Seguidores

viernes, 21 de diciembre de 2012

¿eh? ¿qué? ¿qué pasó?

Se me va pasando el día, y no veo nada raro...
Todo sigue igual, (mal).
El que me escribe en el facebook, "haciendo" sin H, lo sigue "aciendo". Por cierto, que el que me envía los SMS, infectados de "k", sigue "Kn" lo suyo.
Seguimos abriendo las redes sociales para conseguir más amigos, algunos hace tiempo que no les vemos.
Seguimos engañándonos al comprobar si en el blog tenemos ya más de 300 seguidores o más de 100.000 visitas. Y digo engañándonos, porque todo es muy relativo.
Alimentamos nuestro ego con el número de seguidores y visitas, cuando en realidad, gran parte de los seguidores, vienen de captación de socios, siguen miles de blogs para conseguir seguidores. Por otro lado las visitas también son engañosas, pues la mayoría de mis visitas, llegan porque han tecleado una palabra rara que he usado, una foto de algún  bichejo que he puesto, o teclean el nombre de mi pueblo y sale mi blog. De que se alimenta mi blog entonces (y mi ego, claro) ... pues de vuestros comentarios. De la poca gente que lee, y todavía tiene tiempo y hace el esfuerzo de comentar, de esos 10 ó 12, que empujan este carro de ruedas oxidadas. Así que gracias por todos los comentarios que me habéis dejado este año y perdón, por las veces que me he pasado a leer por vuestra casa y no he dicho ni mú. 

Y sigo con lo de que no ha cambiado nada.
No ha cambiado nada, me estoy planteando cambiarlo yo.
Lo primero que iba a hacer era no mirar el facebook, porque se me ha puesto malito, y tiene una indigestión de chorradas, fotos absurdas, solicitudes de bobadas e invitaciones fantásticas, que creo que lo voy a sacrificar. ¡para que no sufra!
Después, voy a apagar el móvil  ¡ssshh! ¡Qué no se entere nadie!
Voy a salir a dar una vuelta por el monte, y si me pasa algo y palmo, pues mira... era verdad, el fin del mundo.

Hoy no voy a leer el periódico, porque me quita el sueño.
Hoy no voy a comprar nada para que no se rían de mi los cuatro cabrones que se aprovechan del consumismo.
No voy a ver la tele. ¡Hala! ¡Qué se fastidie!
Y no voy a publicar nada en el blog.

_________________________________________________

Dos horas después de estos pensamientos, he ido a dar una vuelta por el monte, ¡sin el móvil! ¡Dios! ¡Qué tormento! "¿y si me llaman del cole de los niños?, ¿y si me llaman para un servicio con el taxi? ¿y si me llama la parienta? ¿y si me llaman los colegas para concretar la timba de hoy?
Total, que he vuelto a todo correr, he buscado el móvil... y no me había llamado nadie, ni tampoco había recibido sms, pero ¡qué tranquilidad! ya no me sentía como si fuese en pelotas por la calle. 
con tanta tranquilidad, me puse a cerrar mi cuenta de facebook, pero nada más abrirlo... una foto que mi cuñada ha puesto de mi sobrino, ¡qué chulo está!... una foto antigua de cuando íbamos a la escuela de La Vega que han publicado en el grupo "Gente de Vega de los Árboles", y me la iba a perder... sigo bajando y una publicación nueva de Ebolica que fa blog y la nueva portada del libro de Mercedes Vendramini... ¡No! no puedo cerrar el feisbuk.
Luego he bajado a la cafetería, he leído el periódico desde donde pone "Diario de León" hasta el horóscopo ("siga jugando" decía).
Luego he subido, he puesto la tele para ver el tiempo.
Con la bobada, recordé que no había comprado el regalo del "amigo invisible" (a este se le ve... a leguas) que hacemos en la familia, y he tenido que ir a comprarlo...

Total que al final, no he hecho nada de lo que dije. Debe de ser la oleada de incoherencia que asola el país.

Y para terminar de llevarme la contraria a mi mismo, voy a publicar esta entrada en cuanto se me ocurra un título.

¡FELICES CENAS! Y ¡PRÓSPERO ROSCÓN!

*Los comentarios son bueeeeeenos, que no os de vergüenzaaaa...


martes, 18 de diciembre de 2012

Salgo para Marte pasado mañana.


Amanece el día 18 de diciembre de 2012.

Llevo toda la noche trabajando normal, pero cuando acudo a las nueve menos cuarto a recoger al primero de los niños con síndrome de Down, que llevo en el taxi cada día al colegio, este manifiesta miedo injustificado.

-         ¡Qué “mieo”!- repite todo el camino. Llora, y hasta la lluvia le asusta.

No doy importancia a esto, a pesar de que todo el viaje es atípico, y sin darme cuenta, me voy decidiendo por rutas diferentes a la de todos los días.

A los pocos minutos de dejar a los niños en el centro, y de despedirme de la acompañante que va con ellos, recibo la llamada de Mónica.

Mónica y yo éramos inseparables durante los 16 y 17 años, íbamos al mismo instituto, estábamos juntos casi todo el día. Comenzamos a salir juntos a los 17, y mantuvimos una relación agradable y divertida. Descubrimos juntos muchos de esos juegos con los que solo habíamos fantaseado.

Todo terminó con un accidente de coche, ella estaba en su pueblo por el verano, y de regreso de una fiesta, un grave accidente hizo que perdiera la vista, pues los cristales destrozaron sus ojos. Yo, por mi parte no la abandoné ni un minuto, pero ella no me quería a su lado, no quería salir más conmigo, porque no quería que yo condicionara mi vida a su ceguera, y por más que repetí que me daba lo mismo y que la quería tanto o más que siempre, ella me dejó.

Que sí, que podría dejar de salir conmigo, pero nunca sería capaz de dejar de ser mi amiga. Esto pasó hace 23 años, ahora tenemos 40, y seguimos viéndonos de vez en cuando, aunque ella viaja mucho y no siempre está aquí.

Hoy, me ha sorprendido, pues nada más sentarme en la cafetería frente a ella, sin decir hola ni nada, como siempre que me huele al llegar.  

-         Mira Rubén. Lo que está pasando.

-         ¿qué está pasando?

-         ¿no lo ves?

-         No veo nada, Mónica.

-         Escucha bien, el viento lo dice, los pájaros también, hasta la nieve que cae lo dice y lo escribe en mi piel al tiempo que se derrite. Las hojas al ser movidas por el viento… cada perro que me cruzo, cada paso que doy… me lo dice… va suceder algo terrible.

-         ¡Venga Mónica!, no me puedo creer que te creas eso de que el viernes es el fin del mundo, o el fin de los tiempos como dicen los ingleses y los franceses. Es todo una leyenda más. Se parece más a la mitología griega que a otra cosa, y nunca creerías que existe un minotauro.

-         Pues yo lo siento, acuérdate que sentí lo mismo días antes del tsunami, y también días antes de algunos terremotos.

-         Pero no puede ser…

-         Pues yo siento un nudo dentro de mí, e incluso, el aire que respiro se nota diferente…

-         ¿Y qué puede pasar?, un meteorito no, puesto que lo habrían visto venir hace años. Un  terremoto, afectaría a una parte del mundo, pero no creo que supusiese el final. Puede que una gran erupción volcánica provocase una extinción más, la quinta o la sexta, no sé cuántas van, pero no de un día para otro. Un maremoto afectaría a zonas costeras. Una serie de huracanes y tornados… Casi lo único que podría acabar con la humanidad en un día, serían una serie de ataques y contraataques con armas nucleares.

-         Siento algo raro, pero no sé explicarte.

-         Con la cantidad de información que hay, no puedo entender que haya gente creyendo eso del fin del mundo y construyendo bunkers por todo el planeta.

-         Entonces no me crees…

-         Creo que sientes algo, y que sucederá algo, pero no lo que temes. El final de la vida como la conocemos llegará porque las erupciones solares son preocupantes y los astrónomos son los que más bunkers están construyendo, porque los polos que refrigeran la Tierra desaparecen a pasos agigantados, porque se está desertizando y erosionando el terreno demasiado rápido, y si no que se lo pregunten a la gente de las montañas de Etiopía o Venezuela. Porque se acumula basura en todas partes, porque llegará un momento en que el sistema político esté tan corrupto que se olvidará de la economía mundial y de la pobreza surgirá una epidemia que asole continentes enteros.

-         ¡TE DIGO QUE VA A PASAR ALGO! –gritó Mónica.

-         Pues claro que va a pasar algo… -digo- el día 21 será el fin del mundo, eso lo tengo tan claro como que el día 22 me va a tocar el gordo de la lotería de navidad…