Miguel
cumplía 14 años, era el último día de agosto, y le habían regalado un teléfono
móvil. Estaba tan contento con su regalo, y tuvieron que estropearle el día.
Le dieron la
noticia de que tendría que trasladarse a la ciudad para estudiar 2º de la ESO,
porque este último curso, había sufrido mucho para aprobar.
Vivir en este pueblo, anclado entre
las montañas, era fantástico, pero durante el invierno, había demasiadas
nevadas, y se perdía muchos días del curso, y sus padres no querían que eso
fuese un impedimento en sus estudios, pues hasta ahora había sido un buen
estudiante.
Dolido
profundamente, se montó en su bicicleta, y se marchó enfadado, bajó por el
camino que llevaba hasta el río, y luego giró en sentido contrario a la cascada
sin saber dónde ir. Recordó el viejo molino, una estructura grande de tres pisos en la que solía jugar con sus
amigos.
Tiró su bici
en la entrada, y entró. Deambuló por las estancias de la primera planta, que
era donde siempre jugaban. En algunas ocasiones habían explorado la segunda
planta del molino, sobre todo para entender el funcionamiento del molino. Pero
casi nunca subían a la tercera planta.
Estaba tan
enfadado, que decidió desafiar todas sus costumbres y subió a la tercera planta.
Las primeras estancias ya las conocían, pero fue caminando hacia la parte de
atrás del molino, hasta la última habitación, aquella en la que nunca habían
entrado.
Tenía la
llave puesta, giró la llave y entró, estaba muy oscura, y no se veía nada, así
que fue hasta el fondo y abrió la ventana, el viento invadió toda la habitación
rodeando su cuerpo, la puerta se cerró de un portazo. Miguel se dirigió a abrir
la puerta un poco asustado, pero en cuanto asió la manija, se quedó con ella en
la mano, mientras oía como la parte exterior de la misma, caía al suelo al otro
lado.
¡Estaba
encerrado!
Se asomó a
la ventana, el suelo estaba muy lejos, a unos 7 u 8 metros de altura. No podía
bajar por ahí. Intentó llamar a su padre con el nuevo teléfono móvil, pero en
ese lado del molino no había cobertura. Miguel sabía que en el otro lado sí que
la había. ¡Qué mala suerte!
Golpeó la
puerta con todas sus fuerzas, pero no eran suficientes, aquellas puertas
antiguas eran muy gruesas.
Comenzó a
buscar en la habitación algo con lo que hacer palanca, siempre recordaba la
frase de Arquímides, “con una palanca lo suficientemente larga, se podría mover
el mundo”. Pero no encontraba nada.
Había
infinidad de libros destrozados por la humedad, el tiempo o las ratas. Encima
de un armario, había una caja de metal en las que venía el Cola-cao hacía
muchos años. La abrió y dentro encontró algo envuelto en plástico, era un
libro. Lo dejó en el suelo, y siguió buscando alguna manera de salir de allí.
Al rato ya
no sabía qué hacer, había llorado y había gritado por la ventana con todas sus
fuerzas, finalmente, se sentó en el suelo contra la pared, al lado de la
ventana. A su lado estaba el libro, lo cogió y leyó el titulo “El Camino”,
Miguel Delibes. ¡Anda!, este escritor se llama como yo, pensó.
En cuanto
comenzó la lectura, se identificó con Daniel “el Mochuelo”, pronto no pudo
dejar la lectura, ensimismado con los pensamientos del protagonista, que aunque
tenía once años, también se veía abocado a abandonar su pueblo.
Disfrutó
mucho con los motes del los personajes, odió a la “Guindilla”, se rió mucho
cuando preguntaron si Sara la hermana de Roque “el Moñigo” era escrupulosa, y “el
Moñigo” contestó: “No sé, pero cuando le cae una mosca en la leche, la dice,
prepárate que vas de viaje.
Se imaginaba
a la Mica, la hija del Indiano, guapa y esbelta.
Se imaginaba
tener también él una enamorada como la Uca-uca, con las pecas y todo. ¡Cómo se
reía al leer las contestaciones que le daba Daniel a la pobre Mariuca!
“-Mochuelo, ¿dónde vas a ir hoy?
-Al demonio, ¿Quieres venir?
-Sí – afirmaba la niña…”
Se imaginó a
sí mismo siendo amigo del “Moñigo” y de Germán “el Tiñoso”, incluso se veía
comprando galletas de las que había tocado el gato, si así le salían más
baratas… ¡Ahí sí que se había reído!, cuando estos tres usaron una lupa a
través del escaparate para quemar al gato de la Guindilla. Es que se retorcía
de risa.
Cuando llegó
a la parte donde muere “el tiñoso”, hasta lloró, se pudo reír un poco con el
detalle del “Mochuelo” de dejar un tordo en la mano del “Tiñoso” en su ataúd.
En ese
momento, se le ocurrió una idea. Puso un mensaje en el móvil a su padre (único
número de teléfono que tenía en la agenda), se asomó a la ventana, con su mano izquierda
se aferró al marco, y con todo su cuerpo inclinado hacia afuera, pulsó enviar,
y lanzó el aparato con todas sus fuerzas por encima del tejado para ver si
llegaba hasta el otro lado del molino, donde si había cobertura… “estoy en el
molino, me he quedado atrapado en una habitación del tercer piso y no puedo
salir”, había escrito.
Siguió
leyendo, y al llegar a la parte donde Daniel sube a la cucaña, armado de valor
y superando todos sus miedos, Miguel se dio cuenta de que el también debía
superar los suyos…
Lanzó el
libro por la ventana al suelo, pues quería llevárselo a casa para terminárselo.
No confiaba para nada en que funcionase su truco del móvil, y llevaba allí toda
la tarde, estaba empezando a oscurecer, y le daba pánico quedarse allí
encerrado.
Se tragó su
miedo y su vértigo, y empezó a descender desde la ventana. Empezó colgándose
del vierteaguas de la ventana, y utilizando grietas y salientes de la pared,
fue moviéndose hacia un lado, iba descendiendo poco a poco, y después de un
buen rato, cuando ya las fuerzas no daban mucho más de sí, llegó a la ventana
de una estancia de la segunda planta, se deslizó dentro y respiró aliviado.
Salió corriendo. Por un momento, se
olvidó de todo, cogió la bici y salió disparado para casa, entonces, recordó el
libro que había dejado caer desde la ventana, rodeó el molino y lo recogió, ya
anochecía, se había quedado encerrado durante seis horas, se le habían pasado
muy rápido mientras leía el libro de Miguel Delibes.
Ya con el libro en la mano, le
quedaba buscar el móvil, pero la oscuridad lo invadía todo… En ese momento, un
coche apareció por el camino, ¡era su padre!
Mientras abrazaba a su padre, le contaba
todo lo que había pasado.
Su padre estaba muy orgulloso de que
se le ocurriese la idea del móvil, porque había funcionado. Realizó una llamada
al nuevo teléfono de Miguel, y mientras, le buscaron. Enseguida oyeron el tono
del teléfono, y la pantalla se había iluminado, lo encontraron rápidamente,
estaba al lado del camino entre unas ortigas…
Durante la cena, todos le escuchaban
absortos. Su madre se echó las manos a la cabeza mientras escuchaba como se
había deslizado por la pared. Su padre le felicitaba por la idea de lanzar el
teléfono por encima del tejado. Y sus hermanos, no paraban de preguntar si
había tenido miedo.
Finalmente se fue a la cama agotado,
pero cuando ya estaba a punto de quedarse dormido, recordó el libro, ya casi le
había terminado, encendió la luz de la lamparita de estudio, y abrió el libro.
“…Y se retiró de la ventana
violentamente, porque sabía que iba a llorar y no quería que la Uca-uca le
viese. Y cuando empezó a vestirse le invadió una sensación muy vívida y clara
de que tomaba un camino distinto del que el Señor le había marcado.
Y lloró, al fin.”
Si un día tenía un hijo le llamaría
Daniel.
Por la mañana les diría a sus padres,
que no se preocupasen que iba a estudiar a la ciudad, y que se esforzaría
mucho.
Lo primero que hizo al comienzo de
las clases fue ir a la biblioteca del instituto… Cervantes, Miguel, …Delibes,
Miguel (Miguel los dos, parece que tenía un buen nombre para ser escritor).
Cogió “Las ratas” recordando el
estropicio que habían hecho en la habitación del molino…
Tengo los libros, no estaré solo.
P.D.: Mi hijo se llama Daniel, lo
eligió mi hija, puede que me lea el pensamiento.
Qué bonita historia y qué bonita inspiración esa obra de Delibes. Aún la recuerdo y recuerdo que fue mi padre quien me la recomedó (aunque luego fuera lectura obligada en la escuela).
ResponderEliminarTus historias y cuentos siempre me trasladan a un ambiente campestre que me hace olvidar las amarguras de la gran ciudad. Por eso siempre vuelvo. Por la ternura y ese humor que le imprimes a todo lo que escribes.
Gracias.
SUE
ResponderEliminarGracias a ti.
Yo vuelvo a tu blog, porque me gusta como enfatizas las cosas, ya te lo he dicho más veces "VERDAD VERDADERA"
Me trasladas a otro mundo, al de la niñez, la imaginación que tienes es grande y la dulzura conque tratas cada texto es muy bonito, se nota el gran cariño que pones es ellos, muy variados, pero sobre todo resalto en estos días el acercamiento conque invitas a los niños a la lectura.
ResponderEliminarToda la razón, Rubén, un libro es un inmejorable amigo
Me ha encantado.
Qué hermosa tu historia Rubén. Te imagino a vos cuando eras niño, protaginizando estas aventuras! tienes que haber sido un chico así, con imaginación desbordante y terriblemente bueno, dedicado y cariñoso . Esta publicación está estupenda!
ResponderEliminarMis cariños.
Es una aventura muy real y muy bien relatada, entretienes al lector de principio a fin, no dejas de leer hasta el final. Precioso relato.
ResponderEliminarBesos.
Una historia muy bonita y muy bien hilada con el libro. Gracias, es un regalo estupendo por el día del libro, ;)
ResponderEliminarSOLEDAD
ResponderEliminarLa verdad, es que me gustaban las sugerencias que me hicieron, pero me pareció que "El Camino" era un libro muy sencillo para invitar a la lectura.
Gracias por tu comentario.
MERCEDES
He escrito esta entrada siempre temeroso de no superar la del año pasado, y de decepcionar. Es un alivio que os guste.
AÍDA
Intenté que no fuese muy larga pensando en ti, pero me lanzo y luego...
VIR
Me quedo con tu sugerencia "El principito", puede que haga la entrada y así ya la tenga hecha, con la esperanza de que todavía me lea la gente de aquí a un año.
MARTA
Pues es un libro muy recomendable, solo te llevará unas horas leerlo, a mi me encantó porque me identifico con el personaje, pues me sucedió lo mismo. Sobre Miguel Delibes me parece que solo tengo elogios, y me han gustado mucho sus libros.
Para mí, es el día del libro. Que San Jorge mató un dragón, puede, pero no fue aquí, eso seguro...
Ruben, preciosa la historia enlazada con una gran obra de Delibes uno de nuestros mejores novelistas.
ResponderEliminarHa sido un gran homenaje por tu parte al día del Libro.
Un abrazo,
Saudades, Delibes es muy especial para mí. De sus obras ambientadas en estas tierras, no cabe dudad de que cualquier habitante de Castilla y León se identificaría con sus personajes sin problema.
ResponderEliminarRuben de Delibes tengo toda su obra, para mi ha sido uno de mis grandes maestros, junto con algún otro Miguel, como tu dices y unos cuantos más que nos precedieron, además tengo como compañero de trabajo a un nieto de Don Miguel I de Castilla y es un placer hablar con él de los caminos y lugareños de la vieja y maltratada Castilla.
ResponderEliminarUn abrazo,
Muy bonita la historia y me gusto como la cerraste. Gracis por compartir.
ResponderEliminarAsí es teniendo libros nunca se está solo!!
ResponderEliminarMe ha encantado el relato, digno de este día tan especial para todos los que amamos la lectura!!!
Felicidades por tan buena narrativa, haces que haya estado en ese molino leyendo...
Un abrazo :)
SAUDADES
ResponderEliminarUna suerte la tuya. Qué envidia.
SALVADOR
Gracia por la visita es un honor que se pasen por aquí poetas talentosos como tu.
NIEVES
Supongo que es difícil imaginar los lugares de mis relatos, pero no quiero poner fotos, para que cada uno viva su relato.
Una historia muy bonita y con final feliz mucho mejor. No he leido el libro a si que supomo que me he perdido algo.
ResponderEliminarMe encanta como te dejas llevar y como nos lo haces sentir.
Ten cuidado las mujeres somos muy listas y a veces si que leemos el pensamiento. Me encanta el mnombre de Daniel. Un bessito
Desde luego el teléfono era antichoque. Me gustó más el del otro día, posiblemente porque este es más previsible.
ResponderEliminarVoy anotando tus recomendaciones de títulos para cuando tenga tiempo.
Salu2.
!!Hola,ruben!!
ResponderEliminarUna historia muy entretenida,me ha gustado mucho.
Q cierto es q encuentras en un libro la mejor compañia,cuando menos te lo esperas.
Besitos ,ruben,un placer pasar por tu blog.
Como me ha gustado,Ruben, que bien enlazado el relato con El Camino de Delibes, uno de los que más me gustan de él y ademas la historia discurre en el valle de Iguña en Cantabria.
ResponderEliminarSaludos.
Me encanta que hayas escogido El Camino de Delibes.
ResponderEliminarLo leí en el colegio, obligado y fue de esas lecturas que te reconcilian con el gusto de leer en una edad difícil en la que te apetecen cosas más sugestivas a priori que leer.
Y gracias a El camino vino otro, y otro, hasta hoy que ya llevamos unos cuantos.
Saludos
MEN
ResponderEliminarno te has perdido ningún libro, pues son tan personales, que no sabes si te lo has perdido hasta que lo lees y ves que te ha gustado, y para entonces ya no te lo habrás perdido.
ALFREDO
Mientras lo escribía, veía que no podría igualar el relato anterior, los teléfonos, cuando caen en tierra húmeda, o entre las zarzas u ortigas, no se rompen. Hasta recogí uno del agua, lo sequé al lado de una estufa, se desfiguró con el calor, y todavía funcionaba.
LADY CELESTE
Una vez me encontré sin lectura, me compré un libro al tún-tún, era de James Herriot, "Todas las criaturas Grandes y pequeñas", y me encantó.
TEJÓN
Por supuesto, la localización no te podía pasar desapercibida, no puse nada porque merece una entrada aparte, pero eso lo dejo en tus manos...
SESE
Cuando vino la "obligación" de esta lectura, yo tenía 13 años, toda la vida en un pueblo de 70 habitantes, y yo lejos de casa, para continuar los estudios, créeme si te digo que me sentía de manera muy parecida al "Mochuelo"..
Hola, Rubén. Me gustaría ponerme en contacto contigo para proponerte una entrevistina en Radio León en la que nos hablaras de este blog. Por favor, escríbeme a chaobeta arroba gmail punto com. Gracias!
ResponderEliminarleerte es una alegria y mucho mas cuando uno ve lo enamorado que estas de esas palabras vertidas desde el corazon te saludo
ResponderEliminardesde mi templo
Estos dos últimos comentarios me han dejado un poco perplejo, la verdad.
ResponderEliminarPreciosa historia Rubén, me atrapó desde el primer momento.Ehhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh estoy leyendo esos dos ultimos mensajesssssssssssss jajajajjajajaja enhorabuenaaaaa chiquillooooo ponte en contacto ahoraaaaa mismo con ese caballero y ya nos contaras que alegríaaaaa!!!
ResponderEliminarEl primer libro que leí de Delibes fue "El príncipe destronado" y luego ya seguí con lo demás.
ResponderEliminarHay lecturas iniciáticas como ésta de Miguel, que nos abren puertas y el camino al aprendizaje.
Besos.
En la cuarta línea ya tenía El Camino en la cabeza. encantado de seguir leyendote aunque sea desde el movil y a ratitos. Emocionado. Iré como los cangrejos leyendo de lo más nuevo hacia atrás. Gracias
ResponderEliminarPABLO
ResponderEliminarEste relato era muy previsible, pero tenía muy difícil superar el del año pasado.
Pues luego lo leo... Ya estoy impaciente.
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