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lunes, 18 de marzo de 2013

MIEDO A LA BELLEZA.

Cada día esperaba nerviosa a que Manuel saliese por el portal, ella miraba desde su ventana, y mientras el llegaba a la altura de su calle, ella tenía tiempo de bajar corriendo y cruzarse con el.
Eso era todo, unos segundos... pero Paula, esperaba esos segundos durante todo el día, unas migajas... de eso vivía cada día, de migajas.
No era Manuel un chico especialmente guapo o elegante, pero Paula, estaba cautivada por su mirada, o por su sonrisa, no sabía exactamente qué era lo que la tenía así. Porque ella podría tener a cualquiera, siendo tan guapa. Y, mira por donde, Manuel, ni se percataba de su presencia.
Era tal la obsesión de Paula, que cuando supo que Manuel tenía novia, hasta enfermó de verdad, se desanimó de tal manera, que todas sus amigas se preocuparon por ella.
Manuel, veía cada día a Paula, pero ni por asomo se le ocurrió pensar otra cosa, que se la encontraba cada día por circunstancias de los horarios. No obstante, Paula era de una belleza que le intimidaba, y por eso rehuía su mirada, y pasaba a su lado como distraído, ignorando la desesperación que eso causaba en la muchacha.
Y cuando Paula se enteró de que a Manuel le había dejado su novia, ya hacián dos meses que había sucedido. Ella había notado cierta tristeza en sus ojos, pero no sabía el motivo.
Ya que no tenía novia, y Paula no era capaz de captar la atención de Manuel, decidió pasar a la acción, así que se arregló, un peinado apropiado, un poquito de maquillaje, falda corta, zapatos bonitos, y una sonrisa cargada de electricidad. No solía arreglarse, y al salir a la calle, lo primero que se produjo fue un accidente en la intersección de su calle. Lo segundo fue un chichón de uno de sus vecinos al no acertar con la puerta y golpearse contra el marco. Decidió no vigilar desde su ventana para ver cuando salía Manuel, en vez de eso, esperó a la puerta de la calle para así, tener más tiempo a Manuel de frente.
Estaba muy nerviosa, ajena al alboroto que se estaba produciendo a su alrededor. Hombres y mujeres se quedaban mirando. Incluso su padre al llegar se quedó sorprendido de ver a su hija con ese aspecto, es más, era la primera vez que su hija se preocupaba de ello, pues su vida era estudiar y hacer deporte. Se acercó a Paula y le dio un beso, como siempre, la dijo que estaba muy guapa, lo que a ella la tranquilizó un poquito, sabía que su padre era sincero y en caso de tener mal aspecto se lo hubiese dicho, de hecho, se lo repetía a diario.
Manuel salió como siempre, venía directo hacia ella. Manuel enseguida quedó hipnotizado por el aspecto de Paula, sentía las pulsaciones en sus sienes, el pecho le temblaba ante la vertiginosa aceleración que había cogido su corazón. Hoy le iba a costar mucha fuerza de voluntad no quedarse embelesado, mirando a su vecina. No sabía que hacer.
Cien metros antes de llegar a cruzarse con Paula, de pronto le tocaron por la espalda. Era su exnovia. Sonriendo. Primero se desconcertó, se quedó completamente inmóvil, alelado. Luego, la rabia se apoderó de su cabeza.
-¿Qué quieres?, ¿decirme algo más aparte del mensaje de móvil que utilizaste para dejarme?
-No, Manuel, vengo a que me des otra oportunidad...
 
Paula ya estaba muy cerca, estaba escuchando toda la conversación, las lágrimas estaban ahí, a punto de salir de sus ojos. Indignada, se sentía abatida por la inoportuna aparición de la exnovia de Manuel. Estaba tan cerca, que ya no podía hacer otra cosa que continuar su camino. Y si no hubiese tenido los ojos tan acuosos, se habría dado cuenta de que a pesar del trance, Manuel no pudo evitar, por primera vez, seguirla con su mirada.



Ahora ya sí, en cuanto Paula dejó atrás a la pareja, las lágrimas rodaron por sus mejillas, no había llanto, solo impotencia.
 
-No, no hay oportunidades, lo se todo, se que cuando me dejaste ya estabas con David, que todo salió mal y que ahora vienes a ver si yo te sigo queriendo, no te has dado cuenta de que el daño que me hiciste me llevó a odiarte. ¡Vete! no quiero verte, me da igual todo lo que hagas, no quiero saber nada más de tí.
 
Y sin dar la oportunidad a réplica, se giró y subió a casa de nuevo, el dolor de la ruptura regresó de pronto, y se vino abajo. Un odio desconocido se apoderó de el, nunca había sentido tanta animadversión hacia nadie.
Se puso el chandal y se fue a correr, para quemar adrenalina, para pensar, para no pensar...
Aunque no se propuso un rumbo, inconscientemente, se dirigió a los prados adyacentes al barrió, siguió por el paseo del río...
 
Paula no tenía consuelo, su amiga, no sabía qué palabras utilizar para animarla. A pesar de que el maquillaje había desaparecido por completo, seguía teniendo un aspecto radiante.
-Vete a tu cita, María, no quiero que llegues tarde - dijo Paula a su amiga- yo no voy a ninguna parte, esperaré aquí a que se me pase un poco esto y me vuelvo a casa.
 
Al poco tiempo, las lágrimas reaparecieron, y como ya no tenía más pañuelos, se las secaba con la llema de sus dedos.
 
De pronto, una mano le tendía un paquete de pañuelos de papel, conocía esas manos... ¡Manuel!
Manuel, la vio desde lejos, se acercó caminando y dudó si acercarse, puesto que la vio llorando y quizá no fuera el mejor momento.
Paula estiró la mano, cogió el pañuelo ya tarde, pues su mirada se quedó en suspenso, Manuel enrojeció hasta las orejas. Estaban allí, como dos pasmarotes, mirándose sin decirse nada.
 
-Estas muy guapa hoy, siempre lo estás, pero hoy más.
-Me puse así para tí...
-¿Para míii...?
-Sí, y al verla a ella...
Sin más palabras se abrazaron, era un buen espectáculo, un chico normal y corriente en chandal, sudado... abrazando a una mujer espectacular.
Regresaron juntos a casa, diciéndose lo que no se habían dicho en años.
 
-Tengo miedo -dijo Manuel-.
-¿De mí?
-Sí, a la vista está, no hacemos muy buena pareja, tu tan guapa y tan perfecta...
-Shhh! calla Manuel. Que llevo años esperando este momento, no me lo fastidies.
-Perooo...
-Pero nada. Eres perfecto para mí. Deja esa inseguridad que te hace pensar que soy demasiado para ti, porque es un miedo absurdo. Estudiamos lo mismo, trabajamos en lo mismo. Eres lo justo para mí, eres el hombre que quiero.
MIEDO A LA BELLEZA.
 
Es esa inseguridad que nos hace pensar que una persona es demasiado para nosotros, casi siempre por aspecto. Pero también se da el caso de esa mujer preciosa, y muy eficaz y preparada, que causa envidias a su alrededor, solo por su aspecto.
Esa belleza es un arma de doble filo, para algunas personas es suficiente su aspecto para medrar. Pero, para otras, es una faena. Mujeres muy guapas, que no encuentran pareja porque intimidan a todo bicho viviente, que están muy preparadas, pero que sus compañeros solo tienen en cuenta su aspecto, generando sin querer envidias y malentendidos.

Para gustos se hicieron los colores... los sabores... etc.
Y juzgar quien si y quien no, debería estar condicionado por algo más que el aspecto. ¡Ah! si las feromonas y otras "químicas" de nuestro cuerpo fueran más fáciles de entender...


 



9 comentarios:

soledadenelpiano dijo...

Me ha encantado lo que has escrito Ruben.
Todo puede ser, cuantos mal entendidos sencillamente por no mirar más hacia dentro que hacía fuera.

Para gustos los colores!

Unknown dijo...

Fenomenal historia Ruben y cuantas veces nos ocurre que ponemos a alguna persona en un pedestal que la hace inaccesible para nosotros sin pensar que es de carne y hueso como nosotros.

Al final la química funcionó.

Sese dijo...

EL caso es que en un mundo donde prima la imagen la gente que tiene la suerte de tener un físico envidiable es más fácil que se quede en esa superficialidad de las cosas dado que las coas le son más sencillas.

La gracia está en saber apreciar las excepciones. Y que algún día esas excepciones se conviertan en norma habitual

Saludos

Nieves Martín dijo...

Estupendo!!!
La vida. o mas bien la gente suele ser la que va por ahí juzgando estos hacen buena, mala pareja, si lo quire por dinero porque una chica tan guapa no puede estar con ese... en fin..
Ah y ese dicho que hay por el sur que tanto coraje me da:
"Siempre hay tiesto para una mierda"
Que quiere decir que una persona mo guapa ni agraciada siempre puede encontrar otro tan feo como el o ella, en fin un plan muy chungo esto de las parejas Guap@s-fe@s...
Pero digo yo que lo importante es cada uno lo que elija, anda que si tuviéramos que elegir a la pareja que l@s cotillas nos eligieran...

OH !
Ni que decir tiene que me ha encantado esta historia de hoy.

Besos :)

Verónica O.M. dijo...

¡Muy bueno! a cuantos les debe frenar lo mismo.
Un abrazo

Pluma Roja dijo...

Lo bueno es que en este caso se venció el miedo.

Muy buen relato.

Saludos cariñosos.

Rafa dijo...

Genial el relato...

Yo creo, pienso, que el miedo es algo innato en todas las especies, todas... y creo que es bueno a veces confiar en ese miedo, es como una intuición... pero si se vive con miedo a vivir, etc... entonces hay un problema.

Eduardo Fanegas de la Fuente dijo...

Creo que no te lo he dicho lo suficiente. Me encanta como escribes, me encantan tus historias tan cercanas y llenas de sentimientos. ¡No dejes de escribir!

Mascab dijo...

Tienes mucha razón. Suele suceder que el aspecto y la belleza nublan otras cualidades mucho más importantes en las personas.

Saludos