Como mañana es San Valentín, y no voy a tener tiempo de publicar pues dejo esta historia hoy. Es lo que sale, sin más.
A VER SI SALE UNA DE AMOR…
Cada día la veía en la parada del bus, Manuel salía del horno de pan que tenía con su mujer en dirección al otro lado de la ciudad, lugar en el que dejaba pan a varios restaurantes, eran las siete de la mañana, y no había mucha gente, desde luego, en la parada del bus, ella estaba siempre sola. Eso no tenía nada de excepcional, lo curioso era, que viviendo en esa misma zona, los dos iban a parar al mismo sitio al otro lado de la ciudad.
Mónica, salía de casa pronto, casi las siete de la mañana, a la misma hora que el panadero salía del horno… Tenía que esperar en la parada del bus, a esas horas era un poco pronto, y llegaba veinte minutos antes de que abrieran la puerta de su trabajo en unas oficinas al otro lado de la ciudad, pero no podía coger el siguiente bus porque llegaba un poco tarde, así que a Mónica le quedaban esos veinte minutos para tomar un café en el bar de al lado de las oficinas.
El mismo bar en el que ya estaba Manuel, que llevaba cinco minutos allí, cuando Mónica llegaba.
Los primeros días, los dos estaban uno a cada extremo de la barra del bar, vacío a esas horas, salvo Merche, la dueña del bar.
Cada día era lo mismo, Mónica esperaba el bus… Manuel salía del horno… para encontrarse al otro lado de la ciudad, en el mismo sitio, solos los dos… en la barra del bar. Merche de testigo.
Era inevitable que cada día la conversación les acercase un poquito en esa barra, que, como si fuese un embudo, les fue empujando hacia el medio de la barra hasta tomar el café uno al lado del otro.
Más inevitable fue la atracción mutua, porque Manuel era un hombre guapo, agradable, de conversación afable y aspecto de buena persona, un hombre simpático y encantador. Mónica era una mujer de bandera, deslumbrante, atractiva, de sonrisa radiante, contagiosa, y ¡vaya por Dios! también era un cacho de pan.
Y… ¡VAYA POR DIOS! los dos estaban casados, y muy felizmente, por cierto.
La conversación del café, había conseguido que, al cabo de dos meses, Merche la del bar, les tuviese un cariño especial, veía una pareja perfecta, pero sabía que no podría ser. De todas formas les adoraba.
Poco a poco, un día surgió el tema de que vivían en la misma zona, y como no, de que era absurdo que Mónica cogiese el bus, viniendo Manuel en la furgoneta del pan al mismo sitio.
En un segundo quedaron para empezar a venir juntos. Los dos encantados, nerviosos… El primer día, Manuel se temía cometer algún error en la conducción, porque estaba entusiasmado por llevar a Mónica a su lado. El primer día, Mónica se puso más guapa todavía, más nerviosa que una quinceañera en su primera cita.
Y ninguno de los dos, por primera vez en su vida, le contó esto a sus respectivas parejas…
Y a ese día siguieron muchos. Y Merche les veía llegar juntos, y no pensaba mal, porque sabía que eran incapaces de traicionar sus respectivos matrimonios.
En común tenían su carácter, sus gustos por la lectura y la música, tenían mil temas de conversación, estaban hechos el uno para el otro, lo cual habría sido así de haberse conocido antes. Tenían en común una edad similar, rondando los treinta años.
Manuel tenía una niña de cuatro años, Mónica tenía un niño de seis. Hablaban de sus respectivos hijos con adoración… Era imposible una historia de amor. Manuel estaba loco por su mujer, una mujer encantadora, para la que su marido era más héroe que los de los comics. Mónica tenía un marido genial, atento, comprensivo, que la sabía escuchar, que la ayudaba en todo, y un padre por los cuatro costados.
Era imposible una historia de amor… pero en esta vida…
Merche, desde dentro de la barra, no veía como se daban la mano. La primera vez, que Mónica llegó muy triste por la muerte de uno de sus abuelos, Manuel, la escuchaba sin decir nada, solo, la cogía de la mano.
Mónica se quedó con la calidez de esa mano, con la honestidad de esa mirada, del silencio agradable.
Cuando las cosas fueron al revés, Mónica devolvió el detalle con un abrazo al subir a la furgoneta.
Pasaban los meses, y no habían dicho nada de que iban juntos en casa. Los dos conscientes de que sentían algo prohibido, tabú para sus mentes fieles.
Comenzaron a coincidir por las tardes en el parque con los niños, que jugaban juntos con toda la naturalidad del mundo, que habían congeniado tanto o más que ellos mismos.
Una manera de mirar que delataba enamoramiento, un contacto de manos, que decía más que mil palabras, una sonrisa al verse, que evidenciaba esa pasión.
La cosa no iba a mayores, porque Manuel era demasiado cobarde para ser un adúltero, porque Mónica tenía miedo de perder todo lo que tenía, esa vida perfecta en lo que se refiere a nivel afectivo y familiar.
Pero la pasión les pudo, ese latir acelerado que amenazaba con romper el pecho, esa respiración agitada, que hacía subir los colores, esa bilirubina desbocada…
Lo habían hecho, un adulterio en toda regla, un miedo atroz a perder a los seres queridos, un remordimiento solo equiparable al recuerdo maravilloso e imborrable de la noche pasada juntos.
Esa noche, nunca volvió a repetirse… No podían con su propia conciencia. Siguieron haciendo juntos el trayecto por las mañanas, viéndose en el parque con los niños, que se habían hecho inseparables y no dejaban de hablar uno de otro, no quedando más remedio que quedar juntos muchas veces los dos matrimonios.
¿Cómo pudo suceder eso? Manuel se hizo íntimo del marido de Mónica. Mónica estaba encantada con la mujer de Manuel.
Todo siguió igual durante años, los hijos, amigos inseparables, vacaciones todos juntos, ellas juntas de compras, ellos juntos al fútbol…
Pero nunca más volvieron a acostarse, daba igual ese detalle, la pasión de uno por otro no se había evaporado, tenían esa relación especial, nunca se les notó nada, ni Merche se dio cuenta, se tenían un amor especial, estaba intacto. Superaron los remordimientos a base de muy buenos ratos junto a sus respectivas familias, que cada vez se iban uniendo más y más.
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Muchos años después...
Ya solo estaba la familia, el entierro había sido multitudinario, no obstante, la mujer de Manuel siempre fue muy querida en el barrio. Manuel era incapaz de separarse de allí, veía su nombre en la placa del nicho, y no terminaba de hacerse a la idea de estar sin ella, de no volver a verla, de no encontrarla a su lado al despertar cada mañana. A pesar de la larga enfermedad de su esposa, y de que la muerte estaba presente desde hacía meses, no era capaz de asimilarlo.
Estaba solo allí, Mónica se acercó sin decir nada, le cogió del brazo, y se quedó allí derramando por su amiga las lágrimas que a Manuel no le salían. Mónica entendía mejor que nadie el dolor de Manuel porque solo hacía dos años que ella misma se había quedado viuda.
La viudedad les había sorprendido a los dos antes de tiempo. Se veían los dos allí, libres de prejuicios, de conciencia, de todo… Y sin embargo, tenían encima una amargura gigantesca, una tristeza inmensa, que les hubiese aplastado de no haberse tenido el uno al otro.
Estaban solos, y nadie les interrumpía. Sus hijos sabían que estaban compartiendo el mismo dolor, no sabían que compartían toda una vida, y hasta una noche de pasión, que ni Manuel ni Mónica habían olvidado nunca.
De pronto esa niña inquieta, que no paraba de dar vueltas por allí, que no veía desde sus seis años el alcance del dolor de la pérdida de un ser querido…
-¡Abuelo Manuel! ¡Abuelo Manuel!
-Dime cariño, que para eso eres mi nieta favorita.
-Ahora que tu te quedas solo, y la abuela Mónica también está sola, podíais vivir juntos para no estar tan tristes, así os tendríais el uno al otro, y yo con solo ir a una casa ya vería a los dos abuelos que me quedan.
-Es verdad hija, no lo había yo pensado.
Sonreía Mónica, después de mucho tiempo llorando, sonreía Manuel. La amistad que surgió en el bar de Merche, el amor frustrado de los dos, no había sido desperdiciado del todo. De esa amistad, surgió la de sus hijos que un día les sorprendieron con la noticia de que se casaban, matrimonio que dio lugar a esa nieta en común, que empezó a gestarse en un montón de arena en un parque ya inexistente.
Siempre, siempre se habían tenido el uno al otro, y ahora, se necesitaban más que nunca, y ahora… la pasión seguía intacta, y sus hijos tuvieron que ver atónitos como sus respectivos padres y suegros, se iban juntos en la furgoneta del pan en vez del turismo que tenía Manuel desde la jubilación.
-¡yupi! ¡yupi! ¡mamá! ¡papá!, los abuelos se van vivir juntos…
-Mónica.
-Dime, cariño… es la primera vez en la vida que te llamo cariño.
-¿Dónde cenamos el martes? que es San Valentín…
* No se si esta es una historia de amor, pero quisiera que viéseis la cantidad de combinaciones que pueden tener los sentimientos… Que la historia de amor, no queda muy clara, que no se si es una historia de amor entre Manuel y Mónica, o de ellos hacia sus respectivas parejas, o de ellos hacia sus hijos, pero una historia de amor al fin y al cabo, porque hay amor romántico, amor fraternal, amor filial, amor por la vida, por la amistad… y que nunca se sabe dónde llegará esa nueva oportunidad de amar…
Espero que os guste.
Para Noemí, que me grita queriéndome.
Ay Rubén hijo como me ha gustado...
ResponderEliminarComo dices en tu reflexión final es una historia de amor universal, amor de todos hacia todos, de amor y respeto.
Al leer la historia me ha recordado a la histoia de amor de alguien que conocí.
Besos y espero que pases un brillante día con Noemí :)
Rubén, de lo me jor que te he leído.
ResponderEliminarSalu2.
sí que es una historia de amor, amistad...
ResponderEliminarme ha encantado, gracias por este relato.
Nieves, me has asustado, porque al imaginarme el relato, lo último que quería era tener parecido con la realidad, me parece que sería muy injusto tener el corazón tan partido y repartido.
ResponderEliminarAlfredo, la verdad es que las entradas de este tipo las he escrito al principio del blog y cuando empezaste a leer, ya había perdido algo de imaginación, o más bien se había ido por otros derroteros.
ResponderEliminarEddie, es una historia que no puedo definir ni como feliz ni como correcta, empecé con la idea de escribir una cosa, y terminé escribiendo otra.
ResponderEliminarY es que una historia donde el amor sea el protagonista puede tomar los rumbos más inverosímiles, esa es su grandeza (y su miseria)
ResponderEliminarSaludos y a disfrutar de San Valentín
Si es que esto de que se acerca Valentín!!!!Nos pone a todos ñoños jajajajjajaa.Me encantóooo Ruben, amor-amistad-amor, un circulo vicioso del que supieron salir pero quedaron enganchados para siempre.Me ennnnncantóoooooo.Millllll besitosssssss y me gusta la foto del niño pero...y la niña??no se celará???????????:):):)
ResponderEliminarRuben, chapó, me ha gustado mucho la historia, está llena de ternura, de cariño y tiene todos los ingredientes, incluso un final feliz.
ResponderEliminarEnhorabuena maestro,
Sese, con este relato, quiero poner de manifiesto, que hay amores que no se pueden reprimir, que es imposible obviarlos.
ResponderEliminarMidala, ya tengo la foto de la niña en el móvil, y además, ella no se puede celar, porque es muy guapa, y además, más adelante cambiaré de foto (es que es más agradable de ver a Dani que a mí)
ResponderEliminarSaudades, no me llames maestro, que aquí el verdadero maestro eres tú.
ResponderEliminarEl amor está en todas partes en realidad, no hay que limitarlo a las parejas o a la pasión. Y estar casado no te impide, afortunadamente, enamorarte de vez en cuando (y no lo digo porque yo esté casada, je,je).
ResponderEliminarAnda, romanticón.
Yo he leído esto antes... Tienes razón en una cosa, se ama de muy diferentes formas. Bonita historia, muy bonita.
ResponderEliminarSue, soy un romanticón, aunque algunas entradas, me contradigan.
ResponderEliminarVir, claro que lo has leído, es una entrada que tu misma rescataste de mi blog en soy.es.
ResponderEliminarMe pareció apropiada ponerla hoy.
Tío...Es un texto precioso. Me encanta. Cuando escribes sobre sentimientos, de cualquier tipo, nos embelesas a todos.
ResponderEliminarEs una historia de amor perfecta!!! Cuando iba por la mitad del texto ... tuve miedo de llegar a un final no feliz ... qué susto tuve! - No. No fue así, lograste desarrollar una historia perfecta! amor en en cada detalle, en cada instante de la historia.
ResponderEliminarME ENCANTÓ!!!
Abrazos! Y feliz día junto a tu familia!
Eduardo, sonó la flauta...
ResponderEliminarMercedes, cuando se me vino la historia a la cabeza, si que pensé en un final diferente, pero no quise, porque ya bastantes penas tenemos todos, como para encima inventarme otras.
ResponderEliminarFabulosa historia esta, que grato haber ido envejeciendo juntos y al final unirse. Me encantó.
ResponderEliminarFelicitaciones Rubén.
Gracias por compartir.
Me gustó. Me gustó mucho.
ResponderEliminarEs una historia para que te la cuente un abuelo al calor de un fuego, mientras fuera cae la lluvia, y cuando acaba, se instala el silencio y vienen a la mente añoranzas,y recuerdos, reales o imaginarios (también se pueden tener añoranzas y nostalgias de cosas no vividas).
Gracias.
(huy, que cursi me salió!, pero realmente el el pensamiento que me vino a la mente tras la lectura.
Aida, gracias, quizás envejecer juntos sustituyó otras cosas.
ResponderEliminarVicente, me gusta tu perspectiva de la historia, si, podría uno sentir nostalgia de las cosas no vividas.
ResponderEliminar!!Hola Ruben!!!
ResponderEliminarUna historia preciosa.Creo en el destino y ellos estaban predestinados a estar juntos.
Perdona la tardanza en responderte pero he estado unos dias sin conectar y muy liada.Feliz san valentin con retraso.Tu crio tiene una carita angelical,q niños mas hermosos tienes,de verdad.Besitos Ruben.
Lady celeste, puede ser el destino, la casualidad, o como quieras llamarlo, el caso es que antes o después, hay personas que terminan juntas.
ResponderEliminarPaso a darte millllllllllll besitos y a decirte que quites el chapap este que es un rollo para dejarte comentarios.Yo no soy capaz de ver lo que pone......bikiñosssssssssssssssss
ResponderEliminarufffff, que historia, Ruben. Se veía venir desde que quedaron juntos para ir en el coche, entre la atracción que en este caso no es fatal, sino dos personas que se atraen y se enamoran, pero ante todo se imponen sus responsabilidades, por no hacer daño a sus respectivas parejas e hijos, toda una fuerza mental y de corazón.
ResponderEliminarLa vida pone muchas trampas, precisamente por eso, porque es vida. El caso es que aunque la tristeza les inundo también tuvieron su oportunidad.
Una pareja excepcional.
Encantada de leerte.
Un abrazo.
Midala,tienes razón, yo también tengo dificultades en algunos blog con los comentarios. Perdona mi egoismo al no recordar tu operación y tus dificultades para ver.
ResponderEliminarSoledad, podría ser predecible, es verdad, de todas formas, mi idea era manifestar las muchas maneras de querer que hay a nuestro alrededor.
ResponderEliminarGracias por tu visita. Me encanta tu blog.
Pues para "ver si te sale una de amor", te ha salido. Me parece que tiene ese "algo" conmovedor qu ela hace interesante de leer. Mola. ;)
ResponderEliminarDespués de estos días festivos de carnaval
ResponderEliminarPaso para visitarte y dejarte mi recuerdo
Y cariño agradeciendo tu visita.
Siempre con cariño un abrazo
Marina
Chuan-che, gracias por pasarte por aquí y dejar a un lado las máscaras en estos días ajetreados de carnaval.
ResponderEliminarGracias Marina, lo mismo digo.
ResponderEliminarPor donde andas????va todo bien?????????Besitosssssss se me hace raro no verte por ningun lado...me mosquea!!!:(:)(:(
ResponderEliminarTe mando millll besos esperando que no sea nada y que pronto estes aquí de nuevo con tus relatos.Mis mejores deseos.Mil besitos
ResponderEliminarMe encantó haber llegado hasta aquí, y haber leído esta hermosa historia, el amor no se esconde es evidente y hay que compartirlo porque si es real se proyecta, sale de nosotros así lo queramos evitar.
ResponderEliminarSaludos desde Colombia
Endless Love, bienvenida, gracias por el comentario, y sí, tienes razón, algunos sentimientos son inevitables y son muy fuertes.
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