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jueves, 24 de diciembre de 2015

UNA LUZ

- Señor, han llamado desde su pueblo, hay un posible comprador para su casa. Pero ha surgido un problema que requiere su presencia.
José, solo quiere vender la casa, en ella, perdió todo lo bueno que le había pasado en su vida. El parto del que sería su primer hijo con Paloma, se precipitó en el tiempo, y el hijo nonato, murió llevándose por delante la vida de Paloma.
Paloma. Esa mujer alegre y vital, había sido lo más afortunado que podría haberle pasado en la vida, tal era su bondad y su alegría.
Con su muerte, se sintió abatido, destrozado, sin ganas de vivir. Vivió el funeral como un alma en pena, desgarrado y semiinconsciente, cuando entró en la casa, todavía podía oler su fragancia. Pero se le caía encima, cada rincón le recordaba la tragedia que se había cernido sobre su vida.
Recogió sus cosas y se fue todo lo lejos que pudo. Y, ahora, después de un año, tenía que volver a rememorarlo. Todo fuese por certificar una venta y olvidarse para siempre.
 
-¿Cual es el problema? -preguntó a su llegada.
-Veálo usted mismo.
 
Cerca de su casa se reunía una multitud, guardaba cierta distancia, y alguna anciana se santiguaba.
En la habitación de su esposa, se veía una claridad, como una luz, no era muy brillante.
-Esa luz- dijo el posible comprador- verá usted... algo extraño sucede en esa habitación.
-¿Qué sucede?- preguntó-.
Pero nadie daba una contestación clara ..."está embrujada"..., ..."hay un fantasma".
Lo que realmente estaba sucediendo, es que no se podía saber lo que había en la habitación, pues una luz blanca, cegadora, lo impedía. Desde el mismo quicio de la puerta, al penetrar en dicha habitación, la luz te dejaba totalmente ciego, pero no una ceguera común, oscura, sino blanca, como una niebla espesa y fantasmal, el blanco invadía los ojos y no dejaba ver nada. Probaron con gafas de sol, con máscaras de soldar, con algún que otro invento científico... pero nada. Solo una blancura fantasmagórica.
Y eso no era todo, las cámaras infrarrojos tampoco sacaban nada.
Mención aparte, tenía la temperatura, no sabían con exactitud la temperatura, pues hacía un frío allí dentro que cortaba la respiración. Quien intentaba entrar, salía a los pocos segundos. Se congelaba el aliento solo de acercarse a la puerta, la escarcha cubría los cristales. Uno quiso probar con traje de neopreno, algún científico consiguió un traje espacial, pero en ambos casos, no duraron más de cinco minutos dentro, sin conseguir información ninguna, pues la luz blanca era tan intensa que no les dejaba, allí dentro no se veía de donde procedía, pues no se proyectaba sombra alguna, y quien intentó protegerse de la luz con algo simulando un escudo, descubrío que no servía de nada.
Cuanto más se abrigaban, más frío salía. Las tejas sobre la habitación estaban blancas, a pesar de estar en plena primavera.
José estaba asustado.
-Dejadme entrar solo, por favor.
Entró temblando de miedo, pero en seguida tembló de frío, al ascender por las escaleras, los recuerdos casí le hacen perder el sentido. Al llegar frente a la puerta, se quedó paralizado, metió la mano enguantada, y el frío le produjo tal dolor que casi le acalambró todo el brazo.
Entonces, decidió morir allí dentro, metió la nariz solamente, y no notó frío en ella.
Tenía claro que se introduciría en esa habitación para siempre y moriría en el mismo lugar donde había dejado su felicidad, pues minentras abandonaba esta casa un año atrás, su alegría había abandonado su cuerpo en forma de lágrimas que habían ido cayendo por doquier.
Con decisión, se desnudó por completo, se quitó el reloj, y sus gafas, cerró los ojos, y entró en la habitación. Primero un paso. No sintió nada, ni frío ni calor, pero no abrió los ojos, pues notaba que la luz blanca prácticamente atravesaba sus párpados. Dio un segundo paso. Y tampoco sintió frío ni calor, pero la luz dejó de molestar, poco a poco, a través de sus párpados, una forma se hacía visible, no quería abrirlos, primero vio una forma humana, difusa. Luego vio que la luz blanca disminuía de intensidad y a través de sus párpados cerrados la imagen de Paloma se hacía nítida. No quería abrirlos, pues no quería perder esa imagen, fuese imaginaria o no.
-¿Eres el fantasma de Paloma?.- Preguntó-
-No, soy Paloma.
 
Entonces, era un ángel.
Extendió su mano hacia ella, y ella hizo lo mismo hacia el, cuando se tocaron, apenas notó el contacto, luego la calidez de siempre se hizo patente, su fragancia se intensificó.
En un momento fugaz, toda la luz penetró rauda en el cuerpo de José, y la habitación quedó a oscuras.
Ahora José, tenía un doble corazón, una doble conciencia, y un saco de alegría, pues retornó a el toda la plenitud que le había abandonado hasta ese día.
Le embargó la bondad de Paloma, la calidez de sus manos tomó posesión de las suyas, y se convirtió en el mismo.
Durante unos breves instantes estuvo a punto de perder toda la cordura de golpe, pero se sobrepuso, salió eufórico, se vistió despacio, salió a la calle y dijo:
 
-Yo no veo nada raro en la habitación, sin embargo, ya no quiero vender la casa. La cedo totalmente gratis para el nuevo centro médico, así ahorramos el coste de un edificio.
 
Subió a su coche y regresó a casa, pero no iba solo, llevaba consigo una nueva identidad. A partir de entonces, iluminaba cada lugar donde se encontraba, irradiaba bondad y felicidad a su alrededor. LLevaba dentro la luz blanca, y aunque no se podía ver desde fuera, iluminaba a cada persona que veía, cada instancia que pisaba.
 
Porque hay personas que llevan un ángel dentro.
No se ve, pero se ve la luz que irradian.
Iluminan la vida de quien está cerca, y alivian el dolor con su sola presencia.
 
Me vienen a la cabeza algunas de esas personas
Porque tanta luz
Tiene que ser por algo especial.

lunes, 17 de agosto de 2015

SAN ROQUE EN EL TIEMPO.

Aquí tenemos las fiestas, un año más.
Acudimos desde donde sea, representan el reencuentro, la nostalgia, el amor por nuestras raíces.
Cada año venimos y nos encontramos la fiesta preparada, con su bar, con sus juegos, con la iglesia arreglada, con la música... Pero detrás de todo esto, está el enorme esfuerzo de la gente que lo organiza, gente que sacrifica su propia diversión para que los demás tengamos fiesta, un trabajo ingrato que no se valora, que nadie ve. Expuesto a la crítica y a que algunas cosas no salgan del todo bien.
Estos últimos años Maria, Tanía y Alba, otros hacia atrás fueron otras, Mirtha, Iría, Emma,etc. Se quedan literalmente sin fiesta.
Durante los 8 años que el pueblo no tenía bar, Roberto y yo, durante tres años pusimos barra en la era, para que hubiese fiesta, que no había "botellón", labor que compartimos con casi todo el grupo de entonces, yo segaba la era y el campo fútbol, sucediendo una labor que hizo Sidoro.
La barra se ponía en la era a base de estacas y laterales del remolque una obra de ingeniería, que terminaba en una pura chapuza. Por cámaras frigoríficas teníamos bidones de la leche llenos de agua y el reguero de la era.
Creo que la gente que se esfuerza por que haya fiesta, se merece un reconocimiento.
Desde el que hacía el chocolate, hasta la frejolada de Tere.
El que pone banderines.
... Vende papeletas.
... Hace y pega carteles.
... Programa los horarios.
... Organiza como puede.
Porque no olvidemos que prácticamente se parte de presupuesto cero y que solo el amor por este pueblo hace posible que haya fiesta.
Un saludo y mis disculpas para toda aquella gente que no menciono, no por olvido, sino porque son muchos...

UNA PALABRA, O DOS

Hago el esfuerzo, y no hablo con nadie, con miedo de causar malentendidos.
Busco algo razonable que explique esta situación incómoda.
Una razón por la que se me niegue la palabra, pues no recuerdo haber hecho nada que lo merezca.
Que por la boca muere el pez, pero que hablando se entiende la gente, y las buenas palabras alivian el ánimo.
Y que el precio no deja de subir mientras se mantiene la tensión del silencio.
Que ya pago lo que rompo, no es necesario que pague lo de otros.
Que se puede vivir así, pero es absurdo.
Y el silencio agranda la distancia, que rozamos nuestros brazos y las miradas resbalan unas sobre otras, y en ese instante parece que pasemos a miles de kilómetros.
Me gusta gustar, y por eso, odio que me odien.

sábado, 23 de mayo de 2015

Ree

Ree
Caminábamos en dirección contraria, pero se clavaron las miradas, y nos volvimos a la vez para mirarnos, fue como una corriente eléctrica, como si nos conociésemos de otras vidas. Como si nos hubiésemos conocido en nuestros sueños.
Estábamos en una ciudad de paso, regresé por el camino para buscarte, tú, habías hecho lo mismo. Al encontrarnos no podíamos dejar de sonreír, las palabras se atropellaban en nuestros labios. Uno frente al otro, las manos unidas izquierda  con derecha, leyendo uno en los ojos del otro, como si nos conociésemos desde tiempos inmemoriales.
Supimos nuestros nombres sin decírnoslos, los actuales y los pasados, teníamos la misma edad, éramos el mismo signo, nacimos el mismo día. El momento se hizo eterno, el tiempo se detuvo, nuestros rostros cambiaron una y otra vez, en todos nos reconocimos, nos vimos nacer y morir.
En la duda, sabíamos que al soltar nuestras manos, al dejar de mirarnos, se terminaría la magia, y sucedería lo inevitable. Todas las vidas habíamos repasado mientras duró el contacto, y de todas nos conocíamos.
Al soltar nuestras manos, la oscuridad apenas duró un instante, luego esa luz blanca, intensa envolvente, me llevó una paz inmensa. Porque solo regresé para repasar otras vidas, y reconocerme en las siguientes, en la cama dejé abandonado mi cuerpo, y me fui sin más. Mi cuerpo siguió su camino efímero de la vida a la nada, y yo proseguí mi camino, a la espera de renacer en otro cuerpo… esta vez sin prisa.

martes, 24 de febrero de 2015

SE MURIÓ EL IDIOTA

Hace tres años murió mi marido, mientras intentaba apagar el incendio de nuestra casa, que quedó destruída... y toda mi vida se vino abajo, y, a pesar de que no era un buen marido, eché de menos todo lo que el hacía.
Desde entonces vivo lejos de nuestro establo, que se salvó de puro milagro. Tengo que caminar 400 metros cada vez que voy allí a trabajar, sola... trabajar sola... todo para mí...
Desde que murió, ha sido mejor marido que estando vivo, pues ya no regresa a casa borracho, cada domingo me deja una rosa, o cualquier otra flor en el alfeizar de la ventana de mi habitación... detalle que nunca tuvo estando vivo. Claro, que esto no puedo contarlo porque me tomarían por loca, incluso me sorprende a mí misma creer en espíritus, con lo coherente que he sido siempre.
Desde que murió, cada mañana cuando regreso al establo, le encuentro limpio y mullido, y el ganado cepillado, el cuenco del perro lleno, y las cercas de los prados arregladas, y cuando regreso a casa, aunque está vacía, noto una presencia, y, a veces, encuentro el pan a la puerta, cuando estando vivo nunca me lo trajo...
 
Hace tres días se murió el idiota. El idiota que siempre sonríe aunque se estén burlando de el continuamente, el idiota, que entra descalzo en la iglesia para no manchar el suelo, el idiota que invita en el bar a quien más se burle de el, con lo que cada día hay allí un espectáculo bochornoso.
Sí, se murió el idiota que siempre me sonreía, el idiota que cargaba con el pan para todo el pueblo cuando la nieve cortaba la carretera, el idiota que jugaba horas y horas con los niños, el idiota que casi muere por sacar a mi marido en el incendio, el idiota que nunca se enfadó con nadie, y eso que motivos no le faltaban, el idiota que estaba enamorado de la chica más guapa del pueblo que nunca sería para él.
Se murió el idiota que se ahogó en el río por intentar salvar a su perro, que pudo salir ileso, al contrario que el idiota de su amo.
 
Y en el entierro, no se oía ni una mosca, ni el incómodo e irrespetuoso murmullo que se queda a la puerta de la iglesia de todos los que no entran.
Y la gente estaba muy triste, porque resulta, que todo el mundo le quería y sintió su muerte ¡ y mira que era idiota! pero todos le querían.
Y durante el entierro, el pobre perro con tremendos lloriqueos y aullidos, y nadie era capaz de silenciar al pobre animal...
 
Hace tres días murió el idiota, y hace tres días que no hay flores en mi alfeizar, ni el establo está limpio y mullido, ni alimentado el perro, ni arregladas las cercas de los prados, ni hay pan a mi puerta...
Y ahora, ya no creo en espíritus... ahora solo creo en la bondad de los idiotas. 


domingo, 1 de febrero de 2015

EL SUSTO

Hacía tiempo que no venía a mi barrio de la infancia, puede que 20 años, no lo se con certeza, así que, lo primero, visita al bar.
 
- Aquí está mi chica, igual de guapa que siempre - le espeté a mi prima Angela que seguía regentando el bar de la esquina.
 
Nos fundimos en un abrazo, y se nos atropellaban las preguntas...
 
-¡Mamá, mamá! -nos interrumpió un niño, que era idéntico que mi amigo Fernando-
-Así que... -dije- al final te casaste con Fernando.
-¡No! -gritó- ¡No!...
 
(silencio)
 
-Me casé con Juan José... -dijo sin gritar-.
 
(Más silencio)
 
-¡Calla! - susurró- Por favor... no digas nada... ´- tartamudeó.