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lunes, 17 de junio de 2013

EL FUEGO Y EL BOSQUE


            Como los padres de Manuel son autónomos, y además hay crisis, pues tampoco hay vacaciones, ni posibilidad alguna de ir a la playa.

            Como no se puede ir a la playa, cada fin de semana que la climatología lo permite, Manuel se va con sus padres y su hermano a la montaña. Aprovechando que en León, nuestra provincia, hay un montón de rutas de senderismo, y que hay una gran oferta paisajística, a lo largo del curso han disfrutado de bonitas vistas.

            Durante el otoño, han paseado disfrutando de las nuevas tonalidades que tiene el bosque. Los árboles de hoja caduca, contrastan los colores de sus hojas entre amarillos y anaranjados, con las perennes hojas verdes de otros.

            Han buscado setas, y han recogido castañas y avellanas. Con mucha paciencia, vieron de lejos y con los prismáticos a los venados en plena lucha.

            Durante el invierno, han aprovechado para disfrutar en la nieve. ¡Cómo se han divertido!, han hecho muñecos con la zanahoria como nariz y dos pedazos de carbón como ojos, idénticos a los que ya hacían sus abuelos. Se han lanzado bolas de nieve. Han corrido por la nieve todavía sin pisar de primera hora de la mañana. ¡Plaf! ¡Plaf! Suenan sus pisadas sobre la capa de nieve.

            Con las manos heladas, han asado castañas como en el magosto, y con ellas se calientan, ¡Qué bien huelen!, a veces las acompañan con chocolate y churros.
            Pero lo más bonito es la primavera.

            Durante la primavera, nuestros bosques despiertan de su letargo invernal, se llenan de exuberantes colores y de sonidos. Los pájaros cantan por doquier, los animales están en plena ebullición. Todos están excitados, desde las abejas en su busca del néctar de las nuevas flores, hasta los zorros y lobos, que buscan un buen lugar que les sirva para criar a las futuras crías que vienen en camino.

            Los pájaros se oyen por todo el bosque. Si guardamos silencio, y no perturbamos la paz del bosque, se puede escuchar el sonido del bosque.
            El agua cantarina descendiendo por los riachuelos, arrojándose sobre las peñas que encuentran en su camino, el movimiento de las hojas con la brisa de la tarde, el canto de los pájaros, único en primavera cuando están en pleno cortejo…

            Manuel tiene 12 años, y su hermano 14. Han aprendido a disfrutar en sus paseos por el bosque. Han observado cómo las abejas en su afán de recolectar néctar, van polinizando las flores. También cómo en un triste árbol muerto, ya seco, y partido por la mitad, la vida no se detiene, y desde las larvas que comen la madera del interior, pasando por los picapinos o pájaros carpinteros que picotean estos árboles para comerse esas larvas xilófagas (que comen madera), e incluso para anidar en su interior, donde también habitan otros animales, como lirones, ardillas, jinetas y ratones, hasta por fin llegar al búho real que anida en el tocón superior por donde se partió el tronco en su día, no están muy seguros, puede que sea un cárabo, una lechuza o cualquier otra ave nocturna.

            Durante la primavera, han disfrutado enormemente del bosque.

            Con la llegada del verano, han visto todo tipo de crías de animales, el bosque se ha ido renovando, y es un placer pasear por entre los árboles, es una grata sensación la frescura de la sombra.

            Durante la tarde, en las horas de más calor se bañan en el río, y cuando salen del agua, se tumban boca abajo sobre las peñas que sobresalen en medio de la corriente para intentar observar algún pez, una trucha o un barbo.

            Una tarde, caminaban los dos hermanos con sus padres cuando han detectado un ligero olor a humo. Ante el peligro que supone un fuego en medio del bosque, su padre decide regresar al pueblo más cercano. Durante su regreso, divisan las llamas muy cerca del pueblo, parece que han comenzado en un camino poco transitado donde la hierba seca lo cubre de lado a lado.

            Manuel teme por el bosque, durante  este último año ha aprendido a amarlo. Cuando llegan al pueblo, y se ven a salvo, su atención se centra en las llamas, que devoran todo a su paso. Los animales huyen por todos lados, todos juntos, depredadores con herbívoros, aves con roedores, todos van juntos sin preocuparse de qué animal corre a su lado. Todos temen al fuego.

            Los padres de Manuel se unen a los vecinos para apagar el fuego. Mientras los bomberos luchan por controlar las llamas más peligrosas, y el helicóptero va y viene desde el pantano, los vecinos han hecho una cadena humana para transportar calderos de agua, Manuel está el segundo al pie del pozo, está cada vez más cansado por el trasiego de calderos, le duelen los brazos, pero su hermano, que se está encargando de llenar dichos calderos, no desfallece, y eso le anima a seguir.

            Al final, el incendio no ha sido muy grave, y es controlado, se ha quemado un trozo de bosque, en el que se ve algún animal que no pudo salir a tiempo, los árboles están ennegrecidos y destrozados. Los bomberos piensan que el fuego se ha iniciado en el camino de hierba seca, bien por una botella que ha hecho de lupa, o bien por una chispa producida con el roce de los bajos de algún coche contra una peña. También pudo ser una colilla…

            Manuel se queda muy impresionado.

            Durante los primeros días de curso, el profesor pregunta la diferencia entre los animales y las personas.

-        - En que las personas somos animales racionales –contesta María a la vez que levanta el brazo, como siempre impaciente por responder-.

Pero el profesor, ha visto con el rabillo del ojo, como Manuel, que nunca levanta el brazo, hizo el amago de contestar, e intimidado por la seguridad y rapidez de la respuesta de María, baja el brazo de nuevo. El profesor se acerca y pregunta a Manuel:
-         ¿Qué opinas tú? Manuel. ¿En qué se diferencian los animales de las personas?

-        - Pueees, en que los animales no pueden provocar incendios, pero tampoco pueden apagarlos, y las personas si podemos.

-       -  Casi no te he oído Manuel, dilo más alto, que te oigan todos.

-         -¡Qué las personas si podemos provocar incendios, pero también podemos controlarlos!

-        - Y también podemos prevenirlos –interviene de nuevo María-.

-         Muy bien chicos – continúa el profesor- entonces ¿qué  tal si hoy nos dedicamos a pensar en las cosas que podríamos hacer para evitar el fuego en nuestros bosques? Porque son los grandes bosques del planeta los que producen oxígeno para todos al realizar la fotosíntesis que hemos estudiado.

Mientras sus compañeros van enumerando maneras de prevenir los incendios, Manuel, se siente muy orgulloso de haber participado aquel día en la extinción del incendio.

FIN

11 comentarios:

Midala dijo...

Buena reflexión Ruben ahora que llega el calor, o.....dicen que por ahí ya lo teneis. Aquí seguimos con un frio loco. Pero es bueno recordar que debemos de andar con mucho cuidado y apagar colillas....nada de barbacoas...etccccc. Te mando millllllllllllllllll besitosssssssss porque me sigo acordando de tú blog aunque entre poco....:(:(. La vida ...que no nos da para más...una pena...

Unknown dijo...

Ruben nos has dejado una bella imagen de las estaciones en el bosque, yo por desgracia he asistido y colaborado en la extinción de varios incendios en los bosques y la verdad es que la visión del día después te deja con la moral por los suelos, todo aquello que ha tardado muchas décadas en formarse en unas horas se ha convertido en ceniza.

Saludos,

Sese dijo...

Crucemos los dedos para que este año el fuego respete nuestros bosques. También de pequeño fui con una modesta ramia a yudar a extinguir un incendio, gtodo el pueblo se moviliza, grandes y pequeños, desinteresadamente.

Saludos

El tejón dijo...

Tal y como lo describes,así es como a mi me gustan los montes y el bosque, y sin provocadores de incendios.
Buena entrada,Ruben.

Nieves Martín dijo...

Manuel le ha sabido sacar partido a tanto paseo, ha compredido y ha vivido en los bosque haciéndose sabio y lo mejor de todo, compartiendo su sabiduría.

Ya va llegando esa época tan preocupante Rubén, ojalá este año sea mas benévolo que el año pasado.

Besos :)

Rafa dijo...

Me encanta como has descrito todas esas buenas cosas que hay en la naturaleza... según te leia parecia fantasia, pero no, no lo es, son grandes cosas que tenemos ahí, que hay que apreciar mucho más, genial.

Este año con lo fresco que viene parece que sera más complicado que arda el monte, por lo menos los incendiarios lo tendran complicado.

Paraíso Perdido dijo...

La verdad que en mi infancia también me ha tocado ver algún que otro incendio allí en los montes de león, y la imagen que se quedaba después de apagar el incendio era terrible, muy triste para mi, me siento bastante identificado con ese niño.

Besos amigo, buena semana.

Aniquiladora dijo...

La respuesta que da Manuel es muy acertada. Lo primero que he pensado ha sido que el don de la inteligencia y la conciencia sirve tanto para crear como para destruir.
Hazme un nido en ese bosque que has descrito. Un nido alto desde donde contemplar tanta belleza. Me he quedado como atrapada en el paisaje...

Besos.

Eduardo Fanegas de la Fuente dijo...

Muchas veces pienso que los hombre de racionales poco tenemos...Somos la principal causa de esos incendios. Espero que Manuel sea presidente un día y que sigan existiendo los bosques tal y como los has visto él. Un abrazo

Vir dijo...

Precioso paseo por el bosque, ¿quién quiere playa teniendo esto tan a mano? Una lástima lo de los incendios. Cada verano vuelvo a Galicia a renovar energías y se me encoje el corazón al ver la cantidad de monte pelado por lo incendios, la mayoría provocados intencionadamente, ¡qué penita! Entre las medidas que se deberían tomar endurecer las penas a pirómanos y "guarros-que-van-dejando-su-porquería-por-ahí-tirada", incluyendo a los cerdos que tiran las colillas desde los coches debería ser lo primero.
Un saludo

Sue dijo...

Ese es el "don" del ser humano, es capaz de las mayores catástrofes y de las gestas más increíbles.
Buen texto.

Un beso a los montes de León, que son una maravilla.