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viernes, 21 de octubre de 2011

ARRIBA EN EL MONTE 5


Y esa primavera todo era diferente, para empezar, los animales salvajes estaban un poco más proporcionados, porque se volvía a establecer poco a poco la normalidad entre herbívoros y depredadores, aunque todavía, los jabalíes destrozaban los prados cercanos a los bosques de encinas, y los corzos asfixiaban algunos tramos de prado. Mientras tanto algún lobo solitario había vuelto, aunque con la cantidad de herbívoros que habían sobrevivido en el año anterior sin los lobos, los solitarios se abastecían de la cantidad de animales que morían por causas naturales, propiciadas a su vez por la inexistencia de selección a la hora de sobrevivir.

-Hoy vi un lobo -dijo Lucía-.

-Da igual, déjalo y no digas nada en el pueblo -contestó Luisón-.

-Parece que después de lo de hace dos años os dan pena los lobos y no queréis otra cosa que ver uno.

-No, Lucía, no es eso -dijo Javier-, necesitamos a los lobos para que controlen un poco la población de corzos y otros animales que no dejan suficiente pasto para los rebaños.

-Y eso no es nada -intervino Miguelín-, no has visto que surcos hace el jabalí buscando ratones y raíces, parece que pasó un huracán por el monte de abajo.

-Además -dijo Doro-, no queremos que vuelvan los de la capital a buscar piezas de trofeo y a tocarnos los cojones… Perdona Lucía.

-Pues qué queréis que os diga, yo, cuando le ví, me cagué de miedo.

-Estate tranquila, que no te harán nada, tienen la panza más llena que nosotros.

Ese año, algunos hombres que llegaron a pasar penurias por no tener con qué mantener a sus hijos, terminaron por ser alimañeros, ya que el Estado pagaba buenas sumas por lobos, zorros y otros. Y, como no, en el monte sobraban alimañas, así que no tardó en aparecer uno en el monte de nuestros amigos.

tres zorros abatidos
Tardó algún tiempo en darse por vencido, al principio creyó que todo se debía a que no conocía bien el monte y no sabía los mejores sitios para poner los cepos y las trampas. Mientras tanto, los pastores se dedicaban a mofarse de él, y darle falsas pistas, aparte de que le desaparecían los cepos, los cuales tenían Javier y Manolo escondidos en la majada de Miguelín. Pero en vez de darse por vencido, el condenado energúmeno, que no conseguía pieza alguna, se compró una escopeta, que hacía más ruído que una tormenta de verano.

-Ahora si que la va a liar ese desgraciado -dijo Lucía que le tenía manía porque solo hacía que espiarla-.

-A ese todavía le unto yo el morro como le vuelva a ver mirándote -dijo Luisón-.

-¿Hace eso? -preguntó Doro, que le molestaba esa acción en concreto, viniese de quien viniese.

-Ya lo creo que lo hace -dijo Javier- a mi me saca de quicio.

-Entonces habrá que echarlo -dijo Manolo-.

Buscaron la manera de echar a ese bicho asqueroso y ruin de allí, pero no se les ocurría nada.

En esas estaban cuando un día apareció con un lobo viejo colgando a su espalda, lo traía como si fuera un trofeo, y Javier huyó del espectáculo llevándose a Miguelín temiendo que éste diese rienda suelta a su animadversión hacia el individuo y luego éste se diese cuenta de quién le hacía las putadas, y más aun cuando se les ocurriese la más gorda, que sería aquella que por fín le hiciese abandonar el lugar.

Mientras se fue a cobrar por su pieza, le quemaron la cabaña, pero no se vino abajo, porque con la reciente captura del lobo viejo, tenía la moral por las nubes. Con lo cual no solo no se fue, sino que incluso sospechó de ellos.

Hacía tiempo que no se metían con él, pero la providencia le trajo una mala pasada. Un día que estaba en el bar del pueblo, a alguien se le ocurrió la insólita idea de que un oso se lo estaba pasando en grande con unas colmenas que había en un alto en el monte, y que todas las noches iba el muy truhán a romper las colmenas, que, ya, para pocas que quedaban…

Ni corto ni perezoso, el alimañero cargó su escopeta y esa misma noche fue a intentar cazar el oso. El oso no se presentó, pero si un adinerado que iba a lo mismo que el alimañero. Cuando el alimañero vio en la oscuridad una figura erguida pensó que era el oso y disparó, el disparo no mató al otro de milagro, pero la bala hizo un buen estrago. Ese adinerado casi muere. Si se hubiese tratado de una persona pobre habría sido un accidente, pero tratándose de una persona influyente, la cosa cambiaba y entonces… alimañero a la cárcel y asunto concluido.

un oso goloso y mielero

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Lucía no tardaba mucho en bajar al pueblo, como mucho dos o tres días. Un día se le hizo tarde, y al volver era noche cerrada, ya quedaba poco camino hasta la cabaña que ocupaba con Luisón, incluso se olía el puchero que estaba calentando Javier en la cabaña de Miguelín. De pronto, notó como algo rozaba sus piernas, a una altura superior a la rodilla, no supo qué era, pero se le erizaron los cabellos, tuvo un miedo atroz, se quedó muda, cuando a un resplandor distinguió la figura de un lobo, comenzó a gritar, y corrió como nunca, se cruzó con los mastines casi sin darse cuenta, entró en la cabaña de Doro y Manolo porque era la que primero pillaba.

-¡Casi me come! ¡Casi me come!

-¿Quién? mujer. ¿Qué te pasa? Parece que has visto al lobo -dijo Manolo-.

-Le he visto y me ha tocado, y no me he muerto del susto de milagro, que me late el corazón que se me va a salir.

-¿Pero ahora?

-Ahora mismo, no me atreví ni a llegar donde el Luis.

-¡¿que pasó?! -preguntó Luisón que llegaba muy preocupado porque Lucía no había llegado- ¡Buf! ¡menos mal que estás aquí! -dijo abrazándose a su mujer-.

Miguelín y Javier estaban la mar de contentos, porque por fín algún lobo se atrevía a pasar por allí, pero con la actitud altanera con que volvían los mastines, casi seguro que el lobo estaba a mucha distancia.

-No me comió porque no quiso, todavía me tiemblan las piernas.

-Dice en este libro, que a las mujeres embarazadas no las atacan -dijo Javier-.

-Yo no estoy embarazada.

-¿Seguro?

-Bueeeno… si que lo estoy, pero no creo que fuese por eso, sería que no tenía hambre.

-¿Estás embarazada? -preguntó Luisón- Voy a ser padre…

-Estoy de diez semanas, pero no quería decírtelo, porque si no te preocuparías demasiado.

Qué raro era ver como dos jóvenes que se habían pasado la juventud discutiendo se tratasen con semejante ternura.

La aparición de los lobos fue gradual, lenta, pero incesante, otra vez las escaramuzas con los perros, otra vez los aullidos por las noches, otra vez algunas ovejas menos, otra vez los sustos, pero esta vez, las ovejas tuvieron algo más de pasto al final del verano, aunque los animales herbívoros seguían siendo demasiados, y no habían dejado de ser un problema, al asunto estaba solucionándose.

Durante el otoño no sucedió nada raro, pero al finalizar el invierno, un individuo apareció preguntando por Javier. Enseguida le enviaron a casa de Rafa, donde Javier compartía familia con Miguelín durante el invierno. Allí, le enviaron a casa de Lucía y Luisón, donde todos los pastores se habían juntado para cenar.

-Hola, buenas tardes, me han dicho que Javier está aquí -preguntó el joven-.

-Buenas tardes -contestó Lucía-, no se, voy a ver si mi marido sabe donde está -entró un momento para decírselo a Javier, porque conocía la historia de Javier, y tenía miedo de que fuesen a buscarlo para fusilarlo-. Javier. Ahí hay un tipo que pregunta por tí.

-¿Por mí?

-Sí, será mejor que te asomes por la ventana, no vaya a ser que te hayan encontrado.

-A ver… A ver -dijo Javier asomándose por la ventana-. ¡JUAN! ¡JUAN! -Salió gritando y abrazándose al joven.

-¡CARLOS!

-¿Carlos? -dijo Miguelín- ¿cómo que Carlos?

-Me llamo Carlos Javier, pero mi hermano siempre me llama Carlos.

-¡Tu hermano! ¿cómo que tu hermano?

-Sí, este es mi hermano Juan. Juan, este es Miguelín, ese Luisón, esta es su mujer, Lucía, y esos dos muermos de ahí, son Doro y Manolo.

-Llevo cinco días de camino, en tus cartas no me contaste que esto estaba tan lejos.

-¿Qué te trae por aquí?

-Bueno, pues… María, se ha fugado del convento, está escondida en el mismo lugar que tu te escondiste de la Guardia Civil, quiere encontrarte, y yo he venido a decírtelo para saber si tu también querías encontrarte con ella.

-Yo no puedo aparecer por allí, si me pillan será su ruina y la mia.

-Yo iré a buscarla -dijo Lucía-, la disfrazaremos un poco y diré que es mi prima durante el viaje, nadie va a buscar a dos mujeres.

-A dos mujeres y un hombre, no pensarás que voy a dejar que vayas tu sola -dijo Luisón-.

-Y ¿qué haremos luego, de qué vamos a vivir? No tengo nada que ofrecer a una esposa, voy a destrozar su vida -dijo Javier-.

-No te preocupes por eso, javier, ya buscaremos una solución, Florencio y Carmen necesitan gente ahora que sus parientes se han ido, y no tienes más que decírselo.

Luis y Lucía salieron a los pocos días con Juan, cuando llegaron al lugar donde se encontraba María, la pobre mujer se quedó atónita con la historia de los sucesos por los que había pasado Carlos Javier, pero sobre todo, daba gracias a Dios de que no le hubiesen encontrado.

-Debemos irnos cuanto antes -dijo Luisón-, no podemos estar aquí mucho tiempo, Juan dice que están buscándole.

-Sí, ya lo se, pero había pensado que si me encontraban sin saber nada de Javier (que raro sonaba llamarle Javier en vez de Carlos) no podrían hacerme nada, salvo enviarme de nuevo al convento, y eso no importa porque me escaparía de nuevo, ellos no saben como escapé, y la salida valdría de nuevo.

-Está bien, si estás preparada nos vamos ahora mismo -dijo Lucía-.

-Llevo preparada algunos años.

-Vámonos entonces, no podemos estar aquí más tiempo.

Salieron en cuanto oscureció, pero eso daba igual porque la Guardia Civil tenía localizada a María desde el primer momento, desde el mismo día en que se escondió, si no habían intervenido era porque esperaban que ella les llevase hasta Carlos Javier.

-Nos están siguiendo -dijo Luisón-.

-¿Quién?

-No lo se, pero alguien, desde hace rato oigo ruido allá atrás.

-Tu siempre estás oyendo fantasmas -dijo Lucía-, como siempre estás solo en el monte, al menor ruido ya te alarmas.

-Te digo que nos siguen, Lucía, coño, y en cuanto se haga de día te lo voy a demostrar.

En efecto, en cuanto amaneció, pudieron ver a dos tipos que venían detrás de ellos, venían de paisano, pero según Lucía, les delataba el olor, y según Luisón, lo que les delataba era la marca del tricornio, que aunque no le llevasen, parecía que se les había marcado a fuego en la cabeza de por vida.
alguien preguntó qué era un tricornio, pues esa gorra que llevan estos... estos



-Y ahora qué hacemos -preguntó Maria-.

-Despistarles -dijo Luisón-.

-¿Cómo? -dijo Lucía-.

-Como sea, habrá que tomar una decisión rápida, nos separamos, yo me voy para un lado y así os seguirá a vosotras, luego tendré que ingeniármelas para deshacerme de ellos, algo se me ocurrirá.

Pero el plan no salió como pensaba y la pareja se dividió siguiendo uno a ellas y otro a Luisón, éste tardó casi dos horas en deshacerse del individuo y encontrar a Lucía y a María, que todavía eran perseguidos por el otro, y ahora también Luisón perseguía a su vez al otro guardia. Luisón se preguntaba dónde habían decidido las mujeres conducir la fuga, conociendo a Lucía, seguro que ésta había tramado un plan enrevesado y difícil, como siempre, nunca tomaba el camino corto, todo lo maquinaba de forma compleja.

En una hora llegaron a la estación de autobuses, se sentaron e hicieron como que esperaban. Pronto el guardia se acercó y se sentó a su lado.

-Hola, que hay -dijo el guardia- qué, esperando el autobús.

-Sí, -dijo Lucía- pero no tenemos dinero, estamos esperando a mi cuñado, que venía con nosotras y se ha ido a un pueblo para cobrar un dinero que le debían, y hasta que no regrese, no podemos ni comprar el billete. ¿Y suted? -preguntó descaradamente-.

-Yo, también a esperar, ¿y, van ustedes muy lejos?, porque yo les podría pagar el billete.

-Muchas gracias señor, muy amable, hoy en día ya nadie se ofrece a nada, pero es que vamos camino de Barcelona, y antes tenemos que esperar a mi cuñado, no vaya a ser que no haya cobrado y no nos podamos mover de aquí.

-Pues… para ir a Barcelona, tendrán que ir a Burgos, porque desde esta estación no sale ningún autobús directo para Barcelona, así que, como Burgos está a un paso, les puedo yo pagar el billete, además, yo también me dirijo a Burgos. Si me disculpan un momento, voy a sacar los billetes -dijo el guardia-.

-Bueno, pues si usted se empeña, pero luego tendrá que esperar usted a mi cuñado para que le devolvamos el dinero, o bueno, si confia en nosotras, nos da una dirección y ya le enviaremos el dinero.

-No, no se preocupe, ya veremos sobre la marcha. Si me disculpan, voy a sacar los billetes. Espérenme ustedes aquí, ahora mismo vuelvo. -Y se levantó hacia la ventanilla sin quitarles el ojo de encima-.

Tan absorto estaba el guardia, que no se percató de que Luisón se le había acercado por detrás, ni siquiera se dio cuenta de que Luisón le robaba la cartera en sus narices, cuando llegó a la ventanilla, se encontró con que no tenía la cartera, enseguida empezó a alborotar con que le habían robado, y en el alboroto perdió de vista a las mujeres, que habían aprovechado para subirse junto con Luisón a un autobús que salía para Palencia en ese momento.

-¡Joder! Lucía, ¿qué plan habías urdido? poco más y llega el otro.

-Ninguno, estaba improvisando, ¿qué hiciste con el otro?

-Le perdí.

-¿Cómo?

-Corriendo, el pobre no me aguantó ni quinientos metros.

Estación de autobuses

María no pudo evitar reír a la vez que se imaginaba al pobre guardia perdiendo el aliento detrás de Luisón.

Cuando llegaron a Palencia, decidieron ir con cuidado y fueron caminando poco a poco hasta Grijota. Mientras tanto, la estación de Burgos, era un hervidero de guardias esperándoles.

Llegaron a casa caminando por el bosque entre los robles, ya anochecía. La casa estaba a oscuras, no se veía un alma por la calle, estaban muy cansados, pero de todas formas, para evitar las habladurías típicas de un pueblo, prepararon el carro y subieron al monte. Cuando llegaron a la cabaña de Lucía y Luísón, pensaron que sería mejor descansar y esperar a la mañana para anunciar su llegada a los otros. María no podía esperar ni un minuto más, pero en cuanto se sentó en la fría estacia de la cabaña se durmió en el acto.

A la mañana siguiente, cuando llegaron a la cabaña común de los otros pastores, éstos todavía no se habían despertado, así que la sorpresa fue mayúscula cuando Doro, que fue el primero en salir, vio el desayuno recién hecho.

-No sabes, Lucía, cuanto hemos echado de menos estos desayunos, guapa.



CONTINUARÁ…

8 comentarios:

Rafa dijo...

el otro era de gatillo fácil... mira que confundir un paisano con un oso, xd

Ruben dijo...

Eddie, es que era de noche, y de noche todos los gatos son pardos.

ALICIA dijo...

Que precioso tu blog lo he leido todo, yo tengo mucha pena por que me avisaron que cancelarian mi blog de soy es... por que estube unos dias sin poder escribi.

Ruben dijo...

Alicia, lo que me da rabia, es que cuando empecé en soy.es. me encontré blog de hacía años sin contenido ninguno, estaban ahí, sin entradas, ocupando sitio, y no se habían borrado, y van y borran el mio, con todo lo que había escrito y sin avisar.

Mercedes Vendramini dijo...

Otra historia! Buenísimo Rubén!

Mis cariños!

Ruben dijo...

Me queda una entrada más, aunque no se si continuar con la historia, ya que no ha sido muy bien recibida.

fus dijo...

La historia es buena y el relato te mantiene atento...yo lo seguiria.

Acabo de conocer tu blog y me ha gustado mucho, con tu permiso, me quedarè cerca para leerte.

un fuerte saludo

fus

pd.te invito a que pases por el mio si tienes tiempo.

Jesús del Valle dijo...

La foto de los 3 zorros...no me puedo creer cuanta incultura y cuanta ignorancia queda todavía bien grabada en la genética de ciertos humanos que jamás analizaron nada, no saben nada, solo matar, disparar. El Zorro dispersa semillas en sus excrementos ¿quien regenera el bosque,el hombre?.
El Zorro come básicamente insectos, frutas y roedores, estoy harto de analizar sus excrementos,¿quien controla las plagas de topillos, etc?. El Zorro se deja ver de día lo que le convierte en el culpable de todas las fechorías cometidas por Garduñas (las visitantes de los gallineros)y otros animales nocturnos que como no los ven, no los conocen, no los culpan.El Zorro come conejos y perdices...payasos! cazadores que sueltan miles y miles de perdices de granja atontadas para luego contar que tumbé 30 ó 40...héroes!Si el animal caza unos conejos o alguna perdiz al año resulta ridículo culparlo también.
Enfín, más cultura de verdad, menos ignorancia, menos EGOISMO,toda "la caza" para ellos, para los escopeteros. Saludos JESUS DEL VALLE