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jueves, 26 de julio de 2012

FUEGO

Estoy impresionado con el fuego que estos días sufren en Cataluña. Las imágenes son espeluznantes.
Ya se que hay miles de noticias deprimentes en este país, pero los incendios me conmueven por encima de las primas esas de riesgo (ya me gustaría saber quien decide la puntuación).
Personas muertas, rebaños muertos, bosques destrozados.
Muchos incendios son provocados, y otros, son por imprudencias. Hablan de colillas. No fumo (creo que ni se), no voy a criticar a quien fume ¡ojo!, pero si quisiera pedir que fuesen conscientes de que tienen fuego en las manos, que, según en que lugar, es un peligro, un incendio en potencia. No cuesta mucho.
Cuando me pasaba los veranos cosechando en Villamarco, allí, en ese pueblo todo campo de cereales, cuando terminaban el cigarro en el campo, eran totalmente conscientes del peligro. Escupían en la mano y allí apagaban totalmente el pitillo, o bien lo enterraban en tierra o derramaban algo de agua en el camino.
Varias veces, el roce de las cosechadoras en las piedras, en los días de mucho calor y a la hora de la siesta, producían incendios. 
Ver avanzar las llamas es sobrecogedor y una mala experiencia.
Con todo esto he recordado un relato que hice para el cole de los niños.

Los humanos somos el único animal que provoca incendios. También somos el único animal que puede extinguirlos.

EL FUEGO
            Como los padres de Manuel son autónomos, y además hay crisis, pues tampoco hay vacaciones, ni posibilidad alguna de ir a la playa.
            Como no se puede ir a la playa, cada fin de semana que la climatología lo permite, Manuel se va con sus padres y su hermano a la montaña. Aprovechando que en León, nuestra provincia, hay un montón de rutas de senderismo, y que hay una gran oferta paisajística, a lo largo del curso han disfrutado de bonitas vistas.
            Durante el otoño, han paseado por los bosques disfrutando de las nuevas tonalidades que tiene el bosque. Los árboles de hoja caduca, contrastan los colores de sus hojas entre amarillos y anaranjados, con las perennes hojas verdes de otros.
            Han buscado setas, y han recogido castañas y avellanas. Con mucha paciencia, vieron de lejos y con los prismáticos a los venados en plena lucha.
            Durante el invierno, han aprovechado para disfrutar en la nieve. ¡Cómo se han divertido!, han hecho muñecos con la zanahoria como nariz y dos pedazos de carbón como ojos, idénticos a los que ya hacían sus abuelos. Se han lanzado bolas de nieve. Han corrido por la nieve todavía sin pisar de primera hora de la mañana. ¡Plaf! ¡Plaf! Suenan sus pisadas sobre la capa de nieve.
            Con las manos heladas, han asado castañas como en el magosto, y con ellas se calientan, ¡Qué bien huelen!, a veces las acompañan con chocolate y churros.
            Pero lo más bonito es la primavera.
            Durante la primavera, nuestros bosques despiertan de su letargo invernal, se llenan de exuberantes colores y de sonidos. Los pájaros cantan por doquier, los animales están en plena ebullición. Todos están excitados, desde las abejas en su busca del néctar de las nuevas flores, hasta los zorros y lobos, que buscan un buen lugar que les sirva para criar a las futuras crías que vienen en camino.
            Los pájaros se oyen por todo el bosque. Si guardamos silencio, y no perturbamos la paz del bosque, se puede escuchar el sonido del bosque.
            El agua cantarina descendiendo por los riachuelos, arrojándose sobre las peñas que encuentran en su camino, el movimiento de las hojas con la brisa de la tarde, el canto de los pájaros, único en primavera cuando están en pleno cortejo, la berrea de los venados en la lejanía…
            Manuel tiene 12 años, y su hermano 14. Han aprendido a disfrutar en sus paseos por el bosque. Han observado cómo las abejas en su afán de recolectar néctar, van polinizando las flores. También cómo en un triste árbol muerto, ya seco, y partido por la mitad, la vida no se detiene, y desde las larvas que comen la madera del interior, pasando por los picapinos o pájaros carpinteros que picotean estos árboles para comerse esas larvas xilófagas (que comen madera), e incluso para anidar en su interior, donde también habitan otros animales, como lirones, ardillas, jinetas y ratones, hasta por fin llegar al búho real que anida en el tocón superior por donde se partió el tronco en su día, no están muy seguros, puede que sea un cárabo, una lechuza o cualquier otra ave nocturna.
            Durante la primavera, han disfrutado enormemente del bosque.
            Con la llegada del verano, han visto todo tipo de crías de animales, el bosque se ha ido renovando, y es un placer pasear por entre los árboles, es una grata sensación la frescura de la sombra.
            Durante la tarde, en las horas de más calor se bañan en el río, y cuando salen del agua, se tumban boca abajo sobre las peñas que sobresalen en medio de la corriente para intentar observar algún pez, una trucha o un barbo.
            Una tarde, caminaban los dos hermanos con sus padres cuando han detectado un ligero olor a humo. Ante el peligro que supone un fuego en medio del bosque, su padre decide regresar al pueblo más cercano. Durante su regreso, divisan las llamas muy cerca del pueblo, parece que han comenzado en un camino poco transitado donde la hierba seca lo cubre de lado a lado.
            Manuel teme por el bosque, durante  este último año ha aprendido a amarlo. Cuando llegan al pueblo, y se ven a salvo, su atención se centra en las llamas, que devoran todo a su paso. Los animales huyen por todos lados, todos juntos, depredadores con herbívoros, aves con roedores, todos van juntos sin preocuparse de qué animal corre a su lado. Todos temen al fuego.
            Los padres de Manuel se unen a los vecinos para apagar el fuego. Mientras los bomberos luchan por controlar las llamas más peligrosas, y el helicóptero va y viene desde el pantano, los vecinos han hecho una cadena humana para transportar calderos de agua, Manuel está el segundo al pie del pozo, está cada vez más cansado por el trasiego de calderos, le duelen los brazos, pero su hermano, que se está encargando de llenar dichos calderos, no desfallece, y eso le anima a seguir.
            Al final, el incendio no ha sido muy grave, y es controlado, se ha quemado un trozo de bosque, en el que se ve algún animal que no pudo salir a tiempo, los árboles están ennegrecidos y destrozados. Los bomberos piensan que el fuego se ha iniciado en el camino de hierba seca, bien por una botella que ha hecho de lupa, o bien por una chispa producida con el roce de los bajos de algún coche contra una peña. También pudo ser una colilla…
            Manuel se queda muy impresionado.
            Durante los primeros días de curso, el profesor pregunta la diferencia entre los animales y las personas.
-         En que las personas somos animales racionales –contesta María a la vez que levanta el brazo, como siempre impaciente por responder-.
Pero el profesor, ha visto con el rabillo del ojo, como Manuel, que nunca levanta el brazo, hizo el amago de contestar, e intimidado por la seguridad y rapidez de la respuesta de María, baja el brazo de nuevo. El profesor se acerca y pregunta a Manuel:
-         ¿Qué opinas tú? Manuel. ¿En qué se diferencian los animales de las personas?
-         Pueees, en que los animales no pueden provocar incendios, pero tampoco pueden apagarlos, y las personas si podemos.
-         Casi no te he oído Manuel, dilo más alto, que te oigan todos.
-         ¡Qué las personas si podemos provocar incendios, pero también podemos controlarlos!
-         Y también podemos prevenirlos –interviene de nuevo María-.
-         Muy bien chicos – continúa el profesor- entonces ¿qué  tal si hoy nos dedicamos a pensar en las cosas que podríamos hacer para evitar el fuego en nuestros bosques? Porque son los grandes bosques del planeta los que producen oxígeno para todos al realizar la fotosíntesis que hemos estudiado.
Mientras sus compañeros van enumerando maneras de prevenir los incendios, Manuel, se siente muy orgulloso de haber participado aquel día en la extinción del incendio.

FIN

*no pongo fotos, con abrir un periódico ya se pueden ver, también en facebook, Jesús Calleja ha subido algunas.

miércoles, 18 de julio de 2012

Chalaneru [Víctor Manuel, Tejedor, Chus Pedro, Ramón Prada]

Tengo esta deuda pendiente con Alfredo (miscuentinos) desde hace tiempo, cuando puse la canción de "Viva la montaña".

Más vale tarde que nunca.


Aunque mis abuelos decían... : La vela junto al santo.

Lo siento Alfredo, aquí está esta canción. No me había olvidado





lunes, 9 de julio de 2012

La Magdalena de Ramón


Miraba la noche a través de la ventanilla del tren. Las luces en la distancia revelaban la situación de pueblos a los que no era capaz de poner nombre.
Se  había marchado hacía casi cuatro años, al final de octubre. Había dejado todo atrás, su pueblo, su novia, sus amigos… todo. Había seguido los pasos de uno de sus profesores de medicina, y se había embarcado en una misión de Médicos sin Fronteras en África.

Ramón se fue convencido de que estaría allí tres meses en los que aprendería muchas cosas, aparte de su entusiasmo habitual por ayudar al prójimo. Pero en aquel continente maldito, los planes se tuercen a cada segundo, a su llegada estalló un amago de golpe de estado, que les desvió de su destino, llevándoles a un lugar desconocido desde donde resultaba imposible ponerse en contacto con su familia  y amigos.
Durante tres años, solo hizo que ayudar y aprender in situ, cada día era sobrecogedor, cada vida que le rodeaba era una pura tragedia. Se vio envuelto en un grupo de unas doscientas personas que huían de la barbarie. Al cabo de esos tres años, el hambre, el consumo de agua contaminada, el sida, y los asesinatos, fueron mermando el grupo de forma que solo quedaban un puñado de personas cuando por fin, fueron rescatados y trasladados a otro país. Había pasado mucho tiempo sin poder ponerse en contacto con la gente de su pueblo, y cuando por fin tuvo la opción, no se atrevió, seguramente le habían dado por muerto, o puede que no contasen con su regreso.

El tren hacía su camino con vaivén que adormecía, pero Ramón no podía conciliar el sueño.

Se bajó del tren en un apeadero a doce kilómetros de su pueblo, eran las dos de la mañana de un martes, y no quería molestar a nadie. Se puso en marcha caminando. Al pasar por delante de la gasolinera, se detuvo para sacar un café de la máquina.

-        - ¡Hombre Ramón!, ¡cuánto tiempo sin verte! –dijo el empleado de la gasolinera- Pero tú no habías desaparecido en África.
-         -Sí, pero mira, bicho malo nunca muere.
-       -  Pero si estuvo tu hermano por aquí esta tarde y no me dijo que venías.
-       -  Es que quiero dar una sorpresa.
-        - Pero a estas horas ¿dónde vas?, espera que llamo a alguien que te lleve.
-        - ¡Qué no! ¡qué no!, que me apetece caminar un poco, que llevo dos días viajando.

Y Ramón reanudó el camino cavilando sobre lo que le esperaría. Su familia, indignada por no haber recibido noticias, pero es que había sido imposible. ¿Se acordarían sus amigos de él?. Y Magda, su novia, ¿con quién estaría saliendo?, porque una chica tan buena y tan guapa, seguro que no había aguantado tres años sola, ¿estaría muy enfadada?. Estaba apesadumbrado, no confiaba para nada en que la gente se creyera su historia, esa odisea humana en la que solo había vivido que desgracias y vivencias traumáticas. Se estaba planteando dar la vuelta y no regresar jamás, pues no podría aguantar los reproches, no podría ver la complicidad de sus amigos mientras el resultaba casi un desconocido, y sobre todo, no podría soportar ver a Magda con otro.
Su vida estaba destrozada, y no sabía dónde ir ni qué hacer. Estaba a punto de dar la vuelta a pesar de que ya le había visto Lino el de la gasolinera…
Caminaba por la izquierda en la oscuridad, apenas le faltaban cuatro Kilómetros para llegar, una motocicleta venía a toda velocidad de frente deslumbrándole, pasó casi rozándole, pero apenas pasó, frenó de golpe y giró sobre si misma.

-        - ¡Ramón! ¡Ramón! ¡pero si eres Ramón!- David se bajó de la motocicleta y abrazaba a Ramón-. Pero ¿dónde te habías metido?
-       -  Es una larga historia, David. ¿Dónde vas a estas horas?.
-       -  Pues a regar, como siempre, tengo que cambiar el agua. Pero primero te acerco hasta casa.

Estaba animado con el encuentro con David, nunca se imaginó semejante bienvenida.
A la puerta de su casa, se detuvo, eran ya las 7 de la mañana, buscó el escondrijo donde siempre dejaba sus llaves, y allí seguían, ignorando que su madre se negaba a quitarlas de allí con la esperanza de que su hijo volviese. Entró en casa en silencio, el olor de su propia casa, le reconfortó como hacía años que nada lo hacía.
Fue al dormitorio de su hermano, le miró un buen rato sin despertarle, luego se dirigió al de su hermana, había dejado una niña, y en aquella cama había ya una mujer. Entreabrió la puerta de la habitación de sus padres, tampoco les despertó. Tiró su mochila en el sofá, se preparó un zumo de limón como hacía siempre cuando estaba en casa, y se acostó en su cama, que sorprendentemente, estaba preparada.
Al ver los limones exprimidos, la señora Lucía, dio un grito, subió las escaleras todo lo deprisa que pudo, y en menos de un minuto, toda la casa estaba en la habitación de Ramón.

El día transcurrió como en un sueño, todos los amigos venían a la casa, luego lo llevaban a empujones y con un millón de risas a la plaza, el bar era un espectáculo, Ramón contó su historia mil veces, sus amigos comieron en su casa, porque ninguno se quería ir de su lado, las cervezas se terminaban a velocidad de vértigo, el teléfono no paraba de sonar, al concluir la jornada de trabajo, llegaban más y más amigos.
-       -  ¿y Magda? –preguntó-
-       -  ¿Magda?, Magda se va poner como loca cuando te vea. Lleva casi cuatro años esperándote, sin salir con nadie, y sin hacer caso de nadie, solo Ramón por aquí… y Ramón por allá. Trabaja cerca, llegará dentro de poco, la trae una compañera, y la deja a la entrada del pueblo.

-      -   No sé cómo voy a explicarle todo esto…

Ramón se encaminó a la entrada del pueblo, estaba cerca, llegar a la esquina que estaba a treinta metros y allí estaba el cruce de la entrada, el corazón le latía desbocado. Oyó como se detenía un coche y volvía a arrancar, estaba a unos cinco metros de doblar la esquina, cuando apareció Magda corriendo, al verle se detuvo… apenas unos segundos, y volvió a correr para echarse en sus brazos llorando a lágrima viva.

-         -Déjame que te explique –dijo Ramón-.
Magda no podía ni hablar, pero le enseñaba un periódico donde salía una foto de Ramón al bajarse del avión el día anterior, con un reportaje de toda su odisea…

-        - Lo he leído mil veces. Yo sabía que no te habías olvidado de nosotros y que seguro que tenías una buena razón para no ponerte en contacto conmigo.
El pueblo entero llegaba a sus espaldas, no importaba que fuese a mitad de semana, la fiesta ya estaba montada, las trompetas y los tambores ya sonaban a su lado, y en la plaza del pueblo estaban sacando sillas y mesas para servir la parrillada que se estaba liando con la colaboración del panadero, el carnicero, el del bar y todo bicho viviente, porque hasta el perro de su abuelo era incapaz de separarse de su lado.

… Y es que recuperar a un amigo perdido… no tiene precio.


·        Y este es el video clip que me ha hecho rescatar este relato del baúl de los objetos perdidos.