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martes, 26 de junio de 2012

¡2 EUROS POR ENTRAR EN EL MONASTERIO DE SAN MIGUEL DE ESCALADA!

Sí, dos euros a partir de hoy por entrar aquí. Me han robado más veces, pero en mi ausencia o a punta de navaja.
En ningún sitio dice nada, los folletos ponen "ENTRADA GRATUÍTA". 
Desde hace unas semanas, con el esfuerzo de algunas personas, y por dar un servicio más, y yo con el ánimo de buscarme la vida con el taxi de ¿Villasabariego? (ese que utilizan todos menos los de dicho ayuntamiento). Se decidió ofrecer un viaje al monasterio, y, hasta hoy, todos los intentos habían fracasado, una vez porque era lunes y está cerrado (ojalá hubiera estado cerrado hoy también), otra vez porque se echaron atrás a última hora (lo cual es comprensible porque los peregrinos llegan cansados).
Pero hoy, ha salido un viaje con cuatro franceses (¡qué pensarían!), mi sorpresa ha sido cuando al llegar, me informan de que a partir de hoy se cobrarán 2 euros por entrar, me ha dado tanta vergüenza, que no sabía qué hacer. Los señores han pagado, pero claro, dentro no hay nada, no vale dos euros, el señor (que no era el habitual) no era guía, ni ha dado explicaciones (bueno, sí, que ahora es cosa del obispado/"avispado", y que con vistas a poner un guía, se cobra). Ya veremos cuando aparece el guía.
¡Qué se vayan a tomar por...! PERDÓN.
Dos euros, no hay guía, el que cobra no sabe más idioma que el suyo. Los franceses le describen como desagradable, la decepción pintada en su cara, el cabreo y la indignación en la mía. 
A los 15 minutos me piden regresar, avergonzado, les ofrezco llevarles sin cobrar más a Gradefes para que vean el convento. Tras unos instantes de duda (yo también dudo siempre que me roban), se deciden.
Nos vamos a Gradefes, entramos, la puerta está abierta, el convento, la iglesia, la iluminación, el paraje... ¡les encanta! y gratis. Me alivia un poco, pero no se me va el mal sabor de boca, me hubiese gustado pillar fin de semana para que tuviesen guía.

No puedo ofrecer este servicio. No puedo llevar a gente allí. Con gusto llevaré gente a Gradefes. Si me piden ir a San Miguel de Escalada, recomendaré que no paguen pues el interior se ve en dos minutos, a euro el minuto. Nadie les explicará nada, ni en su idioma ni en el mío.

Porque yo creía que el clero en este país no había sido afectado por los recortes, como en sanidad y educación. Creía. Porque si cobra donde no se ha cobrado nunca...

A mí me da igual ver el monasterio que la tapia del convento, pero para los amantes de la arquitectura y el arte esto es como poner puertas al campo (todo llegará, no quiero dar ideas, no sea que nos empiecen a cobrar por entrar en el parque de la Candamia).



(estas dos fotos son mías, cutres y de móvil, pero mías)

En fin, indignado, cabreado, y decepcionado, para un día que se anima alguien a darme un viaje...
Me pregunto de qué sirven tantos esfuerzos de la gente, del Ayuntamiento de Gradefes por promocionar este lugar, para que todo el mundo lo visite, y luego lo ponen en manos de Alí Babá y los cuarenta ladrones.

Como nota informativa, decir que a los habitantes de San Miguel de Escalada, no se les cobrará, así que acercaros con el DNI.

Santa María de Gradefes

Santa María de Gradefes, foto sacada de internet.

Santa María de Gradefes
foto sacada de internet.

La primera foto es mía, sacada en el mes de febrero con esa luz del invierno, que no se encontrará ahora.



jueves, 21 de junio de 2012

¡NO CONTESTES!


 * Como muchos de vosotros estáis a punto de salir de viaje con el coche, vuelvo a recordaros esta entrada que publiqué el año pasado.
 Es un relato diferente, pero tiene un mensaje que me gustaría que llegase.






Aa (nombre de la persona) eso delante de la persona a quien queráis avisar en caso de emergencia, con el Aa, saldrá el primero en la agenda del móvil.


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 Angel se había levantado con mal pie. Estaba de mal humor porque el día le iba poniendo una zancadilla tras otra. El coche no arrancaba por la mañana, por eso, llegó tarde al trabajo. Luego el ordenador no se conectaba a internet, y cuando por fin lo consiguió, la impresora se quedó sin tinta, al poner el nuevo cartucho, se atascó el papel… En esas le llama María. Como tiene mal día, discute con su amiga que le reprocha una acción que Angel no ha hecho, que no tiene nada que ver con él. La discusión continúa, y él no va a pedir perdón por algo que no ha hecho.

            María es cabezona, no se corta y coge un buen enfado, pero Angel, se arrepiente durante la tarde e intenta arreglar las cosas, porque no concibe su vida sin su amiga.

            María no contesta a sus llamadas, y a sus mensajes apaciguadores, contesta mordaz, tergiversando sus buenas intenciones. Le insulta y le acusa más todavía. Angel sigue intentándolo durante toda la tarde, pero María sigue sin contestar a sus llamadas y ahora, tampoco contesta sus mensajes. Desesperado, pone el enésimo mensaje “tendré que ir a verte al trabajo, porque tengo que hablar contigo cara a cara y arreglar esto como sea”. Esta vez, María si contesta “Ni se te ocurra aparecer por mi trabajo a dar la nota, porque sería lo último que hicieras”.

            Pasa la tarde angustiado, preguntándose quién y qué le han contado a María sobre él para que se enfade así.

            Al anochecer ya no puede más, no puede comer, ni dormir, ni estarse quieto. Coge el coche y se dirige a casa de María. Hay unos 20 Km. pero apenas a cinco minutos de conducción, un jabalí enorme hace su aparición en la carretera… El impacto es inevitable, su pequeño coche es incontrolable, no ve nada porque el air-bag ha saltado y no le deja ver. El coche cae por la derecha, tropieza con la valla del canal nuevo y se precipita dando vueltas por el lateral hasta llegar, destrozado, al fondo del canal, que no lleva agua porque no está concluido.

            Todo pasa muy deprisa, por un momento, pierde la consciencia, no sabe durante cuánto tiempo. El coche está destrozado, ha quedado al revés, el techo se ha hundido y Angel está atrapado, siente mucho dolor en su pierna derecha y en todo el pecho. La pierna debe de estar rota, el pecho le duele por la presión ejercida por el cinturón de seguridad. Le escuece la cara, intenta tocársela, pero tiene las manos atrapadas, la derecha no sabe con qué y la izquierda está estirada delante su cara, casi toca un hierro retorcido, que parece el pedal del embrague.

            Le escuece la cara, que se habrá quemado con el roce del air-bag. El coche está parado, las luces se han apagado, probablemente, se habrán roto los faros, pero el contacto sigue dado, porque se oye la radio. Intenta moverse, y un dolor agudo le sube desde la pierna. Una sustancia viscosa empieza a empapar su cuello, cuando esa sustancia resbala por su frente y llega a su ojo derecho, ve que es sangre, tiene que cerrar el ojo, y luego soplar y girar un poco la cabeza cuando la sangre llega a su boca.

            Angel empieza a estar mareado. Tiene miedo de que nadie le encuentre en esa carretera poco transitada. No puede quitar el contacto del coche, menos mal que no es de gasolina, y no hay tanto riesgo de incendio.

            Pasa un rato interminable, y de pronto oye el pitido de un móvil, un mensaje. Localiza el teléfono aprisionado debajo del pedal del freno, intenta cogerlo con la mano izquierda, pero no sale, solo se ve la parte inferior izquierda. Por fin llega con su dedo, toca la pantalla y toca el símbolo verde que sirve para contestar y rellamar, es al único que tiene acceso en la pantalla táctil. Como no puede marcar, su única esperanza es hacer la última llamada realizada. Lo consigue. Lo sabe porque tiene conectado el móvil vía bluetooth a la radio del coche, que, como sigue funcionando, de pronto se detiene la música y se oye la señal de llamada. Angel se incorpora con mucho dolor y consigue ver en la pantallita de la radio a quién está llamando. ¡Oh, no! ¡ A María!

            María está harta, hace tiempo que se siente incómoda con Angel, hoy ha sido la gota que colmó el vaso. “No pienso contestar”. No contesta.

            Van diez llamadas seguidas, apagaría el móvil, pero está esperando la llamada de su madre que ha salido de viaje. El teléfono suena una y otra vez. Cansada, le envía un mensaje “Déjame en paz, no quiero hablar contigo, olvídame”.

            Angel se ve perdido, el miedo se convierte en pánico su dedo corazón no hace otra cosa que pulsar el botón verde. Sabe que María está enfadada. ¡Qué mala suerte! Si su última llamada hubiese sido a otra persona… La batería se debe de estar agotando. Hace casi una hora que está allí y la sangre sigue extendiéndose, se está mareando.

            María está nerviosa, van muchas llamadas, “¡No contestes!” se dice.

            Al final no puede más, va a contestar, porque este Angel es capaz de pasarse la noche así.

-         ¿Qué es lo que quieres? ¡pesado!

-         ¡María! ¡María! ¡no cuelgues! He tenido un accidente –se le va la cabeza- caí en el canal nuevo, no puedo salir del coche, llama a alguien…- su voz se acaba de pronto.

María sabe dónde está el lugar, mientras baja corriendo hacia su coche llama al 112 y a la Guardia Civil.

La Guardia Civil llega enseguida, ella después, la ambulancia se pierde, pero llega rapidísimo. Cuando se juntan allí, ven el jabalí de unos 100 Kgr. Muerto en la cuneta, bajan como pueden por la inclinada pared del canal. Angel ha perdido el conocimiento, está atrapado, el coche está irreconocible. Mientras llama a los bomberos, el médico le toma el pulso, pero está muy débil. El tiempo apremia, después de dos horas, rescatan a Angel, apenas respira, la sangre está por todas partes, la ambulancia no llega a poner las sirenas, Angel muere después de los infructuosos esfuerzos del médico. Había perdido mucha sangre.

María está desesperada. La Guardia Civil entrega a María el móvil de Angel, ya casi no tiene batería. Se da cuenta de dónde estaba atrapado el aparato, y por qué solo podía llamarla a ella. Comprueba su último mensaje enviado hace unas horas, minutos antes de coger el coche. “María, aunque no me vuelvas a hablar nunca más, te voy a querer siempre” –escribió- Pero no, durante las horas siguientes, dejó de quererla.

María se marea por momentos, todo es una pesadilla. La Guardia Civil la pide el teléfono de Angel para marcar el Aa (Avisar a… que espero todos tengáis preparado por si acaso) delante del nombre de la persona a quien avisar en caso de emergencia. De nuevo suena el móvil de María –ANGEL-  sale en su pantalla. Nunca pensó que fuese tan importante para él… Tan importante que pudo salvar su vida.



*¡Venga! Seguro que no pasa nada por contestar.

lunes, 18 de junio de 2012

TAXI VILLASABARIEGO - PASEANDO A MISS SILVIA

Ante la desesperante falta de clientes para el taxi de Villasabariego, (sobre todo porque los posibles usuarios prefieren cualquier otro taxi antes que el de su propio ayuntamiento), me fui con Silvia a dar una vuelta, para que la niña queme adrenalina.
Así que usamos el taxi para pasear ya que no hacía otra cosa.
Hay algunos puntos en los que el Camino de Santiago, hace necesaria una parada, con la correspondiente foto. (Mansilla de las Mulas)
En otros puntos se necesita más bien un descanso. (Reliegos)

Pero como de lo que se trataba era de quemar adrenalina, decidí subir a "la cueva de los moros". (Entre Valle de Mansilla y Vega de los Árboles).

Cada vez se sube peor, esa especie de sendero, no es más que piedrecillas sueltas, en las que resbalas continuamente, lo que antes eran una especie de escalones, ahora es una pendiente erosionada por la que caer rodando por los cardos y los espinos.
Siempre he oído que estas cuevas se llaman así, de los moros, dicen que porque en su momento, éstos se defendían desde ahí. (no me creo nada).
También he leído últimamente, que son de origen neardental. Puede ser. Está claro que no son cuevas naturales, pues se ve perfectamente como se ha ido excavando en la peña.
Ahora son poco profundas, pero supongo que antiguamente, serían más profundas, estarían más altas, la subida estaría más pendiente, y sería más estable, puede que de roca en vez de tierra.
Si es verdad su origen, la erosión de tantos años, habrá cambiado el lugar totalmente.
Una vez arriba, con una niña de seis años, y con el sendero en tal estado que no se tenía uno en pie, he tenido que bajar con ella bajo el brazo, o bien sujetando su mano, intentando evitar el sendero y pisar por fuera del sendero sobre la vegetación. De lo que me he arrepentido al llegar a casa cuando me han dicho que el monte está infectado de garrapatas. Animal que me impone mucho respeto, puesto que hace un par de años ha causado la muerte de un vecino de Quintana de Rueda, un pueblo vecino. El hombre tenía una sierra, trabajaba la madera, se puso enfermo, fue hospitalizado, pero no se encontraba la causa de su mal, una vez fallecido, la autopsia reveló la verdadera causa ¡una garrapata! como para no tener miedo, he revisado todo a fondo, la ropa y la parte alta del cuerpo, estamos limpios.
Antes de irnos a casa, mi idea era visitar el monasterio de San Miguel de Escalada, que nos pilla a tres kilómetros, una rareza mozárabe tan rara en el norte de España.

SAN MIGUEL DE ESCALADA
(la foto chapucera de móvil es mía)
Pero como estaba cansado, nos fuimos a casa, solo para que al llegar me dijeran que habían abierto el "chiringuito". Un escenario especial, es un bar que no es un bar, está al pie del monasterio, lo atienden dos hermanas Noemí y Silvia, hijas de Boni, un buen amigo de La Vega. Una pequeña edificación de apenas unos metros, sirve de barra, no es nada... Lo especial es su ubicación, al lado del monasterio por un lado, y por otro, un balcón a la ribera en dos bancadas, cubiertas de un verde césped, y a la sombra de los pinos (o sombrillas si no es suficiente la sombra de los pinos). Lo tiene todo el lugar, tiene la buena gente de la zona, la simpatía de las camareras, las vistas, el ambiente y la música. Y no voy a poner fotos, porque se merece una entrada especial.

Me dio rabia no haber ido, pero bueno, me queda todo el verano por delante.

esta foto también es mía.
Y por fin, de regreso con Miss Silvia. ("mi Silvia") No me llevé a Dani, porque la subida a las cuevas no era muy segura.

Por lo visto hay que pedir permiso para poner fotos que no sean mías, así que las hago a votepronto con el móvil. (adelantándome a las críticas)

martes, 12 de junio de 2012

RINCONES VACÍOS II


RINCONES VACIOS


         Cuando se van los seres queridos, nos quedan alrededor rincones vacíos. A medida que pasan las horas desde que se van, cada lugar que has compartido con ellos, representa un vacío. Y extrañas su ausencia en ese rincón.
         Pero, sin embargo, si lo piensas bien, esos rincones no están vacíos. Desde el momento en que llegas a ellos, te encuentras recuerdos. Buenos o malos. En tu mano está buscar los rincones con buenos recuerdos. No hay nada más valioso que un buen recuerdo de esa persona a la que quieres.
        
         A medida que pasan los días, los buenos recuerdos, dejan de aplanarme y esa sensación de melancolía, deja paso a una sensación diferente, no se si de resignación, o tal vez de nostalgia, en todo caso debería de ir aliviando la tristeza. Pero no, no me alivia.

         Quiero olvidar el final, y recordar todo lo demás. Para ello, me paseo buscando rincones vacíos, casi todos ellos, por no decir todos, tienen buenos recuerdos.

         Aquí, estuvimos trabajando. Aquí, estuvimos hablando. Aquí, quedamos para ir a algún sitio.

         Me voy quedando con los buenos recuerdos, y busco esos lugares, me ponen triste, si, pero me niego a olvidarlos.

         No me reconforta hablar con nadie, y hago como si todavía pudiera hablar con ellos, no les pregunto ¿dóndes?, ¿cómos? Ni ¿por qués?. Solo digo “¿te acuerdas de esto, o de aquello?”, a veces digo “si vieras esto te gustaría”, “te sentirías orgulloso”…

         De todas formas no me contestan, aunque a través de los recuerdos que hay en los rincones vacíos, creo que adivinaría su respuesta.

         Me quedan rincones vacíos.
         Que no me los quiten.
         Que están ahí mis amigos.
         Que cuentan conmigo para que no se les olvide.
         Que no me necesitan,
pero voy a estar.
Rubén Fernández Tomé.
         

martes, 5 de junio de 2012

MIEL SOBRE HOJUELAS

Hacía frío, y solo buscaban un sitio donde calentarse, el niño con 11 años, su hermana con 9. No pensaban en el hambre que arrastraban de días atrás, no pensaban en que su madre les había dejado solos mientras intentaba ganar algo de dinero. Que su padre había salido a las 5 de la mañana para ver si necesitaban mano de obra en el mercado. Solo pensaban en el frío terrible que hacía en su improvisado refugio de lonas, cartones y chapas. Por eso se pusieron en marcha, porque el frío era insoportable. 
Intentaron colarse en algún bar, en las tiendas, estuvieron todo el tiempo posible dentro de un centro comercial, hasta que los guardias de seguridad les echaron a la calle.
Caminaban encogidos por la acera cuando el olor a pan y a bollería les atrajo a aquella boutique del pan. Al principio, les intimidó la elegancia del local, pero el frío les empujó dentro, donde el ambiente cálido les abrazó de inmediato. Se pusieron a la cola para disimular su presencia. Rugían sus tripas por el hambre, que había despertado ante el olor maravilloso del pan y de los bollos.
En una estantería, había una tarta grandiosa, estaba como expuesta al público, radiante, decorada con maestría, por el repostero. Los niños no quitaban ojo.
    De pronto, la niña empezó a llorar y a alborotar, llamando la atención de todo el mundo. Se había sentado en el suelo cogiéndose el pie derecho con ambas manos.

-¡Ah! me han pisado, ¡me dueleeee!
-Pobre criatura -exclamó alguien.
El dueño del local salió de detrás del mostrador y se interesó por la niña. Entre todos la calmaron y pronto retornó la calma. Pero al regresar al mostrador, el dueño se percató de la ausencia de la tarta. Se volvió loco, pues era un encargo importante, que le había llevado mucho tiempo.
La niña huyó a toda velocidad, y del niño no había ni rastro. 
El repostero, maldijo, chilló, se indignó, se sintió impotente, y al final, la ira se quedó con el toda la mañana. No se podía concentrar, solo de pensar que tendría que hacer una nueva tarta, se ponía de los nervios.
¡Dichosos niños! ¡cómo me han engañado! ¡ladrones!


Los niños se encontraron en su refugio, orgullosos de su hazaña y de la comida lograda, se disponían a darse un banquete. Pero antes de tocar la tarta, apareció su madre, que se quedó con la boca abierta ante el suculento olor que desprendía la tarta.
Indignada, llamó a su marido, que al igual que ella tomó conciencia de su propia hambre ante el aroma.
Casi daban ganas de llorar ante el pan duro que había conseguido la madre, y la fruta pasada que traía el padre. 
Pero pan duro y fruta pasada fue lo único que comieron. Eran pobres, empujados por la situación calamitosa del país y de las circunstancias, pero no eran ladrones.

La panadería estaba cerrada. El repostero estaba en la trastienda preparando los mismos ingredientes que había preparado a las 6 de la mañana, dispuesto a repetir la misma operación, cuando oyó que alguien golpeaba la puerta del local.

Cuando asomó, vio a un matrimonio vestido con ropa vieja más bien insuficiente para protegerse del frío de aquellos días.
-¡Está cerrado! -gritó.
-¡Abra, por favor!, no queremos comprar.
El hombre abrió al puerta malhumorado.
-¿Qué es lo que quieren?, estoy muy ocupado, hoy me han robado y tengo que hacer de nuevo el encargo.
-Ya... - dijo avergonzado el hombre.
El matrimonio se separó y dejó a la vista a los dos ladronzuelos, el niño sostenía la tarta intacta en sus manos.
-Pide perdón -le instó la madre.
-Perdón.
-Perdón - repitió la niña.

Aquel acto dejó un poco descentrado al pobre hombre, que se quedó en silencio. Silencio roto por el ruido inquietante que hacían los intestinos vacíos de alguna de las personas que tenía delante. La furia de la mañana, la ira, el disgusto y la impotencia de la mañana, fueron desapareciendo a medida que les observaba. Famélicos, con ojeras de no dormir y sabañones en las manos.
-Perdóneles, por favor -intercedía la madre- yo les castigaré, no les denuncie. Llevan unos días apenas sin comer otra cosa que fruta pasada que le dan a mi marido.

-Pasen ustedes -contestó el hombre-, síganme.

Entró en la trastienda, limpió una de las mesas, colocó la comida que había encargado para el, ya que tendría que quedarse allí para elaborar una nueva tarta, y fue sirviendo a sus imprevistos invitados, que no daban crédito.

Se dispuso a continuar con su trabajo, olvidando que ya no era necesario, ya que había recuperado la tarta.

-No es necesario que haga una nueva tarta, le aseguro que no la hemos tocado -dijo el niño.
-Da igual, no te preocupes, esta me va a salir mejor. Y esa nos la vamos a comer ahora mismo.
Y así dieron cuenta los cinco de la comida y de la tarta, se quedaron ayudando a recoger, a limpiar y a hacer lo posible para agradecer el gesto altruista de aquel hombre.
- Y a partir de mañana... -dijo el hombre-. Me gustaría que os paséis a última hora de la tarde para que yo os dé lo que sobre, que no se vende, todavía está bueno, yo mismo me llevo de eso a casa, pero no se puede vender al día siguiente. - y mirando al padre dijo-  y también necesitaré a alguien que lleve algunos encargos, y que me ayude a repartir pan por algunos bares y residencias, trabajo que realizo antes de abrir.

Entonces el hombre, emocionado, sin poder articular palabra, se abrazó a aquel hombre. Un largo abrazo, en silencio, con las lágrimas rodando primero por por unas mejillas, luego por otras, y al final por todas las allí presentes.

Hubo castigo, por supuesto, pero en el fondo, esa madre, no podía hacer otra cosa que dar gracias por la temeridad de su hijo al cometer un robo que podría haberles causado más problemas. Pero siempre hay en el mundo, camuflado en cualquier lugar, un ángel de la guarda, y si encima sabe hacer pasteles.... MIEL SOBRE HOJUELAS.

domingo, 3 de junio de 2012

UN MAR DE CRISTAL

Lo mío no son las reseñas, eso está claro. Ya hay innumerables blog dedicados a ello, algunos se les da tan bien como a mí, pero a otros se les da muy bien. En este caso, voy a hacer una "reseña" a mi manera.

"UN MAR DE CRISTAL", es la segunda parte de una historia, que comenzó con "LEJOS DEL MIEDO"
En su día algunos de vosotros leísteis la primera parte. (¡y gratis!)

VIRGINIA PINO COZAR, es su autora, pero lo más importante es que es una de las nuestras, una bloguera.
Para mí, ha sido una agradable sorpresa, tanto la primera parte, que ya me resultó interesante, como la segunda, que me ha gustado mucho más.

Cuando he tenido este libro en mis manos, me he emocionado, no es como cualquier otro libro, cuando lo he cogido, he sentido cosas diferentes, el esfuerzo de Vir, las horas de repaso, la elección del título, las innumerables decisiones a tomar, el riesgo, el inmenso trabajo realizado para lograr un sueño.
Sí, un sueño, eso sería para mí lograr publicar algo. Para los que no somos autores de best-sellers, esto es un sueño.

Esta lectura, ha supuesto un pequeño oasis entre los "ladrillos" en que se han convertido los libros "más leídos". Es un libro corto, sin palabras de más, abordando de una manera original y atractiva un tema muy machacado como el de los vampiros.
Posee, este libro, esa inercia que nos lleva a no cerrarlo, pues diré que no he necesitado marcapáginas. (Ya necesitaba una lectura rápida e interesante).


Dejo el enlace para quien quiera saber algo más.

Envidio estos proyectos, y admiro el valor de Vir y de Eduardo Fanegas en su día para lanzarse al agua y cruzar el río. Yo, por mi parte sigo aterrado en la orilla pensando si será muy fuerte esa corriente.

Por último, Vir, muchas gracias, hoy he dormido a pierna suelta, mi mujer se ha leído los dos libros del tirón antes de irse a dormir. La cama para mí solo, no hace falta decirte su opinión.
COCO  y yo recomendamos estos libros.

Bueno, y me voy al blog de Vir para contarle mi opinión.

Garantizo que no os defraudará esta lectura.