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miércoles, 2 de enero de 2013

EL "EFECTO BENITO"

            Espero en la cafetería que está frente a la universidad, siempre en la misma mesa, en mi esquina preferida, entre la barra y el amplio ventanal que da a la calle. Es un buen lugar, tranquilo y apacible, donde leo cada día el periódico en soledad. Allí hago el descanso entre viaje y viaje. Allí como y me paso un buen rato.
            Siempre llego cuando la cafetería está desierta, es cuando leo el periódico. Luego, poco a poco se va llenando. Los chicos entran y se sientan por doquier. Pero las chicas… las chicas van eligiendo los sitios más cercanos a mí. No es que yo las guste, les caigo bien, eso sí, pero si se sientan cerca de mí, es por Benito.
            Benito tiene 20 años, no es ningún genio, y no pudo acceder a la universidad, trabaja en una carpintería, y trabaja bien. Pero cada día a la misma hora viene a verme a la cafetería. Yo tengo 40 años, soy como su tío favorito, viene a contármelo todo. Cuando tenía 16 años, le introduje en la lectura, sin saber la pasión con que se lo iba a tomar. Un poco de aventuras, un poco de novela histórica, algo de ciencia-ficción… algo de Vázquez-Figueroa, Stephen King… luego fuimos a lecturas más voraces y nos pusimos con Dostoievski, con Victor hugo, con Alejandro Dumás, pasando por Delibes, García Márquez… sin olvidarnos ni de los clásicos ni de los best-sellers.
            Pasa junto a la ventana, da un golpecito, saluda y sonríe, y cuando sonríe, se pueden oír los suspiros de las estudiantes que están a mí alrededor. Entra en la cafetería siempre con una sonrisa, saluda a los camareros y camareras uno por uno, se acerca a mi mesa sonriéndome, siempre alegre, ajeno al terremoto que supone su llegada a nuestro alrededor. Cesan las conversaciones, las chicas se atusan el pelo, suspiran, muerden el lápiz, se colocan de manera que puedan verle y oírle.
            Benito ni las ve, viene derecho a mi mesa, con su taza de café en una mano y un papel en la otra, me pregunta por mi mujer y mis hijos que le adoran, ¡cómo no!. Se sienta frente a mí. Y todas las chicas escuchan nuestra conversación de tal manera que me parece estar en un estrado representando una función.
            Benito ni las ve.
            Me pregunta por títulos, me recomienda lecturas que ha escuchado, me desafía con títulos gruesos, me comenta su última lectura, y me pregunta por escritores que desconoce. Todo esto, si es de lunes a miércoles, porque los jueves y viernes, solo hablamos de lo que vamos a hacer el fin de semana. Rutas de senderismo, visitas a la montaña, películas que ver. Vamos todos juntos, mis hijos y su hermana.
            Luego se va, de nuevo ajeno a su alrededor. Benito es el centro de atención, no se da cuenta de que a la semana siguiente algunas chicas tendrán bien a la vista el mismo libro del que hablamos esta semana,  ajeno a que muchas de las chicas que nos encontramos al empezar la ruta de montaña, son las mismas de la cafetería.
            Benito ni las ve.
            Así cada día, es guapo, simpático, alegre, bueno… brilla con luz propia, ilumina todo a su alrededor, conquista a todo el mundo, es sencillo y humilde, lo es sin darse cuenta del magnetismo innato que posee.
            Siempre cuando se va, las chicas me comentan algo, con el tiempo son todas amigas mías. Me piden consejos de cómo llamar su atención, y yo no tengo ni idea. Se ríen conmigo un rato, se divierten con mis bromas sobre su causa perdida, me preguntan sobre el lugar al que vamos a ir el sábado, a veces se lo digo y a veces las intrigo.
            Benito ni las ve.
            Empiezo a pensar que no le gustan las mujeres, que no le interesa ninguna relación, que está obsesionado con su trabajo, los libros, las montañas, o las montañas de libros ¡¿qué se yo?!.

            Ayer no pude ir a la cafetería, una de las chicas de la asociación se equivocó y vino el día que no era. Sofía lleva ciega desde los 7 años, ahora tiene casi 19, como ella dice. Es alegre y se toma su invidencia a broma, y lucha cada día contra todo. Es valiente y con mucho carácter, es muy guapa, pero es desconfiada por naturaleza, y piensa que todos los hombres sean feos o guapos intentan seducirla porque no tiene como saber su aspecto, así que se defiende con las uñas bien afiladas, espantando a todo bicho viviente. Como ayer la acompañé todo el día para que no se aburriese y no pude ir a la cafetería de siempre. Hoy estaba esperándome al lado del autobús, casi no me deja ni arrancarle de lo impaciente que estaba por devolverme el día que, según ella, me debe.
            Así que hoy se ha venido conmigo a la cafetería. Leo las noticias en voz alta, las comentamos. Cuando empiezan a llegar las chicas a sentarse cerca de mi mesa, a la vez que preguntan que me pasó ayer…
            Al rato, Sofía me pregunta porque se las nota tan decepcionadas porque yo no viniese ayer, y porque de repente todo el local huele a perfumes de todo tipo, que se está mareando.
            No puedo evitar la carcajada, ni me había dado cuenta de los olores. Estoy a punto de contarle el “efecto Benito”,  cuando este golpea la ventana y entra como siempre.
            Benito se sienta a la mesa, saluda, y sin dar tiempo a nada se presenta a Sofía, pero en cuanto se sienta… a Sofía ni la ve. Hasta que empieza la conversación, como a Sofía le recomiendo los mismos libros, resulta que estamos con el mismo. Sofía le escucha en mp3 ó bien lo lee en  Braille. La conversación se hace tan interesante, que de pronto nos olvidamos de toda la gente que tenemos alrededor pendiente de nosotros.
            Cuando se despide Benito, Sofía dice:
-         Benito es encantador, dime que es guapo anda.
-         Pues sí, todas estas chicas vienen a verle.
-         ¡pues qué suerte tienen! ¡tendrá novia, claro!
-         No, no tiene, y es como si no le interesase.
-         Vale, pues nada, que le den morcillas.

Pero a los dos minutos, me llama Benito.
-         ¡Oye! ¿quién era esa chica?
-         ¿por qué me lo preguntas? Benito
-         Porque me encanta, seguro que tiene novio…
-         No, no tiene novio…
-         ¿crees que le gustará tomar algo conmigo?
-         Seguro que sí, hombre cómo no va a querer…
-         ¡Yo qué sé, ni me ha mirado en todo el rato!
-         Benito, ¡es ciega! No me digas que no te enteraste.
-         ¡pues no! Oye, pues me gusta un montón, que se venga a la montaña el sábado.
-         Pero Benito, que es ciega, hombre.
-         ¡yo la guio!
-         Pero Benito, no me digas que te has enamorado…
-         Ha sido un flechazo, no me había pasado nunca, es que solo de pensar que no la vuelvo a ver, me entra una ansiedad…

¿Quién me lo iba a decir?, Benito se va a enamorar de la única chica que no puede verle, la única libre del “efecto Benito”…

…. Y aquí estoy, en medio de la montaña, sentado en el suelo, al lado de mi hija, con la mochila entre las piernas, sacando los bocadillos mientras les veo llegar de la mano por el sendero, oigo las risas durante toda la mañana, no se me quita esta sonrisa boba que tengo, mi hija se muere de risa…


30 comentarios:

Pluma Roja dijo...

Un precioso relato, Lleva un gran mensaje, Interesante el lector no deja de leer y se involucra con los personajes.

Me gustó.

FELIZ INICIO DE AÑO.

SALUDOS

Dorothy dijo...

¡Qué bonita historia, Rubén! Dime que es verdad y que no te la has inventado...

Abrazos

Ruben dijo...

Aida, encantado de que te gustase. Feliz año para ti también.

Ruben dijo...

Dorothy, No es verdad, siempre hay algo que me inspira estos relatos, pero esta vez no es lo suficiente para decir que es verdad...

Nieves Martín dijo...

Que bonita historia y que emocionante!!!
Vamos que te iba a preguntar, cuando he descubierto que Dorothy se me ha adelantado. Lástima que no sea verdad porque estas historias son muy bonitas de compartir.

Abrazos :)

Unknown dijo...

Ruben creo que "El efecto Benito" es una gran historia con mucho de ternura, de ilusión y de ese amor que es ciego pero muy real, has empezado el año de una forma magistral, chapó.

Saludos,

Ruben dijo...

Nieves, esta historia se me ocurrió pensando en mis cosas, influenciado por quién sabe qué lecturas. Este fin de semana fui a ver "los miserables", recuerdo que mientras leía ese libro, me venían a la cabeza infinidad de posibles relatos...

Ruben dijo...

Saudades, la verdad es que he puesto esta entrada para evitar empezar el año con una entrada que tengo llena de indignación y rabia... mejor así. Busqué un relato por ahí que hiciese un poco de contrapartida con el cabreo.

kelmostarin dijo...

Estimado Amigo Rubén: Buen cuento, elegante e ingenioso. Una hermosa manera de comenzar el año, así con la misma "sonrisa boba" que me ha dejado. Feliz Año Nuevo ;)

El tejón dijo...

¿Y por qué no puede ser verdad? Yo prefiero creer que en algún lugar existe Benito.
Bonito relato para empezar el año,Ruben.

Rafa dijo...

Que bueno el relato, me ha encantado, ha sido encender el ordenador, meterme en el blogger y leer esto, me has arrancado unas cuantas sonrisas, gracias.

Ruben dijo...

Chuán ché, gracias, sobre todo por lo de elegante, eso nunca me lo habían puesto.

Ruben dijo...

Tejón, en eso si que tienes razón, en un lugar existe ese Benito, no lo dudes.

Ruben dijo...

Rafa, pues muy bien, yo encantado, las sonrisas ya hacen que valga la pena publicar.

Sese dijo...

Un rara avis, Benito, sin duda. Y qué difícil se hace encontrar a gente para hablar de lectura, y es que aunque haya gente que elee coincidir en lecturas en gustos.... muchas cosas.

Saludos y buen año, Ruben

Alfredo dijo...

El Benito ha de tener una voz cautivadora, no puede ser de otro modo. Encandilar a una ciega sin que pase la mano por su rostro, tiene mucho mérito.
Me gusta el cuento, Rubén.
Salu2.

Ruben dijo...

Sese, verdad que es difícil encontrar alguien con un gusto similar en la lectura. Parece que se lee más que antes, pero todo best sellers, fuera de ahí...

Ruben dijo...

Alfredo, vamos a imaginar que tenía una voz cautivadora, algo imprescindible para tener un magnetismo irresistible.

Mercedes Vendramini dijo...

Hermoso relato! casi otro cuento de Navidad ... -
Muy bueno!

Cariños Rubén!

soledadenelpiano dijo...

Que preciosidad Rubén, llena de chispa de vida.
Lo que son las cosas, cuando menos lo piensas...salta la liebre.
Me ha encantado, no sé si es cierta la historia, pero todo puede suceder.

Muy bueno

Pd/ Feliz 2013 para ti y los tuyos.

Esilleviana dijo...

Aunque no sea una historia basada en hechos reales, da igual, es un cuento precioso :)

un saludo

Sue dijo...

Qué bonito Rubén!

Me ha encantado.

Un beso y que los astros te sean propicios este año. Y un beso para tus hijos guapos.

Ruben dijo...

Mercedes, el otro año puse un cuento de Navidad, este es más bien algo que se me ocurrió en un bar...

Ruben dijo...

Soledad, la vitalidad de algunas personas, anima a todo el mundo a su alrededor, desprenden optimismo.

Ruben dijo...

Esisevillana. aunque no sea un hecho real, hay infinidad de casos similares, parecerá mentira, pero hay gente que sí sabe escoger.

Ruben dijo...

Sue, viniendo de ti me lo creo, sigo acordándome de ti cada vez que veo a Mafalda.

Janton dijo...

Me ha gustado mucho, es un buen relato, bien escrito y con mucho significado. Mejor empezar así el año que con rabia e indiganción, dos sentimientos que me temo que no nos van a faltar ocasiones de sentir en este año.

Por cierto, aunque con retraso, permíteme desearte a tí y a tu familia un feliz y próspero 2013

Unknown dijo...

Ruben ,es magnifico el relato,me ha emocionado por su sensibilidad.

Ella vio su interior con los ojos del alma,y el supo q, mas allá de su físico,tenia algo q ofrecer lleno de vida.Maravilloso,muchísimos besitos,ruben.

Ruben dijo...

Jantón, claro que tendremos rabia e indignación, pero ya las quemaremos, no te preocupes.

Ruben dijo...

Lady Celeste, la gente buena destaca menos que la gente mala, pero ten por seguro de que existe gente así.