Toda la vida llevaba Mario jugando con Marisa. Desde niños, se pasaron las horas juntos.
Cuando llegaron a la pubertad, seguían siendo inseparables, contándose todo, confiándose cada secreto, compartiendo cada risa, cada libro, cada película que veían siempre juntos.
Parecían predestinados a ser pareja, a salir juntos, pero cuando llegó el momento, Mario no se atrevió y Marisa no pudo esperar, así que terminó saliendo con el guaperas de turno, ese que va de sobrado, ese con una moto que nadie se podía permitir, ese chulo que nos hace parecer inferiores, solo por ser más feos.
La popularidad es importante en la adolescencia, y salir con ese chico, colocó a Marisa en un escalafón social, muy lejos de Mario, donde no había amigos en común, estaban separados por esa distancia que a veces se abre en la existencia de las personas que están pasando por la "edad del pavo"-
Durante mucho tiempo, Mario se dedicó a otras cosas, a otras personas, sin salir con chicas por timidez y por falta de ocasión, quemando su pérdida con el deporte, al que se consagró ocupando todo su tiempo libre, fútbol, baloncesto, tenis de mesa, daba igual, el caso era no recordar lo que había perdido.
El guaperas de turno, vivía en un pueblo que distaba unos cinco kilómetros, y cada día iba a buscar a Marisa en su "peazo moto", restregándosela a todo el mundo, la moto y la novia, "peazo novia" pensaba Mario, que nunca se fijó en la moto.
Un día, Marisa apareció en casa de Mario.
- ¡Hola Mario!
-¡Vaya Marisa!, pensé que se te había olvidado donde vivía.
-Mario, necesito un favor. Me ha llamado mi novio, y hoy no puede venir, necesito que me lleves en tu moto.
-¿En mi vespino?, ¿Estás segura?, mira que tiene el tubo de escape roto y llegarás oliendo a gasolina.
-Me da igual.
En fin, Mario cogió la moto, y se dispuso a llevar a Marisa, pero cuando ya habían recorrido 500 metros, la moto empezó a fallar, el humo salía por todos lados, al final se detuvo el motor. Regresaron caminando otra vez a casa, y oliendo a gasolina.
-Lo siento -dijo Mario- supongo que no hay nada que hacer, lo único, que te deje mi bici y vas en ella.
-¡Sí hombre! y si se hace de noche, vengo yo sola en la bici, ni lo sueñes, ven conmigo anda...
-Pero si solo tengo una bici... -dijo Mario-.
-Pues me llevas en ella...
-Pero es que no tiene sillín atrás para llevarte...
-Pues llévame en los guías, si me has llevado ahí mil veces, Mario.
-Sí, pero... ¿hace cuánto tiempo?
-¿Me llevas o no?
-Te aprovechas de mí, ya sabes que no puedo decir que no.
Así que cogieron la bici, y con Marisa sentada en los guías, y Mario intentando ir derecho, se encaminaron en busca del "guaperas".
Era harto difícil gobernar la bici vieja, con Marisa sentada en los guías, Mario iba haciendo eses.
-Vaya caprichosa que eres Marisa, la has cogido llorona con tu novio.
-Anda, calla que...
En ese momento, cuando estaban ya a medio camino, una burra estaba paciendo en la cuneta, como Marisa iba en los guías, Mario casi no veía, y cuando quiso reaccionar, se habían caído a la cuneta, los guías todos doblados, los radios de la rueda rotos, y la cadena fuera...
-¡Pero Marioooo...!
-¡Qué quieres, Marisa, la carne de burro no es transparente!
-¡Ya, pero los ojos de gocho lo ven todo!
Hacía mucho que no se decían esas frases que tantas veces se dijeron en la infancia.
-¡Pero Marioooo...!
-¡Qué quieres, Marisa, la carne de burro no es transparente!
-¡Ya, pero los ojos de gocho lo ven todo!
Hacía mucho que no se decían esas frases que tantas veces se dijeron en la infancia.
Estaban manchados, llenos de cardenales, pero de todas formas, Marisa insistía en ir a ver a su novio.
-Pero, Marisa, no querrás que te vea con esa pinta.
-Me da igual, quiero ir y voy aunque sea andando.
-Entonces si que se va a hacer de noche.
-Si me acompañas no me dará miedo.
-Pero Marisa, que no quiero ir de sujetavelas, no me pidas eso.
-¡Por favooooor!
-Bueeeeno, pues si no hay bici ¡vamos en burra!
Una cosa es decirlo, y otra cosa es hacerlo.
La burra, no estaba por la labor, y después de correr un rato bueno para cogerla, se las vieron y se las desearon para poner una cuerda para guiarla, y no digamos lo que les costó subirse en la burra.
El animal iba donde quería, Marisa iba delante, y no era capaz de gobernar a tan terco animal.
Cambiaron y Mario se puso delante, entonces a la burra le dio por correr. Marisa se aferraba con fuerza a la cintura de Mario, con lo cual, Mario, deseoso de prolongar ese abrazo forzoso, no hacía nada por detener al animal, que terminó por frenar de golpe, despidiendo a sus viajeros por delante, dándose a la fuga.
Nuestros viajeros salieron despedidos contra la señal indicativa del pueblo de destino.
Estaban para el arrastre, pero no podían parar de reirse.
A Marisa, la risa se le fué en cuanto vio al "guaperas" con otra, aquella chica nueva.
-Ya sabes -dijo Mario- carne fresca, todos están por ella.
-Será cabrón, por eso no podía ir...
A Marisa le dio por llorar, y como no podía parar y no quería que la viese el cabrón, se dió la vuelta y se dispuso a regresar a casa.
Como quiera que la pobre estaba tan triste, Mario solo hacía que intentar hacerla reir, pero no había nada que hacer. Hasta cogió un volante de un coche de pedales, que estaba tirado al lado de un contenedor de basura, y hacía bromas con él.
-¿Quieres que te lleve?, tengo sitio.
-¡Cállate, Mario!, que no tengo ganas de risas.
A medio camino, encontraron de nuevo a la burra, con la cuerda colgando. Como vieron la oportunidad de vengarse, acorralaron a la burra, y de nuevo se subieron a ella, Mario iba delante, haciendo que conducía la burra con su volante de juguete, simulando el ruido de un motor. Marisa iba detrás, simulando que iba enfadada, y guiando con las riendas a la burra. Mario seguía con su broma, porque notaba como Marisa hacía verdaderos esfuerzos por contener su risa.
Así llegaron al pueblo, ya noche cerrada, todos los chicos en la plaza, viéndoles llegar. No se lo podían creer, hacía tiempo que no les veían juntos.
Marisa, les contaba entre carcajadas su viaje, y mientras contaba lo del "guaperas" no solo no lloraba, sino que seguía riéndose. Todos hacían bromas con su nueva "moto", lo poco que gastaba, y que no hacía falta casco.
-Sí,sí, casco si hace falta, que no veas como nos apeó en destino.
Estuvieron todos los amigos hasta tarde bromeando. Se lo habían pasado todos genial, y Mario, estaba radiante, por un momento se sentía tan felíz como antes.
Marisa, se fue para casa contenta, y cuando se disponía a darse una ducha, al quitarse la camiseta, entre el olor de la burra, y su propio perfume, y el olor a gasolina, pudo distinguir el olor de Mario, ese que conocía tan bien, ese olor le trajo recuerdos de toda la infancia tan feliz que Mario le había regalado. Pensó en lo tonta que era al perderse tan buenos momentos, solo por estar con un chico, que nunca sería tan entrañable como "su" Mario.
"No"-pensó- "tonta sería si dejo que esta joya acabe en manos de otra después de tenerle yo desde pequeño"
El olor a gasolina en la camiseta no era lo que la hacía inflamable.
No salgo muy bien en esta foto, creo que es fallo de la web cam.
Aunque a veces tengo este aspecto, sobre todo después de la extraordinaria historia que me ha pasado con un vampiro y un hombre lobo, que contaré el próximo día.
No salgo muy bien en esta foto, creo que es fallo de la web cam.
Aunque a veces tengo este aspecto, sobre todo después de la extraordinaria historia que me ha pasado con un vampiro y un hombre lobo, que contaré el próximo día.
Ruben fenomenal la historia, muchas veces nos dejamos engañar por el continente y no por el contenido y dejamos de lado lo más preciado que tenemos.
ResponderEliminarHe pasado un rato fenomenal al ler las aventuras de Mario y Marisa.
Un abrazo,
Muy buena,Ruben, este tipo de relatos se te dan muy bien, esperando quedo el próximo.
ResponderEliminarSaludos.
Saudades, me alegro de que te haya divertido.
ResponderEliminarTejón, el próximo es pura ciencia ficción, ya verás, espero no enredarme al dar forma a lo que tengo en la cabeza.
ResponderEliminarA Marisa le pasó como a muchas mujeres se deslumbran por un tío bueno y un buen paquete que puede estar hueco.
ResponderEliminarSaludos
walaaaa! me ha encantado la historia. Has conseguido meterme dentro de éste pueblo, y poder ver de bien cerca a ésos dos personajes, los sentimientos que desprenden, incluso el olor a gasolina, tambien he podido notar el tacto del pelo de la burra.
ResponderEliminarIMPRESIONANTE. Piel de gallina.
Fan numero uno de tus relatos!
Si es que a veces los humanos somos más burros que los asnos, y encima tropezamos dos veces con la misma piedra.
ResponderEliminarPero en fin, para eso están los cuentos, que nos proporcionan un final feliz.
Y mira por dónde, me has recordado al Tio Calambres de Luis Aguilé, "en una curva me trague un burro sin luces rojas de situación"
Saludos
Emilio, no solo el paquete está vacío, sino todo el entorno.
ResponderEliminarNoia, gracias, la verdad es que esta es mi especialidad, este tipo de relatos esperpénticos.
ResponderEliminarSese, a mi me has recordado a un "trastornao" que llevé en el bus, y que solo hacía que decir"rojas ir blancas venir" refiriéndose a las luces de los coches, venía colocado hasta la médula.
ResponderEliminarnunca me gustaron l@s chic@s más populares... bastantes veces son los más vacios, crueles...etc, siempre me atrayeron más los que no intentan destacar, son las personas que más tesoros esconden.
ResponderEliminarme encanto este relato y la foto del burro también. :)
Eddie, a mi también me gusta la foto del burro.
ResponderEliminarAfortunadamente, en España no se la da tanta importancia a la popularidad como en las pelis americanas.
precioso relato pero al final se quedo con el perfume de su amado ...
ResponderEliminarfeliz semana y gracias por la visita
besosssssssssssssssss
Marina
Qué bueno. Si es que no hay mal que por bien no venga y al final, mira, por paciente y buena persona Mario y Marisa se quedan juntos (como yo preveía jeje).
ResponderEliminarBonito relato, no te pregunto si es autobiográfico venga :)
Genial Ruben, me llevó su tiempo pero valió la pena!!!Y...si es que masssss vale lo malo conocidooo jajjajaajajjajajaj, si al final vale la pena !!Millllllllll besitossssssssssssss
ResponderEliminarNunca hay que fiarse de las apariencias.
ResponderEliminarUna historia que acaba bien.
Besos, Ruben.
Ah, en la foto estás que te sales.
Me encanta la foto, sales muy favorecido, ;) A mí siempre me gustaron los "feos", esos que no le gustaban a ninguna más, porque yo era más del regalo que del envoltorio... Pero la adolescencia y su revolución hormonal son terribles!!! Aunque si hay buen fondo, siempre se vuelve al camino correcto. Una historia preciosa.
ResponderEliminarMarina, solo después de un tiempo sin olerlo, se percata uno de los olores cotidianos.
ResponderEliminarSue, no es autobiográfico, lo autobiográfico, es vergonzoso, todavía no me atrevo a ponerlo.
ResponderEliminarMidala, es verdad, más vale lo malo conocido, porque a lo mejor no es tan malo como pensamos.
ResponderEliminarZarzamora, mira que salgo bien en esta foto ¡eh!, pues no me la han dejado poner en el carnet de identidad.
ResponderEliminarVir, una vez me dijo un amigo que iba a coger fama de salir con feas, con lo cual yo le cogí, le metí en el servicio de los chicos, le puse delante del espejo y le dije, que si no hubiese mujeres que hiciesen lo que yo, estaríamos a dos velas...
ResponderEliminarMe has tenido en vilo media historia, tanto interés en ir a verle....
ResponderEliminarHe recordado mucho a mi amigo Javi y a mi aunque nunca hubo ninguna intención amorosa por ninguno de los dos si teniamos y tenemos ese punto de amistad como mario y Marisa.
Espero con inquietud esa nueva entrada que nos has avansado!!!
Un besote :)
Nieves, es genial tener a alguien así, siempre se hacen confidencias entre personas de distinto sexo, que no se hacen entre chicos ni entre chicas.
ResponderEliminarMuy bueno Rubén! cada día me asombra más tu imaginación!!!
ResponderEliminarCariños!
Mercedes, y yo encantado de que te guste, muchas gracias.
ResponderEliminarMe he reído mucho de verdad, bueno ha tenido un momento de tensión, bah, no ha sido para tanto.
ResponderEliminarSi Mario no hubiera ido de "canasto de las chufas" el final no hubiera ocurrido, y es que muchas veces las tornas se cambian. Un guaperas no lo es todo.
Me ha gustado mucho el burro, la imagen jajajaja, para mi que lo sabía.
Fenomenal el texto y la narración
Soledad, es que no tengo ni idea de lo que es el canasto de las chufas.
ResponderEliminarCuantas veces se confunde amor con amistad… y viceversa.
ResponderEliminarSalu2.
Alfredo, chico-chica, adolescentes, difícil que no pase algo.
ResponderEliminarRuben interesante relato que pase un feliz fin de semana.
ResponderEliminarUn cordial saludo desde…
Abstracción textos y Reflexión.
Encantada Ruben de aclararte lo que significa " El canasto de las chufas", es otra expresión dada de otra forma a "sujeta velas"
ResponderEliminarSoledad, gracias por la aclaración, ignorante que es uno, ya ves, nunca había oido esa expresión.
ResponderEliminarEncantadora tu historia Rubén!!! me he reído mucho! sos genial.
ResponderEliminarY MUCHO MÁS LINDO QUE LA BURRA!!!