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sábado, 31 de diciembre de 2011

GALLIFANTES.



Para la gente de latinoamérica, que me pregunta por los "gallifantes".
Para Mercedes Vendramini, Aida, Akane, Kanelita, Mito,  etc...
Esta es la cabecera de "JUEGO DE NIÑOS", programa de TVE de principios de los 90, en el había famosos invitados, y se trataba de juntar dos niños de unos 5 ó 6 años delante de las cámaras, y que definiesen, según su punto de vista, cualquier cosa (familia, pedo, hermanos Marx, etc...) era desternillante, el premio simbólico era un "gallifante", mitad gallina mitad elefante.
Los niños definían, y los adultos, al escucharles, tenían que saber qué estaban definiendo.
Ahora mismo no recuerdo muy bien el programa, (claro, que estas imágenes son de 1991, y esos niños tendrán 27 años).
Hoy, algo parecido a esto, se puede escuchar en el programa de cadena 100 "buenos dias Javi Nieves" (lo siento Sue, se que te acabo de ofender) en su apartado de "los niños y Jimeno, siempre dicen la verdad.
Como hoy tenemos internet, youtube y demás, quien quiera recordar algo de "juego de niños" o escuchar algo de lo de cadena 100, ahí lo tiene.
Un "gallifante", pues, es un premio simbólico y gracioso, más o menos igual que todos estos que inundan los blog, y que luego se pasan a otros blog y así. Lo siento amigos, yo prefiero el "gallifante".

miércoles, 28 de diciembre de 2011

NACIMIENTO ANTICRISIS

Hace unos años, hice este nacimiento, y todavía está intacto, no se me ha roto ni una figurita.
Y además, me han dado un gallifante como premio.


lunes, 26 de diciembre de 2011

Día 31 de Diciembre

DÍA 31 DE DICIEMBRE

            El día empezó muy bien, hasta media mañana, Nacho estuvo de un lado a otro medio de fiesta, la oficina entera estaba alegre por el fin de año, llevaban una semana de duro trabajo para afrontar esta fecha sin sobresaltos y poder irse pronto a su casa.

            Nacho ya había disfrutado sus vacaciones, y no podría ir a su ciudad, pero su novia le había invitado a pasar la cena de fin de año con su familia, a la cual no conocía, razón por la que estaba tan nervioso.

            A las doce y media de la mañana le llamaron al despacho del jefe.

            Había un problema con los ordenadores, y tres de los casos de Nacho se habían visto afectados. Era perito en un seguro, y tres de sus casos tenían que ser indemnizados con cantidades que rondaban los 4000 euros. Por culpa del error informático, a día 31 todavía no habían cobrado y si no lo hacían antes de terminar el día, la empresa aseguradora tendría que pagar intereses y cierto recargo, con lo cual, le dieron tres cheques y sus respectivos acuses de recibo para entregarlos en ese día fuese como fuese.

            El día se acababa de complicar, eran las 13:00 horas cuando cogió su coche para dirigirse al primer punto en la localidad de Cimanes del Tejar, distaba unos 25 minutos de la ciudad de León, y para cuando llegó eran y media, conocía la casa de sobra, estaba al final de una calle, tan al final, que el tramo asfaltado terminaba antes de llegar, un pequeño reguero cruzaba por delante de la casa, y unas tablas irregulares sobre el reguero, servían de acceso a la puerta sin timbre. La casa era de planta baja,  ventanas de madera con enormes grietas y cristales tan sencillos, que el frío entraba y el calor salía.

            El caso había sido un pequeño accidente cuando el individuo venía en bicicleta por la carretera, y un coche le había tocado levemente, tirándole a la cuneta, 4012 euros de indemnización. A ver si con ellos podía adecentar un poco esa pequeña casa.

            Se pasó varios minutos gritando y golpeando la puerta, el vecino más próximo le miraba desde su cocina, como apostando consigo mismo si Nacho conseguiría despertar a su vecino que había llegado de madrugada borracho como una cuba.

            Cuando por fin se abrió la puerta, el hombre estaba en ropa interior, se tambaleaba y apenas era capaz de articular palabra, una estufa de leña apagada presidía la estancia, el tubo de la chimenea salía por un agujero mal protegido, que cualquier día ocasionaría un incendio, sobre la mesa, restos de comida y algo derramado que lamían hambrientos un par de gatos, la suciedad del lugar le angustiaba, y la oleada de mal olor que desprendía el interior le indujo a no traspasar el umbral. Trabajo le costó conseguir una firma decente de aquel hombre, que tuvo que buscar su D.N.I. en una chaqueta, sobre la que dormitaba un tercer gato.

            Para cuando se fue de Cimanes, eran las dos de la tarde, y sin comer.

            Su siguiente parada era en un chalet impresionante en Carbajal de la Legua, al lado de León. Desde allí, podría comer en algún sitio.

            Al principio no le abrían la puerta de acceso a la urbanización de lujo, nadie le contestaba, eran las tres menos cuarto cuando un coche entró y se coló detrás.

            Una vez a la puerta de la enorme casa de dos plantas, con un enorme jardín, su piscina, y su enorme cochera para varios coches caros, descubrió que el coche que entraba, tras el que se coló, era de aquella misma casa. Era el chófer, que iba solo en busca de su jefe.

            Nacho pensaba que no habría nadie en casa, ya que no le habían contestado al telefonillo. Pero una vez dentro de la casa, descubrió a un adolescente enfrascado en una enorme pantalla de televisión jugando a un video juego, quejándose de que era el 3 y no el 2 el juego que había pedido. Su padre, sin hacer caso de Nacho se giró hacia el chófer interrogándole con la mirada.

            -El 3 está agotado, y no ha podido ser.

            -¿Cuánto vale el 3?

            -68 euros

            -Pues toma, ofrece 120, y ponlo en internet, o arréglatelas como puedas. Y no te olvides que esta noche a las 12 y veinticinco, tienes que estar aquí para recogernos para llevarnos a la sala de fiestas.

Nacho sacó rápidamente el talón, explicó de qué se trataba, un vehículo apenas había rozado el carísimo coche de este ricachón, pero en un coche tan caro, con ese pequeño incidente, los costes se elevaban a 4231 euros. El hombre firmó el acuse de recibo, y depositó el cheque encima de un piano sin darle mayor importancia.

El chófer esperaba para que Nacho apartase su coche.

-¿Dónde voy yo ahora a buscar ese dichoso juego? Ni aunque ponga la oferta de 120 euros en ebay.

-Mire –dijo Nacho- tengo ese juego en el coche para mi sobrino, al que no voy a ver en un mes, se lo queda usted, y nos quedamos 25 euros cada uno de lo que sobra de los 120 euros, y así usted descansa toda la tarde en vez de buscar el dichoso juego por todos lados, que yo antes de un mes ya lo conseguiré.

-No sabe usted el favor que me hace.

Nacho se lo imaginaba, para llegar a las 12 y veinticinco de la noche a esa casa, tendría que comerse la última uva en el coche. Tanto dinero se subía a la cabeza más que una botella de vino. Es que salía indignado, pensando que el chico y el padre se encontraban en la casa, y no le habían contestado al telefonillo.

Salió de aquella urbanización a las tres y media pasadas, y sin comer, siendo el día que era, si se entretenía en buscar un restaurante y esperar a comer, se le vendría la noche encima. Decidió seguir adelante con su último talón.

Tenía que desplazarse a un pueblo situado en la carretera de Valladolid cerca ya del límite de la provincia, cuando llegó eran las cuatro y media de la tarde, eran un par de familias que tenían las casas una al lado de la otra, eran todos familia, y sus padres vivían al otro lado de la calle en una casa grande.

Cuando llegó, no contestaba nadie en ninguna de las casas, de la casa de enfrente salió la madre diciéndole que estaban a punto de llegar, que llevaban toda la mañana intentando cubrir el tejado del almacén que se estaba reparando y como se pronosticaba lluvia y nieve, había que taparlo todo.

-No han venido a comer.

En ese momento, ya casi a las cinco de la tarde, llegaban siete personas riendo a pesar del cansancio y de no haber comido, satisfechos de haber terminado.

Cuando les comunicó que venía para traer el cheque de 4122 euros de los arreglos de un pequeño incendio en la cocina de su casa, se pusieron muy contentos, a pesar de que ese dinero era prácticamente el que se habían gastado en la reparación, y no se beneficiaban en nada, estallaron en júbilo.

-Bueno, disculpe que no le demos conversación, pero es que no hemos comido.

-Pues miren, yo tampoco, el día se me complicó mucho, así que espero que esta noche lo pueda compensar en la cena.

-¡Ah no!, si no ha comido usted, ahora mismo se pone un plato más, que donde comen dos comen tres.

Al entrar en la casa grande de los padres, donde se disponían todos a comer, los niños reían y alborotaban alrededor de una mesa repleta de postres y dulces para la cena de la Nochevieja, todos bromeaban sobre el bullicio que creaban los niños. Se sintió muy cómodo con aquella gente, entre bromas y gente alegre a pesar del cansancio. Los hombres apenas comieron y se fueron para atender al ganado de nuevo para terminar pronto ese día. Las mujeres ayudaron con el enorme despliegue de la cocina entre postres y dulces. Los niños se entretenían colocando los papeles de las magdalenas que se iban a hornear.

Antes de irse le envolvieron unos dulces caseros, unas pastas deliciosas y unas magdalenas tan esponjosas y sabrosas, que le recordaban a su abuela.

Era ya noche cerrada, y cuando llegó a casa, su novia le esperaba emocionada por la cena con su familia. Estaba radiante, le contó su día, y Nacho se mantuvo callado, no hacía otra cosa que pensar en que había terminado de comer a las seis de la tarde y que no tendría mucha hambre, pero sobre todo, no dejaba de pensar  en qué tipo de familia le tocaría en suerte para cenar, borró en un instante al pobre borracho y al ricachón.

Estaba muy cansado, y durante el viaje hacia la vivienda de la familia de su novia se adormeció mientras ella conducía, al llegar no sabía muy bien dónde estaba, se encontraba desubicado…

Cuando entró…

-¡Hombre!, ¿tanto te gustó la comida que ya está usted otra vez aquí?

-¿Esta es tu familia?- preguntó Nacho.

-No, si ya decía yo que estas magdalenas sabían igual que las de mi madre.

Y así fue como aquel año le tocó la lotería a Nacho. Enseguida los niños gritaban.

-Ha vuelto Nacho, ha vuelto nacho.


sábado, 24 de diciembre de 2011

NO ME GUSTAN LOS VILLANCICOS, PERO...



Eso, no me gustan los villancicos.
Me resbalan las Navidades.
Me agobian estas fiestas.
Soy de los Reyes Magos, y me molesta el intrusismo de Santa claus-Papa Noel- San Nicolás.
Pero claro, si el villancico es este de Belinda, pues claro.
No me gustan los villancicos, pero... uno no es de piedra. (cada uno que interprete mis palabras libremente).

domingo, 18 de diciembre de 2011

VEGA DE LOS ÁRBOLES/INVIERNO

LA MÁQUINA DEL TIEMPO
            Me desperté el primero, fui directo a la ventana, y me asomé a la calle, el suelo estaba cubierto de nieve, habría unos veinte centímetros, era muy temprano, y el manto de nieve estaba inmaculado, nadie había pisado todavía. Mis hermanos todavía no se habían despertado, cogí mis botas de agua, mi abrigo, los guantes y un gorro de lana que me había hecho mi madre.
            Cuando salí, ya asomaba el sol, y hacía un frío tremendo. Fui el primero en pisar aquella nieve. ¡Chas! ¡Chas! ¡Chas!, sonaba la nieve bajo mis botas. Me fui caminando hacia el camino de la “Regada” en dirección al “soto de abajo”, los árboles estaban cubiertos de nieve, y los pájaros revoloteaban por entre las zarzas. Vi un zorro en el medio de un prado, seguramente intentando cazar algún ratón, su pelaje rojizo, contrastaba con la blancura de la nieve, y parecía una llama de fuego. Se asustó al verme, y corrió hacía la espesura de la margen del río, entonces me dirigí también hacia allí. Al llegar al plantío que precede a la orilla del río, pude comprobar que los animales sí que habían madrugado, sus huellas estaban por todas partes, ratones, grajos, aquel zorro, y varios perros, habían dejado surcos por todas partes.
            El río se veía majestuoso entre la nieve. Caminé hasta el campo de futbol, y luego volví a casa, mis hermanos ya se habían levantado, y mi madre estaba haciendo chocolate acompañado de unos churros. Estábamos impacientes por salir a buscar al resto de los chicos para jugar en la nieve.
            Entre todos hicimos un muñeco enorme de nieve, le pusimos un gorro de paja roto, un palo retorcido de negrillo a modo de bastón, unas piedras como botones, porque no había tiempo para buscar pedazos de carbón, y, finalmente, a falta de zanahoria, le pusimos una pequeña remolacha como nariz, con lo que parecía gracioso el muy narigón.
            El muñeco nos llevó muy poco tiempo, así que cogimos unos trozos de plástico y sacos, para improvisar los trineos que ninguno teníamos.
            En las vacaciones de Navidad éramos unos cuantos.
            Nos dirigimos hacia las pendientes de “la cuesta” que estaban orientadas hacia el pueblo, seguro que se nos veía entre las ramas desnudas de los árboles, con aquellos abrigos de colores, deslizándonos por la nieve sin ningún sistema de frenado, bajábamos y subíamos, nos caíamos, se nos daba la vuelta el plástico y bajábamos de espalda, de dos en dos, de tres en tres, las manos congeladas, y a pesar de la ropa, llegamos a la hora de comer empapados y agotados.
            Después de comer, la tarde enseguida se puso muy fría, y aprovechando la poca luz del sol que quedaba, fuimos a un pajar para hacer casetas con los fardos de hierba y alfalfa, hacíamos casetas y túneles. Y jugábamos a cualquier cosa.
            Más tarde fuimos a merendar, y luego quedamos en el “cuartín” de la iglesia con la estufa encendida, y fantaseamos con la idea de que al derretirse toda aquella nieve y muchísima más que habría caído en la montaña, se desbordaría el río, como todos los años, durante unos días, y al volver a su caudal normal, nos dejaría inundado el prado de “la era” con un palmo de agua, que al congelarse en enero, nos daría un nuevo lugar de juego, para patinar.
            Nos despedimos con la idea de juntar una patatas para hacerlas al día siguiente entre las brasas del fuego que haríamos en el “colmenar”, que tenía un pequeño tejadillo para resguardarnos de la lluvia o la nieve. Lástima que al final termináramos siempre jugando a guerra de bolas de nieve entre los nogales y los avellanos, olvidándonos de resguardarnos del frío.
            Al irnos para casa nos intercambiamos los tebeos de Asteix y Obelix, Mortadelo y Filemón, etc, para la noche.
            Eran los tiempos sin video consolas, sin televisión en color, todo quedaba a merced de improvisar imaginando nuevas maneras de divertirnos. No voy a contar las trastadas, que algunas todavía están sin resolver.
            Ya no se desborda el río, porque hay un pantano que regula su caudal.
De nuevo utilizo esta foto  tomada por Miguel Angel (creo), desde la torre de la iglesia.


Ya que se acercan los días festivos, os dejo estas letras de Neftalí de la Varga, vecino de Vega de los Árboles, que no se si todos los del pueblo las conocen.


CON EL ALBA FRÍA

Con el alba fría llegó,

con el alba…

la tierra tirita;

el cielo está en calma.

*

Llegó sigiloso

cual sol mañanero

que al verter sus oros

rien tierra y cielo.

*

Los ángeles, sones

de gloria entonaron.

Humildes pastores

fueron a adorarlo.

*

Que nació criatura

siendo Creador;

que una Virgen pura

a Dios alumbró.

*

Con el alba fría

llegó… Con el alba

la tierra alucina

y el cielo se pasma…

*

Que al que ven los dos

es el Hombre-Dios.


jueves, 8 de diciembre de 2011

EN 3D (PARECE REAL)



EN 3D (PARECE REAL)



            El abuelo estaba sentado en la cocina, ya eran muchos años los que tenía, llegaba casi a los 100, y aunque estaba muy lúcido, y tenía muy buen oído, estaba cansado.

            En el salón, sus nietos que ya pasaban la veintena, jugaban con la consola. En una gran pantalla de esas caras, se veían soldados y escenarios de guerra.

            -Mira –decía uno a otro- como se ve de bien, parece que estás ahí, mira como salta la sangre, parece real, parece que estás allí, parece real.

            En ese momento, el abuelo abrió los ojos, caminó como pudo, se puso a su lado y se fijó en la pantalla.

            “¿qué parece real, dices?

            No tenéis ni idea.”

            Recordó como, cuando apenas tenía 18 años, varios menos que los nietos que tenía delante, la guerra le sorprendió siendo poco más que un niño, como tuvo que madurar y afrontar las vicisitudes diarias de la guerra, sin tiempo para sobreponerse a las calamidades.

            Sin dormir, entre piojos y pulgas, entre lo duro del suelo, los disparos esporádicos y el miedo.

            Comiendo apenas lo necesario para seguir adelante, bebiendo lo que se podía, y siempre cansado y temeroso.

            Recordaba un episodio de la guerra que nunca olvidaría, aunque se le borrase de la memoria hasta su nombre. Llevaba en la contienda ya unos meses, le quedaba medio año para cumplir 19, se habían topado con el enemigo en un valle, situados cada uno en una ladera, comenzaron la refriega, bien parapetados, y disparando a discreción, no paraban, apenas había bajas, pues los dos estaban bien protegidos, con lo cual, malgastaban munición, y se pasaron los días disparando a las rocas. No se dieron cuenta de que ambos grupos estaban en una trampa, no se podían mover sin quedar al descubierto, y las provisiones se terminaban, y agua tenían de sobra, pero no les quedaba apenas comida.

Cuando quisieron darse cuenta, algunos se arriesgaron a salir por retaguardia, siendo alcanzados por las últimas balas que quedaban. Con esto, nadie se atrevía a salir en busca de ayuda, a pesar de que casi no había balas. No llegaban refuerzos por ningún bando y tampoco provisiones.

            Los días empezaron a ser eternos, y la debilidad les hacía vulnerables al frío, a la enfermedad y a todo.

            Un día apareció a lo lejos un convoy de alimentos, sin duda destinados a otros que no eran ellos, al acercarse, la desesperación se apoderó de todos, amigos y enemigos. No podían más, salieron en tropel, las pocas balas que quedaban alcanzaron a unos pocos, pero pronto, se encontraron al pie del convoy y lucharon cuerpo a cuerpo, con cuchillos navajas y puñales improvisados con cualquier cosa.

            Había llovido, pero en ese momento, hacía un calor tremendo, el sudor y la humedad, les hacían perder hidratación con la lucha,  y la contienda se ralentizaba poco a poco.

            Con los primeros navajazos llegó la sangre, todo empezó a llenarse de sangre, algunos quedaron destripados, y ese olor entre la sangre, el barro y el calor, hacía vomitar a muchos, lo cual hacía vomitar al resto, el pastizal en el que estaban luchando era peor que un estercolero, olía a tripas, a sudor, a sangre, se enturbiaban los ojos con el sudor y el esfuerzo, casi no se tenían en pie, se estaban aniquilando unos a otros, luchando sin compasión. Solo se tenían en pie a base de adrenalina y hambre.

            La sangre le caía por la pierna, y no sabía de dónde le salía, se volvió más agresivo, desesperado, veía caer a otros a su paso, el olor era nauseabundo, las entrañas se enredaban en sus pies, y los quejidos y alaridos de dolor atormentaban sus oídos, cada vez que se producía un corte o un pinchazo, las sangre salía a borbotones, no como un aspersor como se veía en el videojuego de la pantalla, sino que brotaba intensamente resbalando por el cuerpo o empapando la ropa. El uso de armas improvisadas, hacía que se produjesen feas heridas, así, un golpe en la mandíbula con la raíz de un árbol, produjo un descarnamiento en la cara, que dejaba la mejilla colgando hecha jirones y los dientes y el hueso de dicha mandíbula a la vista, visión que le atormentaría de por vida.

            El calor y los vómitos, la humedad y el agotamiento, unidos a los olores nauseabundos y a las terribles heridas del cuerpo a cuerpo, terminaron con su conciencia, y lo último que recordaba era como a su alrededor quedaban muy pocos hombres en pie, y al caer al suelo desvanecido, veía alejarse al convoy de alimentos.

            Sobrevivió porque corrió la noticia de los acontecimientos y cada bando acudió a recoger a sus muertos y heridos, pero el olor de las tripas y la sangre, se había quedado incrustado en su nariz y en sus recuerdos.

            Estaba recordando en voz alta, y sus dos nietos le miraban absortos, olvidados de su juego y de poner la pausa.

            -… No, no es ni remotamente real, si fuese real, no querrías jugar a esto, aquí no huele a nada, ni a miedo, ni a sangre, ni a vómitos, ni a la orina que muchos nos hicimos encima cuando vimos las primeras heridas profundas, no sentís el barro pegado a todas vuestras ropas, no sentís el sabor de la sangre que resbala de vuestra frente y se cuela en vuestra boca mezclada de barro para juntarse con la bilis de vuestros vómitos.

            No tenéis la cabeza rapada para quitaros los piojos, ni el cuerpo acribillado por las pulgas, no tenéis sabañones producidos por los cambios de temperatura, y no tenéis que ver como muere destripado el amigo con el que te has pasado día y noche, cada hora a su lado. No tenéis que ver como es pisoteado en el suelo vuestro ojo derecho… ¿o creéis que me quedé tuerto jugando con un palo?

            Para empezar a poneros en el lugar de un soldado tendríais que sentir el miedo de estar en un lugar en el que no queréis, dormir sobre unas sábanas que erosionan la piel, de temer no volver a ver a vuestra familia y a vuestra novia nunca más en la vida, de veros solos frente al terror.

            -Parece real… parece real… ¡no tenéis ni idea!. Idos a buscar una mujer y dejad de perder el tiempo.


Esta foto es real, es posterior a la batalla de Stalingrado, sacada de internet.

viernes, 2 de diciembre de 2011

MI ABUELO MEÑO

10 de Mayo de 1998



Te  voy a echar de menos, tus consejos que nunca escucho. Creo que seguiré buscando inconscientemente tu partida en el bar, y terminaré recordando inexorablemente tu última partida de tute… conmigo. Todavía no te has ido y ya empiezo a tener nostalgia, ¿quién me va  a preguntar por mis labores en el campo? ¿quién me va a apremiar a hacer mejor las cosas?

Y cuántas veces discutimos tu y yo, aunque hace mucho que olvidamos nuestras diferencias.

Pero no creas que voy a olvidar todo lo pasado juntos, no voy a olvidar lo que me enseñaste, ni aquel pesado viaje a Barcelona juntos, ni cada una de las noches que compartimos habitación y yo me encontraba a la mañana 2.000 pesetas encima de mi ropa , que tan bien me venían en aquellos días de cuartel.

Y puedo decir a todos que nadie  dijo nunca que no eras bueno, y no tengo miedo a equivocarme subjetivado por el lazo que nos une ,al decir que todo el mundo te aprecia.

Todo el mundo te quiere, y eso que no saben de todas las noches sin dormir que pasaste el último verano, y eso que no saben el dolor y la cercanía cierta de un final que has afrontado aburrido y cansado.

Quizás te vayas hoy, aunque hace ya  muchos días que no disfrutas de los placeres que te quedaban en la vida: el tute y La Vega.

Casi 26 años viudo, solo. Me gustaría perpetuar tu carácter afable, tus bromas en el bar, tu tozudez y tus rabietas, pero sé que somos tan diferentes…
A lo mejor esta noche volverás a correr, saltar, segar los campos, andar en bicicleta, y todo sin fatigarte. A lo mejor hoy, después de tantas fatigas en los últimos días… descansas

Murió esa noche, vivió 28,272 días, 78 años, esta semana cumpliría 92 años, y por eso pongo esta entrada que sin duda merece.

domingo, 27 de noviembre de 2011

La Catedral de León Vs. La Ermita de San Froilán

Ahora que se rumorea que próximamente cobrarán por entrar a ver la catedral, no se si indignarme porque me cobren por entrar a un lugar al que he accedido siempre como si fuera mi casa, o por el contrario, preocuparme de si no son capaces de afrontar los costes de mantenimiento de este monumento, y no les queda otro remedio que cobrar. En cuyo caso, me parece una buena solución. De todas formas, ya cobran por acceder a una plataforma que está en lo alto de la catedral, y desde la que hay bonitas vistas.

Como estamos en crisis, me pregunto si no sería mejor recapacitar y pensar si tenemos cerca otro tipo de sitios que visitar y sin costes. A veces no nos damos cuenta de lo que tenemos al lado, y esta vez no estoy hablando de San Miguel de Escalada, que ya el tema está más que tratado.

Como estaba en el pueblo de mi suegro, Campohermoso, y siempre me dicen lo bonita que es la ermita de San Froilán, lo cerca que está y nunca he subido, tanto como me gusta los paisajes  de montaña y el senderismo... Pues me fui hacia allí, un poco para compensar una visita reciente a los restos de un castillo que hay cerca (en Aviados) y que apenas vislumbraba nada hasta que un experto me enseñó y me guió por los restos, orientándome sobre la distribución, y de lo importante que era por la situación estraoridnariamente defensiva e inexpuganble del lugar, de las fases de su construcción, de las huellas de un foso, etc. Todo lo cual, no era suficiente para justificar mi visita a ese lugar y no a la ermita de San Froilán en la localidad de La Valdorria (1350 metros sobre el nivel del mar).

Así que empujado por mi mujer (literalmente hablando), para allá fuimos.

Allí al fondo, en lo alto de aquellas peñas, está situada la ermita.


El acceso desde el pueblo de la Valdorria, es un paseo de apenas diez minutos, eso sí, la carretera para subir a La Valdorria, asfaltada en 1984, tiene pendientes de hasta el 25%, y no, no me estoy equivocando. También se puede iniciar la ruta desde varios puntos, utilizando medio día para llegar, o bien el día entero, todo depende de la resistencia y preparación de cada persona, o grupo. En todo caso, las vistas siempre son bonitas. Desde arriba, se ve el pequño pueblo allí a lo lejos.

Dicen que hay que subir 365 peldaños para llegar, la verdad, es que ni conté, ni tampoco están muy definidos tales peldaños, en algunos sitios suben en otros bajan, y en la mayoría solo es un sendero ascendente.

Parece mentira, ver una pequeña torre asomando en lo alto de esa cumbre, y si es verdad que alguien vivió allí un solo invierno, que no creo, ahora mismo, aparte de la etiqueta de santo, hay que ponerle la de martir y la de superhombre.
Incluso, el pasar un invierno en ese pueblo, no ya en la ermita, es para valientes, siempre provisto de víveres, aunque me consta que las casas rurales del lugar, están bastante solicitadas.

La torre nace de la misma peña, y el resto parece incrustado en la montaña, es tan pequeño como el salón de una casa, pero a buen seguro, recibe un montón de visitas.

Retransmitiendo desde los estudios centrales "El Rascadero" en Vega de los Árboles, vuestra, a partir de ahora presentadora favorita.*

* Si, soy yo. Como no hay presupuesto para celebridades ni periodistas profesionales, ni ex de gran hermanos ni similares, y los de España Directo, solo vienen cuando estamos de nieve hasta el cuello, he tenido que arremangarme, coger el toro por los cuernos, y...  hacerlo yo. (y la próxima vez que me vista de mujer, a ver si me acuerdo de afeitarme primero)

Hasta pronto y gracias por vuestra visita.








domingo, 20 de noviembre de 2011

ABATIDO, CANSADO... NADA IMPORTANTE.

La vida es un cuento, a veces alegre y a veces triste. Donde hay momentos para todo.
Ahora me tocan malos momentos, de esos que descubres en la mirada de tus hijos, tu propia tristeza reflejada en sus pupilas. Tu cansancio reflejado en el montón de cartas sin abrir, en la cantidad de mensajes sin leer, en el abandono de tu via de escape, un montón de buenas entradas sin leer en esos blogs que has aprendido a amar, que son tu pasatiempo favorito desde hace un año.
Te levantas a las 4:40, vuelves a casa por la tarde tras muchas horas sin descanso, apenas comes, te duchas y te desplomas en la cama, no hay descanso, hay mucha presión. Soy muy sentido, y todo me afecta en demasía.
Me cuesta afrontar el dia a día, solamente por mis hijos doy el siguiente paso. No tengo tiempo de escribir nuevas entradas, pero es que ni siquiera las historias guardadas en mi cabeza desde hace años, salen con fluidez, no encuentro las palabras adecuadas para contar las cosas. No se me ocurre nada nuevo, y cada día vuelvo a casa indignado con todas las causas que me han empujado a esta situación.

Varios han comentado de mi cuento que no es muy real, que esto no puede pasar en la realidad. Claro que no, ¡es un cuento!.
PERO...
Es real que un lobo hable a una niña, que se llame Caperucita Roja, (nombre único, nadie más en el mundo se llama así). Es real que los cerdos construyan casas de paja, madera y ladrillos, que haya casas de chocolate, trenzas de varios metros que soportan el peso de un hombre, gigantes, cíclopes, enanos, un gato con botas y que habla, una calabaza que se convierte en carroza, un sapo que se convierte en príncipe (ojalá suceda kanelita), siete cabritillos tragados enteros, un lobo vestido de abuela, un espejo que habla, siete enanitos viviendo juntos, una hormiga que habla con una cigarra, una beldad que se enamora de una bestia (ja, y ja mil veces), una tortuga ganando a una liebre, un músico desrratizador.
Unos zapatos de cristal, ¡venga! con unos zapatos de cristal tienen que sudar los pies, te tienen que salir ampollas a los dos pasos de baile, y se tienen que romper si pierdes uno.
Así que pensé que era un requisito imprescindible, contar algo irreal para que fuese un cuento como los demás. Yo no soy Calleja, ni los hermanos Grimm, Ana María Matute, etc. Solo hice un cuento para mi hija, que solo me va a pedir que la dibuje un mochuelo para saber lo que es.

Y si el mochuelo se come al ratón, y casi puede con la ardilla, eso es cosa de la vida real, y de la vida real, no quiero hablar, es más no quiero otra cosa que olvidarme del todo de esta vida, y refugiarme en este sitio donde solo existe mi fantasía, donde aparco mis problemas a un lado de este teclado, y escupo, y vomito toda esta verborrea inconexa que a veces lee alguien y que a veces no lee nadie.

Cada vez que alguien comenta, me llega una gota de ese cariño, y de esa complicidad de los que, como yo, viajan por este cielo de este mundo fantástico, donde todo es posible, y donde los amigos vienen a verte cuando quieren, porque aunque no estés, les has dejado unas palabras para ellos.
 Gracias a todos los comentarios, porque son un gramo más en esa balanza que equilibra mi estado emocional. Sed bienvenidos siempre, y perdonad que mis cuentos a veces sean tan malos.

Compensaré esta triste entrada con otra más alegre, todo llegará...

domingo, 6 de noviembre de 2011

LA ARDILLA, EL RATÓN Y EL MOCHUELO


            Llegó la primavera, y el bosque, estaba espléndido, fresco y lleno de vida. Flores de todos los colores, hacían que el suelo pareciese un arcoíris…

            Los animales correteaban alegres por cada rincón, los pájaros en los árboles, las abejas de flor en flor, la libélula sobre las aguas cristalinas del arroyo… Todos estaban contentos.

            Pero alrededor de un enorme árbol, un mochuelo, y un ratón de campo, estaban enfadados entre sí.
Ratón de campo

Mochuelo


            El ratón construía una madriguera en el suelo y el mochuelo un nido entre las ramas del árbol.

            Los dos se afanaban buscando material para construir el hogar de sus hijos, y se disputaban las hierbas más finas y secas, la lana perdida de alguna oveja o el pelo de algún animal. Tanto el mochuelo, como el ratón, querían tener el material más blandito, para que, cuando nacieran sus hijos, estuvieran muy, muy cómodos.

            Desde su agujero en el tronco del árbol, la ardilla les miraba disgustada, cada vez que el ratón y el mochuelo discutían, más triste se sentía.

            ¡Qué vecinos más ruidosos!

            Cada vez se iban más lejos buscando cosas suaves para sus “casas” y ya todos los animales del bosque estaban cansados de verles discutir.

            ¡Con lo buenos amigos que eran antes!

            Cuando por fin terminaron. El ratón su ratonera y el mochuelo su nido. Los dos tenían unas camas suaves y mullidas para sus hijos.

            Pero aun así, seguían enfadados el uno con el otro, el mochuelo criaba sus polluelos en el nido, y ya no descendía al suelo como antes para saludar a su vecino el ratón, tan solo descendía un par de ramas para saludar a la ardilla.

            Y lo mismo el ratón, contento de ver a los pequeños ratoncitos tan cómodos en su cama, salía alegre y subía a saludar a la ardilla, pero no subía para dar los buenos días al mochuelo como hacía antes.

            La ardilla estaba muy triste, ¡con lo que habían jugado los tres en aquel árbol!

            Un día, el cielo se oscureció. Negros nubarrones cubrieron el bosque. Los rayos y los truenos asustaban a todos los animales.

            Entonces comenzó a llover, y a llover… cada vez la lluvia era más intensa.

            La ardilla se asomaba a su agujero preocupada por sus vecinos. En el suelo, el ratón intentaba cubrir la entrada de su madriguera con cortezas y ramas, pero estaban húmedas y no podía con ellas, ¡era tan pequeño! Ya el agua entraba en la ratonera.

            En el árbol el mochuelo se ponía encima de los polluelos con sus alas abiertas para que no se mojase el nido, pero apenas cubrían nada porque sus alas ¡eran tan pequeñas! Ya el agua empapaba su nido.

            La ardilla no sabía a quién ayudar ni cómo ayudar. De pronto vio como el mochuelo intentaba volcar el nido para que saliese el agua y no se ahogasen los polluelos. La ardilla se acercó para ayudar, pero entre los dos hicieron demasiada fuerza y el nido cayó al suelo con los polluelos dentro… Quedó en el suelo boca abajo.

            El mochuelo voló veloz hasta allí, y la ardilla llegó en cuanto pudo.

            Cuando la ardilla llegó al suelo, y se asomó debajo del nido, vio como los polluelos habían caído en la mullida y suave cama de los ratoncitos y no se habían hecho daño… Y además, el nido tan bien construido, había quedado justo sobre la entrada de la ratonera, impidiendo que entrase la lluvia.

            Y a partir de entonces, los pequeños ratones y los mochuelos se quedaron juntos y fueron muy amigos.

            ¡Qué contenta estaba la ardilla!

            ¡Otra vez jugaban los tres juntos!



LA ARDILLA, EL RATÓN Y EL MOCHUELO.

* Puesto que en vez de ganar seguidores, como pasa al resto de los blog, los pierdo, vuelvo a poner un cuento. Este será el próximo que ilustrarán en la clase de mi hija, no es tan bueno como "Gorrión", pero es lo que hay. De todas formas, gracias a todos los seguidores que contunuáis conmigo y a todos los que, sin ser seguidores, os asomáis a esta pequeña habitación de mi casa.


*Las fotos son copiadas de internet, si alguien tiene algún inconveniente, que no dude en hacérmelo saber.

Rubén Fernández Tomé.

sábado, 29 de octubre de 2011

OTOÑEANDO POR AHÍ

Dos niños de 2 y 5 años, agotan al que pillan, así que, esta tarde, me les he llevado a dar un paseo otoñal aprovechando este sol tan agradable, para ver si se cansaban un poquito. Como no estábamos en el pueblo, no quedó más remedio que salir hacia las afueras de la ciudad.

Las cálidas temperaturas, han mantenido las hojas verdes hasta  ahora, y los anaranjados y amarillos, se están haciendo esperar. Pero la imagen ya es totalmente otoñal.
Y los amarillos ya contrastan con los verdes, los patos son invitados de lujo en este paraje.
Con un poco de paciencia, conseguimos acercarnos y verlos más de cerca. Lo difícil es mantener a los niños en silencio.

Antes de salir en busca de un lugar alto (y de paso cansarles a tope para que lleguen a la hora de ir a la cama cansados al máximo), se han entretenido con las hojas del suelo, y con los mirlos que revolotean por entre las ramas.


Tener a los dos pendientes de la foto es una tarea más ardua que hacer el puzzle de 3000 piezas del cuadro del "Guernica".

Así que me he puesto la botella de agua en la cabeza, y he intentado llamar su atención, eso sí con la colaboración de Silvia, porque Dani, se me escapaba constantemente.


Prometí subir hasta una nube para ver la ciudad desde allí, esta tarea, ha sido mucho más difícil de documentar, era imposible sacar fotos, mientras ascendíamos, (por un sendero empinado, en vez de tomar el largo camino de gravilla), yo llevaba a Dani en mi brazo izquierdo, mientras me asía al pasamanos con la derecha, eso mientras había pasamanos, que solo están en los primeros metros, hasta una fuente, con peldaños de piedra, cubiertos de barro tras la erosión de las últimas lluvias de los días pasados. En todo momento, Silvia caminaba delante, igual que una cabra, decía que se le daba muy bien trepar. Por fín llegamos a la nube, nos sentamos un ratito, con Dani temeroso de la altura, y con Silvia hablando sin parar, es una metralleta, un loro, no puede callar, es imposible.

Desde allí, sacamos una foto de la ciudad, con la catedral dominando, y con las vacas a pie de foto, intentando contrastar, a ver con que parte nos quedamos.

También desde nuestra atalaya improvisada, les indiqué el puente por el que habíamos comenzado el ascenso.

Las fotos han sido tomadas con mi móvil, de ahí su pésima calidad, pero es que todo el paseo ha sido improvisado, salí de casa con la idea de tomar un café tranquilo en la cafetería de al lado de casa, pero una vez allí, ha sido imposible mantener la tranquilidad, tomé el café atragantado, mientras uno se subía en una silla, y el otro hacía que limpiaba los cristales con una servilleta, (una de las muchas que rompieron en cinco minutos que duró el café). Por supuesto durante todo el episodio, sin parar de hablar.
 Así que una vez me propuse cansarles, ya no había tiempo de buscar cámara de fotos ni nada.

La pena es que las fotos que prometí a Eddie, siguen sin llegar, porque tendría que ir por mi pueblo. Ese día iré con cámara. (y sin niños)

Esta es la tarde de sábado que me he pasado, no voy a engañaros, lo he pasado muy bien con estos dos. Ha sido díficil convencerles de que las castañas pilongas no se comen, aún así, viajan algunas en sus bolsos. Busqué alguna seta para enseñársela, pero solo encontré algun "rabo" mal cortado y arrancado lo que me cabrea bastante.

La zona está plagada de conejos, pero claro, llevar a Silvia es como llevar la radio encendida, y así anticipamos nuestra llegada  varios minutos. (No vi ni uno).

Conclusión, estoy cansado, mientras ellos, siguen peleando en el salón, pasando como un huracán por el efímero orden que su madre había conseguido en su ausencia.

miércoles, 26 de octubre de 2011

ARRIBA EN EL MONTE 6 Y ÚLTIMO

Se fundieron en un abrazo y enseguida se armó un alboroto que llegó a su apogeo con el reencuentro de Carlos Javier y María que lloraban a la par, emocionándose como si el simple hecho de volver a verse fuese un milagro.

Más tarde, después de toda una mañana de contar cosas, de dejar solos a los tortolitos durante horas, se juntaron a la hora de comer, y ya en la sobremesa, Manolo preguntó:

-Oye María, y si no es mala pregunta, ¿cómo hiciste para escapar de un convento?

-Es una larga historia, y no quiero aburriros.

-Venga por favor, María, yo no me aguanto, ahora que ha salido el tema no me puedo concentrar en nada hasta que nos lo cuentres -dijo Miguelín alborotado-.

-Vaaale. Cuando me llevaron al convento me pasé días enteros llorando, luego, solo las noches, y al final después de varios meses, simplemente me invadió una tristeza que no me dejaba ni llorar, poco a poco me fui haciendo a la idea de que no volvería a salir de allí, así que decidí amoldarme a esa vida.

-¿Qué es amoldarse? -preguntó Miguelín-.

-Me acostumbré a todas esas cosas, a esa vida, pero era muy aburrida. Una mañana, después de un año, se armó un alboroto de la hos… de la leche. Perdón.

-¡Joder! y tu estabas para monja, mucha vocación no tienes.

-A veces se me escapan palabrotas porque me crié entre hermanos muy brutos. El caso es que el alboroto era porque se había escapado una novicia que estaba allí forzada, igual que yo. No hubo manera de saber por dónde, ni cómo se escapó, pero se escapó. Desde ese día, yo no podía pensar en otra cosa, sin decir nada a nadie, estudié el convento por todas partes, pero era igual que estar en una cárcel, no había un puto sitio por el que salir, incluso intuí que la otra se había escapado oculta en la basura, pero después de su fuga, de allí no salía nada sin revisarlo cien veces. estuve así hasta hace un mes, sin encontrar la manera de salir, incluso le dije al cura que estaba enferma, que si me podía traer a alguien de mi familia, pero era una mala pécora ese cura, así que, ya no podía contar con la ayuda de nadie de fuera tampoco. Estaba tan obsesionada que no me había dado cuenta de que las monjas se habían percatado de que algo estaba preparando, así que como estaba todo el día vigilada, decidí salir por la noche. Si me pillaban me podía olvidar de todo, así que tenía que hacer algo rápido, antes de que se enteraran.


Todas las noches que salí, vino el cabrón del cura, todas las noches iba ladinamente a la cocina, y entraba por la puerta como Pedro por su casa, así que pensé que lo mismo le dejaban la puerta abierta, pero no, el muy hijoputa entraba por la puerta de servicio con su propia llave.

Si será el tío, que se metía en la cocina, y una vez allí, colgaba la sotana y la cocinera le bañaba en un balde grande, y luego le secaba toda amorosa, y luego… ya sabéis…

-¡La cucaba! -gritó Miguelín-.

-¡Miguelín! -reprochó Lucía-.

-Tiene razón -continuó María-, se la zumbaba un día sí y otro también, y se iba tan tranquilo dos o tres horas después, y eso si no se dormía, y le tenía que despertar la furcia de la cocinera poco antes de que se despertaran las monjas. Así que me armé de valor, y en cuanto se quitó la sotana y la ropa, le cogí la llave y la sotana, y me fui por la puerta que el mismo había usado, con la sotana puesta, me alejé de allí, y después todo fue correr y correr, hasta la casa del hermano de Carlos. Por lo visto, el cura esa noche se lo tomó con calma, porque nadie dio la voz de alarma, y no empezaron a buscarme hasta el amanecer, aunque, lo mismo el cura también tuvo que salir a hurtadillas, para que no le pillasen a él, y por eso a lo mejor tampoco esta vez saben por dónde se escapó esta menda.

-¡Vaya historia!, Carlos y tu sois un caso, cualquiera os pregunta nada más -dijo Manolo-, lo mismo que una novela es lo vuestro.

-Y eso es todo -terminó María-.

-¿Qué es una fur…

-¡Miguelín! ¡Mierda! que todo lo quieres saber -dijo Lucía-.

-Ya le hemos hablado de ellas, no te alarmes -dijo Luisón-, solo que nosotros le dijimos que se llaman putas y no furcias.

-Ya, claro, y seguro que se lo contaste tu, y como eres tan delicado… -dijo Lucía-.

-No, me lo contó Doro, y me dijo que ¡ojito! con volver a preguntarle por ese tema.

xxxxxxxx

Florencio y Carmen estaban encantados con la idea de que Javier y María trabajasen con ellos en el molino, el trabajo se amontonaba, y y después del episodio de los lobos, los dos le habían cogido mucho cariño a Javier. Era muy arriesgado estar viviendo en el pueblo, pero no tenían más remedio.

Un día los guardias estuvieron por el pueblo por el asunto de un robo que resultó ser una falsa alarma, pero el susto de Javier y María fue morrocotudo, así que decidieron subir al monte con la idea de irse a algún lugar más seguro, subieron solo para despedirse.

-No puedo permitir que nos abandones, Javier -dijo Doro-, estoy viudo desde hace años, no tengo a nadie… quedaos conmigo como si fueseis mis hijos, en algo podemos emplear el tiempo para poder salir adelante, como sea.

-Mira Javier -dijo Lucía-, mira como llora Miguelín, lleva allí el solo dos horas, porque dice que no quiere veros marchar, eres lo más parecido que ha tenido a un amigo.

-Además -dijo Manolo-, te considera como si el te hubiese encontrado para nosotros, está orgulloso de aquel día en que subió contigo al monte.

-Te admira mucho, y te quiere como solo él sabe querer a la gente. Quiere sin más, sin condiciones, quiere con todo el alma -dijo Lucía-. Además, María, no pensarás dejarme aquí sola en el monte con todos estos, ¿quién me va a ayudar cuando nazca este niño?

-Niña -puntualizó Luisón-.

-Pero… -protestó Javier- no podemos quedarnos, no hay recursos para todos, cada vez somos más aquí arriba, y no tenemos casa en el pueblo, ni siquiera deberíamos bajar nunca más por allí.

-Yo no voy a bajar más inviernos al pueblo, me aburro, y no soporto todas las horas que tengo que estar allí encerrado, me voy a quedar aquí, en la cabaña -dijo Doro-.

-Y ¿qué vas a hacer todo el invierno?

-Voy a ir construyendo una casa poco a poco, necesitamos empezar a pensar en quedarnos aquí todo el año.

-María ¿nos quedamos?

-Sí, vale la pena disfrutar de esta gente, aunque nos pillen dentro de un mes, en ningún sitio estaremos mejor.

-¡Voy a decírselo a Miguelín!….