*Esta es la segunda entrada de esta historia, quedarán otras cuatro, que espero no os resulten muy largas y pesadas.
Estaba Don Angel mirando desde la ventana, por un huequito, con un telescopio prestado, cuando entró Asun.
-Pero ¿qué hace padre?. ¿Espiando con ese trasto?
-Pues verás, te lo voy a contar, para que informes a los amigos esos de tu hermano.
-Los amigos de mi hermano están todos en el monte, huídos…
-Pues a ésos. Les dices que esta guerra no va conmigo.
-¿Pero qué mosca le ha picado?
-Cuando vine aquí, vine para sustituir al cura anterior que lo habían asesinado los del monte. Porque él ocasionó a su vez el asesinato de uno de ellos, vulnerando el secreto de confesión. Ambas actitudes me repugnan, porque en ningún caso puedo justificar una muerte, y menos tan a la ligera.
Lo malo, es que a pesar de que yo nunca he denunciado a nadie, ni me he decantado a favor de nadie, porque los dos bandos están haciendo barbaridades que no concibo. Ahora se les ha ocurrido ponerme una trampa a mí…
Han mandado a una pobre anciana al confesionario, a contarme que se escondían en la majada de La Raya, y solo para ver si yo iba con el cuento al teniente, claro, como ven que me llevo bien con el.
- Si es que no se por qué se lleva usted con el teniente, -dijo Asun- si es un ca…
-No sigas, ya lo se, pero así es más fácil ayudar a todos y punto, lo demás me da igual.El caso es que yo nunca quebrantaría el secreto de confesión, pero como me he olido que era una trampa, me he pedido prestado el telescopio, y no he dejado de vigilar la majada, y allí no hay nadie, así que ahora estaba vigilando en los altos, para ver si ellos también vigilaban… ¡y allí están! ¿quieres ver dónde?, así vas y les dices que he podido descubrirles sin romper el secreto de confesión, que no he picado, y que tiene narices que me pongan trampas a mí, que solo he hecho que ayudar.No voy a decir nada, anda Asun sube y diles que les estoy viendo, y que se escondan otra vez, que yo paso de todas estas represalias de unos y otros, que solo han conseguido que dejarme amigos muertos… y que por favor dejen ya el pueblo en paz. A cambio, yo voy a entretener al teniente…
- Se van a enterar éstos… -dijo Asun-. Con lo que yo me he arriesgado por ellos…
Se había librado por los pelos, si alguien hubiese ido a la majada, aunque solo hubiese sido por casualidad, Don Angel sería el siguiente cura muerto.
Cuando Asun les encontró, les echó la bronca más grande que se haya echado nunca sin levantar la voz, por si acaso les oían.
Un poco avergonzados, no se querían amedrentar fácilmente.
-No me digas que te has enamorado de ese cura, Asun… - dijo uno-. Tú, que no crees en los curas.
-¡Precisamente! porque no creo en los curas, veo un hombre y no un cura, y la culpa la tenéis vosotros, que si aquella vez que os oculté, no me pillan, no me hubiera mandado el teniente de criada del cura, ¿qué culpa tengo yo de quererle?, si solo hace que cosas buenas, ayudando a todo el mundo, mira vosotros, ni podéis ayudar en casa, ni os vais de una vez lejos de vuestras familias, que las estamos pasando putas, por protegeros.
Y ahí se acabó la discusión.
Iba Don Angel pensando en todo esto, ensimismado, por la calle embarrada, levantando la sotana para que no se embarrase, que se la terminaba de planchar Asun no hacía ni media hora, cuando… Aquella masa amorfa venía directa hacia el, no era redonda ni cuadrada, despedía barro como si fuera un aspersor, barro por todos lados… golpeó directamente en todo el pecho, la sotana… ¡buah! la sotana, mejor no mirar. Los chicos allí delante, callados, mirando al suelo, acojo… acongojados.
Don Angel mirando, los chicos callados.
Don Angel echando humo, los chicos colorados, a punto de mearse encima.
-¿Qué es esto? - gritó más enfadado que nunca en su vida-.
-Es… es…e…eeees, pueeees… ¡el balón!, -dijo el más pequeñín.
Sin palabras se quedó. ¡Qué balón ni qué balón!, eran unos trapos enrrollados y luego atados con cuerdas y cinta aislante, que claro, al primer patadón, se empezó a romper, saliéndose trozos de trapo que hacían del pseudobalón un esparcidor de barro. Les devolvió el “balón”, y regresó a casa.
Para que no lo viese la Asun, se puso a lavar la sotana, pero, como siempre, le pilló in fraganti. Se lo explicó con más miedo que los niños a él.
¡Pobres chicos! ni para balón tienen…
A los pocos días, le dijo Asun.
-Siempre usa usted el traje verde para la misa, por qué no se pone los otros.
-Asun, porque cada uno es para una ocasión. El verde es el de ordinario, el blanco en las fiestas de Nuestro Señor Jesucristo, el rojo Pentecostés, Espíritu Santo etc. el morado adviento y cuaresma, y el rosado tercer domingo de adviento.
-¿Y este azul? -dijo Asun-.
-¿Azul? ¿tenemos uno azul?
-Si, yo nunca se lo vi al otro cura, pero lo encontré hace poco en un baúl, que el otro cura igual ni sabía que estaba.
-Y la fiesta del pueblo es la Inmaculada… ¡Asun! de la azul ni una palabra a nadie.
La azul es la ropa litúrgica de la Inmaculada Concepción, no todo el mundo la tenía.
¡Ya tenía una idea!
Se fue a llorar al obispo que no tenía la azul, y que claro, siendo la fiesta del pueblo la Inmaculada Concepción… que el sabía de un sitio que la vendían muy barata…
Trabajo le costó, pero le dieron algo de dinero, que no hubiese bastado para comprar una azul, y también se llevó la bronca por no tener ni un céntimo de su sueldo, si supieran lo que había hecho con el…
En fin, con el dinero que le dieron compró un balón como Dios manda, y a través de Asun, que alucinaba con la jugada, y no la de fútbol precisamente, les hizo llegar el balón a los chicos. Luego cogió la vestimenta azul y se la enseñó al obispo.
-¿Y te compraste esto con el poco dinero que te dí? ´¿tenían más en ese sitio?
-No señor obispo, solo esta.
-Seguro que me engañas y todavía tenías algo de tu sueldo.
Algo de su sueldo… algo de su sueldo… Su sueldo voló como siempre, regalado.
Bajaba un día del campanario, cuando allí le esperaba el criado del tio Segis, que ese sí que no tenía ni un céntimo. De sobra lo sabía Don Angel, porque se lo había contado Asun, que el pobre criado, no tenía para mantener a sus hijos, porque en las últimas lluvias se le había venido parte del tejado abajo, y se lo había gastado en tejas.
-Hola Don Angel -dijo el criado-.
-Buenas, Antonio ¿que te trae por aquí?
-Pues que necesito dinero, y quería saber si usted me compraría este medallón de oro, no debería desprenderme de el, porque era de mi difunta madre, pero es que lo necesito.
¡Ni en broma, era de oro el medallón! Al primer vistazo, ya vio Don Angel que no era ni chapado en oro, era bronce como mucho, aunque ni eso. Consciente de que Antonio quería engañarle, no quiso enfadarse, no podía dejar a esa familia en la calle, pero no podía permitir que le tomasen por el pito el sereno.
Finalmente, se quedó el medallón, por la quinta parte de lo que pedía el Antonio, pero por cuatro veces su valor real. Y así, fue como se quedó sin dinero ese mes, sin dinero y sin medallón…
Iba Antonio tan contento, con remordimientos por el engaño, era buena persona, no podía dejar a sus hijos sin comer, pero tan bueno era, que esa noche no pudo pegar ojo pensando en el grave pecado cometido, y encima con el cura, con lo bueno que era.
Sin haber pegado ojo, al día siguiente fue a confesarse.
-Padre, me acuso de que he engañado a un hombre, y le he robado.
-Pero ¿qué me cuentas, hijo?
-Eso padre, que he engañado a un buen hombre y le he robado, le vendí un medallón de oro, y no era de oro, y encima era de mi madre.
-Bueno, Antonio, por lo menos lo de tu madre era verdad.
-Pero padre, esta tarde le devuelvo el dinero… y nada más… esos son mis pecados.
-Vamos a ver Antonio, no te voy a poner penitencia, porque no engañaste al hombre, que en todo momento, sabía del engaño, y como te compró igualmente el medallón, tampoco le robaste, y no le vayas a devolver el dinero porque ya no tiene el medallón, ¡hala! vete en paz.
Cabizbajo y avergonzado entraba Antonio en casa, cuando un alboroto en la cocina llamó su atención. Se dirigió hacia allí.
-¿Qué es lo que pasa aquí? -le dijo a su mujer-.
-Mira lo que ha hecho tu hija. Anda por ahí con el medallón de tu madre.
-¿Qué dices?, no puede ser. ¿Quién te ha dado eso?
-¡Don Angel! me lo ha dado el cura, y me dijo que era mío, y que lo cuidase mucho, y que nunca lo vendiese aunque necesitase el dinero... Déjemelo padre ¡por favor!
-Es tuyo, hija... de verdad... que es tuyo.
-Pero… - comenzó la madre-.
-Pero nada, ahora te lo explico.
¡AH! ¡QUÉ CURA ÉSTE!…
10 comentarios:
Esta historia es muy buena,te tendrias que pensar en un guión de cine o comedia...me has sorprendido otra vez...te felicito...espero seguir leyendo los próximos capítulos...me has hecho recordar a Don Camilo y Don Pepone, creo que se llamaba así la peli...un saludo
Si, Fibonacci, tienes razón, tiene un aire a esas películas de Don Camilo, hasta me están entrando ganas de leer de nuevo las novelas de Giovanni Guareschi, con las que disfruté mucho, aunque ya no las recuerdo bien.
Este cura peca de bueno! Me gusta la historia y ya me tienes enganchado.
Eduardo, aunque parece poco probable que un cura actuase así, la verdad es que hubo algunos que lo hicieron.
Vaya que relato mas bueno! por que me gusta mucho leer que si no... hahaha
Pues sobre el comentario que me has puesto en mi blog no digo que todos los hombres sean asi,si no que los chicos de ahora...pues no son lo que eran antes sabes ahora son todos unos desvergonzados hahahahahah
Sobre la musica pues si la verdad es que es muy bonita;)
Asi que una niña de 5 años eh? Yo tengo una nena de 1 añito y 8 meses :)
Y lo de seguir mi blogger pues me parece bien ;)
Yo te agrego tambien,ok?
cuidate y que pases el resto de la semana bien :)
Ciao
Nicoletta, gracias por pasarte por aquí, y sí, este blog es para los que les gusta mucho leer, si no es así, no se puede soportar.
gracias por intentar animarme,todos estan bien,aunque sus bares y algunas de las casas destrozadas,lo unico q quiero que esten bien.
Gracias
Mónica. Los daños materiales, seguramente se haga cargo de ellos el Fondo de Compensación de Seguros, lo peor son los daños personales irreparables.
Un abrazo y ánimo para todos los habitantes de Lorca y alrededores.
Estos curas tan buenos....es bonito leer sobre alguien bueno!!!!Me recuerdan a las historias de cinema paradise!!Besossssss
Es que no hay curas buenos y curas malos, lo que hay son personas buenas y personas malas, independientemente de su profesión.
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