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martes, 5 de junio de 2012

MIEL SOBRE HOJUELAS

Hacía frío, y solo buscaban un sitio donde calentarse, el niño con 11 años, su hermana con 9. No pensaban en el hambre que arrastraban de días atrás, no pensaban en que su madre les había dejado solos mientras intentaba ganar algo de dinero. Que su padre había salido a las 5 de la mañana para ver si necesitaban mano de obra en el mercado. Solo pensaban en el frío terrible que hacía en su improvisado refugio de lonas, cartones y chapas. Por eso se pusieron en marcha, porque el frío era insoportable. 
Intentaron colarse en algún bar, en las tiendas, estuvieron todo el tiempo posible dentro de un centro comercial, hasta que los guardias de seguridad les echaron a la calle.
Caminaban encogidos por la acera cuando el olor a pan y a bollería les atrajo a aquella boutique del pan. Al principio, les intimidó la elegancia del local, pero el frío les empujó dentro, donde el ambiente cálido les abrazó de inmediato. Se pusieron a la cola para disimular su presencia. Rugían sus tripas por el hambre, que había despertado ante el olor maravilloso del pan y de los bollos.
En una estantería, había una tarta grandiosa, estaba como expuesta al público, radiante, decorada con maestría, por el repostero. Los niños no quitaban ojo.
    De pronto, la niña empezó a llorar y a alborotar, llamando la atención de todo el mundo. Se había sentado en el suelo cogiéndose el pie derecho con ambas manos.

-¡Ah! me han pisado, ¡me dueleeee!
-Pobre criatura -exclamó alguien.
El dueño del local salió de detrás del mostrador y se interesó por la niña. Entre todos la calmaron y pronto retornó la calma. Pero al regresar al mostrador, el dueño se percató de la ausencia de la tarta. Se volvió loco, pues era un encargo importante, que le había llevado mucho tiempo.
La niña huyó a toda velocidad, y del niño no había ni rastro. 
El repostero, maldijo, chilló, se indignó, se sintió impotente, y al final, la ira se quedó con el toda la mañana. No se podía concentrar, solo de pensar que tendría que hacer una nueva tarta, se ponía de los nervios.
¡Dichosos niños! ¡cómo me han engañado! ¡ladrones!


Los niños se encontraron en su refugio, orgullosos de su hazaña y de la comida lograda, se disponían a darse un banquete. Pero antes de tocar la tarta, apareció su madre, que se quedó con la boca abierta ante el suculento olor que desprendía la tarta.
Indignada, llamó a su marido, que al igual que ella tomó conciencia de su propia hambre ante el aroma.
Casi daban ganas de llorar ante el pan duro que había conseguido la madre, y la fruta pasada que traía el padre. 
Pero pan duro y fruta pasada fue lo único que comieron. Eran pobres, empujados por la situación calamitosa del país y de las circunstancias, pero no eran ladrones.

La panadería estaba cerrada. El repostero estaba en la trastienda preparando los mismos ingredientes que había preparado a las 6 de la mañana, dispuesto a repetir la misma operación, cuando oyó que alguien golpeaba la puerta del local.

Cuando asomó, vio a un matrimonio vestido con ropa vieja más bien insuficiente para protegerse del frío de aquellos días.
-¡Está cerrado! -gritó.
-¡Abra, por favor!, no queremos comprar.
El hombre abrió al puerta malhumorado.
-¿Qué es lo que quieren?, estoy muy ocupado, hoy me han robado y tengo que hacer de nuevo el encargo.
-Ya... - dijo avergonzado el hombre.
El matrimonio se separó y dejó a la vista a los dos ladronzuelos, el niño sostenía la tarta intacta en sus manos.
-Pide perdón -le instó la madre.
-Perdón.
-Perdón - repitió la niña.

Aquel acto dejó un poco descentrado al pobre hombre, que se quedó en silencio. Silencio roto por el ruido inquietante que hacían los intestinos vacíos de alguna de las personas que tenía delante. La furia de la mañana, la ira, el disgusto y la impotencia de la mañana, fueron desapareciendo a medida que les observaba. Famélicos, con ojeras de no dormir y sabañones en las manos.
-Perdóneles, por favor -intercedía la madre- yo les castigaré, no les denuncie. Llevan unos días apenas sin comer otra cosa que fruta pasada que le dan a mi marido.

-Pasen ustedes -contestó el hombre-, síganme.

Entró en la trastienda, limpió una de las mesas, colocó la comida que había encargado para el, ya que tendría que quedarse allí para elaborar una nueva tarta, y fue sirviendo a sus imprevistos invitados, que no daban crédito.

Se dispuso a continuar con su trabajo, olvidando que ya no era necesario, ya que había recuperado la tarta.

-No es necesario que haga una nueva tarta, le aseguro que no la hemos tocado -dijo el niño.
-Da igual, no te preocupes, esta me va a salir mejor. Y esa nos la vamos a comer ahora mismo.
Y así dieron cuenta los cinco de la comida y de la tarta, se quedaron ayudando a recoger, a limpiar y a hacer lo posible para agradecer el gesto altruista de aquel hombre.
- Y a partir de mañana... -dijo el hombre-. Me gustaría que os paséis a última hora de la tarde para que yo os dé lo que sobre, que no se vende, todavía está bueno, yo mismo me llevo de eso a casa, pero no se puede vender al día siguiente. - y mirando al padre dijo-  y también necesitaré a alguien que lleve algunos encargos, y que me ayude a repartir pan por algunos bares y residencias, trabajo que realizo antes de abrir.

Entonces el hombre, emocionado, sin poder articular palabra, se abrazó a aquel hombre. Un largo abrazo, en silencio, con las lágrimas rodando primero por por unas mejillas, luego por otras, y al final por todas las allí presentes.

Hubo castigo, por supuesto, pero en el fondo, esa madre, no podía hacer otra cosa que dar gracias por la temeridad de su hijo al cometer un robo que podría haberles causado más problemas. Pero siempre hay en el mundo, camuflado en cualquier lugar, un ángel de la guarda, y si encima sabe hacer pasteles.... MIEL SOBRE HOJUELAS.

21 comentarios:

El tejón dijo...

Me encantó el cuento,Ruben, ¿y si no fuera un cuento?. Perfectamente puede ser realidad.
Un saludo enorme.

Unknown dijo...

!!Hola,Ruben!!

Una historia preciosa,tierna y ejemplar.
Siempre digo q las cosas suceden por algo, y q no hay mal q por bien no venga.Y es cierto,en el mundo hay muchos mas ángeles q demonios.Me ha emocionado.Muchísimos besitos,Rubén,
un placer visitarte.

Sese dijo...

Una historia que ppodría firmarla el mismíssimo Dickens y que para tristeza y vergüenza de la humanidad es plenamente actual.

Esperemos que la filantropía, la generosidad... también sean unas virtudes que nunca pasen de moda.

Saludos

FIBO dijo...

Solamente decirte: Que me has emocionado, una historia que se está repitiendo en muchos hogares...Un abrazo fuerte ¡Amigo!

Unknown dijo...

Ruben yo también me encuentro emocionado después de haberte leído, es tan crudo y tan real que más a menudo nos tendríamos que poner en la piel de esos millones de personas que por perder han perdido incluso las ganas de vivir porque lo suyo no es vida.

Un abrazo,

Rafa dijo...

no se me da muy bien expresar mis emciones, simplemtente dire que me ha llegado. :)

Ruben dijo...

TEJÓN
Si no fuera un cuento, sería mi opinión, tendría que poner algunos nombres propios y sacar algo de mala leche de estas teclas...

LADY CELESTE
Espero que tengas razón y que en el mundo haya más ángeles que demonios.

SESE
¡Por Dios! ¿Dickens?, no me ruborices. Dickens son palabras mayores.

FIBO
Esta historia es más cercana de lo que parece, te lo aseguro. Esos niños caminan cada día a nuestro lado.

SAUDADES
La situación es difícil, me río de la prima de riesgo, a mí lo que me preocupa es mantener a mis hijos.

EDDIE
A buen entendedor...

Pluma Roja dijo...

Precioso cuento con un gran mensaje. Nada vale tanto como la honradez.

Felicitaciones Rubén.

Hasta pronto.

kelmostarin dijo...

A veces sólo queda la dignidad. A veces, sólo queda un gesto. A veces, cuando todo está torcido y se lucha por privarnos de lo más básico, sólo queda mantener la cabeza alta con orgullo para poder sentirnos plenamente personas.

Buen cuento
;)

Anónimo dijo...

Muy lindo y tierno relato.. quizá de pronto resulta difícil conservar los buenos valores en las peores circunstancias...pero sin duda vale la pena..

Besos.

Nieves Martín dijo...

Precioso Rubén...
Los tres últimos párrafos me costo leerlo porque las lágrimas se han asomado en mis ojos de la emisión...
En estos días estos temas emocionan mas de lo habitual!!



Un Abrazo :)

Alfredo dijo...

Me ha recordado el cuento de La Cerillera, de Hans Cristrian Andersen, aunque con un final más amable y feliz.
Salu2.

Ruben dijo...

AIDA
La honradez no tiene el mismo valor para unos que para otros, pues los responsables de la situación son de todo menos honrados.

CHUAN CHE
Si viviésemos la situación realmente, creo que casi todos no comeríamos la tarta.

DIAZUL
Los valores de las nuevas generaciones tendrán que ser diferentes para afrontar futuro tan incierto.

NIEVES
No era mi intención hacer llorar, tan solo recapacitar.

ALFREDO
¡Ay! esa cerillera de Andersen, ¡qué grande Andersen!, ganas me dan a veces a mí también de que mi alma no regrese al cuerpo cuando viajo por mis fantasías...

Y ya que estamos... estaría bien recordar el cuento de la cerillera.
Os animo a todos a leerlo de nuevo.

ALICIA dijo...

me emociono de tanta pobreZ
a que hay en el mundo , es real como la vida misma , fantastico RubÉn. Alicia

Pablo González dijo...

Me ha encantado. Todo es por algo en esta vida. A veces encontramos la cara amable de las personas después de un hecho triste o grave, cuando todos deberíamos vestirla más a menudo.
Sigo leyendo hacia atrás y todo lo de "La Vega" me emociona. Disfruto leyendo tus relatos!!

Mercedes Vendramini dijo...

Hermosa historia Rubén! Casi un cuento de hadas ... bueno, es de ángeles!! Y esos sí se encuentran! Como ves, hasta brotan de las palabras!

Felicitaciones y abrazos!

Edurne dijo...

Hala... me has hecho llorar!

Es cierto, siempre hay un ángel camuflado entre nosotros, y entre tanta desgracia y calamidad... un rayito de sol asoma!

Un abrazo!
;)

manolo dijo...

Ruben, un relato lleno de fraternidad humana.

Cosas como estas, nos hacen desear ser mejores.

Muy bueno Ruben.

Saludos, de manolo
marinosinbarco.blogspot.com
(Eternamente Unidos)

MEN dijo...

Jooo Ruben, me has emocionado a mi y a mis lagrimas.
Estoy segura de que todavia queda gente buena y con valores aunque la situacion de ahora sea precisamente todo lo contrario.
Una historia dura pero con final feliz, me ha encantado. Un bessito

Ruben dijo...

ALICIA
Parece poco lo que cada uno podemos hacer, pero cada detalle cuenta para ellos.

PABLO
Intentamos desde la paternidad, inculcar estos valores en nuestros hijos, y como yo no soy Andersen, y mis hijos no entenderían el cuento de la cerillera, pues me he inventado este.

MERCEDES
Cada desgraciado, espera alguien con buen corazón, a veces llega, y a veces no.

EDURNE
Hay ángeles por ahí, no lo parecen, nadie se entera, pero hacen milagros delante de nuestras narices.

MANOLO
Bienvenido a este humilde blog, donde cada opinión vale su peso en oro.

MEN
Muy lejos mi intención de hacer llorar a nadie, pero parece que todos tenemos a alguien en mente.

Midala dijo...

Geniallllll, preciosoooo,me encataaaa ver como aún nos queda unnn poquito de humanidad.Ojala todos fueramos igual....
Millllllllll besitos