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sábado, 1 de septiembre de 2012

Vega de los Árboles - El Final del Verano



Cada verano por estas fechas, volvía a quedarme solo en el pueblo. Todos se habían ido. Los buenos amigos, las chicas, el buen tiempo.

El color del día cambia, las calles silenciosas, el color de las hojas de los árboles. El marrón de las avellanas, determina el final.

Cada verano en Vega de los Árboles, era especial para mí. Llegaban un montón de amigos, y, a pesar de que siempre tuve que ayudar en las tareas del campo, siempre había tiempo para disfrutar del verano en el pueblo.

La infancia, siempre la recordaré con adoración, pues a medida que pasa el tiempo, me doy cuenta del verdadero valor de aquellos días.

Al final de junio, comenzábamos el verano con la hoguera que se hacía (y se sigue haciendo) la noche de San Pelayo, patrono del pueblo, no hacemos la hoguera en la noche de San Juan, sino ese día. Mientras todo el mundo observaba la hoguera en la plaza que daba entrada a la era, donde hoy se celebran las fiestas, los chicos (en esas fechas, solo Roberto y yo), íbamos a cerezas, de un cerezal a otro, más por el morbo de ir de noche a sitios prohibidos que por el hecho de comer cerezas. 

A primeros de julio, ya nos acercábamos al río a todas horas, lo mismo cogíamos cangrejos, que ranas.  Con las ranas alimentábamos al milano o gavilucho de turno, que hubiésemos robado de un nido ese año. Era fácil, pues los regueros estaban repletos de ranas y cangrejos, los árboles repletos de nidos y hasta nos zambullíamos en el río a última hora de la mañana con el rejaque en la mano para intentar coger alguna trucha o barbo.

El agua del río venía templada, no como ahora que viene del pantano de Riaño, y está fría como el hielo.

Recuerdo el olor de las cuadras antiguas, de la hierba seca o recién segada, lo mismo de la alfalfa, el sonido de los regueros, las callejas sombrías, donde trinaban quién sabe cuántos pájaros. Recuerdo el olor de los prados con sus vacas, diferente de los prados sin ellas.

Lo mismo segábamos alfalfa, que regábamos maíz, que recogíamos fardos... por la tarde volvíamos al río, nos bañábamos durante horas, jugábamos a todo, nos tirábamos de peñas y cepos a unos metros de altura, éramos como patos. Incluso algunas noches, volvíamos al río en busca de aventura, bien a pescar, o bien a cruzar al pueblo del otro lado para ver a los amigos con quien compartíamos ese trozo de río al que llamábamos la "rasera".

Por la noche nos reuníamos en la plaza del pueblo, y jugábamos a tres navíos en el mar, al escondite, por entre las casas vacías, el intríngulis del caño en esos años, en un árbol subidos, debajo de un carro, o en el campanario. Otras veces jugábamos al balón, eran noches bulliciosas.

Si había que intentar un beso, había que planear un viaje al pueblo de al lado, o a robar manzanas, el caso era buscar el amparo de la oscuridad. Tengo que aclarar, que yo no me comía una rosca en mi pueblo, y por eso siempre andaba en ruta.

Nada más cenar, cogía la bici o la motocicleta, y me iba al pueblo de al lado, Valle de Mansilla, o al del otro lado del río, Villaquite, o al del otro lado de la cuesta, Santa olaja, siempre en ruta. En los últimos años de la adolescencia tardía que tuve, no me hizo falta "nortear" por ahí... pero eso mejor no lo cuento.( en estos viajes me inspiré para "VIAJE ANIMAL")

Al llegar agosto, se aproximaban las fiestas del pueblo, San Roque, la gente acudía en masa, el pueblo se llenaba de gente, (hoy sigue pasando lo mismo), venían de todas partes. Nos lo pasábamos en grande, vivíamos dos días en uno. Pero una vez terminaban, era un punto de inflexión en el verano, ahí, comenzaba el éxodo, cada día que pasaba a partir de San Roque, el pueblo se iba quedando más vacío.

Por eso pongo esta canción del principio, y por eso pongo la de Verano Azul. Yo, me identifico con el Pancho (aunque yo ligaba menos). Yo era el típico lugareño que vivía allí todo el año, que tenía que trabajar en el campo, hasta esas "greñas", tenía yo, también moreno, y atlético entonces. También me quedaba solo en septiembre. La plaza vacía. Los bancos solitarios. Las tardes frías. 

Septiembre me lo pasaba recogiendo avellanas por "Cañones" o "Los picales", vagabundeando con la bici sin rumbo fijo, y visitando a solas el río mirando la corriente, y recordando cuando el lugar hervía de gente y de amigos. Ya me estaba fabricando las primeras palabras que escribir en las cartas para mis amigos, o para la chica que tocase, sabiendo de antemano, que el siguiente verano, esa chica ya no sería para mí...

Sin embargo, desde la distancia pienso en que aquellos días que yo sentía tristes, eran en verdad los más felices de mi vida, a pesar del vacío que sentía al entrar en el caño, o al pasar por la plaza silenciosa.

Ya no favorecía la temperatura para ir en bici o moto por las noches, así que retomaba mis lecturas abandonadas todo el verano.

Escribía cartas, algunas de las cuales, habrían tenido más éxito que cualquiera de mis relatos.

Ya no hay amigos como los de la infancia...

Ya no hay sentimientos como los de aquellos besos en las callejas...

Queda la nostalgia de la infancia feliz que tuve.

A pesar de la timidez que siempre me caracterizó, no tuve malas experiencias, y cada viaje en bici por la noche, cada árbol que subí, cada rana que cogí y cada beso que robé, dejaron una profunda huella en mí. 

Estos días al pasear por el pueblo, veo que las cosas han cambiado, y que ya nadie hace lo que hacíamos, hasta las casetas de los niños son diferentes. Las piscinas han desplazado al río helado, las videoconsolas han echado el balón  a los tejados, y las raquetas al desván.

El "Guasap" ( o como se diga), ha suplantado a las cartas, aunque estoy seguro de que alguien en algún lugar tendrá una carta que le hizo llorar, y eso, no hay "guasap" que pueda con ello...


Las manzanas están casi maduras, y las peras, ya se comen bien las ciruelas, pero los chicos no las roban, están a otras cosas.

El verano en Vega de los Árboles es apacible y divertido, es intenso. Si tuviese que describir mi pueblo con un adjetivo, diría que es ACOGEDOR.

El verano se acaba, vendrán más, pero en ninguno de ellos volveré a tener 14 años.

16 comentarios:

Nieves Martín dijo...

Ruben, como que me dan ganas de salir corriendo a tu pueblo....
Es verdad que no hay nada como los veranos y amigos de la infancia y adolescencia, con esa edad todo es nuevo y se vive mas intensamente,es normal que la recuerdes con nostalgia aunque estoy seguro que ahora vives esa intensidad viendo los ojos de tus niños que lo viven todo como nuevo.

Puf! verano azul... con esta canción siempre terminaba llorando o como mínimo el nudo en la garganta, el mismo que he tenido mientras lo he estado viendo.
Me encantó esta serie, la vi como todos los niños de la época incluso la volví a ver en alguna reposición que pusieron ya hace años.

Un besote Rubén :D

Edurne dijo...

Caramba, caramba, Rubén... qué bien has descrito esas sensaciones y eos sentimientos de nuestras infancias!

Me ha encantado esta evocación porque me ha llevado por mi propia infancia adolescencia, en cosas parecida, en otras diferente, pero con ese noséqué que tan bien has decrito!

Pues nada, sigue guardando todos los veranos de tu vida para que tus hijos tengan referente en el que mirarse!

Un besote!
;)

Unknown dijo...

Ruben que bien has descrito esa infancia-adolescencia que ya se fue, la de horas jugando al futbol, la de horas que he pasado en el rio pescando truchas, bogas, barbos, bermejuelas, cachos, con frío y calor, la de cerezas robadas, las sandías que nos comíamos con las chicas a la orilla del río en las noches estrelladas, la de sueños, la de inviernos fríos y solitarios.

Para mi siempre serán los mejores años de mi vida, después vinieron los colegios en la ciudad, estudios y más estudios y a partir de ahí un urbanita más de la gran ciudad pero que siempre que puede se escapa a esos lugares de la infancia, de los primeros besos, de las primeras novias, cartas, poesías, cuando aún creíamos que conquistariamos el mundo y el mundo más tarde nos tragó.

Un afectuoso saludo,

Emilio Manuel dijo...

¡¡Que tiempos aquellos!!, no nos ensimismemos en ellos, que lo mejor es saber vivir el dia a dia y disfrutar de cada minuto.

Un abrazo tras mi vuelta de vacaciones.

Dorothy dijo...

Precioso recuerdo de infancia. Yo no tengo pueblo, así que en mi niñez los veranos no estaban llenos de juegos en las calles, aquí los adultos trabajaban en verano, en la época de más trabajo, así que mis recuerdos alegres me llevan a los campamentos, a noches llenas de cuentos de miedo junto al fuego, bajadas por el barranco hasta la playa, besos robados entre los pinos y las sabinas, risas en la tienda de campaña los días de lluvia, bromas a los de la tienda de al lado, excursiones en burro... Era tan feliz y era tan poco consciente de que lo era... Preciosa entrada. Y evocadora.

Un abrazo

Rafa dijo...

Se hechaba mucho de menos una entrada tuya, vaya que sí.

me ha encantado todo lo que has escrito y me siento identificado en muchas, muchas cosas.

no tengo más que añadir, sólo una, que me has traido buenos recuerdos.

gracias Ruben.

Pluma Roja dijo...

Hermosa fotografía que nos dejas, tus letras dibujan perfectamente los lugares recorridos y he venido viendo cada uno de esos bellos lugares de dibujas.

Gusto saludarte.

Ya no te había visto.

Saludos.

Eduardo Fanegas de la Fuente dijo...

Que envidia me das, yo también tuve 14 años una vez pero no tuve un pueblo como el tuyo ni esas vivencias inolvidables. Voy a ver si me adoptan en un pueblo como ese anuncio del acuarius :-)

Sese dijo...

Cómo se parecen trus veranos de niño a los míos, sólo que yo era veraneante y no teníamos río. Podría comentarte mil cosas pero lo mejor es recordarte el post que hice el año pasado al respecto.

http://embolica.blogspot.com.es/2011/07/verano-del-80.html

Saludos (y hemos colgado el mismo vídeo, jaja)

Midala dijo...

Queridiiiiiiiisimo Rubén....me dió una cosa leerte tremenda!!!¿¿¿es que vamos viejos???por dios no me digas esooo ehhhh??pero de verdad...me dió un repelus tremendo, de añoranza....de no tener eso ahora los crios y de no saber lo que es....esooooooo era juventud no la de ahora jajajjajajajajaj,cuando robabamos los besos y nos juntabamos a HABLARRRR delante de un banco horasss y horas...creo ruben...que vamos mayores!!!!!!!!!!:):) tengo que leerme tooodas las entradas antiguas porque creo que este verano me perdí cosas buenas tuyas.Manos a la obra una noche de estas.Milllllllllllllll besitosssss como ves...no me olvido de los que quiero vale??????:):):):)

El tejón dijo...

Que bien te sentó el verano, que bien narrados esos recuerdos tuyos tan bonitos.
Gracias.

stella dijo...

Fotografia mágica de tu pueblo y tu infancia, remembranzas que cautivan al lector, me alegra haber llegado a tu casa
Un abrazo
Stella

kelmostarin dijo...

Ahí lo has clavado: no hay "Guasap" que pueda emocionar tanto como cierto manojo de cartas que aún guardo en una caja con llave...

Lo escrito permanece...pero solo si se escribe en papel... ;)

Pablo González dijo...

Pues yo también me emocioné al leerlo y rememorar tantos momentos vividos y tan parecidos. La proximidad de pueblos hace que muchos sentimientos sean paralelos. Lo que creo es que no hay que subestimar a la juventud que viene por detrás, pues lo mismo dijeron nuestros padres y abuelos de nosotros, parecía que íbamos a traer el fin del mundo y aquí estamos. Los que lleguen y ya están pisándonos los talones, serán nuestra envidia, y nuestra envidia será su juventud.
Pero yo también recuerdo escribir cartas a amigos y amigas, novias, y de eso hace apenas 25 años, y casi han desparecido.
Qué suerte hemos tenido de tener un pueblo que nos viera crecer y al que nos sintamos tan apegados....

Janton dijo...

Me gusta mucho cómo desde el sentimiento has narrado con cuatro pinceladas certeras aquellos veranos en La Vega que marcaron nuestra vida, el anhelo de saber y de vivir, las primeras y en general frustrantes experiencias, el placer que hoy puede parecer tonto (Pero no, NO lo és) de poder pasear en bici por caminos entre prados... Realmente, Rubén, me ha gustado muchísimo leerlo.

Mercedes Vendramini dijo...

Qué hermoso poder contar estas historias como vos lo haces! me envolvió tu verano y la calidez de tus descripciones!

Cariños Rubén!