Miraba la noche a través de la ventanilla del tren. Las luces
en la distancia revelaban la situación de pueblos a los que no era capaz de
poner nombre.
Se había marchado
hacía casi cuatro años, al final de octubre. Había dejado todo atrás, su
pueblo, su novia, sus amigos… todo. Había seguido los pasos de uno de sus
profesores de medicina, y se había embarcado en una misión de Médicos sin
Fronteras en África.
Ramón se fue convencido de que estaría allí tres meses en los
que aprendería muchas cosas, aparte de su entusiasmo habitual por ayudar al prójimo.
Pero en aquel continente maldito, los planes se tuercen a cada segundo, a su
llegada estalló un amago de golpe de estado, que les desvió de su destino,
llevándoles a un lugar desconocido desde donde resultaba imposible ponerse en
contacto con su familia y amigos.
Durante tres años, solo hizo que ayudar y aprender in
situ, cada día era sobrecogedor, cada vida que le rodeaba era una pura
tragedia. Se vio envuelto en un grupo de unas doscientas personas que huían de
la barbarie. Al cabo de esos tres años, el hambre, el consumo de agua
contaminada, el sida, y los asesinatos, fueron mermando el grupo de forma que
solo quedaban un puñado de personas cuando por fin, fueron rescatados y trasladados
a otro país. Había pasado mucho tiempo sin poder ponerse en contacto con la
gente de su pueblo, y cuando por fin tuvo la opción, no se atrevió, seguramente
le habían dado por muerto, o puede que no contasen con su regreso.
El tren hacía su camino con vaivén que adormecía, pero Ramón
no podía conciliar el sueño.
Se bajó del tren en un apeadero a doce kilómetros de su
pueblo, eran las dos de la mañana de un martes, y no quería molestar a nadie.
Se puso en marcha caminando. Al pasar por delante de la gasolinera, se detuvo
para sacar un café de la máquina.
- - ¡Hombre
Ramón!, ¡cuánto tiempo sin verte! –dijo el empleado de la gasolinera- Pero tú
no habías desaparecido en África.
- -Sí,
pero mira, bicho malo nunca muere.
- - Pero
si estuvo tu hermano por aquí esta tarde y no me dijo que venías.
- - Es
que quiero dar una sorpresa.
- - Pero
a estas horas ¿dónde vas?, espera que llamo a alguien que te lleve.
- - ¡Qué
no! ¡qué no!, que me apetece caminar un poco, que llevo dos días viajando.
Y Ramón reanudó el camino cavilando sobre lo que le
esperaría. Su familia, indignada por no haber recibido noticias, pero es que
había sido imposible. ¿Se acordarían sus amigos de él?. Y Magda, su novia, ¿con
quién estaría saliendo?, porque una chica tan buena y tan guapa, seguro que no
había aguantado tres años sola, ¿estaría muy enfadada?. Estaba apesadumbrado,
no confiaba para nada en que la gente se creyera su historia, esa odisea humana
en la que solo había vivido que desgracias y vivencias traumáticas. Se estaba
planteando dar la vuelta y no regresar jamás, pues no podría aguantar los
reproches, no podría ver la complicidad de sus amigos mientras el resultaba casi
un desconocido, y sobre todo, no podría soportar ver a Magda con otro.
Su vida estaba destrozada, y no sabía dónde ir ni qué hacer.
Estaba a punto de dar la vuelta a pesar de que ya le había visto Lino el de la
gasolinera…
Caminaba por la izquierda en la oscuridad, apenas le faltaban
cuatro Kilómetros para llegar, una motocicleta venía a toda velocidad de frente
deslumbrándole, pasó casi rozándole, pero apenas pasó, frenó de golpe y giró
sobre si misma.
- - ¡Ramón!
¡Ramón! ¡pero si eres Ramón!- David se bajó de la motocicleta y abrazaba a
Ramón-. Pero ¿dónde te habías metido?
- - Es
una larga historia, David. ¿Dónde vas a estas horas?.
- - Pues
a regar, como siempre, tengo que cambiar el agua. Pero primero te acerco hasta
casa.
Estaba animado con el encuentro con David, nunca se imaginó
semejante bienvenida.
A la puerta de su casa, se detuvo, eran ya las 7 de la
mañana, buscó el escondrijo donde siempre dejaba sus llaves, y allí seguían,
ignorando que su madre se negaba a quitarlas de allí con la esperanza de que su
hijo volviese. Entró en casa en silencio, el olor de su propia casa, le
reconfortó como hacía años que nada lo hacía.
Fue al dormitorio de su hermano, le miró un buen rato sin
despertarle, luego se dirigió al de su hermana, había dejado una niña, y en
aquella cama había ya una mujer. Entreabrió la puerta de la habitación de sus
padres, tampoco les despertó. Tiró su mochila en el sofá, se preparó un zumo de
limón como hacía siempre cuando estaba en casa, y se acostó en su cama, que
sorprendentemente, estaba preparada.
Al ver los limones exprimidos, la señora Lucía, dio un grito,
subió las escaleras todo lo deprisa que pudo, y en menos de un minuto, toda la
casa estaba en la habitación de Ramón.
El día transcurrió como en un sueño, todos los amigos venían
a la casa, luego lo llevaban a empujones y con un millón de risas a la plaza,
el bar era un espectáculo, Ramón contó su historia mil veces, sus amigos
comieron en su casa, porque ninguno se quería ir de su lado, las cervezas se
terminaban a velocidad de vértigo, el teléfono no paraba de sonar, al concluir
la jornada de trabajo, llegaban más y más amigos.
- - ¿y
Magda? –preguntó-
- - ¿Magda?,
Magda se va poner como loca cuando te vea. Lleva casi cuatro años esperándote,
sin salir con nadie, y sin hacer caso de nadie, solo Ramón por aquí… y Ramón
por allá. Trabaja cerca, llegará dentro de poco, la trae una compañera, y la
deja a la entrada del pueblo.
- - No
sé cómo voy a explicarle todo esto…
Ramón se encaminó a la entrada del pueblo, estaba cerca,
llegar a la esquina que estaba a treinta metros y allí estaba el cruce de la
entrada, el corazón le latía desbocado. Oyó como se detenía un coche y volvía a
arrancar, estaba a unos cinco metros de doblar la esquina, cuando apareció
Magda corriendo, al verle se detuvo… apenas unos segundos, y volvió a correr
para echarse en sus brazos llorando a lágrima viva.
- -Déjame
que te explique –dijo Ramón-.
Magda no podía ni hablar, pero le enseñaba un periódico donde
salía una foto de Ramón al bajarse del avión el día anterior, con un reportaje
de toda su odisea…
- - Lo
he leído mil veces. Yo sabía que no te habías olvidado de nosotros y que seguro
que tenías una buena razón para no ponerte en contacto conmigo.
El pueblo entero llegaba a sus espaldas, no importaba que
fuese a mitad de semana, la fiesta ya estaba montada, las trompetas y los
tambores ya sonaban a su lado, y en la plaza del pueblo estaban sacando sillas
y mesas para servir la parrillada que se estaba liando con la colaboración del
panadero, el carnicero, el del bar y todo bicho viviente, porque hasta el perro
de su abuelo era incapaz de separarse de su lado.
… Y es que recuperar a un amigo perdido… no tiene precio.
·
Y
este es el video clip que me ha hecho rescatar este relato del baúl de los
objetos perdidos.
:) genial... siempre es bueno que hay alguién esperando, sin reproches ni nada, sólo la alegria del reencuentro, impagable.
ResponderEliminarUn gran relato, y es verdad cuando regresa un amigo que se fue, un hermano, un padre, un novio, y quien ha sido querido se abre la puerta del pasado para entrar al presente y futuro.
ResponderEliminarFelicitaciones.
Saludos Rubén.
Es verdad que los amigos de verdad no se olvidan y permanecen en tu recuerdo pasa el tiempo que pase y aunque nos se tengan noticias de él en años - como en tu historia-
ResponderEliminarMe encanto ese final abierto a una nueva etapa.
Y el video del anuncio es GENIAL es la primera ves que lo veo completo.
Positivo y alegre como el mejor de los veranos.
Un besote y disfruta los ratitos de verano que el trabajo de deje :D
Ruben fenomenal como has contado la historia y cuando uno esperaba que su novia se hubiera casado ocurre el mejor final.
ResponderEliminarEnhorabuena por la historia
Ojala tooodos los finales fueran tan bonitos Ruben...ojalaaa el paso del tiempo quedara momificado y al regreso todo siguiera como siempre
ResponderEliminarMe encanto tu relatos,además...tocaste un país que me toca las fibras jajajajjajaja.Milllllllllllllllllll besazossssssssssssssssss sigo a tú lado aunque no entre tanto en verano....
Jo, qué buen rollo, casi lloro, en serio. Qué buenos sentimientos brotan de tu historia y del anuncio. Estaba esperando un desenlace desastroso como que Magdalena había muerto o se había convertido en una tipa muy gorda, con bigote y muy mala leche. Y que el pueblo le tiraba piedras por desaparecer tres años sin dar señales de vida.
ResponderEliminarEstoy envenenada, de verdad.
Pienso lo mismo que midala, ojalá todas las historias acabasen tan bien.
ResponderEliminarcreo que te plagiaron el relato para hacer el spot.
Un saludo.
¡Hola! No sé si es que vengo con el bajón de después de tres semanas ausente de vacaciones al trabajo, pero yo creo que a mí (ni a nadie) le recibirían tan bien como a Ramón jejeje
ResponderEliminarBueno el caso que venía a saludarte y que es cierto que siempre las historias positivas saben mucho mejor :-)
Un abrazo!
Y es que hay gente, muhy poquita gente que ssabes que siempre estará allí, a tú lado, por mucha distancia que nos separe de ella.
ResponderEliminarLa lástima es que no siempre los cuentos como éste se cumplen
Saludos
Ya se que no siempre son las cosas así, pero de finales e historias tristes, ya tenemos bastante, el panorama cotidiano, no es muy halagüeño, y por eso prefiero pintar con el color rosa que con el negro.
ResponderEliminarPues el videoclip me ha encantado, no lo había visto entero.
ResponderEliminarY el relato, muy a corde, es cierto, la inspiración te llegó que ni pintada!
Emotivo, mucho!
Un abrazote, Rubén, hacía un tiempito que no me pasaba.
Espero que el verano esté yendo bien, por el trabajo y eso, digo, con la disculpa de que es verano, alo mejor hay más gente por la zona y...
;)
Es una necesidad, como el hambre, la sed, el sueño o el sexo: tener un rincón al que volver, que podamos llamar casa, lleno de buena gente que nos quiera...
ResponderEliminar;)