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lunes, 13 de mayo de 2013

MI ABUELA SE HA MUERTO UN POCO.

Mi abuela se ha muerto un poco.

Porque cuando se vive hasta los 91, ya no te puedes morir del todo. Del todo se muere uno cuando falta mucho por vivir. Pero Rosario, ya nos dejó todo lo que nos podía dejar, con esa edad, ya nos ha dado todos los recuerdos, todos los momentos, y todas las cosas que una niña, una hermana, una esposa, una madre, y... una abuela puede dar. No quedó nada en el tintero, ha sido una vida plena, tan solo ha estado viuda en los últimos años, en los que ha llevado una vida más sedentaria, en parte por la viudedad, y en parte, porque    han ido desapareciendo casi todas las compañeras de la brisca que jugaban en casa de Joaquina o en casa de Donina.

No se podía morir del todo, porque nos dejó todo lo que se puede dejar.

A veces es difícil seleccionar en la mente los mejores recuerdos, por eso, hay que recurrir al subconsciente. Y mi subconsciente, se ha remontado muy atrás en el tiempo. A los veranos en los que llenaba el pilón por la mañana para que el agua estuviese tibia por la tarde y bañarnos en el todos los nietos. A los cerezales que había a su ventana, donde pasábamos las horas y al huerto por el que corríamos.

Pero yo, lo que más rememoro, son aquellos días en los que hacía roscas y magdalenas, porque mi abuela cocinaba bien, pero esas cosas las hacía irrepetibles. No paro de recordar estos días, cuando yo era un renacuajo, y mi abuela hacía pastas y roscas en el horno de adobe que había en casa de Rolindes y Regino, ese olor que despedían las pastas recién hechas, es el mejor perfume que he olido en mi vida. Mientras ellas horneaban, yo no me separaba de allí. 

Bromeando, yo siempre he pensado en ellos como las cuatro erres. Mis abuelos, Ricardo y Rosario, y sus amigos, Regino y Rolindes... y ahora, después de muchos años se han reunido los cuatro. No se si lo de las erres es casualidad, pero cuatro de los ocho nietos compartimos dicha inicial. 

Cuando estaba en la mili, nada más entrar en la batería, ya me estaban todos los compañeros preguntando ¿traes magdalenas de las de tu abuela?. Poco se podía imaginar mi abuela el éxito de sus magdalenas, antes de amanecer el lunes, abría la bolsa que me había preparado para toda la semana, los asturianos que me acompañaban sacaban el pan, el chorizo y la sidra, y para Diana, ya no había nada.

Grabado se me queda, porque desconocía el detalle, que mi abuela cantaba. Un día trabajando en su pueblo, su hermana me dijo "¡cómo eché yo de menos a Sari cuando se casó! ¡ella, que siempre estaba cantando, en casa y en el lavadero!

Son recuerdos sueltos, no se porque esos y no otros.
De nuevo, me quedan rincones vacíos, ahora además, se añaden miradas perdidas, y ya ni te cuento adjetivos, porque no siendo ella... ¿quién me va a decir a mi que estoy guapo?, que es lo último que la entendí con claridad.

En fin, lo último que me dijo fue un "bueno" que casi no se oía, y lo último que hice la última vez fue besarla, y eso, viniendo de mí que no beso ni a tiros, yo creo que la gustó... a pesar de que supo que era una despedida.

Aquí queda un patrimonio desperdigado de nietos y biznietos.

Yo probé sus torrijas, sus roscas, sus pastas y sus magdalenas. Ahora ya sabéis por qué soy tan goloso. Porque las hacía muy bien.

Ya solo me queda borrar la imagen de su aspecto final, porque los últimos días la dejaron irreconocible, y guardar para siempre los momentos donde su cara se mostró orgullosa de nosotros.

Mi abuela Rosario, Sari para los de Villaverde.

17 comentarios:

Nieves Martín dijo...

Ay Rubén compungida estoy en todo lo que nos traes hoy, así inesperadamente...
Lo siento de todo corazón.
Como bien dices los recuerdos son caprichosos y recuerdas cosas que hasta hoy no le dabas mayor importancia.
Al menos la despedís con amor del incondicional, recordando todo el amor que os dejó.
Tus palabras me han resultado tan hermosas y sinceras que me han estremecido.

Un abrazo grande y mucha fuerza... Ánimo!!!

Unknown dijo...

Ruben estoy convencido que tu abuela Rosario estará deleitando en ese otro estado a todos los que le rodean con sus roscas y sus magdalenas, que mejor homenaje que el tuyo?

Un saludo,

Ruben dijo...

Nieves. No te quedes compungida, es el transcurrir del tiempo, no hay nada más natural
que llegar al final.

Saudades, si mi abuela sigue horneando ojalá! Esté en el cielo a ver si llueven roscas.

Edurne dijo...

Has sido nieto y has disfrutado de ello, eso es lo que importa!

Yo te leía y me iba acordando de mis abuelos, de los cuatro, tan distintos... Pero que los llevo tan dentro!
De cada uno de ellos tengo algo, y es inevitable, me veo yo misma, esto de... y esto de...

Fuí nieta hasta los 41 en que se me murió la última de mis abuelas (en junio 12 años), ellas han sido las que más han durado, una 92 y la otra 95, ya te digo!
Mi abuelo paterno murió conmigo, estábamos los dos solos, él en coma, y yo no le soltaba la mano y no paraba de hablarle, blablablabla (en Euskera), y de pronto, como de ultratumba me soltó un "BAI" (SÍ), que me quedé helada... Me había oído y entendido todo todo lo que le había dicho!
Y al momento, se fue!
Esas cosas no se olvidan!
Fíjate te lo estoy contando y ya estoy llorando como una magdalena...

Tu abuela hacía magdalenas?
Mi abuela paterna hacía margaritas, en su pueblo las llamaban así! Y me recordaba, según contabas lo de tu abuela y las magdalenas, de la mía, y ese arte, y que no he comido en mi vida nada igual... y el olor del horno!

Los recuerdos que nos dejan a veces son eso, reciuerdos sueltos, pero que los vamos recogiendo y poco a poco vamos formando el álbum de nuestra infancia, de nuestra juventud y de nuestra madurez... Toda una vida, y qué vidas las de estas abuelas, y estos abuelos!

Rubén, tu abuela estará por ahí toda tu vida, con las magdalenas a cuestas...
Lo siento, pero me alegro porque eres capaz de recordar y guardar para transmitir!

Un besote enorme!
;)

Verónica O.M. dijo...

Preciosos recuerdos, os dejó todo lo que era Ella.
Un abrazo

Mercedes Vendramini dijo...

Siento mucho tu pérdida: No sé si ha sido ahora, o hace ya un tiempo ... de cualquier manera, nuestro recuerdo se transforma en palabras cuando tenemos preparada el alma. Lo que escribez es una belleza! Qué homenaje más bonito.

Un abrazo y mi cariño Rubén.

Pluma Roja dijo...

Los abuelos se llevan nuestros recuerdos porque siempre están prestos a ayudarnos y darnos ese calor familiar tan importante. Creo que a veces recordamos más a nuestras abuelas que a nuestras madres.

Siento mucho su muerte que al igual que Mercedes no se si hace poco o mucho tiempo partió.

Tu relato me gustó mucho tiene ese sabor cálido que proporciona la familia unida.

Un saludo cariñoso.

Pluma Roja dijo...

Los abuelos se llevan nuestros recuerdos porque siempre están prestos a ayudarnos y darnos ese calor familiar tan importante. Creo que a veces recordamos más a nuestras abuelas que a nuestras madres.

Siento mucho su muerte que al igual que Mercedes no se si hace poco o mucho tiempo partió.

Tu relato me gustó mucho tiene ese sabor cálido que proporciona la familia unida.

Un saludo cariñoso.

kelmostarin dijo...

Ya no me quedan abuelos desde hace muchos años. Y, sin embargo, cosa curiosa, últimamente me sorprendo a mí mismo cuando me encuentro usando la coletilla "como decía mi abuelo". O paseando por los Madriles en los lugares en los que vivió y trabajó... Hace más de veinte años que murieron y, sin embargo, nunca se han ido. Están.


¡qué cosas!

Eduardo Fanegas de la Fuente dijo...

Cuánto lo siento Rubén. A mí es algo que me asusta. Quiero llegar a esos año lúcido y no ser una carga para nadie. Y cuando me llegue el momento que sea rápido. Un abrazo y guárdate bien los buenos recuerdos.

Paraíso Perdido dijo...

tuviste la gran suerte de poder disfrutar de ella muchos años, ahora te quedan esos bellos recuerdos de una gran abuela y mujer, guárdalos bien en un lugar hermoso de tu mente y ellos te acompañarán siempre.

Lo siento muchísimo amigo, ánimo y te dejo un gran abrazo con mi cariño.

El tejón dijo...

Precioso y merecido homenaje,Ruben.
Un saludo.

Sue dijo...

Un beso para tu abuelita y otro para ti, Rubén.

Alfredo dijo...

Es una suerte el poder recordar a los abuelos. A los maternos no los conocí, murieron antes de yo venir al mundo. De los paternos, recuerdo a mi abuela, piel fina, maneras suaves, pero no demasiado trato. Era él, el confidente, el orgulloso de sus nietos, con el que iba a la huerta, al monte o simplemente de paseo. Siempre lo echaré de menos como tú a tu abuela.
Salu2.

Rafa dijo...

Que bonitos recuerdos los que has compartido... y que suerte la tuya haber disfrutado de tu abuela tanto tiempo... yo sólo conoci a mi abuela, y se fue hace 13 años... los primeros días, semanas, meses, me levantaba con la sensación de que iva a ir a su casa, le daria un abrazo y dos besos como siempre y le haria recados.

Sese dijo...

Seguro que ella estaría orgullosa de los nietos que tiene. Has tenido la suerte de disfrutar de ella largo tiempo, que no siempre ocurre.

Y esos recuerdos, caprichosos algunos de ellos que se han acomodado en tu memoria la harán pervivir a ella más allá de esta vida terrenal.

Un abrazo

Pandora dijo...

Rubén, qué bonito este recuerdo a Sari ( porque soy de Villaverde). Si tu abuela se enterara de esto,se sorprendería de lo bien que escribes, lo mismo que tú te has sorprendido de lo bien que ella cantaba. Que siempre siga viva en el recuerdo, bss