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sábado, 31 de diciembre de 2011

GALLIFANTES.



Para la gente de latinoamérica, que me pregunta por los "gallifantes".
Para Mercedes Vendramini, Aida, Akane, Kanelita, Mito,  etc...
Esta es la cabecera de "JUEGO DE NIÑOS", programa de TVE de principios de los 90, en el había famosos invitados, y se trataba de juntar dos niños de unos 5 ó 6 años delante de las cámaras, y que definiesen, según su punto de vista, cualquier cosa (familia, pedo, hermanos Marx, etc...) era desternillante, el premio simbólico era un "gallifante", mitad gallina mitad elefante.
Los niños definían, y los adultos, al escucharles, tenían que saber qué estaban definiendo.
Ahora mismo no recuerdo muy bien el programa, (claro, que estas imágenes son de 1991, y esos niños tendrán 27 años).
Hoy, algo parecido a esto, se puede escuchar en el programa de cadena 100 "buenos dias Javi Nieves" (lo siento Sue, se que te acabo de ofender) en su apartado de "los niños y Jimeno, siempre dicen la verdad.
Como hoy tenemos internet, youtube y demás, quien quiera recordar algo de "juego de niños" o escuchar algo de lo de cadena 100, ahí lo tiene.
Un "gallifante", pues, es un premio simbólico y gracioso, más o menos igual que todos estos que inundan los blog, y que luego se pasan a otros blog y así. Lo siento amigos, yo prefiero el "gallifante".

miércoles, 28 de diciembre de 2011

NACIMIENTO ANTICRISIS

Hace unos años, hice este nacimiento, y todavía está intacto, no se me ha roto ni una figurita.
Y además, me han dado un gallifante como premio.


lunes, 26 de diciembre de 2011

Día 31 de Diciembre

DÍA 31 DE DICIEMBRE

            El día empezó muy bien, hasta media mañana, Nacho estuvo de un lado a otro medio de fiesta, la oficina entera estaba alegre por el fin de año, llevaban una semana de duro trabajo para afrontar esta fecha sin sobresaltos y poder irse pronto a su casa.

            Nacho ya había disfrutado sus vacaciones, y no podría ir a su ciudad, pero su novia le había invitado a pasar la cena de fin de año con su familia, a la cual no conocía, razón por la que estaba tan nervioso.

            A las doce y media de la mañana le llamaron al despacho del jefe.

            Había un problema con los ordenadores, y tres de los casos de Nacho se habían visto afectados. Era perito en un seguro, y tres de sus casos tenían que ser indemnizados con cantidades que rondaban los 4000 euros. Por culpa del error informático, a día 31 todavía no habían cobrado y si no lo hacían antes de terminar el día, la empresa aseguradora tendría que pagar intereses y cierto recargo, con lo cual, le dieron tres cheques y sus respectivos acuses de recibo para entregarlos en ese día fuese como fuese.

            El día se acababa de complicar, eran las 13:00 horas cuando cogió su coche para dirigirse al primer punto en la localidad de Cimanes del Tejar, distaba unos 25 minutos de la ciudad de León, y para cuando llegó eran y media, conocía la casa de sobra, estaba al final de una calle, tan al final, que el tramo asfaltado terminaba antes de llegar, un pequeño reguero cruzaba por delante de la casa, y unas tablas irregulares sobre el reguero, servían de acceso a la puerta sin timbre. La casa era de planta baja,  ventanas de madera con enormes grietas y cristales tan sencillos, que el frío entraba y el calor salía.

            El caso había sido un pequeño accidente cuando el individuo venía en bicicleta por la carretera, y un coche le había tocado levemente, tirándole a la cuneta, 4012 euros de indemnización. A ver si con ellos podía adecentar un poco esa pequeña casa.

            Se pasó varios minutos gritando y golpeando la puerta, el vecino más próximo le miraba desde su cocina, como apostando consigo mismo si Nacho conseguiría despertar a su vecino que había llegado de madrugada borracho como una cuba.

            Cuando por fin se abrió la puerta, el hombre estaba en ropa interior, se tambaleaba y apenas era capaz de articular palabra, una estufa de leña apagada presidía la estancia, el tubo de la chimenea salía por un agujero mal protegido, que cualquier día ocasionaría un incendio, sobre la mesa, restos de comida y algo derramado que lamían hambrientos un par de gatos, la suciedad del lugar le angustiaba, y la oleada de mal olor que desprendía el interior le indujo a no traspasar el umbral. Trabajo le costó conseguir una firma decente de aquel hombre, que tuvo que buscar su D.N.I. en una chaqueta, sobre la que dormitaba un tercer gato.

            Para cuando se fue de Cimanes, eran las dos de la tarde, y sin comer.

            Su siguiente parada era en un chalet impresionante en Carbajal de la Legua, al lado de León. Desde allí, podría comer en algún sitio.

            Al principio no le abrían la puerta de acceso a la urbanización de lujo, nadie le contestaba, eran las tres menos cuarto cuando un coche entró y se coló detrás.

            Una vez a la puerta de la enorme casa de dos plantas, con un enorme jardín, su piscina, y su enorme cochera para varios coches caros, descubrió que el coche que entraba, tras el que se coló, era de aquella misma casa. Era el chófer, que iba solo en busca de su jefe.

            Nacho pensaba que no habría nadie en casa, ya que no le habían contestado al telefonillo. Pero una vez dentro de la casa, descubrió a un adolescente enfrascado en una enorme pantalla de televisión jugando a un video juego, quejándose de que era el 3 y no el 2 el juego que había pedido. Su padre, sin hacer caso de Nacho se giró hacia el chófer interrogándole con la mirada.

            -El 3 está agotado, y no ha podido ser.

            -¿Cuánto vale el 3?

            -68 euros

            -Pues toma, ofrece 120, y ponlo en internet, o arréglatelas como puedas. Y no te olvides que esta noche a las 12 y veinticinco, tienes que estar aquí para recogernos para llevarnos a la sala de fiestas.

Nacho sacó rápidamente el talón, explicó de qué se trataba, un vehículo apenas había rozado el carísimo coche de este ricachón, pero en un coche tan caro, con ese pequeño incidente, los costes se elevaban a 4231 euros. El hombre firmó el acuse de recibo, y depositó el cheque encima de un piano sin darle mayor importancia.

El chófer esperaba para que Nacho apartase su coche.

-¿Dónde voy yo ahora a buscar ese dichoso juego? Ni aunque ponga la oferta de 120 euros en ebay.

-Mire –dijo Nacho- tengo ese juego en el coche para mi sobrino, al que no voy a ver en un mes, se lo queda usted, y nos quedamos 25 euros cada uno de lo que sobra de los 120 euros, y así usted descansa toda la tarde en vez de buscar el dichoso juego por todos lados, que yo antes de un mes ya lo conseguiré.

-No sabe usted el favor que me hace.

Nacho se lo imaginaba, para llegar a las 12 y veinticinco de la noche a esa casa, tendría que comerse la última uva en el coche. Tanto dinero se subía a la cabeza más que una botella de vino. Es que salía indignado, pensando que el chico y el padre se encontraban en la casa, y no le habían contestado al telefonillo.

Salió de aquella urbanización a las tres y media pasadas, y sin comer, siendo el día que era, si se entretenía en buscar un restaurante y esperar a comer, se le vendría la noche encima. Decidió seguir adelante con su último talón.

Tenía que desplazarse a un pueblo situado en la carretera de Valladolid cerca ya del límite de la provincia, cuando llegó eran las cuatro y media de la tarde, eran un par de familias que tenían las casas una al lado de la otra, eran todos familia, y sus padres vivían al otro lado de la calle en una casa grande.

Cuando llegó, no contestaba nadie en ninguna de las casas, de la casa de enfrente salió la madre diciéndole que estaban a punto de llegar, que llevaban toda la mañana intentando cubrir el tejado del almacén que se estaba reparando y como se pronosticaba lluvia y nieve, había que taparlo todo.

-No han venido a comer.

En ese momento, ya casi a las cinco de la tarde, llegaban siete personas riendo a pesar del cansancio y de no haber comido, satisfechos de haber terminado.

Cuando les comunicó que venía para traer el cheque de 4122 euros de los arreglos de un pequeño incendio en la cocina de su casa, se pusieron muy contentos, a pesar de que ese dinero era prácticamente el que se habían gastado en la reparación, y no se beneficiaban en nada, estallaron en júbilo.

-Bueno, disculpe que no le demos conversación, pero es que no hemos comido.

-Pues miren, yo tampoco, el día se me complicó mucho, así que espero que esta noche lo pueda compensar en la cena.

-¡Ah no!, si no ha comido usted, ahora mismo se pone un plato más, que donde comen dos comen tres.

Al entrar en la casa grande de los padres, donde se disponían todos a comer, los niños reían y alborotaban alrededor de una mesa repleta de postres y dulces para la cena de la Nochevieja, todos bromeaban sobre el bullicio que creaban los niños. Se sintió muy cómodo con aquella gente, entre bromas y gente alegre a pesar del cansancio. Los hombres apenas comieron y se fueron para atender al ganado de nuevo para terminar pronto ese día. Las mujeres ayudaron con el enorme despliegue de la cocina entre postres y dulces. Los niños se entretenían colocando los papeles de las magdalenas que se iban a hornear.

Antes de irse le envolvieron unos dulces caseros, unas pastas deliciosas y unas magdalenas tan esponjosas y sabrosas, que le recordaban a su abuela.

Era ya noche cerrada, y cuando llegó a casa, su novia le esperaba emocionada por la cena con su familia. Estaba radiante, le contó su día, y Nacho se mantuvo callado, no hacía otra cosa que pensar en que había terminado de comer a las seis de la tarde y que no tendría mucha hambre, pero sobre todo, no dejaba de pensar  en qué tipo de familia le tocaría en suerte para cenar, borró en un instante al pobre borracho y al ricachón.

Estaba muy cansado, y durante el viaje hacia la vivienda de la familia de su novia se adormeció mientras ella conducía, al llegar no sabía muy bien dónde estaba, se encontraba desubicado…

Cuando entró…

-¡Hombre!, ¿tanto te gustó la comida que ya está usted otra vez aquí?

-¿Esta es tu familia?- preguntó Nacho.

-No, si ya decía yo que estas magdalenas sabían igual que las de mi madre.

Y así fue como aquel año le tocó la lotería a Nacho. Enseguida los niños gritaban.

-Ha vuelto Nacho, ha vuelto nacho.


sábado, 24 de diciembre de 2011

NO ME GUSTAN LOS VILLANCICOS, PERO...



Eso, no me gustan los villancicos.
Me resbalan las Navidades.
Me agobian estas fiestas.
Soy de los Reyes Magos, y me molesta el intrusismo de Santa claus-Papa Noel- San Nicolás.
Pero claro, si el villancico es este de Belinda, pues claro.
No me gustan los villancicos, pero... uno no es de piedra. (cada uno que interprete mis palabras libremente).

domingo, 18 de diciembre de 2011

VEGA DE LOS ÁRBOLES/INVIERNO

LA MÁQUINA DEL TIEMPO
            Me desperté el primero, fui directo a la ventana, y me asomé a la calle, el suelo estaba cubierto de nieve, habría unos veinte centímetros, era muy temprano, y el manto de nieve estaba inmaculado, nadie había pisado todavía. Mis hermanos todavía no se habían despertado, cogí mis botas de agua, mi abrigo, los guantes y un gorro de lana que me había hecho mi madre.
            Cuando salí, ya asomaba el sol, y hacía un frío tremendo. Fui el primero en pisar aquella nieve. ¡Chas! ¡Chas! ¡Chas!, sonaba la nieve bajo mis botas. Me fui caminando hacia el camino de la “Regada” en dirección al “soto de abajo”, los árboles estaban cubiertos de nieve, y los pájaros revoloteaban por entre las zarzas. Vi un zorro en el medio de un prado, seguramente intentando cazar algún ratón, su pelaje rojizo, contrastaba con la blancura de la nieve, y parecía una llama de fuego. Se asustó al verme, y corrió hacía la espesura de la margen del río, entonces me dirigí también hacia allí. Al llegar al plantío que precede a la orilla del río, pude comprobar que los animales sí que habían madrugado, sus huellas estaban por todas partes, ratones, grajos, aquel zorro, y varios perros, habían dejado surcos por todas partes.
            El río se veía majestuoso entre la nieve. Caminé hasta el campo de futbol, y luego volví a casa, mis hermanos ya se habían levantado, y mi madre estaba haciendo chocolate acompañado de unos churros. Estábamos impacientes por salir a buscar al resto de los chicos para jugar en la nieve.
            Entre todos hicimos un muñeco enorme de nieve, le pusimos un gorro de paja roto, un palo retorcido de negrillo a modo de bastón, unas piedras como botones, porque no había tiempo para buscar pedazos de carbón, y, finalmente, a falta de zanahoria, le pusimos una pequeña remolacha como nariz, con lo que parecía gracioso el muy narigón.
            El muñeco nos llevó muy poco tiempo, así que cogimos unos trozos de plástico y sacos, para improvisar los trineos que ninguno teníamos.
            En las vacaciones de Navidad éramos unos cuantos.
            Nos dirigimos hacia las pendientes de “la cuesta” que estaban orientadas hacia el pueblo, seguro que se nos veía entre las ramas desnudas de los árboles, con aquellos abrigos de colores, deslizándonos por la nieve sin ningún sistema de frenado, bajábamos y subíamos, nos caíamos, se nos daba la vuelta el plástico y bajábamos de espalda, de dos en dos, de tres en tres, las manos congeladas, y a pesar de la ropa, llegamos a la hora de comer empapados y agotados.
            Después de comer, la tarde enseguida se puso muy fría, y aprovechando la poca luz del sol que quedaba, fuimos a un pajar para hacer casetas con los fardos de hierba y alfalfa, hacíamos casetas y túneles. Y jugábamos a cualquier cosa.
            Más tarde fuimos a merendar, y luego quedamos en el “cuartín” de la iglesia con la estufa encendida, y fantaseamos con la idea de que al derretirse toda aquella nieve y muchísima más que habría caído en la montaña, se desbordaría el río, como todos los años, durante unos días, y al volver a su caudal normal, nos dejaría inundado el prado de “la era” con un palmo de agua, que al congelarse en enero, nos daría un nuevo lugar de juego, para patinar.
            Nos despedimos con la idea de juntar una patatas para hacerlas al día siguiente entre las brasas del fuego que haríamos en el “colmenar”, que tenía un pequeño tejadillo para resguardarnos de la lluvia o la nieve. Lástima que al final termináramos siempre jugando a guerra de bolas de nieve entre los nogales y los avellanos, olvidándonos de resguardarnos del frío.
            Al irnos para casa nos intercambiamos los tebeos de Asteix y Obelix, Mortadelo y Filemón, etc, para la noche.
            Eran los tiempos sin video consolas, sin televisión en color, todo quedaba a merced de improvisar imaginando nuevas maneras de divertirnos. No voy a contar las trastadas, que algunas todavía están sin resolver.
            Ya no se desborda el río, porque hay un pantano que regula su caudal.
De nuevo utilizo esta foto  tomada por Miguel Angel (creo), desde la torre de la iglesia.


Ya que se acercan los días festivos, os dejo estas letras de Neftalí de la Varga, vecino de Vega de los Árboles, que no se si todos los del pueblo las conocen.


CON EL ALBA FRÍA

Con el alba fría llegó,

con el alba…

la tierra tirita;

el cielo está en calma.

*

Llegó sigiloso

cual sol mañanero

que al verter sus oros

rien tierra y cielo.

*

Los ángeles, sones

de gloria entonaron.

Humildes pastores

fueron a adorarlo.

*

Que nació criatura

siendo Creador;

que una Virgen pura

a Dios alumbró.

*

Con el alba fría

llegó… Con el alba

la tierra alucina

y el cielo se pasma…

*

Que al que ven los dos

es el Hombre-Dios.


jueves, 8 de diciembre de 2011

EN 3D (PARECE REAL)



EN 3D (PARECE REAL)



            El abuelo estaba sentado en la cocina, ya eran muchos años los que tenía, llegaba casi a los 100, y aunque estaba muy lúcido, y tenía muy buen oído, estaba cansado.

            En el salón, sus nietos que ya pasaban la veintena, jugaban con la consola. En una gran pantalla de esas caras, se veían soldados y escenarios de guerra.

            -Mira –decía uno a otro- como se ve de bien, parece que estás ahí, mira como salta la sangre, parece real, parece que estás allí, parece real.

            En ese momento, el abuelo abrió los ojos, caminó como pudo, se puso a su lado y se fijó en la pantalla.

            “¿qué parece real, dices?

            No tenéis ni idea.”

            Recordó como, cuando apenas tenía 18 años, varios menos que los nietos que tenía delante, la guerra le sorprendió siendo poco más que un niño, como tuvo que madurar y afrontar las vicisitudes diarias de la guerra, sin tiempo para sobreponerse a las calamidades.

            Sin dormir, entre piojos y pulgas, entre lo duro del suelo, los disparos esporádicos y el miedo.

            Comiendo apenas lo necesario para seguir adelante, bebiendo lo que se podía, y siempre cansado y temeroso.

            Recordaba un episodio de la guerra que nunca olvidaría, aunque se le borrase de la memoria hasta su nombre. Llevaba en la contienda ya unos meses, le quedaba medio año para cumplir 19, se habían topado con el enemigo en un valle, situados cada uno en una ladera, comenzaron la refriega, bien parapetados, y disparando a discreción, no paraban, apenas había bajas, pues los dos estaban bien protegidos, con lo cual, malgastaban munición, y se pasaron los días disparando a las rocas. No se dieron cuenta de que ambos grupos estaban en una trampa, no se podían mover sin quedar al descubierto, y las provisiones se terminaban, y agua tenían de sobra, pero no les quedaba apenas comida.

Cuando quisieron darse cuenta, algunos se arriesgaron a salir por retaguardia, siendo alcanzados por las últimas balas que quedaban. Con esto, nadie se atrevía a salir en busca de ayuda, a pesar de que casi no había balas. No llegaban refuerzos por ningún bando y tampoco provisiones.

            Los días empezaron a ser eternos, y la debilidad les hacía vulnerables al frío, a la enfermedad y a todo.

            Un día apareció a lo lejos un convoy de alimentos, sin duda destinados a otros que no eran ellos, al acercarse, la desesperación se apoderó de todos, amigos y enemigos. No podían más, salieron en tropel, las pocas balas que quedaban alcanzaron a unos pocos, pero pronto, se encontraron al pie del convoy y lucharon cuerpo a cuerpo, con cuchillos navajas y puñales improvisados con cualquier cosa.

            Había llovido, pero en ese momento, hacía un calor tremendo, el sudor y la humedad, les hacían perder hidratación con la lucha,  y la contienda se ralentizaba poco a poco.

            Con los primeros navajazos llegó la sangre, todo empezó a llenarse de sangre, algunos quedaron destripados, y ese olor entre la sangre, el barro y el calor, hacía vomitar a muchos, lo cual hacía vomitar al resto, el pastizal en el que estaban luchando era peor que un estercolero, olía a tripas, a sudor, a sangre, se enturbiaban los ojos con el sudor y el esfuerzo, casi no se tenían en pie, se estaban aniquilando unos a otros, luchando sin compasión. Solo se tenían en pie a base de adrenalina y hambre.

            La sangre le caía por la pierna, y no sabía de dónde le salía, se volvió más agresivo, desesperado, veía caer a otros a su paso, el olor era nauseabundo, las entrañas se enredaban en sus pies, y los quejidos y alaridos de dolor atormentaban sus oídos, cada vez que se producía un corte o un pinchazo, las sangre salía a borbotones, no como un aspersor como se veía en el videojuego de la pantalla, sino que brotaba intensamente resbalando por el cuerpo o empapando la ropa. El uso de armas improvisadas, hacía que se produjesen feas heridas, así, un golpe en la mandíbula con la raíz de un árbol, produjo un descarnamiento en la cara, que dejaba la mejilla colgando hecha jirones y los dientes y el hueso de dicha mandíbula a la vista, visión que le atormentaría de por vida.

            El calor y los vómitos, la humedad y el agotamiento, unidos a los olores nauseabundos y a las terribles heridas del cuerpo a cuerpo, terminaron con su conciencia, y lo último que recordaba era como a su alrededor quedaban muy pocos hombres en pie, y al caer al suelo desvanecido, veía alejarse al convoy de alimentos.

            Sobrevivió porque corrió la noticia de los acontecimientos y cada bando acudió a recoger a sus muertos y heridos, pero el olor de las tripas y la sangre, se había quedado incrustado en su nariz y en sus recuerdos.

            Estaba recordando en voz alta, y sus dos nietos le miraban absortos, olvidados de su juego y de poner la pausa.

            -… No, no es ni remotamente real, si fuese real, no querrías jugar a esto, aquí no huele a nada, ni a miedo, ni a sangre, ni a vómitos, ni a la orina que muchos nos hicimos encima cuando vimos las primeras heridas profundas, no sentís el barro pegado a todas vuestras ropas, no sentís el sabor de la sangre que resbala de vuestra frente y se cuela en vuestra boca mezclada de barro para juntarse con la bilis de vuestros vómitos.

            No tenéis la cabeza rapada para quitaros los piojos, ni el cuerpo acribillado por las pulgas, no tenéis sabañones producidos por los cambios de temperatura, y no tenéis que ver como muere destripado el amigo con el que te has pasado día y noche, cada hora a su lado. No tenéis que ver como es pisoteado en el suelo vuestro ojo derecho… ¿o creéis que me quedé tuerto jugando con un palo?

            Para empezar a poneros en el lugar de un soldado tendríais que sentir el miedo de estar en un lugar en el que no queréis, dormir sobre unas sábanas que erosionan la piel, de temer no volver a ver a vuestra familia y a vuestra novia nunca más en la vida, de veros solos frente al terror.

            -Parece real… parece real… ¡no tenéis ni idea!. Idos a buscar una mujer y dejad de perder el tiempo.


Esta foto es real, es posterior a la batalla de Stalingrado, sacada de internet.

viernes, 2 de diciembre de 2011

MI ABUELO MEÑO

10 de Mayo de 1998



Te  voy a echar de menos, tus consejos que nunca escucho. Creo que seguiré buscando inconscientemente tu partida en el bar, y terminaré recordando inexorablemente tu última partida de tute… conmigo. Todavía no te has ido y ya empiezo a tener nostalgia, ¿quién me va  a preguntar por mis labores en el campo? ¿quién me va a apremiar a hacer mejor las cosas?

Y cuántas veces discutimos tu y yo, aunque hace mucho que olvidamos nuestras diferencias.

Pero no creas que voy a olvidar todo lo pasado juntos, no voy a olvidar lo que me enseñaste, ni aquel pesado viaje a Barcelona juntos, ni cada una de las noches que compartimos habitación y yo me encontraba a la mañana 2.000 pesetas encima de mi ropa , que tan bien me venían en aquellos días de cuartel.

Y puedo decir a todos que nadie  dijo nunca que no eras bueno, y no tengo miedo a equivocarme subjetivado por el lazo que nos une ,al decir que todo el mundo te aprecia.

Todo el mundo te quiere, y eso que no saben de todas las noches sin dormir que pasaste el último verano, y eso que no saben el dolor y la cercanía cierta de un final que has afrontado aburrido y cansado.

Quizás te vayas hoy, aunque hace ya  muchos días que no disfrutas de los placeres que te quedaban en la vida: el tute y La Vega.

Casi 26 años viudo, solo. Me gustaría perpetuar tu carácter afable, tus bromas en el bar, tu tozudez y tus rabietas, pero sé que somos tan diferentes…
A lo mejor esta noche volverás a correr, saltar, segar los campos, andar en bicicleta, y todo sin fatigarte. A lo mejor hoy, después de tantas fatigas en los últimos días… descansas

Murió esa noche, vivió 28,272 días, 78 años, esta semana cumpliría 92 años, y por eso pongo esta entrada que sin duda merece.