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lunes, 30 de abril de 2012

LA CENIA

Desde hace tiempo tengo pendiente hablar de mi estancia en la dehesa "La Cenia".
En 2001, me llamaron por tfno. para preguntarme si podía trabajar para una empresa que se llamaba "Valles del Esla". El trabajo consistía en hacer los silos de maíz en el suelo de la finca.
Los camiones llegaban descargaban el maíz picado y yo, con un tractor con pala, tenía que colocarlo y pisarlo para que sirviese de alimento todo el año para bueyes.
En principio solo era estar unos días para hacer eso, que más o menos es lo mío, pero me ofrecieron hacerme cargo de la finca y de los bueyes que estarían allí. Y acepté, estaría yo solo, en una finca de 150 Has, para mí solo, con gamos corzos y demás.
A los pocos meses me llevaron un cordero. Recuerdo el primer día, estaba blanco inmaculado "yo creía que la lana de las ovejas era amarilla, y cuando lavé a este con Norit, se quedó blanco, blanco..." me dijo la ¡veterinaria! que lo trajo. ¡Ja! ¡blanco!, lo que más le gustaba a "Talibán" (le puse ese nombre), era frotarse el lomo contra los tubos de escape de los camiones. A los dos días estaba más negro que el jabalí.
"Talibán" era como un perro, venía siempre a mi lado, corría detrás de los gamos y hasta les mordía en las patas traseras. Viaje que daba yo con el tractor y el carro mezclador
Seko Samurai 85viaje que daba el conmigo (era exacto al de la foto). Daba cinco viajes, (525 bueyes comen mucho) entraba detrás de mí en los pasillos de alimentación que se habían construido por la finca.

    Un día, recibí la visita de la veterinaria, paré el motor del tractor, me bajé y charlé con ella un rato. Volví al tractor, arranqué y me fui, pero claro, "Talibán" se había refugiado del sol justo delante de la rueda del unifeed o carro mezclador, le dejé como una pasa. ¡Caldereta! pensé, pero la veterinaria estaba allí ese día, así que pregunté que es lo que hacía con el -Entiérralo- me dijo. ¡Qué desperdicio!, los siguientes días le echaba de menos, incluso me volvía de vez en cuando porque había adquirido la fea costumbre de envestirme y amocharme el culo a traición. 
Por Navidad volvió la veterinaria, que se iba de vacaciones y tenía que dejarme el perro en la finca, que no le podía dejar solo en el piso. ¡Será mentirosa!, no solo me dejó el perro, que no volvió nunca más con ella, sino que me dejó un rayón, un jabalí pequeñajo y de mal carácter, que tuve que encerrar, en un caseto.
Del perro ni me preocupé, era un labrador negro y se escapó de la finca a las primeras de cambio.
El jabalí, estaba encerrado. Todos los días yo le daba leche de tetra brik, mientras la bebía tenía que sujetar el plato, porque le gustaba tirarla al suelo. Un día les pedí más leche a los veterinarios, y van y me dejan un pack de seis en la caseta del jabalí, ¡pero dentro! y con un saco de pienso para los perros... ¡fuá!, el pienso estaba esparcido por toda la caseta, el trozo más grande del saco era menos que mi uña, y la leche... la leche la bebió toda, cogía los tetra brik por el medio, mordía, empinaba el hocico, y para la panza.
Con el cabreo, le dí la libertad, le saqué de la caseta y dije que se había escapado.
Si el cordero se había portado como un perro, el jabalí igual, venía siempre a dos metros de mí, aunque no me dejaba acercarme más. De vez en cuando se quedaba en los comederos tan tranquilo por la parte de dentro, donde no le molestaban los bueyes. Me hacía mucha gracia ver como se aficionó a cazar ratones y ratas, como iba siempre entre los bueyes al bebedero.
No pesaría más de 40 kilos la primera vez que dejó de correr delante del mastín para correr detrás. En la primera envestida que le dio al perro (León), le hubiese matado de haber tenido ya colmillos.
Mi mayor diversión era despertarlo, se adormecía en el centro de los pasillos, y yo siempre iba en silencio y le asustaba, se ponía como loco, le fastidiaba hasta tal punto, que optó por taparse con hierba totalmente, de manera que yo nunca sabía dónde estaba, y las pocas veces que me topé con el en esta situación, le faltó poco para atacarme.


En la finca estaba yo solo, pero venían de vez en cuando otros trabajadores. Decían que el animal era como yo, porque ellos habían criado uno enorme, que nada más verte ya venía a tocarte la mano con el morro para que le acariciaras (claro una vez que se fue al pueblo más cercano se acercó a la primera casa, y fue directo a la primera persona que vio para que le acariciase, y lo que recibió fue un tiro) el mio era más listo, no se dejaba tocar ni loco.
No despertaba simpatía a nadie, había roto toda la valla que estaba al lado de la carretera de Cistierna, y eso que por ese lado medirá un kilómetro y medio. Se había zampado todas las crías recién nacidas de los corzos, no quedó ni una...
Pesaría unos 45 kilos cuando desapareció para siempre, yo no pregunté, y el hecho de que nadie preguntara, me hizo entender que se lo cargaron entre todos sin decirme nada.
Solo me quedaban recuerdos, el suelo de la caseta, en el que solo quedaban los hierros del forjado, pues había levantado todo el cemento. 

Luego tuve una lechuza, que tuvo la mala suerte de caer en el barrizal pastoso que formaban los bueyes con las lluvias. El lodo cubrió sus alas y no podía volar, tuve que bañarla, me picaba sin miramientos, me costó varios baños y unos cuantos días que sus plumas se limpiasen del todo y pudiese volar de nuevo, durante esos días se pasaba el tiempo en la sombra, entre las encinas, que en mi pequeño recinto las ramas tocaban en el suelo.

Un día le quité un conejo a un gato montés, no lo tuvo entre sus garras ni un segundo, pero no pude salvarlo, lo destrozó, así que se lo devolví, pues la gata montés tenía tres crías en una pequeña meda de paja que tenía de grandes fardos de 200 kilos. Me hubiese gustado que los gatos monteses se dedicasen a las ratas y dejasen en paz a las tórtolas y a los conejos, pero era superior a sus fuerzas. De todas formas, fui recogiendo una por una las tres crías de la carretera atropelladas por los coches.

Vista la naturaleza en silencio, uno termina por comprender que la vida no vale mucho para los animales silvestres. Los grajos y cuervos se comían los pichones de torcaz, el jabalí se comía los corzos recién nacidos, el gato montés se comía las tórtolas y los conejos, águilas y milanos terminaron con todas las liebres, los furtivos mataban de vez en cuando algún gamo que yo encontraba sin cabeza, los días de nieve terminaban con la vida de los terneros todavía sin castrar, el gamo dominante mataba siempre a otro en el celo, y Rubén pasaba por encima del cordero con el tractor, y eso que "Talibán" había esquivado miles de ruedas de camiones.

Lo del burro ya lo conté en su día.

Un día un lobo venía perseguido por cazadores, y mientras pasó junto a la valla, los bueyes se pusieron como locos, lo cual me extrañó, pues normalmente ni se inmutan por un lobo solitario, quien sabe, a lo mejor no eran los lobos los que asustaban.

Para mí fue un placer trabajar allí durante tres años, la tranquilidad de estar solo, de disfrutar de los animales, de recoger setas de cardo a placer en temporada y sin competencia, de ver las crías de corzo recién nacidas, de escuchar los berridos del parto de los gamos y corzos, lo cual es poco habitual, de sentarme en un cepo y ver los gazapos salír 20 centímetros debajo de mis pies a tomar el sol, ver al amanecer como regresaba el gato montés junto a sus crías, con sus andares saltarines  y felinos, como si fuese un pequeño lince, en la luz del amanecer era espectacular verle cazar las tórtolas.


25 comentarios:

El tejón dijo...

Maravilloso relato de una forma de vida en pleno contacto con la naturaleza, no me extraña que guardes buenos recuerdos de esa época.
Saludos,Ruben.

Nieves Martín dijo...

Hay trabajos que por muy duros que sean y por muchos malos ratos que te hagan pasar (como el accidente de ese animalito que tanta compañía te hizo) nunca los olvidas y permanecen en tu recuerdo gratamente.

Sin dudo por como hablas de él fue uno de esos trabajabos.

Felicidades!

Un abrazo :D

Rafa dijo...

sólo tengo que decir que me ha encantado todo lo que cuentas, y me he reido bastante, original el nombre del cordero, taliban :)

Ruben dijo...

TEJÓN
No hablo de lo duro que era el trabajo, temperaturas bajo cero sin un lugar donde refugiarme, ni donde cambiarme de ropa, más tarde me llevaron una caravana, maquinaria vieja y muy usada, un tractor inglés totalmente destrozado, el unifeed hecho polvo... y mucho trabajo para uno solo... pero era feliz, no lo niego.
NIEVES
El peor rato creo que fue ver como mataban dos crías de gamo, y las madres perdieron sus tetas por la mamitis al no seguir amamantando, pero no la capacidad de tener crías al siguiente año, que se morían al no poder mamar..

EDDIE
Talibán, al jabálí no le puse nombre, ni es muy decoroso poner aquí todo lo que le llamaba.

soledadenelpiano dijo...

Taliban, tuvo suerte de tener el cariño de una persona, en este caso el tuyo. La veterinaria un caso para el trabajo que representaba.
Es dura muy dura la vida de los animales, el fuerte se como el débil, así un constante ciclo, pero que si se ve de cerca como has explicado pienso que algunas veces frustrante por la impotencia de querer y no poder llegar a tiempo, (la ley de la naturaleza).

Es un escrito- desde mi punto de vista- que lo has relatado con toda la sencillez y engancha Rubén. No son tan sencillas en el momento que se está expectante desde el principio hasta el final.

Ah,! espero que también hubiera niscalos.

Mira no tenía ni idea de todas estas cosas que has explicado, por supuesto no me voy inmune de ello.

Verónica O.M. dijo...

¡Vida muy dura!, aunque el contacto con la naturaleza no tiene precio.
Un abrazo, buena semana

Pablo González dijo...

Me ha gustado mucho. Estos relatos de vida como ese abuelo que siempre tenía historias... De casta le viene el galgo. Y lo siento tan cerca; la proximidad del lugar, del clima, de toda una infancia entre animales. Gracias!!!

Pablo González dijo...
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Pablo González dijo...
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Mercedes Vendramini dijo...

Es muy bueno que rescates todos los momentos que has vivido, y cuentes, con tanta calma y gracia, algunos pormenores de lo que te tocó pasar. Esta vez nos dejas la belleza de tus sentimientos hacia esos animales tan especiales con los que conviviste un tiempo. Tiene que haber sido una experiencia única. La que tal vez alivió las duras tareas y permitió a tu memoria guardar estos recuerdos, ahora uy gratos.

Muy bien narrado!

Cariños Rubén!

Pluma Roja dijo...

No cabe la menor duda que el campo es vida, mira que interesante convivencia con los animales. Me encantó este relato dónde dejas plasmado una bella experiencia.

Un fuerte abrazo Rubén.

FIBO dijo...

Ya te lo he dicho otras veces, da gusto leerte, eres muy ameno...lo que más envidia, las setas de cardo,ahora donde vivo no hay cerca roales de ellas y las hecho de menos buscarla, aunque siempre me queda las de alpaca (aunque no son las mismas)...un saludo amigo

MEN dijo...

Un trabajo duro, y conociendo el clima de esas tierras me pongo mejor en tu lugar.
Experiencias inolvidables, el contacto con la naturaleza nos aporta mas de lo que creemos.
Que penita lo de Taliban, pero... la vida es asi de dura. Respecto al jabalí, porque no piensas que encontró una hembra y por eso no volvió... es mas bonito jajaja.
Envidio que hayas estado tan cerca del gato montés.
En fin, un placer leerte. Un bessito

Ruben dijo...

SOLEDAD
No había níscalos, se clasificaron 110 clases de setas diferentes, pero al no haber pinos, no es buena zona de níscalos. Aprendí mucho de la gente que fue.

VERÓNICA
Si que era duro, pero todo lo es.

PABLO
Me alegro de que hayas visitado el blog, es normal que te identifiques con todas estas cosas, y si lees las de la Vega, puede que más.

MERCEDES
Ya me imagino que si yo fuese cazador, las cosas hubiesen sido muy diferentes.

AIDA
Me gusta esa frase "el campo es vida", me la quedo con tu permiso.

FIBO
Las de alpaca no son lo mismo, si lo que más me gusta es buscarlas...

MEN
También lo pensé, que se fue de novias, pero se que en ese caso hubiese vuelto.

LA ZARZAMORA dijo...

Pero cuántos animales has visto de cerca???

Qué envidia!

Besos.

Marina-Emer dijo...

gracias por tu visita y palabras hermoso tu relato y es verdad los campos dan vida a la vida.
feliz semana
un abrazo
Marina

Ruben dijo...

ZARZAMORA
Pues qué se yo, toda la vida por ahí perdido, no se, un día cogí un tejón de la carretera pensando que estaba muerto y se piró nada más abrir la puerta de la furgoneta. Y otro día me mordió un lirón careto...

MARINA
Los campos están faltos de vida, a pesar de la lluvia continúa la despoblación, aunque después de la crisis puede que la gente vuelva...

Unknown dijo...

La naturaleza es así de sabia y "el pez grande se come al chico" y todos en el reino animal son depredadores, somos, y nosotros a veces solo por el placer de matar.

Me han gustado mucho tus vivencias y la forma de contarlo, aunque en realidad fueran muy duras sobre todo por la soledad.

Un saludo,

Ruben dijo...

SAUDADES
La soledad no me importa, normalmente soy yo quien la busca.

Sese dijo...

un trabajo a priori atractivo, pese a los inconvenientes, pero creo que no duraría ni un par de días.

Saludos

Ruben dijo...

SESE
Si puedes con los dos primeros días puedes con todo, porque lo más difícil son esos primeros días. Como muestra, yo terminaba a las 13:00 horas, y los domingos, me sustituían dos y no terminaban con todo, se les hacía de noche...
Todos los lunes tenía ración doble...

kelmostarin dijo...

Cuando yo era un poco más joven, al salir del cole, a veces, me escapaba con mi amigo Justino que vivía en una granja cercana... Trabajo duro, duro y jodido, pero por otro lado...qué chulo el contacto con los animales. Qué visión del mundo se adquiere cuando te ves reflejado en los ojos de un caballo, de una vaca, de un zorro, de un aguilucho... o, hoy por hoy, de mi perrica...;)

Unknown dijo...

!!Hola,Ruben!!

Esplendida narración,me ha gustado mucho.

La parte q dices "vista la naturaleza en silencio" me ha emocionado.

Muchos ,besitos,Ruben

Ruben dijo...

CHUÁN-CHE
cuando yo era pequeño, vivíamos rodeados de animales por todas partes, les había hasta de dos patas...

LADY CELESTE
digo en silencio pues estando yo solo era posible.
Aún así, ciertas cosas solo se pueden ver y escuchar siendo muy silencioso... como un indio de película.

Vir dijo...

Qué bonito y qué duro...