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sábado, 9 de febrero de 2013

REPOSICIÓN DE ANGEL Y ASUN, 1ª PARTE

He decidido reponer esta historia, porque necesito estar seguro de ella para dar más extensión al texto, y convertirlo en algo más que un relato. Depende de la acogida que reciba. Gracias a todos por anticipado, espero que me perdonéis por la extensión y que os queden ganas de leer las cinco entradas que completan la historia.

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1.-ANGEL Y ASUN ... ESE CURA NUEVOOO....


Allí estaba la Asun, retenida en el cuartel.
-O sea, -decía el teniente- que tu padre era rojo, tu madre también es roja, y tu hermano, si se ha tirado al monte como los lobos, también es rojo… Y sin embargo, tu dices que eres cristiana hasta la médula.
-Ellos son ellos, y yo soy yo…
-Y estarás bautizada, entonces…
-Si, estoy bautizada, y he hecho la primera comunión.-Mintió intentando ganar tiempo-.
-¡Qué pena!, que pena... que al cura le han matado esos que están con tu hermano, y no nos lo pueda confirmar… Pero en cuanto venga el cura nuevo, ya veremos como te libras.
-Mi teniente, -dijo uno- la podemos mandar de sirvienta para el cura nuevo. ¿no dice que es cristiana?
-Buena idea, Jacinto, que sea la criada del cura nuevo, y lo va hacer gratis, como es tan católica… Y como me entere yo, que el cura nuevo se queja, no te libra del rape de pelo y del aceite de ricino ni Dios.
Ahí llegaba el cura nuevo. Angel de Jesús, bueno, que le llamasen don Angel, porque vaya nombre. Ya desde niño, predestinado a ser cura, el pobre.
Siempre fue un niño muy bueno, y en el seminario, más querido no podía ser, porque bueno, no podía ser más bueno. Así que lo de cura le iba como anillo al dedo si no fuera, porque como hombre, le hubiera gustado poder tener algo con las mujeres de quien se había enamorado a lo largo de su vida. Esto de ser cura, tenía estos inconvenientes, y para colmo, el nunca eligió ser cura. Pero ya que lo era, nada se podía hacer. Y si acaso se enamoraba, pasarlo mal y a joderse tocan.
Cuando llegó, ya le habían destinado una sirvienta, y encima gratis, no se lo podía creer. Todo el mundo pasando miseria, y aun había gente con ganas de trabajar por altruísmo.
Luego se enteró de la verdad, y para colmo, la Asun, era buena chica, buena cocinera, y no le culpaba de su situación.
Ya los primeros días, se vió que se entendían a la perfección, ella le aclaró que no se pensase con derechos, por ser guapo y ella soltera… el aclaró, que no se pensase ella, que por haber falsificado el acta del bautismo y la comunión le debía un favor, que más favor debía el por cada día que comía tan bien.
Era un cacho pan, y entendía hacer el bien al prójimo a su manera, saltándose todos los tópicos sacerdotales, menos el de la castidad, que prefería no liarla…
33 años tenía cuando llegó, y al año de estar allí, ya era el pañuelo de lágrimas de todo el mundo, a pesar de que el cura viejo, había sido asesinado por denunciar a un chico, y encima habiéndose aprovechado del secreto de confesión, don Angel, era la antítesis de su antecesor.
Después de un año allí, era un vecino que provocaba una sonrisa en cada uno de los demás.
Y así le iba… siempre sin un céntimo.
Como aquella primera vez que se dedicó a falsificar bautizos a discreción, para que no la tomasen con las pobres mujeres, encima de haberse quedado solas con los críos.
O aquella vez, que le tuvo que comprar la cabra al vecino de enfrente para que pudiese pagar un dentista, y luego ni siquiera se quedó la cabra, que siguió donde siempre… dinero tirado. Si no fuese porque la Asun se las arreglaba para sacar de donde no había… cuantos días se habría quedado sin comer.
Ya llevaba un año allí, y como siempre, llegaba a final de mes con lo justito, de nada servían las advertencias de la Asun.
-Don Angel, acuérdese usted de lo de los zapatos por favor…
Es verdad -pensó- lo de los zapatos… En estos días la Asun le había pedido si podía conseguir unos zapatos con algo de suela para su hermano que estaba en la cárcel, y en mitad del invierno, se le habían gastado las suelas de los zapatos, y claro… en la cárcel sin dinero, malamente podía conseguir unos zapatos nuevos. Ni nuevos, ni viejos. Y Don Angel allí fuera, nuevos ni loco, y menos a final de mes.
Había dejado un billete, y venía con el a la tienda para ver si conseguía unos de segunda mano, bueno, de segundo pie…
Nada más entrar, se encontró a la Isabelita llorando a moco tendido.
-¿Que pasa hija? -preguntó-.
-Nada, que este mes… tenía que… haber parido una vaca… y con el dinero del ternero... -no paraba de hipar la Isabelita- íbamos… a poder tirar este mes… y la muy pu…ñetera… no ha parido…y… y… este… no me quiere fiar si no le pago.
-Bueno, mira, yo pago, y ya me lo devolverás.
Y claro que pagó, y le devolvieron como para tomar un par de cafés, ¡cuando se enterase la Asun…!
Ahora, ni zapatos viejos. Bueno, con dos cafés, pues al bar, a jugar la partida, a ver si se le ocurría algo.
Nada más entrar ya le dijo al tasquero con un gesto que estaba a dos velas. Este gesto, no lo hacía muchas veces, cada dos o tres meses, pero cuando lo hacía, el tasquero ya sabía: a dar las señas al cura para que ganase la partida.
Frente a don Angel en la mesa: el teniente. A don Angel no le importaba mucho si ganaba o perdía, pero cuando estaba pelado, había que ganar aunque fuese con trampas. Como normalmente, tantas veces ganaba uno como otro, el teniente no sospechaba nada.
-¡Ese cura nuevo! -decía- hay días que tiene inspiración divina.
¡Iluso!
Y ¿cómo hacía lo de los zapatos?, si el día de visita era pasado mañana, y no tenía un céntimo…
Al día siguiente, no paraba de pensar en los zapatos, que si no fuese porque el cura usaba un 40 y el hermano de Asun un 44, le habría dado los suyos, y el ya se arreglaría…
Veía zapatos hasta en sueños, solo de pensar en el barrizal del patio de la cárcel se le caía el alma a los pies.
Mientras decía la misa, estaba despistado. No podía dejar de pensar en los pu…ñeteros zapatos. Hasta se iba fijando en los zapatos de los feligreses.
Mira que zapatos tienen los ricos, y los pobres metiendo cartones en las suelas…
¡ENTONCES SE LE OCURRIÓ!
Esperó con impaciencia a que se hiciera de noche, menos mal que en invierno, a las seis de la tarde ya oscurecía.
No pasaban los minutos…
Cuando llegó la hora, se quitó la sotana, se puso una ropa vieja, y unos pantalones raídos. Se fue al cementerio, que estaba detrás de la casa parroquial, y solo se veía desde ésta. Y buscó el panteón del tio Severino. Se acordaba perfectamente, unos zapatos grandes y relucientes, hacía unos diez días… pero con este frío, seguro que no olía muy mal… y total, ¿para qué quería el tio Severino unos zapatos nuevos?… si iba al cielo, seguro que le daban los mejores, y si iba al infierno, se iban a quemar lo primero…
Descubrió la losa, se metió y se puso a cavar. Cuando le vió Asun que era la única que podía verle, se santiguó siete veces con todo lo atea que era. Y menos mal que nadie oyó el grito que dio…
Salió corriendo, rodeó la iglesia y entró en el cementerio.
-Pero padre ¿qué hace usted? ¿está loco?
-Vamos a ver tu quieres unos zapatos ¿si o no?. Venga vete para casa, y ya que me has visto, vigila que no venga nadie, que como me pillen en esta, me excomulgan fijo…
Y encima se puso a llover.
Era media noche cuando regresó a la casa, sin cenar, con la Asun allí todavía, (que allí se iba a quedar, porque vamos… si la veían salir a esas horas de la casa… lo que iban a pensar). Sucio, mojado, reventado, con las manos en carne viva, por la falta de costumbre. Y a ver si nadie se daba cuenta de nada…
Tan cansado estaba que se quedó dormido en la bañera de hojalata, el agua ya fría… Medio dormido le vistió la Asun, que en ese momento le quería más que a su padre. Le acostó en la cama… tenía algo de fiebre… A su lado se acostó Asun abrazándole.
El sintió su abrazo, no dijo nada, ni se movió, se quedó dormido…
Despertó muy tarde ya. Lo soñé -pensó al despertar-.
No le dejaban meter nada en la cárcel, pero bueno, algo se le ocurriría… eso… si era capaz de dejar de pensar en la Asun, porque por lo visto, los curas no se pueden enamorar.
A doscientos metros de la cárcel, guardó sus zapatos y se puso los del tio Severino, Dios le perdonase, y siguió andando, andando dando traspiés, con sus pies pequeños dentro de aquellos zapatones, con sus manos llenas de llagas, que había tenido que decir que se había quemado preparando el agua para el baño.
Entró en la sala de visitas, disimulando intercambiaron los zapatos, en doscientos metros ya le estaban haciendo rozaduras, de tanto que le bailaban los pies allí dentro. Se quitó los nuevos, se puso los viejos sin suela, y se dispuso a marcharse.
-Hoy se ha ganado el cielo, don Angel -dijo el hermano de la Asun-.
- Pero si tu eres ateo…
-Hoy no padre, desde hoy no… si estoy viendo a mi ángel de la guarda, como no voy a creer…
Salió el cura dando traspiés, entre el cansancio, lo que le sobraban los zapatones, y la imagen de la Asun metida en su cabeza, iba dando tumbos.
-Mira el cura, -dijo un carcelero- vaya eses que va haciendo, ¡qué borrachera lleva! ¡madre mía! ¡qué borrachera!… ¡ESE CURA NUEVOOOO….!
FIN… SE ACABÓ… NO HAY MÁS….¿alguien quiere más?

16 comentarios:

Rafa dijo...

Hola Ruben.

A mí me ha encantado lo que leido, sí, quiero más :)

Ruben dijo...

Rafa, este es un relato que traigo de mucho tiempo atrás, la idea es tentar a ver si gusta para dar más forma a la historia e intentar hacer un libro como MIROS.

Unknown dijo...

Adelante Ruben la historia comienza siendo muy buena tiene que seguir.

Un abrazo,

Ruben dijo...

saudades, el relato ya está escrito, lo difícil es ampliar el proyecto sin que pierda interés.

Unknown dijo...

Ruben entiendo que esa historia se puede ampliar dándole nuevos personajes, haciendo viajes al pasado, a la época del anterior cura, yo que sé, pero si te digo, y no soy adulador, que tienes madera de novelista, aprovéchala.

Verónica O.M. dijo...

Será una excelente novela, no la dejes en relato, tienes mucho qué aportar a ella.
Te animo a qué lo hagas.
Un abrazo, buen finde

Ruben dijo...

saudades, buena idea, puedo empezar con sucesos anteriores.

Ruben dijo...

Verónica, lo intentaré.

Nieves Martín dijo...

El tema es uno de esos que en este país no caducará nunca, todavía tenemos el recuerdo de esos tiempos muy presente y eso hace que guste.

Yo te animo totalmente para seguir adelante con el proyecto ya que la idea es muy original y los protagonistas se hacen cercanos y eso engancha.

Suerte !!!

Sese dijo...

Siempre es agradable leer historias de buenas personas, sea cual sea su condición, su ideología...

Y el final o lo pones tú o nos lo imaginamos nosotros, tú mismo.

Saludos



Ruben dijo...

Nieves, el día que caduque el tema, se repetirá (no estamos muy lejos)

Ruben dijo...

Sese, no solo voy a poner el final, sino, que pondré dos.

Unknown dijo...

!!Hola,Ruben!!

Una historia enternecedora de sacrificio y coherencia.¿Para q quiere un muerto unos zapatos nuevos?
bravo por el cura.

Me ha encantado tu relato.
Muchísimos besitos.

soledadenelpiano dijo...

Ruben, no miento para nada si te digo que me ha gustado mucho, tiene mucho para dar, mucho...el año en que sucedió, Asun su familia, ¡Lo que pasó con Ángel y Asun, vamos que tienes un filón para seguir.
No sé si te has dado cuenta, pero la has cortado en lo más interesante. La puedes desarrollar mucho, pero muchísimo.

Te he dado algunas ideas que particularmente se me han ocurrido. Sigue Ruben, no la dejes así.

Ruben dijo...

Lady Celeste, gracias, lo de los zapatos es un poco macabro, pero bueno.

Ruben dijo...

Soledad, todas las ideas son bienvenidas. Si intento una novela sobre esto, va a ser muy, pero que muy diferente que "Miros", pero bueno, así tengo dos posibilidades...