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jueves, 1 de noviembre de 2012

CORTAFUEGOS 016

Mario se volvía medio loco de impotencia cada vez que se oían las voces y los golpes en el piso de abajo, el maltratador, sin miedo de ser ajusticiado. Ya que la víctima no tenía valor para denunciar.
Los cardenales ya no se podían disimular, y Mario ayudaba a su vecina siempre que podía, la hija pequeña era de su edad, 17. La mayor 20. Ambas tan impotentes como Mario, aunque ellas nunca recibían palizas, si que eran encerradas en su habitación.
El trauma de las hermanas, les duraría siempre, y los golpes e insultos al otro lado perseguirían a las chicas por el resto de su vida. Para Mario el suplicio era similar.

Esta noche, se le fue la mano, la pobre mujer quedó inconsciente, las chicas encerradas sin poder salir. Una vez el demonio abandonó la casa, la pequeña se acordó de Mario.
-¡Mario! ¡Mario! -gritaba desesperada- si me estás oyendo, por favor baja, creo que ha matado a mi madre...

Mario bajó saltando de rellano en rellano, salvando los 8 escalones de cada tramo. Su cuerpo atlético no era suficiente para abrir la puerta, lo cual consiguió con la ayuda de su padre y otro vecino. 
La mujer no estaba muerta, pero casi... La ambulancia y la policía, llegaron casi al mismo tiempo en que abrieron la puerta, la hija mayor acompañó a su madre en la ambulancia.
La hija pequeña se quedó en casa de Mario, no tenía consuelo.
Fue una noche larguísima, en la que el llanto de la muchacha, y la rabia de Mario estuvieron de la mano.

No se encontraba al maltratador, la mujer tenía para varios días en el hospital, y estaba en estado crítico.

Al día siguiente, Mario bajó al garaje para recoger la bici e ir al instituto, era un garaje grande, pues pertenecía a cuatro portales que se comunicaban por el mismo.
Oyó ruido y se giró. Allí, entre los coches, descubrió al demonio. Su primer impulso fue el de ir hacia el y enfrentarse, pero tenía todas las de perder. El cobarde maltratador, no se decidía a enfrentarse tampoco a Mario, no es lo mismo pegar a una mujer asustada, que a un adolescente deportista, pero al final, pudo más su miedo a ser descubierto y encarcelado, así que se armó con una papelera y se lanzó hacia Mario.
Al ser golpeado, Mario, salió despedido contra la pared, una vez allí, asió lo que más a mano tenía, el extintor, con el que golpeó al hombre en la cabeza, y allí terminó todo, porque el golpe fue accidentalmente mortal.

Lo que parecía un hombre de 17 años, se convirtió en un segundo en un niño de 17 años asustado.

Pero pensando en sus vecinas, se alegró. Cogió el extintor, se coló por el último portal del garaje, subió al último piso sin usar el ascensor ni encender la luz, cambió el extintor de allí por el arma homicida, que había limpiado todo lo que pudo con la lejía del armario de la limpieza. 

Bajó y colocó el extintor en su sitio sin dejar huellas.

Luego llamó a la policía...

La policía, o bien no pudo, o bien no quiso, encontrar arma homicida, ni persona involucrada en la muerte, Mario estaba totalmente derrumbado, y las vecinas, a pesar de tratarse de la muerte de su padre, se sentían aliviadas.

Solo Mario supo de su acción, la cual no confesó nunca a nadie, aunque ya era suficiente castigo el haber asesinado, sin ser un asesino...

Tfno: 016 (parece fácil, pero al parecer, cuesta mucho marcar...)

14 comentarios:

Pluma Roja dijo...

Sí, el hecho de haber dado muerte a alguien aún en forma accidental, para una persona honrada y honesta es un martirio. Tendría que ir a confesarse para poder sentirse un poco más aliviado del acontecimiento. Si recurriera a las autoridades correría riesgo de un juicio equivocado que lo llevaría a la cárcel. Muy buen relato.

Saludos cariñosos.

Unknown dijo...

Un gran relato Ruben y por desgracia ocurre muy a menudo, aún no nos hemos quitado los resabios machistas de nuestra sociedad y muchos creen que la mujer es la persona donde poder descargar su ira.

Saludos,

Emilio Manuel dijo...

Un relato triste por lo real. Aun recuerdo a un matrimonio que el marido maltrataba a su esposa, no tenían hijos, cuando se hablaba con ella para ver si los vecinos podían ayudarle, esta decía que en su casa no pasaba absolutamente nada y que ella adoraba a su marido, esto lo decía algunas veces con gafas obscuras.
No es fácil llamar a ese número, detrás de esa llamada, hecha por una persona anónima, hay muchas aspectos que no tenemos en cuenta en un principio, las consecuencias vienen después, sobre todo si la persona maltratada no quiere que se le ayude y sobre todo en un país donde la ayuda social es más bien escasa. Evidentemente es mejor denunciar a tener a una mujer muerta.

Saludos

Nieves Martín dijo...

Esto si que es de TERROR...

Siempre parece estar esa doble moral, en la que todos denunciarían pero ninguno lo hace cuando toca... Por no enfrentarse al vecino, evitar problemas...

Un magnifico relato que deja esa cuestión en el aire.

Saludos ;)


El tejón dijo...

Es duro pero es real, y está pasando a diario y a muchos nos gustaría ese final para tanto maltratador cobarde que haciendo lo que hacen no les queda sentimiento de culpa como al pobre Mario.
Saludos.

Rafa dijo...

¿Cuando se terminara esa lacra de la violencia de genero?
me temo que nunca :(

Unknown dijo...

!!Hola,Rubén!!


El miedo, la dependencia y la falta de protección, abocan a la mujer maltratada,en multitud de ocasiones, a seguir en el infierno con el maltratador.Nadie merece vivir ni estar expuesta a él,ni dentro ,ni fuera de casa.Es triste q el final de muchas historias se terminen leyendo en las esquelas del periódico.
Un post estupendo ,Rubén,me ha emocionado.Muchísimos besitos.

Sese dijo...

Un problema que parece actual pero que se perpetúa en el tiempo, esperemos que tarde o temprano, mejor cuanto antes, se erradique. Qunque para ello además de denunciarlo haría falta una efectiva teareo de educación en el respeto hacia los demás, y eso no se consigue de un día para otro.

Un abrazo.

Edurne dijo...

Un problema demasiado real, demasiado triste y terrible...
Y que no sé si tiene una solución.

Lo que más me preocupa es que cada vez son más jóvenes las vñíctimas y los verdugos.
Algo hemos hecho mal, algo estamos haciendo mal, es evidente!

Un abrazo, Ruben!
;)

soledadenelpiano dijo...

Cada vez estamos perdiendo a más mujeres, víctimas de un sin nombre.

Ante tal hecho, desde el primer momento que un vecino tiene cuenta de ello y no lo denuncia está incurriendo en el mismo delito.
No hay que callar aunque la víctima no quiera.

Midala dijo...

que casualidad Ruben!!!!!!Mi relato de hoy mismo....toca este tema, peroooo el maltratado es un hombre.
Realmente me parece un tema espeluznante sea quién sea el maltratado-a
Millll besitosssss rubennnn aquí seguimos en la brecha...aunque a veces medio se apague...vuelve a encenderse de nuevo

Alfredo dijo...

Nadie debe tomarse la justicia por su mano. Ya sé que este no es el caso, pero si hubiese sido realidad,la policía jamás se habría hecho el longuis. El chico lo iba a tener difícil para justificarse.
Pero esto es un cuento y ha de servirnos al menos para concienciarnos. Bien Rubén.

Emilio José Pazos Brenlla dijo...

Claro que cuesta, purs no sabes nunca cual será el percal que te encuentres, y no es de recibo meterte en la vida de alguien, por contra, cuando actuamos ya es demasiado tarde es demasiado tarde. Pero puede darse el caso de que la víctima lo desmiente y lleve una paliza de propina y además, el agresor puede ir a por tí. Pienso que en este caso, si llevaba mucho tiempo y es un caso tan claro había que denunciar, aunque cuando la cosa no está clara, lo más normal es que te quede cargo de conciencia.

Buena reflexión Ruben.
Un saludo.

Unknown dijo...

!!Hola,Ruben!!
Vengo a saludarte y dejarte besitos.Hoy he estado mirando mi blog y me he acordado de mis comienzos te doy las gracias por el apoyo q me diste,sin gente como tu no hubiera estado donde estoy,Muchísimas gracias.