Se despertó acurrucado en el pesebre del establo, el único sitio en que no le encontrarían. Recordó punto por punto toda su huida hasta caer destrozado en ese pesebre maloliente, que después de años de abandono, ya no conservaba el olor del heno y de la hierba, pero no había perdido el olor del estiércol, que, blando por la humedad, se hacía aún más insoportable.
El miedo le impedía salir. ¿Por qué todo el mundo le había señalado? ¿ Por qué nadie confiaba en él?. Todos sabían que él había estado toda su vida enamorado de Mª Luisa, pero eso no les daba derecho, para él era todavía más incomprensible, precisamente porque la quería era incapaz de hacerle daño, y, la verdad, aunque parecía que la habían violado, nadie lo diría con certeza, y ella no había recuperado el conocimiento. Estaba llena de magulladuras, cardenales que se iban amoratando por momentos, pequeñas heridas y arañazos. ¿Quién demonios pudo pegar a una chica tan bonita, tan callada y tan inofensiva? no tenía enemigos conocidos, ¡si todo el mundo la quería!
Y sin embargo, todos se empeñaban en culparle a él, a la persona que más la quería. Y podía dar gracias de que no le hubiesen cogido.
La rabia que le invadía por todas esas injusticias y que apenas podía contener, no le quitaba el miedo, pero salió del establo y se fué. Llegó hasta el río. Hacía demasiado frío para cruzar y se acercaba la noche, y lo más probable es que el puente estuviese vigilado. Lo mejor sería pasar la noche en la caseta del pozo, aunque no dormiría, de eso estaba seguro.
Maria Luisa seguía sin conocimiento, todos esperaban que ella aclarase sus dudas. No había forma de encontrar a Fernando, y mientras todos le buscaban con los ánimos encrespados, su hermano, su única familia, le buscaba para estar a su lado si alguien intentaba hacerle daño, y no solo lo hacía por amor fraternal, también lo hacía porque sabía que Fernando era inocente.
Casi todos habían vuelto a sus casas en la noche, aunque la mayoría permanecían reunidos en el bar, y otros no pensaban regresar hasta encontrar a Fernando.
Tras la llegada del médico, Maria Luisa no tardó en recuperarse para perder el conocimiento de nuevo. Según el médico, nadie había violado a la chica, y las heridas no parecían de arma blanca, y los terribles arañazos eran más propios de una mujer.
Cuando despertó definitivamente, eran las seis de la mañana y lo primero que dijo fue que había sido la Charo quien le había hecho eso. Y no era de extrañar, porque la Charo le doblaba en peso y medía veinte centímetros más que Maria Luisa. La causa, sin duda alguna, los celos, porque la Charo quería pescar a Fernando, y mientras existiese Maria Luisa, Fernando no veía nada más.
Incluso para los hombres más fuertes del pueblo fue difícil reducir a la Charo.
Desde su cama, Maria Luisa, no dejaba de decir que se olvidasen de su agresora, que la perdonaba y que no iba a denunciar, pero que tenían que encontrar a Fernando.
Ya eran las ocho de la mañana cuando se pusieron a buscarle, y justo cuando el comenzaba a cruzar el puente alguien le llamó. No dejaría que le cogiesen, además, el no era culpable de nada, si lo fuese, se habría entregado.
Esta vez no se oían insultos ni zarandeaban palos y puños. De todas formas, le cogerían, no tenía otra opción que tirarse al rio, cubría muy poco y estaba muy alto. En ese momento no era capaz de distinguir a qué tenía más miedo. Finalmente se tiró al rio, perdió todo equilibrio durante la caida y al contactar con el agua no tenía una postura estable. Chocó contra el fondo del rio con toda la fuerza de su peso apoyada sobre su pierna derecha que se fracturó por varios sitios. El dolor fue tan intenso que su grito quitó de dormir a los hombres que lo escucharon durante años. Y por primera vez en su vida, Fernando tuvo un sitio en su corazón para el odio, odió a quien le perseguía, odió a quien le acusaba y odió a quien hubiese hecho daño a Maria Luisa.
Habían pasado cuatro meses cuando Fernando volvió del hospital, aunque tardaría seis meses más en andar correctamente. Todo el mundo era responsable y todos se avergonzaban de su error. Solo Maria Luisa pudo mirar a los ojos de Fernando, que a pesar de todo no habían cambiado, seguía teniendo esa mirada dulce y profunda, tan verdes como siempre, y como siempre, seguían brillando cada vez que veía a Maria Luisa.
La desgracia les unió definitivamente, y ninguno de los dos se quiso quedar en aquel lugar. Se fueron, y se fueron juntos, y nadie supo más de ellos. La locura de la Charo terminó por unirles para siempre.
20 años más tarde, la Charo seguía por allí tan tarada como siempre, no le hablaba nadie. Un día, un joven desconocido que había llegado en un coche rojo, se acercó y le dijo: “Gracias a tí, he nacido, pero ni mi padre ni mi madre han superado el mal que tu hiciste, mi padre ha sufrido mucho con su pierna, y mi madre nunca se ha podido librar de las pesadillas que la impiden dormir una noche seguida, pero se quieren y se aman y son felices, yo debería matarte, pero no puedo, me falta valor y tu destino no es el de víctima”. Y se fué.
La Charo no había escuchado lo que el joven había dicho, pero… ¡Era igual que Fernando!, más guapo y más fuerte aún, esta vez no se la escaparía.
Pero se escapó, el hermano de Fernando se fué con su sobrino y a la Charo no la quedaba nada en su vida. Se subió al puente, y desde el mismo sitio que Fernando, se tiró al rio. Su cabeza se destrozó contra las piedras y no se oyó ni un solo grito. Su cadáver apareció tres días después…
Esa noche Maria Luisa pudo dormir sin pesadillas.
15 comentarios:
"al inocente lo linchan al son de la calumnia"
menos mal que fernado tuvo suerte y todo se aclaro...
hiciero bien en poner tierra de por medio y largarse del lugar.
me ha gustado el relato.
de algo adverso salieron más unidos y fuertes.
Parece una historia real... Pues yo pienso que eso puede suceder en la vida real, los celos, las confusiones, las habladurías...
se me ha puesto el vello de punta.
EDDIE, VANGELISA. Muchas gracias a los dos, nunca había oido esa frase "al inocente lo linchan al son de la calumnia", se podría aplicar a varias de mis entradas.
Vangelisa, no es un hecho real, es mi imaginación, que está influenciada por quien sabe que lecturas.
¡¡UFF!!, ¡tengo los pelos de punta!
Y a mí que me ha hecho pensar en el cuidado que hemos de tener a la hora de aplicar aquello de ojo por ojo, de la pena de muerte....
Y es que no somos infalibles en nuestros juicios, nos podemos equivocar, y sólo por eso vale la pena quedarse corto que pasarse en los castigos
Saludos
Miguel Angel, después de haberlo leido muchas veces, me he echado atrás a la hora de alargar este relato. Porque la idea original, si que ponía los pelos de punta.
Sese, es curioso, la catidad de ideas diferentes que provoca el mismo texto, yo opino, que antes de castigar a un inocente, dejaría escapar a dos culpables. Castigar a un inocente, es lo peor que puede haber. Todos tenemos un amigo perdido que se nos enfadó por algo que no hicimos. Duelen mucho las injusticias.
esa frase la saque de una cancion de heroes del silencio :)
la canción es días de borrasca, vispera de resplandores...
recuerdo que me dijiste que no te gustaban heroes del silencio.
ahora lo que no sé, si la frase sera cosecha de bunbury o la cogeria prestada.
Encantada de ser tu seguidora Nº 33 ;-)
juzgar por juzgar nunca trae nada bueno, y la mala conciencia siempre acaba por estrellarse desde lo más alto de un puente. La Charo no la tenía muy tranquila...
Besos, Ruben.
Eso nos pasa por meternos donde nadie nos llama...muy habitual en los humanos.MUy bonito ruben,mil besos...veo que esta pusiste tu nombre en mega-chulo!!me encanta!!!Midala
Zarzamora, 33 es un buen número, siento que no hayas llegado en una buena entrada, si tienes tienes tiempo, echalé un vistazo a ANGEL Y ASUN (6 entradas, pinchar en la etiqueta de arriba)
Midala, mola lo del nombre a qué sí.
Joder con la tal Charo, la tenían que haber encerrado el primer día. Buen relato que más parece fábula.
Parece real, como han dicho por ahí. A veces pierde más el más inocente, o casi siempre, y el que tiene que pagar se va de rositas.
Vamos a ver si empezamos a cambiar esto.
Como siempre, un relato estupendo.
Un saludo.
Eduardo, ya ves, este es uno de los relatos que vienen de mis sueños/pesadillas (me da miedo contar aquí de qué hecho real se ha generado el sueño), a mi me gusta como empieza, pero no me gusta mucho como lo he continuado.
Sue, serías genial como Robin Hood. En este caso, el real, no el sueño, el inocente fui yo, pero "inocente inocente" vamos más tonto no pude ser.(algún día lo contaré)
Precioso ruben, te quedó super chuliiisimo esa es la pura verdad!!!!! enhorabuena!!!
Gracias Midala, creo que comentaste por el rótulo pero bueno.
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