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sábado, 23 de febrero de 2013

CASTING 50 SOMBRAS DE GREY

Estaba yo en mi sofá "to tirao", comiendo pipas, cuando de repente, veo a la Igartiburu, presentando un reportaje en el que se habla de los pretendientes para hacer los personajes de la película de "50 sombras de Grey" (que digo yo, que sombras tenemos todos, y más de 50. Pero vamos, que lo que más me gusta del libro, es eso, la idea de que las personas tenemos "sombras" o secretos, defectos, etc.)



Así, me lié la manta a la cabeza y me dispuse a presentarme al casting para hacer de Cristian Grey. (lo de Grey lo sacaría por lo de "anatomía de Grey")


Así, sin complejos. Ya me imaginaba a la actriz que hiciese de Anastasia (como la hija del rey Nicolás II de Rusía) Steele (como la famosa escritora Danielle Steele). Para mí, la ideal sería Paula.



Pero luego, al final del libro, leo que tiene los ojos azules. Pero nada que no se pueda solucionar con unas lentillas.

Total, que me presenté, y nada más verme ya me dijeron que si yo era más bajito, que el Cristian Grey se supone que mediría casi 1,90 de alto. ¡yo que sabía! yo mediré 1,67 o así, pero cogí y dado el tema de la novela, medí todo, y la suma salía 1,90, que hubiesen especificado hombre.


Que el Cristian era multimillonario. Bueno, yo todavía no, pero si esperan al sorteo del Jueves de la primitiva...

Que si el coche de Cristian Grey esto y lo otro ¡cómo! ¡pero si tengo uno igual! ahí, es que fliparon, que salieron todos a ver el coche, el R-8, como el de Grey. Y cuando le ven, me dicen que no, que ese no es. Claro, es que no especifican, este es el R-8 de Grey.


Y este es el R-8 mio.



Si es que ya lo dije antes, que no especifican. Que lo hubiesen dicho. Que vale que el de Grey, es más vistoso que el mío, pero ya le quería yo ver con 7 personas dentro y pasando por la rasera del río. Que le llamamos "El trueno azul", como el helicóptero de aquella serie.



Que no doy el perfil, me dicen. ¡Pero, oiga! ¡qué yo desnudo gano mucho!
Que si el Grey, no llega a 30 años. Bueno y qué, me tiño las canas, encojo la barriga y me pongo de puntillas, y me quito las gafas, y disimulo la nariz, y me hacen un traje a medida, y me cortan el pelo, y me dan un rolex, y me hacen dos arreglillos y ya está, igualico, igualico.

¡Qué no!
¡Oiiiga! que yo en la cama soy un fiera, que no tengo un cuarto rojo, pero si el r-8 hablaseeee...

¡Qué no y qué no! que si quiero, como mucho puedo interpretar al malo, a Jack hyde, (lo de Hyde será por el experimento del Dr, Jekyll, si es que la tía esta no echa tiempo ni en inventarse apellidos)
¡Ja! yo de ese ni muerto, que es malo, malo.

¡pues entonces nada!
¡pues vale! ¡que sus den a tos! ¡mejor!, que los personajes se pasan el día que si polvo paquí que si polvo pallá y que si bebo una copa de un vino que te cagas, que si champán, si es que tienen que estar todo el día mamaos. Y ya, tanto polvo, a mis 40, no se yooo, que poder puedo ¡eh!, peroooo. ¿y si luego no me quedan fuerzas para atender a la parienta? ¿qué? ¿eh? ¿qué? 

Si conmigo se ahorraban el Charlie Tango, que ya aporto yo "el trueno azul"
Al final casi se han quedado sin candidatos, el que más papeletas tiene creo que es este.
 

Ellos se lo pierden.


¡Ah! y cuando ya me marchaba, me dicen que ya tienen actriz para Anastasia, la Emma Watson.
Perooo...


Pero si es la mojigata de Harry Potter, ¡amooos anda! Pero cómo vas a meter a esta en el cuarto rojo, que lo mismo se cabrea, saca la varita y sabe Dios en qué te convierte.

¡Ay! pobre Paula, a seguir "con el culo al aire"

Yo así no ¿eh?, yo así no veo la peli.

No se si no escribiré un libro yo también, uno porno-erótico, en el que un chico muy guapo que está buenísimo, blalblalalalal,gulguglug, y se enamora de el (mi) una tía que está como un pan recién hecho, y encima es millonaria, y me tunea el renault-8, y blablalbalalabblara,guluguglu, ... y no tengo mucha idea de escribir.... blablabla, guluglu, pero el sexo vende y da lo mismo, y blabla, y soy tan bueno, que hasta me hago editor jefe de lunes "pa" martes... 

viernes, 22 de febrero de 2013

REPOSICIÓN 3ª PARTE ANGEL Y ASUN

LA ODISEA
* Esta es la tercera parte de seis, es la más divertida.

-¡Don Angel! ¡Don Angel!
-Dime hijo...
-Que ha dicho el cura de ahí arriba que si puede usted subir a decir esta tarde el entierro con él, que no puede hablar, que está afónico...
-Vaaale, le dices que allí estaré.
-Ya -dijo Asun-. No pensará usted en subir con esa bicicleta, que tiene los frenos todos gastados, que como va usted siempre como un loco, están ya para pocos trotes...
-Todavía aguantan, Asun.
-Y lleve usted un paraguas, que va a llover...

Salió para el pueblo de arriba nada más comer. No comió apenas, porque como tenía que subir en bici, no quería estar muy pesado.
Dijo el funeral, y se lió a hablar con el cura del pueblo, que cada vez estaba peor de la afonía, pero que no se callaba ni debajo del agua. Como se le hizo un poco tarde, bajaba con la bici, que ni los chavales de 15 años, ¡como un loco! Cuando ya terminaba la pendiente más pronunciada, cuando más deprisa iba, la curva de la Sierra que se le viene encima... los frenos que dijeron basta, hierro con hierro, la bici cada vez más rápido, la curva cada vez más cerca... imposible frenar.
De frente el carro de Ramiro cargado de hierba... menos mal que no lo vio nadie, del golpe que se dio contra el carro, salió despedido por encima del carro. Cuando creía que iba a tener la suerte de quedarse encima de la hierba del carro y salir ileso, la inercia le mandó para el otro lado. Intentó agarrarse de algo, pero la hierba pisada en el carro, no le sujetó, y encima le hizo cortes en las manos...
Cayó como un saco, el ojo morado, el labio partido y la sotana rasgada... y la bici... ¡ooh!, la bici... estaba doblada, incrustada en la rueda del carro, que para sacarla, las pasó canutas. Dejó la bici escondida dentro del corral de Ramiro, el buen hombre, era muy discreto, pero aún así, a ver cómo le explicaba el percance.
Siguió andando, la carretera daba una curva muy pronunciada, y con las magulladuras que tenía y ese aspecto, ni quería tardar en llegar a casa, ni quería que nadie le viese. Por eso, decidió atajar por los prados. Entró por la portillera, y cuando ya estaba a medio prado, comenzó a llover... como había dicho Asun... y... ¿Donde estaba el paraguas?- En casa.
Se estaba empapando, todo magullado, con la sotana llena de barro... y no encontraba un sitio decente para salir del prado, las sebes eran nuevas, y estaban bien cerradas, porque como Ramiro lo mismo metía vacas que ovejas... pues para que no se escapasen. Ya estaba desesperado cuando vio un pequeño gatero. Se puso a gatas, para terminar de embarrar la sotana, y cruzó al siguiente prado. Éste en vez de sebes, tenía alambre de espino, y cuando fue a salir hacia el camino, como la sotana estaba llena de barro, y pesaba lo suyo, se enganchó con las púas del alambre, y la sotana se rasgó más todavía, el forro ya iba a rastras, que parecía que llevaba un vestido de cola.
Cuando llegaba ya cerca del pueblo, era ya noche cerrada, no paraba de llover, y encima allí estaba el dichoso perro de Arsenio, que tenía la fea costumbre de morderle la sotana. Y claro, esta vez lo tuvo bien fácil, mordió el forro que iba arrastrado y se quedó con el...
Estaba empapado, y cada vez llovía más, la lluvia le resbalaba por la cara, y no veía nada, así que cogió un tablón y se lo sujetó por encima de la cabeza con las manos... que fue cuando se resbaló, y se dió con el tablón en las narices, que no paraban de sangrar, con lo que la sotana, ya tenía barro, agua y sangre.
Con el pañuelo todo mojado iba sujetándose la nariz. Dio un rodeo por detrás del bar, porque ya solo le faltaba que le viesen pasar por delante del bar ¡menudo pitorreo! si le llegaba a ver alguien... vamos, no quería ni pensarlo...
Por detrás del bar había una puerta de madera, con uno de esos huecos para que entrase y saliese el gato, pero lo suficentemente pequeño para que no se escapase el perro...
El perro "encabronao" con el gato... el gato bufando... sube aquí... sal por allí... de repente el hueco de la puerta a su alcance, ¡su salvación! se tira a el como un relámpago... Don angel con la cabeza hacia arriba para que se pare la hemorragia... el gato que sale "diaparao"... Don Angel que pasa a tal tiempo...
Cura por el suelo. Gato enredado entre los pies y la sotana embarrada. Golpes por aquí, arañazos por allá...
Por fin se deshizo del gato... Cabizbajo entró en casa. No se atrevía a dar un paso en la casa relimpia. Oía a Asun en la cocina preparando la cena.
-¡Asun! -dijo bajito-. Por favor puedes venir un momento.
-¡AAAH! ¡Pero cómo viene usted así! Ya me parecía a mi que tardaba. ¡No me lo diga! ¡No me lo diga!... Los frenos... y sin paraguas... -
Y la Asun empezó a sonreir, y la risa, pugnaba por salir, ¡No! pugnaba por explotar. Don Angel avergonzado, comienza a relatar su odisea.
Asun comienza a reirse mientras hace un ovillo con la sotana, que no parece tener arreglo.
Mientras Asun prepara un baño, Angel va contando... Asun ya no puede más, comienza con una risa suave, pero pronto las carcajadas son inevitables.
La cuesta....jajaja....los frenos no van...jajajaja...el carro...juajuajuuuua...bufff... la biciiii... juuuuuajaja... atajo...jajajaja... el alambre... juajuajijijijiji... el perro el Arsenio... jijijijijuajuuuuaaa... (la Asun se doblaba sobre si misma, ya le dolía de tanto reirse).
Pero es que... luego ¿sabes el gatero ese de la puerta del bar?... juuua juuua y encima entre que me quitaba el gato de encima y no, me arañó los tobillos pero bien... juuua jajajajaja.
Ya estaba el pobre cura metido en la bañera, tapando lo más que podía su desnudez y sus heridas y cardenales. La Asun llevando agua caliente, a punto de caer de la risa.
-¡Cállese por favor Asun! que bastante humillado vengo ya, ya se que me lo advirtió...
Pero la Asun era víctima de un ataque de risa, no había manera de parar.
-Le pido por favor que pare, me estoy enfadando de verdad.
Que nada, que no podía parar.
Así que don Angel, ya no aguantó más, cogió a la Asun con las manos por el cuello... y la besó en todos los morros... un buen rato... bastante rato... mucho rato.
Las risas cesaron... al menos en lo que duró el beso... luego silencio, luego otro beso, luego miedo... Asun salió de allí por miedo a perderse. Cerró la puerta tras de sí, apoyó la espalda en la puerta cerrada, la mano derecha sobre sus labios, la mano izquierda sobre su corazón desbocado. El momento pasó, una sonrisa en su rostro, estaba contenta... se dirigió hacia la cocina... no pudo evitar otra vez las risas.
Don Angel en el agua metido, asustado, el ojo morado, el labio partido, lleno de magulladuras, las piernas llenas de arañazos... y sin embargo no le dolía nada.

CONTINUARÁ......LO PROMETO


Este relato, inspiró este dibujo que ha realizado Mito de http://mitodos.soy.es

viernes, 15 de febrero de 2013

REPOSICIÓN 2ª PARTE ANGEL Y ASUN



2.- ANGEL Y ASUN ¡QUÉ CURA ESTE!

*Esta es la segunda entrada de esta historia, quedarán otras cuatro, que espero no os resulten muy largas y pesadas.

Estaba Don Angel mirando desde la ventana, por un huequito, con un telescopio prestado, cuando entró Asun.
-Pero ¿qué hace padre?. ¿Espiando con ese trasto?
-Pues verás, te lo voy a contar, para que informes a los amigos esos de tu hermano.
-Los amigos de mi hermano están todos en el monte, huídos…
-Pues a ésos. Les dices que esta guerra no va conmigo.
-¿Pero qué mosca le ha picado?
-Cuando vine aquí, vine para sustituir al cura anterior que lo habían asesinado los del monte. Porque él ocasionó a su vez el asesinato de uno de ellos, vulnerando el secreto de confesión. Ambas actitudes me repugnan, porque en ningún caso puedo justificar una muerte, y menos tan a la ligera.
Lo malo, es que a pesar de que yo nunca he denunciado a nadie, ni me he decantado a favor de nadie, porque los dos bandos están haciendo barbaridades que no concibo. Ahora se les ha ocurrido ponerme una trampa a mí…
Han mandado a una pobre anciana al confesionario, a contarme que se escondían en la majada de La Raya, y solo para ver si yo iba con el cuento al teniente, claro, como ven que me llevo bien con el.
- Si es que no se por qué se lleva usted con el teniente, -dijo Asun- si es un ca…
-No sigas, ya lo se, pero así es más fácil ayudar a todos y punto, lo demás me da igual.El caso es que yo nunca quebrantaría el secreto de confesión, pero como me he olido que era una trampa, me he pedido prestado el telescopio, y no he dejado de vigilar la majada, y allí no hay nadie, así que ahora estaba vigilando en los altos, para ver si ellos también vigilaban… ¡y allí están! ¿quieres ver dónde?, así vas y les dices que he podido descubrirles sin romper el secreto de confesión, que no he picado, y que tiene narices que me pongan trampas a mí, que solo he hecho que ayudar.No voy a decir nada, anda Asun sube y diles que les estoy viendo, y que se escondan otra vez, que yo paso de todas estas represalias de unos y otros, que solo han conseguido que dejarme amigos muertos… y que por favor dejen ya el pueblo en paz. A cambio, yo voy a entretener al teniente…
- Se van a enterar éstos… -dijo Asun-. Con lo que yo me he arriesgado por ellos…
Se había librado por los pelos, si alguien hubiese ido a la majada, aunque solo hubiese sido por casualidad, Don Angel sería el siguiente cura muerto.
Cuando Asun les encontró, les echó la bronca más grande que se haya echado nunca sin levantar la voz, por si acaso les oían.
Un poco avergonzados, no se querían amedrentar fácilmente.
-No me digas que te has enamorado de ese cura, Asun… - dijo uno-. Tú, que no crees en los curas.
-¡Precisamente! porque no creo en los curas, veo un hombre y no un cura, y la culpa la tenéis vosotros, que si aquella vez que os oculté, no me pillan, no me hubiera mandado el teniente de criada del cura, ¿qué culpa tengo yo de quererle?, si solo hace que cosas buenas, ayudando a todo el mundo, mira vosotros, ni podéis ayudar en casa, ni os vais de una vez lejos de vuestras familias, que las estamos pasando putas, por protegeros.
Y ahí se acabó la discusión.
Iba Don Angel pensando en todo esto, ensimismado, por la calle embarrada, levantando la sotana para que no se embarrase, que se la terminaba de planchar Asun no hacía ni media hora, cuando… Aquella masa amorfa venía directa hacia el, no era redonda ni cuadrada, despedía barro como si fuera un aspersor, barro por todos lados… golpeó directamente en todo el pecho, la sotana… ¡buah! la sotana, mejor no mirar. Los chicos allí delante, callados, mirando al suelo, acojo… acongojados.
Don Angel mirando, los chicos callados.
Don Angel echando humo, los chicos colorados, a punto de mearse encima.
-¿Qué es esto? - gritó más enfadado que nunca en su vida-.
-Es… es…e…eeees, pueeees… ¡el balón!, -dijo el más pequeñín.
Sin palabras se quedó. ¡Qué balón ni qué balón!, eran unos trapos enrrollados y luego atados con cuerdas y cinta aislante, que claro, al primer patadón, se empezó a romper, saliéndose trozos de trapo que hacían del pseudobalón un esparcidor de barro. Les devolvió el “balón”, y regresó a casa.
Para que no lo viese la Asun, se puso a lavar la sotana, pero, como siempre, le pilló in fraganti. Se lo explicó con más miedo que los niños a él.
¡Pobres chicos! ni para balón tienen…
A los pocos días, le dijo Asun.
-Siempre usa usted el traje verde para la misa, por qué no se pone los otros.
-Asun, porque cada uno es para una ocasión. El verde es el de ordinario, el blanco en las fiestas de Nuestro Señor Jesucristo, el rojo Pentecostés, Espíritu Santo etc. el morado adviento y cuaresma, y el rosado tercer domingo de adviento.
-¿Y este azul? -dijo Asun-.
-¿Azul? ¿tenemos uno azul?
-Si, yo nunca se lo vi al otro cura, pero lo encontré hace poco en un baúl, que el otro cura igual ni sabía que estaba.
-Y la fiesta del pueblo es la Inmaculada… ¡Asun! de la azul ni una palabra a nadie.
La azul es la ropa litúrgica de la Inmaculada Concepción, no todo el mundo la tenía.
¡Ya tenía una idea!
Se fue a llorar al obispo que no tenía la azul, y que claro, siendo la fiesta del pueblo la Inmaculada Concepción… que el sabía de un sitio que la vendían muy barata…
Trabajo le costó, pero le dieron algo de dinero, que no hubiese bastado para comprar una azul, y también se llevó la bronca por no tener ni un céntimo de su sueldo, si supieran lo que había hecho con el…
En fin, con el dinero que le dieron compró un balón como Dios manda, y a través de Asun, que alucinaba con la jugada, y no la de fútbol precisamente, les hizo llegar el balón a los chicos. Luego cogió la vestimenta azul y se la enseñó al obispo.
-¿Y te compraste esto con el poco dinero que te dí? ´¿tenían más en ese sitio?
-No señor obispo, solo esta.
-Seguro que me engañas y todavía tenías algo de tu sueldo.
Algo de su sueldo… algo de su sueldo… Su sueldo voló como siempre, regalado.
Bajaba un día del campanario, cuando allí le esperaba el criado del tio Segis, que ese sí que no tenía ni un céntimo. De sobra lo sabía Don Angel, porque se lo había contado Asun, que el pobre criado, no tenía para mantener a sus hijos, porque en las últimas lluvias se le había venido parte del tejado abajo, y se lo había gastado en tejas.
-Hola Don Angel -dijo el criado-.
-Buenas, Antonio ¿que te trae por aquí?
-Pues que necesito dinero, y quería saber si usted me compraría este medallón de oro, no debería desprenderme de el, porque era de mi difunta madre, pero es que lo necesito.

¡Ni en broma, era de oro el medallón! Al primer vistazo, ya vio Don Angel que no era ni chapado en oro, era bronce como mucho, aunque ni eso. Consciente de que Antonio quería engañarle, no quiso enfadarse, no podía dejar a esa familia en la calle, pero no podía permitir que le tomasen por el pito el sereno.
Finalmente, se quedó el medallón, por la quinta parte de lo que pedía el Antonio, pero por cuatro veces su valor real. Y así, fue como se quedó sin dinero ese mes, sin dinero y sin medallón…
Iba Antonio tan contento, con remordimientos por el engaño, era buena persona, no podía dejar a sus hijos sin comer, pero tan bueno era, que esa noche no pudo pegar ojo pensando en el grave pecado cometido, y encima con el cura, con lo bueno que era.
Sin haber pegado ojo, al día siguiente fue a confesarse.
-Padre, me acuso de que he engañado a un hombre, y le he robado.
-Pero ¿qué me cuentas, hijo?
-Eso padre, que he engañado a un buen hombre y le he robado, le vendí un medallón de oro, y no era de oro, y encima era de mi madre.
-Bueno, Antonio, por lo menos lo de tu madre era verdad.
-Pero padre, esta tarde le devuelvo el dinero… y nada más… esos son mis pecados.
-Vamos a ver Antonio, no te voy a poner penitencia, porque no engañaste al hombre, que en todo momento, sabía del engaño, y como te compró igualmente el medallón, tampoco le robaste, y no le vayas a devolver el dinero porque ya no tiene el medallón, ¡hala! vete en paz.
Cabizbajo y avergonzado entraba Antonio en casa, cuando un alboroto en la cocina llamó su atención. Se dirigió hacia allí.
-¿Qué es lo que pasa aquí? -le dijo a su mujer-.
-Mira lo que ha hecho tu hija. Anda por ahí con el medallón de tu madre.
-¿Qué dices?, no puede ser. ¿Quién te ha dado eso?
-¡Don Angel! me lo ha dado el cura, y me dijo que era mío, y que lo cuidase mucho, y que nunca lo vendiese aunque necesitase el dinero... Déjemelo padre ¡por favor!
-Es tuyo, hija... de verdad... que es tuyo.
-Pero… - comenzó la madre-.
-Pero nada, ahora te lo explico.
¡AH! ¡QUÉ CURA ÉSTE!…

sábado, 9 de febrero de 2013

REPOSICIÓN DE ANGEL Y ASUN, 1ª PARTE

He decidido reponer esta historia, porque necesito estar seguro de ella para dar más extensión al texto, y convertirlo en algo más que un relato. Depende de la acogida que reciba. Gracias a todos por anticipado, espero que me perdonéis por la extensión y que os queden ganas de leer las cinco entradas que completan la historia.

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1.-ANGEL Y ASUN ... ESE CURA NUEVOOO....


Allí estaba la Asun, retenida en el cuartel.
-O sea, -decía el teniente- que tu padre era rojo, tu madre también es roja, y tu hermano, si se ha tirado al monte como los lobos, también es rojo… Y sin embargo, tu dices que eres cristiana hasta la médula.
-Ellos son ellos, y yo soy yo…
-Y estarás bautizada, entonces…
-Si, estoy bautizada, y he hecho la primera comunión.-Mintió intentando ganar tiempo-.
-¡Qué pena!, que pena... que al cura le han matado esos que están con tu hermano, y no nos lo pueda confirmar… Pero en cuanto venga el cura nuevo, ya veremos como te libras.
-Mi teniente, -dijo uno- la podemos mandar de sirvienta para el cura nuevo. ¿no dice que es cristiana?
-Buena idea, Jacinto, que sea la criada del cura nuevo, y lo va hacer gratis, como es tan católica… Y como me entere yo, que el cura nuevo se queja, no te libra del rape de pelo y del aceite de ricino ni Dios.
Ahí llegaba el cura nuevo. Angel de Jesús, bueno, que le llamasen don Angel, porque vaya nombre. Ya desde niño, predestinado a ser cura, el pobre.
Siempre fue un niño muy bueno, y en el seminario, más querido no podía ser, porque bueno, no podía ser más bueno. Así que lo de cura le iba como anillo al dedo si no fuera, porque como hombre, le hubiera gustado poder tener algo con las mujeres de quien se había enamorado a lo largo de su vida. Esto de ser cura, tenía estos inconvenientes, y para colmo, el nunca eligió ser cura. Pero ya que lo era, nada se podía hacer. Y si acaso se enamoraba, pasarlo mal y a joderse tocan.
Cuando llegó, ya le habían destinado una sirvienta, y encima gratis, no se lo podía creer. Todo el mundo pasando miseria, y aun había gente con ganas de trabajar por altruísmo.
Luego se enteró de la verdad, y para colmo, la Asun, era buena chica, buena cocinera, y no le culpaba de su situación.
Ya los primeros días, se vió que se entendían a la perfección, ella le aclaró que no se pensase con derechos, por ser guapo y ella soltera… el aclaró, que no se pensase ella, que por haber falsificado el acta del bautismo y la comunión le debía un favor, que más favor debía el por cada día que comía tan bien.
Era un cacho pan, y entendía hacer el bien al prójimo a su manera, saltándose todos los tópicos sacerdotales, menos el de la castidad, que prefería no liarla…
33 años tenía cuando llegó, y al año de estar allí, ya era el pañuelo de lágrimas de todo el mundo, a pesar de que el cura viejo, había sido asesinado por denunciar a un chico, y encima habiéndose aprovechado del secreto de confesión, don Angel, era la antítesis de su antecesor.
Después de un año allí, era un vecino que provocaba una sonrisa en cada uno de los demás.
Y así le iba… siempre sin un céntimo.
Como aquella primera vez que se dedicó a falsificar bautizos a discreción, para que no la tomasen con las pobres mujeres, encima de haberse quedado solas con los críos.
O aquella vez, que le tuvo que comprar la cabra al vecino de enfrente para que pudiese pagar un dentista, y luego ni siquiera se quedó la cabra, que siguió donde siempre… dinero tirado. Si no fuese porque la Asun se las arreglaba para sacar de donde no había… cuantos días se habría quedado sin comer.
Ya llevaba un año allí, y como siempre, llegaba a final de mes con lo justito, de nada servían las advertencias de la Asun.
-Don Angel, acuérdese usted de lo de los zapatos por favor…
Es verdad -pensó- lo de los zapatos… En estos días la Asun le había pedido si podía conseguir unos zapatos con algo de suela para su hermano que estaba en la cárcel, y en mitad del invierno, se le habían gastado las suelas de los zapatos, y claro… en la cárcel sin dinero, malamente podía conseguir unos zapatos nuevos. Ni nuevos, ni viejos. Y Don Angel allí fuera, nuevos ni loco, y menos a final de mes.
Había dejado un billete, y venía con el a la tienda para ver si conseguía unos de segunda mano, bueno, de segundo pie…
Nada más entrar, se encontró a la Isabelita llorando a moco tendido.
-¿Que pasa hija? -preguntó-.
-Nada, que este mes… tenía que… haber parido una vaca… y con el dinero del ternero... -no paraba de hipar la Isabelita- íbamos… a poder tirar este mes… y la muy pu…ñetera… no ha parido…y… y… este… no me quiere fiar si no le pago.
-Bueno, mira, yo pago, y ya me lo devolverás.
Y claro que pagó, y le devolvieron como para tomar un par de cafés, ¡cuando se enterase la Asun…!
Ahora, ni zapatos viejos. Bueno, con dos cafés, pues al bar, a jugar la partida, a ver si se le ocurría algo.
Nada más entrar ya le dijo al tasquero con un gesto que estaba a dos velas. Este gesto, no lo hacía muchas veces, cada dos o tres meses, pero cuando lo hacía, el tasquero ya sabía: a dar las señas al cura para que ganase la partida.
Frente a don Angel en la mesa: el teniente. A don Angel no le importaba mucho si ganaba o perdía, pero cuando estaba pelado, había que ganar aunque fuese con trampas. Como normalmente, tantas veces ganaba uno como otro, el teniente no sospechaba nada.
-¡Ese cura nuevo! -decía- hay días que tiene inspiración divina.
¡Iluso!
Y ¿cómo hacía lo de los zapatos?, si el día de visita era pasado mañana, y no tenía un céntimo…
Al día siguiente, no paraba de pensar en los zapatos, que si no fuese porque el cura usaba un 40 y el hermano de Asun un 44, le habría dado los suyos, y el ya se arreglaría…
Veía zapatos hasta en sueños, solo de pensar en el barrizal del patio de la cárcel se le caía el alma a los pies.
Mientras decía la misa, estaba despistado. No podía dejar de pensar en los pu…ñeteros zapatos. Hasta se iba fijando en los zapatos de los feligreses.
Mira que zapatos tienen los ricos, y los pobres metiendo cartones en las suelas…
¡ENTONCES SE LE OCURRIÓ!
Esperó con impaciencia a que se hiciera de noche, menos mal que en invierno, a las seis de la tarde ya oscurecía.
No pasaban los minutos…
Cuando llegó la hora, se quitó la sotana, se puso una ropa vieja, y unos pantalones raídos. Se fue al cementerio, que estaba detrás de la casa parroquial, y solo se veía desde ésta. Y buscó el panteón del tio Severino. Se acordaba perfectamente, unos zapatos grandes y relucientes, hacía unos diez días… pero con este frío, seguro que no olía muy mal… y total, ¿para qué quería el tio Severino unos zapatos nuevos?… si iba al cielo, seguro que le daban los mejores, y si iba al infierno, se iban a quemar lo primero…
Descubrió la losa, se metió y se puso a cavar. Cuando le vió Asun que era la única que podía verle, se santiguó siete veces con todo lo atea que era. Y menos mal que nadie oyó el grito que dio…
Salió corriendo, rodeó la iglesia y entró en el cementerio.
-Pero padre ¿qué hace usted? ¿está loco?
-Vamos a ver tu quieres unos zapatos ¿si o no?. Venga vete para casa, y ya que me has visto, vigila que no venga nadie, que como me pillen en esta, me excomulgan fijo…
Y encima se puso a llover.
Era media noche cuando regresó a la casa, sin cenar, con la Asun allí todavía, (que allí se iba a quedar, porque vamos… si la veían salir a esas horas de la casa… lo que iban a pensar). Sucio, mojado, reventado, con las manos en carne viva, por la falta de costumbre. Y a ver si nadie se daba cuenta de nada…
Tan cansado estaba que se quedó dormido en la bañera de hojalata, el agua ya fría… Medio dormido le vistió la Asun, que en ese momento le quería más que a su padre. Le acostó en la cama… tenía algo de fiebre… A su lado se acostó Asun abrazándole.
El sintió su abrazo, no dijo nada, ni se movió, se quedó dormido…
Despertó muy tarde ya. Lo soñé -pensó al despertar-.
No le dejaban meter nada en la cárcel, pero bueno, algo se le ocurriría… eso… si era capaz de dejar de pensar en la Asun, porque por lo visto, los curas no se pueden enamorar.
A doscientos metros de la cárcel, guardó sus zapatos y se puso los del tio Severino, Dios le perdonase, y siguió andando, andando dando traspiés, con sus pies pequeños dentro de aquellos zapatones, con sus manos llenas de llagas, que había tenido que decir que se había quemado preparando el agua para el baño.
Entró en la sala de visitas, disimulando intercambiaron los zapatos, en doscientos metros ya le estaban haciendo rozaduras, de tanto que le bailaban los pies allí dentro. Se quitó los nuevos, se puso los viejos sin suela, y se dispuso a marcharse.
-Hoy se ha ganado el cielo, don Angel -dijo el hermano de la Asun-.
- Pero si tu eres ateo…
-Hoy no padre, desde hoy no… si estoy viendo a mi ángel de la guarda, como no voy a creer…
Salió el cura dando traspiés, entre el cansancio, lo que le sobraban los zapatones, y la imagen de la Asun metida en su cabeza, iba dando tumbos.
-Mira el cura, -dijo un carcelero- vaya eses que va haciendo, ¡qué borrachera lleva! ¡madre mía! ¡qué borrachera!… ¡ESE CURA NUEVOOOO….!
FIN… SE ACABÓ… NO HAY MÁS….¿alguien quiere más?

lunes, 4 de febrero de 2013

BUSCANDO

Buscando a la persona que ilumine nuestra vida, que de luz a todas nuestras sombras, a todos los rincones oscuros de nuestras vidas.
Buscando a la persona con ese magnetismo que te hace apartar el periódico y escuchar.
Buscando a la persona valiente que te anime a seguir, a crecer, que te lleve de la mano mientras haces equilibrismo por la vida.
Buscando a la persona mágica, que nada más verla, se te pinta una sonrisa en la cara, que se mantiene hasta mucho después de que se ha ido.
Buscando a la persona paciente que escucha todas tus bobadas y no se duerme.
Buscando a la persona que encaja con tus gustos y los comparte con alegría.
Buscando a la persona que te ayuda cuando nadie quiere o puede hacerlo.
Buscando a la persona que sabes se alegrará de verte aunque sepa que solo vas a pedirle algo.
Buscando a la persona que te salvará de la rutina, que jugará a tus juegos, y que te enseñará a perder y también a ganar.
Buscando a la persona que... te querrá aunque no lo merezcas.
Buscando a la persona que conozca todos tus defectos, sin ocultar ninguno.
Buscando a la persona que te critique porque te quiere.
Buscando, buscando... siempre buscando, sin dejar nada a la casualidad, buscando por aquí y buscando por allí.


Buscando personas, encontré la Soledad del sueño, ese que afrontas solo y sin ayuda. 
Soledad amiga fiel, siempre estoy contigo cuando encuentro a las personas interesantes.

Buscando perdón a la vez que buscando culpables...

Afortunadamente, cada día, encontramos a alguien que nos sugiere una sonrisa, o que alivia nuestros pensamientos.

*he tenido que suprimir la entrada de ayer, porque el asunto se puso muy feo, para quien lo haya leído, se imaginará... pero al igual que el relato, parece que todo se va a solucionar.