un ternerín, que nacerá con una ametralladora, con balas antiblindajes.
Mis superiores no están muy seguros, así que el contrato es de prueba, pero estoy muy ilusionado, así, hoy para ir entrenando fui a robar un banco yo solo, a pecho descubierto... y la inexperiencia... ya se sabe, al poco de entrar ya me habían robado, timado, desplumado... aquí si que se aprende a robar, pensé, pero no me dejaron trabajar para ellos...
Mañana iré con la ametralladora, no me dejan otra...

Ya que estoy, haré un poco de publicidad.

"SE ATRACAN BANCOS DE NUEVE A DOS", MUY ECONÓMICO, CON EL PRIMER ENCARGO, SE REGALA UNA SEMANA DE IR A BUSCAR LOS NIÑOS AL COLEGIO, Y UN VALE PARA GUARDAR SITIO EN LA COLA DEL PARO, SOLO VÁLIDO PARA DOS HORAS.

jueves, 1 de marzo de 2012

VIAJE ANIMAL

Toda la vida llevaba Mario jugando con Marisa. Desde niños, se pasaron las horas juntos.
Cuando llegaron a la pubertad, seguían siendo inseparables, contándose todo, confiándose cada secreto, compartiendo cada risa, cada libro, cada película que veían siempre juntos.
Parecían predestinados a ser pareja, a salir juntos, pero cuando llegó el momento, Mario no se atrevió y Marisa no pudo esperar, así que terminó saliendo con el guaperas de turno, ese que va de sobrado, ese con una moto que nadie se podía permitir, ese chulo que nos hace parecer inferiores, solo por ser más feos.

La popularidad es importante en la adolescencia, y salir con ese chico, colocó a Marisa en un escalafón social, muy lejos de Mario, donde no había amigos en común, estaban separados por esa distancia que a veces se abre en la existencia de las personas que están pasando por la "edad del pavo"-

Durante mucho tiempo, Mario se dedicó a otras cosas, a otras personas, sin salir con chicas por timidez y por falta de ocasión, quemando su pérdida con el deporte, al que se consagró ocupando todo su tiempo libre, fútbol, baloncesto, tenis de mesa, daba igual, el caso era no recordar lo que había perdido.
El guaperas de turno, vivía en un pueblo que distaba unos cinco kilómetros, y cada día iba a buscar a Marisa en su "peazo moto", restregándosela a todo el mundo, la moto y la novia, "peazo novia" pensaba Mario, que nunca se fijó en la moto.

Un día, Marisa apareció en casa de Mario.
- ¡Hola Mario!
-¡Vaya Marisa!, pensé que se te había olvidado donde vivía.
-Mario, necesito un favor. Me ha llamado mi novio, y hoy no puede venir, necesito que me lleves en tu moto.
-¿En mi vespino?, ¿Estás segura?, mira que tiene el tubo de escape roto y llegarás oliendo a gasolina.
-Me da igual.

En fin, Mario cogió la moto, y se dispuso a llevar a Marisa, pero cuando ya habían recorrido 500 metros, la moto empezó a fallar, el humo salía por todos lados, al final se detuvo el motor. Regresaron caminando otra vez a casa, y oliendo a gasolina.
-Lo siento -dijo Mario- supongo que no hay nada que hacer, lo único, que te deje mi bici y vas en ella.
-¡Sí hombre! y si se hace de noche, vengo yo sola en la bici, ni lo sueñes, ven conmigo anda...
-Pero si solo tengo una bici... -dijo Mario-.
-Pues me llevas en ella...
-Pero es que no tiene sillín atrás para llevarte...
-Pues llévame en los guías, si me has llevado ahí mil veces, Mario.
-Sí, pero... ¿hace cuánto tiempo?
-¿Me llevas o no?
-Te aprovechas de mí, ya sabes que no puedo decir que no.

Así que cogieron la bici, y con Marisa sentada en los guías, y Mario intentando ir derecho, se encaminaron en busca del "guaperas".
Era harto difícil gobernar la bici vieja, con Marisa sentada en los guías, Mario iba haciendo eses.
-Vaya caprichosa que eres Marisa, la has cogido llorona con tu novio.
-Anda, calla que...
En ese momento, cuando estaban ya a medio camino, una burra estaba paciendo en la cuneta, como Marisa iba en los guías, Mario casi no veía, y cuando quiso reaccionar, se habían caído a la cuneta, los guías todos doblados, los radios de la rueda rotos, y la cadena fuera...
-¡Pero Marioooo...!
-¡Qué quieres, Marisa, la carne de burro no es transparente!
-¡Ya, pero los ojos de gocho lo ven todo!
Hacía mucho que no se decían esas frases que tantas veces se dijeron en la infancia.
Estaban manchados, llenos de cardenales, pero de todas formas, Marisa insistía en ir a ver a su novio.
-Pero, Marisa, no querrás que te vea con esa pinta.
-Me da igual, quiero ir y voy aunque sea andando.
-Entonces si que se va a hacer de noche.
-Si me acompañas no me dará miedo.
-Pero Marisa, que no quiero ir de sujetavelas, no me pidas eso.
-¡Por favooooor!
-Bueeeeno, pues si no hay bici ¡vamos en burra!
Una cosa es decirlo, y otra cosa es hacerlo.
La burra, no estaba por la labor, y después de correr un rato bueno para cogerla, se las vieron y se las desearon para poner una cuerda para guiarla, y no digamos lo que les costó subirse en la burra.
El animal iba donde quería, Marisa iba delante, y no era capaz de gobernar a tan terco animal.
Cambiaron y Mario se puso delante, entonces a la burra le dio por correr. Marisa se aferraba con fuerza a la cintura de Mario, con lo cual, Mario, deseoso de prolongar ese abrazo forzoso, no hacía nada por detener al animal, que terminó por frenar de golpe, despidiendo a sus viajeros por delante, dándose a la fuga.
Nuestros viajeros salieron despedidos contra la señal indicativa del pueblo de destino.
Estaban para el arrastre, pero no podían parar de reirse.

A Marisa, la risa se le fué en cuanto vio al "guaperas" con otra, aquella chica nueva.
-Ya sabes -dijo Mario- carne fresca, todos están por ella.
-Será cabrón, por eso no podía ir...
A Marisa le dio por llorar, y como no podía parar y no quería que la viese el cabrón, se dió la vuelta y se dispuso a regresar a casa.
Como quiera que la pobre estaba tan triste, Mario solo hacía que intentar hacerla reir, pero no había nada que hacer. Hasta cogió un volante de un coche de pedales, que estaba tirado al lado de un contenedor de basura, y hacía bromas con él.
-¿Quieres que te lleve?, tengo sitio.
-¡Cállate, Mario!, que no tengo ganas de risas.
A medio camino, encontraron de nuevo a la burra, con la cuerda colgando. Como vieron la oportunidad de vengarse, acorralaron a la burra, y de nuevo se subieron a ella, Mario iba delante, haciendo que conducía la burra con su volante de juguete, simulando el ruido de un motor. Marisa iba detrás, simulando que iba enfadada, y guiando con las riendas a la burra. Mario seguía con su broma, porque notaba como Marisa hacía verdaderos esfuerzos por contener su risa.
Así llegaron al pueblo, ya noche cerrada, todos los chicos en la plaza, viéndoles llegar. No se lo podían creer, hacía tiempo que no les veían juntos.
Marisa, les contaba entre carcajadas su viaje, y mientras contaba lo del "guaperas" no solo no lloraba, sino que seguía riéndose. Todos hacían bromas con su nueva "moto", lo poco que gastaba, y que no hacía falta casco.
-Sí,sí, casco si hace falta, que no veas como nos apeó en destino.

Estuvieron todos los amigos hasta tarde bromeando. Se lo habían pasado todos genial, y Mario, estaba radiante, por un momento se sentía tan felíz como antes.
Marisa, se fue para casa contenta, y cuando se disponía a darse una ducha, al quitarse la camiseta, entre el olor de la burra, y su propio perfume, y el olor a gasolina, pudo distinguir el olor de Mario, ese que conocía tan bien, ese olor le trajo recuerdos de toda la infancia tan feliz que Mario le había regalado. Pensó en lo tonta que era al perderse tan buenos momentos, solo por estar con un chico, que nunca sería tan entrañable como "su" Mario.
"No"-pensó- "tonta sería si dejo que esta joya acabe en manos de otra después de tenerle yo desde pequeño"
El olor a gasolina en la camiseta no era lo que la hacía inflamable.



No salgo muy bien en esta foto, creo que es fallo de la web cam.
Aunque a veces tengo este aspecto, sobre todo después de la extraordinaria historia que me ha pasado con un vampiro y un hombre lobo, que contaré el próximo día.